DE VISITA EN EL CALABOZO
Eran cerca de las diez cuando llegamos a la Penitenciaría, ahí encerraban a todos los vampiros que quebrantaban la ley. Jamás había entrado en ese edificio, es una construcción antigua y lúgubre. Dos guardas nos guiaron hasta una ancha puerta de madera que traqueo al abrirse, caminamos por un largo pasillo hasta llegar a otra puerta más pequeña, uno de los hombres sacó la llave y la abrió, dando paso a otros inclinados escalones. El lugar olía a moho y humedad lo que me dificultó respirar.
Llegamos por fin a otro corredor donde ubicadas a cada lado, se vislumbraban las celdas. Caminamos un poco más hasta llegar a la última, el mismo guarda abrió la pesada puerta y esperaron afuera.
-¿Tú no entras? –Le pregunté a papá.
-Aquí te espero. -Se limitó a contestar.
Ingresé con temor de lo que podía encontrar, la luz era muy tenue, escuché el sonido de grilletes, mi vista se dirigió al lugar y con horror vi a Jere encadenado a la pared, sus muñecas lastimadas por el roce de las argollas de plata, golpeado al límite de no poder abrir los ojos, la parte superior inflamada, a un costado de la costilla noté un profundo corte. Una de las tácticas de tortura era desangrar al vampiro y dejarlo tan débil que su cuerpo no pudiera regenerarse, mi hermano lucía una palidez marcada, casi transparente, sus labios agrietados. Mi corazón se oprimió ¿Cómo se atrevió Draggon a tocarlo? Lo pagaría mil veces.
Me acerqué a él con las manos temblando de la angustia y con la voz quebrantada lo llamé. Cuando él reconoció mi voz, trató de ubicarme pero apenas era capaz de mover la cabeza.
-¿Qué te hizo ese salvaje? –Las lágrimas salieron a tropel. –Perdóname Jere. –Tape mi boca tratando de detener los sollozos.
-No es.... tu.... culpa. –Respondió con dificultad.
-Oh Jey. –Estallé en llanto y coloqué mi cabeza sobre su pecho, él intentó abrazarme pero los grilletes se lo impidieron.
-Él lo pagará, te lo prometo. –Le susurré al oído.
-No.... Anni. –Agregó con voz apagada
-Mira lo que te hizo. –Toqué su mejilla con delicadeza.
-Anni....
-Shhhh, no hables, lo lamento tanto. –Volví a entregarme al llanto, sintiéndome impotente. Hice un pequeño corte en mi muñeca y se la puse en la boca.
-Bebe. –Le indiqué pero él retiró la cara. –Bebe Jeremy. –Pero cerró los labios y se negó a consumir mi sangre.
-¿Él te lo prohibió?
Despacio asintió, el muy miserable lo había amenazado previendo mi reacción.
-Me dijo.... que te... haría daño. –Terminó de decir apenas audible.
-¡Maldito Draggon Stone! –Grité, sin importarme que me escucharan, la puerta se abrió y uno de los guardas ingresó.
-Se acabó la visita señorita collin. –Me indicó con voz severa.
-No me iré de aquí. –Lo desafié.
-Por favor acompáñeme fuera de la celda. –Me dijo con tono autoritario.
-No me iré de aquí. –Repetí con lentitud para que captases el mensaje.
El otro guarda entró con cara de pocos amigos.
-Tenemos instrucciones de usar la fuerza si es necesario. –Me amenazó el más alto con mirada intimidante.
-Adelante, los reto. –Los encaré
-¡Suficiente! –Exclamó papá ingresando, de inmediato su mirada se clavó en Jere, pude ver una mueca de pesar pero trató de disimularlo. –Vamos a casa Annia. –Me ordenó.
-Hazlo. –Me sugirió Jeremy
-No te dejaré solo. –Me incliné sobre él y aparté un mechón de cabello pegado a residuos de sangre en su frente.
-Ann, estaré bien. –Su voz se escuchaba agónica, otra vez me vi llorando.
-Annia no me obligues a sacarte a la fuerza porque lo haré. –Me advirtió papá.
-Volveré. –Le murmuré al oído, me puse de pie saliendo de ahí. No los esperé, necesitaba irme de ese lugar, subiendo los escalones de piedra, tropecé de improvisto, pegando mi rodilla en el filo de la grada. Exclamé del dolor pero continué renqueando hasta llegar al primer pasillo. Me recosté a la pared y chequeé la rodilla, me hice un corte y sangraba.
-Annia. –Papá me llamaba, pero lo ignoré ¿Cómo permitió que Stone le hiciera eso a Jeremy? Es su hijo, nunca se lo perdonaré.
Llegué por fin a la gruesa puerta pero era muy pesada para abrirla. Papá no tardó en llegar.
-¿Qué te sucedió? –Trató de acercarse pero no le permití que me tocara.
Él comprendió y abrió la puerta, saliendo de ahí con urgencia. Mi corazón se llenó aún más de odio hacia Stone ¿Cómo era que mi padre no lo veía? ¿Hasta dónde llegaba su lealtad al ponerlo a él primero que a su propia familia?
Casi llegando a la salida, me detuve, comencé a golpear la pared con furia y frustración, no me di cuenta cuando los nudos de mis manos comenzaron a sangrar y no me detuve hasta que una mano tomó la mía en el aire impidiendo que continuara.
-¿Qué demonios crees que haces? –Reconocería esa voz así fuera en la tumba. Levanté mi vista para encontrarme con sus azulados ojos. -¿Qué voy a hacer contigo Annia? –Inquirió con cierto tono de resignación.
Quería hacerle daño, pero yo era insignificante ante él, me pegó contra el muro sintiendo su cuerpo sobre el mío.
-Lo que le pasó a tu hermano es tu culpa, una advertencia para que no vuelvas a desafiarme, agradéceme que no reclame su vida. Tú eres mía Annia. –Dice él cerca de mi oreja tomándome con brusquedad del cuello.
-Jamás. –Exclamo, tratando de liberarme de su agarre.
-No puedes huir de mí. –Sostiene besando mis labios con brusquedad.
-Nunca seré tuya, podrás tener mi cuerpo pero jamás mi amor.
-Eso ya lo veremos, que no se te olvide quien soy, Draggon Stone Rey de los Vampiros y tú, te guste o no, serás mi esposa.
-¡Te desprecio! –Le grité mirándolo con altanería.
-Te domaré cariño, tengo toda una eternidad para hacerlo.
-Suéltame maldito abusador. –Espeté queriendo tener fuerza suficiente y poder darle su merecido.
-Tú no me ordenas, que te quede claro eso. –Tomó mi cabello y lo haló hacia atrás obligándome a mirarlo.
Le escupí en la cara, jamás había sentido tanto rencor como el que despertaba hacia Draggon.
-Te di la oportunidad de hacer las cosas diferentes Annia, de ahora en adelante ya no seré condescendiente contigo, me provocaste a mis límites y te juro que te arrepentirás.
Me dio la espalda y me quedé aturdida por sus palabras. Cerré los ojos y al abrirlos, papá se encontraba frente a mí, no pronunció palabra, lo seguí fuera de ese horrible lugar, y nos dirigimos a casa.
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Holis, aquí cumpliendo con otro capítulo, el que sigue será narrado desde el punto de vista de Drag. ¿Qué encerrará este sádico vampirito en su interior?
Un abrazo.
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