LA DESAPARICIÓN

Narra Draggon:

-¿Cuál es la urgencia Bernard? –Pregunto molesto ya que me sacó de una importante junta.

-Es Annia.

-¿Qué hay con tu hija ahora? –Interrogo cruzándome de brazos.

-Ha desaparecido.

-¿Desaparecido? –Repito con tono aburrido. -¿Estás seguro? No será un capricho más de esa niña para preocuparnos o llamar la atención.

-No, esta vez es diferente ¿Créeme? le dijo a Jeremy que iría a comer a la cocina, pero al parecer salió de la casa.

-Sí, lo sé, vino aquí.

-¿Aquí? ¿A qué? –Me inquirió

-A lo de siempre, fastidiarme, discutimos y se marchó, eso fue en la mañana.

-Y desde entonces no sabemos nada de ella. –Me informó.

-¿Cómo sabes que está en aprietos?

-Soy su padre, hay una conexión entre nosotros, percibí su miedo, estaba asustada, por favor manda un grupo en su búsqueda.

Miré la cara de preocupación de mi amigo, si él decía que Annia se encontraba en problemas, posiblemente era verdad.

-Está bien, tranquilo, la encontraremos. –Coloco mi mano sobre su hombro.

-Lamento los inconvenientes, sé que mi hija sólo te ha dado dolores de cabeza.

Sonrío porque es cierto, no literal, ya que los vampiros no padecemos de migrañas, pero sí en el sentido de comparación.

-Vete a casa, te informaré si sé algo.

-No me puedes pedir eso, ya Jeremy y Ruddy, su mejor amiga, están buscándola, me uniré a ellos.

-Yo me encargo, la traeremos a casa, te lo prometo.

Él asiente y sube a su vehículo alejándose. ¿Dónde podrá estar? Algo se mueve en mi interior, algo que hace mucho no sentía "Preocupación", Annia es una molestia cuando se lo propone, pero muy dentro en mi interior no podía simplemente ocultar ciertas emociones, que aunque he tratado de ocultar, no ha sido tarea fácil.

En menos de media hora ya tengo a mis mejores rastreadores peinando la zona, de camino nos topamos con Bernard y su hijo, acompañados de una chica que imagino es Ruddy. Jeremy me mira con resentimiento e ira reprimida, perfecto, uno más de mis admiradores, bienvenido al Club.

-Jere me ha dicho de un lugar que Annia siempre visita, nos dirigíamos hacia allá. –Me informa mi mano derecha.

-Continuemos. –Señalo y todos seguimos al muchacho hasta llegar a un árbol con una casa en su copa, de inmediato mi mirada va hacia las tablas de madera pegadas en su corteza y noto una rota.

-Hay mucha sangre aquí. –Royner, uno de mis buscadores está inclinado y sostiene una rama, la observa.-Temo que está herida.

-¿Herida? –Pronunciamos al mismo tiempo Bernard y yo.

-Sí, y la cantidad de sangre esparcida, no es buena señal.

Me petrifiqué, pero a ¿Dónde pudo ir en ese estado? Con habilidad Royner sube al árbol llegando hasta donde se partió la tabla y la examina. De un salto se encuentra de nuevo con nosotros.

-Esto no me gusta, la tablilla ha sido cortada adrede.

-Es decir que la esperaban. –Deduje.

-Así es, todo fue bien elaborado, no ha sido un accidente.

Las facciones de Bernard se descomponen, sé lo que pasa por su mente.

-¿Fuiste tú, maldito mal nacido? –Me gritó Jeremy abalándose sobre mí, pero es detenido por su padre.

-¿Qué te hace creer que fui yo? No desperdiciaría mi tiempo en deshacerme de alguien que desposaré.

-Te has comportado con ella de forma cruel, contigo todo es posible.

-Hijo tranquilízate. –Le recomienda Bernard sosteniéndolo.

-Escucha a tu padre "Hijo" ¿O esas noches en el calabozo no fueron suficientes?-Le sostengo desafiándolo. - Escucha me es indiferente si me crees o no, pero no he sido yo.

-¿Por qué habría de confiar en ti? –Me espetó.

-Porque no tienes otra opción.

-¿Quién pudo ser? ¿Acaso uno de los nuestros? –Bernard se dirige a Royner.

-No lo sé, es extraño, no percibo su olor.

Todos supimos a qué se refería, nos llegaban los olores propios del bosque, pero no del atacante.

-Tendré que ver si dejó rastros en los alrededores, ella posiblemente estaba inconsciente cuando se la llevó, debe haber algún indicio. –Le hace señas a sus acompañantes. La chica Ruddy regresa a Villa Olivia a insistencia de Jeremy. No sabía quién se había llevado a Annia, pero pagaría muy caro su osadía, de eso me encargaría yo.

************

Narra Annia.

Abrí los ojos con lentitud, la claridad me pegó de frente y los volví a cerrar tratando de adaptarme. No me sentía bien, ¿Qué me pasó? mi vista estaba un poco turbia, me llevó varios minutos enfocar bien a mi redonda. Era una clase de cabaña, olía a humedad, eché un vistazo, telas de araña colgaban de las paredes, el polvo lo cubría todo, algunos muebles esparcidos sin ningún orden, parecía abandonada.

Intenté ponerme de pie y es cuando entendí que me encontraba atada de pies y manos y mi boca amordazada. ¿Qué ocurría? ¿Había sido raptada? ¿Tendría que ver Stone con esto? Intenté liberarme pero no pude y estaba muy débil por la pérdida de sangre como para intentar liberarme.

-Ya despertaste. –Una voz ronca y profunda me hizo girar mi cabeza a mi derecha. Sentado en una silla, estaba un hombre, no pude identificar su edad, usaba el cabello largo y una espesa barba cubría su rostro, parecía un ermitaño.

-Annia Collin, te he estado observando, sabía que regresarías a esa casa en el árbol, siempre lo haces, ¿Es tu lugar? ¿Cierto?

Se acercó a mí, vestía de manera sencilla, como lo lugareños de la zona. Se tocó su tupida barba y pareció analizarme, me quitó la mordaza y colocó la silla frente a mí, tomando asiento de nuevo.

-¿Quién eres? –Quise saber.

-Quién soy no importa, lo que sucederá ahora, sí.

-¿Por qué estoy aquí? ¿Qué quieres de mí?

-Que él pague. –Escupió con dolor.

-Él. –Repetí sin entender.

-Tu querido Stone ¿Eres su prometida?¿No es así?

Así que de eso se trataba, uno más en la lista de enemigos de Draggon, pero algo llamó mi atención que no percibí al despertar, era humano ¿Cómo sabía de nosotros?

-Por tu forma de mirarme, sé que tienes muchas dudas, adelante, pregunta.

-Primero me gustaría aclararte que Drag no moverá un dedo por mí, estás muy equivocado si crees que se molestará en buscarme.

-Ya lo ha hecho, hay dos grupos en este momento peinando la zona, tu padre y hermano también participan.

¿Cómo sabía este hombre de mi familia? Manejaba demasiada información y eso me inquietó.

-¿Sabes lo que somos? –Inquirí.

-Sí, malditas sanguijuelas. –Escupió en el piso, para demostrar su desagrado hacia nuestra especie.

-¿Cómo es eso posible? –Fruncí el ceño

Él sonrío de medio lado y su mirada se perdió un momento en las sucias y quebradas ventanas.

-Me casé muy joven, Adelaida, mi esposa era la mujer más dulce e inocente que he llegado a conocer. Hermosa, siempre sonriendo, su voz cálida me llenaba por completo y era feliz a su lado. Una tarde, después del trabajo, llegué a casa pero no la encontré, vivíamos en las afueras de la ciudad, circundando el bosque, así que la llamé hasta que la escuché gritar, seguí el sonido de sus lamentos y me encontré con el más aterrador panorama. Un hombre la sujetaba, la ropa de mi esposa manchada de sangre, su cuello desgarrado como si hubiera sido mordida de manera atroz, su atacante se dio cuenta de mi presencia, me abalancé sobre él pero era rápido, esquivó todos mis intentos, unos prominentes colmillos sobresalieron de su boca, jamás había visto algo así en todos mis años de vida.

Parecía jugar conmigo, me tomó por los hombros lanzándome por los aires, chocando de frente contra un árbol, quedé inconsciente y cuando desperté ya había anochecido. Lo primero que hice fue buscar a Adelaida, la ubiqué tendida a unos cuantos metros de mí, me acerqué arrastrándome y al tocar su pulso supe que estaba muerta.

La voz se le quebró y una lágrima recorrió su mejilla.

-Ella estaba embarazada, me había dado la noticia unos días antes, tenía cuatro semanas.

-Lo lamento tanto. –Le dije con sinceridad. -¿Pero qué tengo que ver yo con lo sucedido?

Ignoró mi pregunta, siguió su relato: -Todos me creyeron loco, pero yo sé lo que vi, encontrarlo se volvió mi obsesión, y un día, por coincidencia, llegué a Villa Olivia a cargar el tanque de gasolina de mi coche y lo vi, conversando con alguien y sonriendo. Al fin había encontrado al asesino de mi familia. Lo estudié por semanas, cada movimiento, hasta que me di cuenta que sus ciudadanos no eran normales, sino monstruos, y me prometí que algún día me vengaría de él.

-¿Draggon mató a tu esposa? –No era una pregunta, sino más bien una afirmación.

Él asintió y el pecho se me oprimió, comprendí todo.

-¿Y te quieres vengar de él eliminándome a mí?

-No lo tomes personal, no tengo nada contra ti, pero le devolveré el favor.

-No lo haga por favor, no sea como él.

-No me compares con esa bestia. –Se puso de pie de súbito cayendo la silla hacia atrás. –No soy como él, únicamente quiero que pague.

-Yo no le intereso, soy su prometida bien es cierto, pero lo desprecio, y él, estoy segura siente lo mismo por mí. Hace unas horas lo encontré en la cama con otra, ¿De verdad piensa que me ama? Está muy equivocado.

-Si es así ¿Por qué va todas las noches a tu casa a visitarte?

-¿Qué? –Me quedé atónita.

-¿No lo sabes? ¿O finges no saberlo?

-No, no tenía conocimiento.

-Cada noches sube a ese árbol que queda cerca de la ventana de tu habitación, después de media noche ingresa y no sale hasta que amanece, lleva mucho tiempo con esta rutina.

Me quedé anonadada tratando de asimilar aquellas palabras ¿Por qué Stone haría algo así?

-Veo que estás realmente sorprendida, ¿Ignorabas que lo hacía?

Asentí aún con la boca abierta, incrédula.

-Él siente algo por ti, lo sé, así que servirás a mi propósito.

-Señor.... –No sabía su nombre.

-No ruegues por tu vida, no te servirá de nada, mi corazón es de piedra ahora, lo que te pase me tiene sin cuidado. –Me miró severo mientras encendía una pipa.

Si era cierto que me estaban buscando, rogué que mi padre y hermano llegaran a tiempo, antes de que este hombre cumpliera su palabra. Lo entendía, pero ¿Por qué tenía que pagar yo por los errores de Draggon? Eso sólo me convencía más que Stone no tenía corazón, merecía ser castigado, pero no ser yo, la que tuviera que pagar por sus pecados.

Observé una bolsa de sangre vacía conectada a mi vena, colgando de un perchero de madera, carcomido por el comején.

-Si quiere vengarse ¿Por qué me hizo una transfusión? –Fruncí el ceño

-La herida fue profunda, si no lo hacía morirías, necesitaba que sanara.

-¿Qué no es esa su intención? ¡Matarme!–Afirmé

-Así es, pero también quiero que tú sufras lo que mi esposa en sus últimos momentos. Y no te encontrarán, me encargué de no dejar ningún rastro, soy bueno en eso. Lo harán cuando yo deje tu cuerpo inerte en el bosque.

Sonreí con ironía, el destino se burlaba de mí.

-¿Usted está loco? –Proferí.

-Quizás. –Se acercó, halando mi cabello hacia atrás, obligándome a verlo. –Eres una de ellos, no pura pero pronto lo serás, todos ustedes deberían perecer, son una amenaza para la humanidad.

-Yo no le hecho nada. –Traté de razonar con él.

-Pagan justos por pegadores.

Se alejó y tomo una daga cuya hoja blanca y brillante relucía cuando los últimos rallos del sol la iluminaron.

-Te haré lo mismo que él le hizo a mi esposa, te desangraré hasta tu último aliento.

Dejé de respirar por un momento, ¿Así acabaría? Pero luego caí en cuenta que al fin sería libre.

-Adelante, haga lo que tenga que hacer.

Él me miró extrañado ante mi cambio de actitud -¿A qué te refieres?

-Yo no amo a Draggon, he sido obligada a desposarlo, cada día que pasa es una continua tortura. Él me ha lastimado de todas las formas imaginables, por lo menos, si usted cumple su palabra, terminará mi agonía.

Su rostro se suavizó un momento, su vista se perdió en la pared y comenzó a hablar consigo mismo, pero tan bajo que no pude entender sus palabras.

-Me llamo Edgar. –Me dijo. –Y lo lamento, pero he esperado mucho para llevar a cabo mi venganza.

-Lo entiendo Edgar. –Señalé.

-Al amanecer todo terminará. –Hace de mi conocimiento.

Lo veo alejarse y salir, dejándome sola ante las penumbras que invadían la casa, mientras que el frío y la noche me envolvían, sabiendo que al llegar el nuevo día, mi vida se extinguiría. 

**********

Aquí complaciendo, espero les guste el capítulo. Tengo pendientes varias dedicatorias, lo haré en una página aparte. En el transcuro del día las estaré publicando.

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