Capitulo 7
Pase toda la noche en vela, no podía pegar ojo. Quizás muchos piensen que soy paranoico pero estoy preparado por si se atreven a hacernos algo. Mi prioridad en estos momentos es el bien de Elizaveta, prometí a sus padres que cuidaría de ella.
Poso mi vista en su delicado rostro, su hermoso cabello pelirrojo que constata con su piel pálida, sus labios carnosos y rojos que invitan a ser besados. Su nariz respingona, sus abundantes pestañas que destacan y detrás de esos parpados sellados se encuentran cautivos los más hermosos ojos verdes que he visto en toda mi corta existencia.
¡Qué demonios estás haciendo Abdias!
Al parecer el Patrick ese o como se llame me pego muy fuerte en la cabeza. Desde cuando ella me parece atractiva.
Aleje mi rostro de ella, encontrándome con la mejores de las vistas. En el horizonte se alzaba tan esplendoroso y enérgico el astro que ilumina todos los días, llenando con sus halos de luces todo espacio hasta el más recóndito. El amanecer siempre trae consigo nuevos retos y desafíos, el de hoy es una incógnita para mí.
Desperté a Elizaveta no queriendo dejarla sola. Cuando por fin estuvo lista bajamos encontrándonos con Wen.
- Hola Rey, al parecer son madrugadores. Acompáñenme ya serviremos el desayuno.
- Hola.- dijo Elizaveta mientras yo solo asentía y me dejaba guiar
Wen estaba muy emocionado contándonos las maravillas de este lugar. Terminamos de desayunar y nos llevo a dar un recorrido, todas las personas por las que pasábamos nos hacían reverencias. Esto me tenia desconcertados, como aceptan a cualquier ser solo porque su diosa haya dicho que les traería un Rey humano. No se que me sorprende si siempre hay personas tan crédulas, si solo hay que darse una vuelta en la historia y encontraremos personas tan creyentes y pasionales que se dejan llevar muchas veces por el fanatismo.
Ignore todo a mi paso estaba sumergido en una batalla mental, enfrascado que no fui consciente donde caminaba hasta que choque con una mujer, quien cayó al piso. Salgo de mi estupor y ayudo a levantarse a la rubia.
-Discúlpeme no me percate donde iba.- cuando la rubia me miro sorprendida, algo hizo clic en mi cerebro como si encontré la pieza de rompecabezas que faltaba para armar la experiencia más extraña de mi vida.
- Abdías ¿Eres tú?- dijo contenta mientras me abrazaba.- waoo nunca pensé que nos volveríamos a encontrar.
- Dana, es increíble que de tantos lugares te venga a encontrar aquí. Cuando volví por ti, ya no estabas.
- Me adoptaron una familia de Lycans. Y aquí estoy viviendo con ellos, han sido muy buenos conmigo. Y ahora me llamo Alana.
- Me alegro por ti.
- Alana ¿lo conoces?
- Si él estuvo conmigo en ese infierno.
- Interesante, pues como eres tan cercana me gustaría hablaras con él y trataras de convencerlo. El es nuestro Rey prometido.
- Espera, ¿en serio? Claro, ven Abdías tenemos mucho de qué hablar.
Me deje guiar de Dana, digo Alana, mientras escuchaba como llego a este lugar y lo feliz que es de formar parte por fin de una familia, este siempre fue su sueño. De mi parte le conté sobre mi vida y como llegue a aquí.
- Eso es todo. Solo le dije que tomaría unos días para pensar.
- Sé que quizás te parezca absurdo todo esto. Pero desde que llegue aquí he escuchado sobre la importancia que llegara ese Rey, que eres tú. Creo que por lo menos deberías darle una oportunidad a esto que la vida te está entregando. De pasar a estar solo a tener cientos de personas que con gusto darían su vida por ti.
- Esto es demasiado, siempre he estado solo y me gusta estar así.
- No es cierto, desde niño te vi llorar deseando formar parte de una familia. Cada vez que te despreciaban y ni siquiera te consideraban para adoptarte te sentías triste y desilusionado. Es lo mismo que harás con ellos, todos estos años han esperado por ti. Estas oportunidades solo pasan una vez en la vida.- hizo una pausa.
- Tienes miedo. Eso es lo que pasa. Quizás temes no ser lo que ellos esperan. Ponte a prueba, quédate y ve que tan cierto puede ser lo que ellos dicen. Solo piénsalo.
Regresamos a donde antes estaba Wen. Me despedí de Alana y regrese a la casa. Tengo mucho que pensar, cuando entre a la habitación allí estaba Elizaveta quien solo me miro y continuo leyendo el libro.
Mejor porque no estoy para escucharla.
Todo lo que Alana dijo me da vueltas a la cabeza. Siempre he querido pertenecer a un lugar al que llamar hogar. Y ellos quieren ese Rey que tanto han esperado.
Una oportunidad única e irrepetible. Pero cuando pienso en la vida que llevaba antes de llegar aquí se que extrañare estar con los únicos que he considerado familia. Los Petrov siempre me han apoyado, por lo que creo correcto que le lleve con bien a su hija.
Y la única forma será aceptando estar aquí, cuidare muy bien desde las sombras a Elizaveta. Nunca permitiré que ese Pedro le ponga un dedo encima.
Elizaveta.
Vi como Abdías tropezaba con esa mujer rubia, como se miraban y hablaban de un pasado en común. De no ser que escuche de los labios carnosos pintados de rojo, de la rubia que era adoptada nunca me imaginaria tal cosa, es decir, que Abdías vivió en una casa adoptiva.
Los vi alejarse los dos. Saben que se siente ver como el hombre que amas se aleja con otra sin siquiera mirarte. Te sientes desechada cuando ves que esos ojos que nunca han brillado para ti lo hacen por otra que solo le basto unos segundos para atrapar su atención, esa atención que buscas durante cinco miserables años y nunca ha sido tuya, ni lo será.
Ese corazón tan enérgico que daba tumbos en el pecho por ese alguien especial, se estruja cual hoja de papel que ya es descartada cuando el escritor frustrado tacha esa palabra que arruina su escrito y paga su frustración con esa frágil hoja que una vez ilusionada dejo que el trazara sus ideas y ya cuando no le es útil la arroja en la basura.
Mi mente siempre me lo advirtió pero yo como una estúpida me cegué. Le di prioridad a mi corazón para que el siguiera su curso, esos sentimientos que me embargaron la primera vez que lo vi, ahora son un claro recuerdo que no siempre se obtiene lo que quieres.
Sabía que él no sentía lo mismo, pero al ver que nunca estaba con una mujer me daba esperanza de ser esa persona que le enseñara a amar. Pero ya entiendo porque no me podía corresponder, el está enamorado de esa beldad rubia. Es que hasta parece sacada de un miss universo.
Salí de mis pensamientos tan negativos, me concentre en el recorrido que Wen muy amable me ofrecía. Regresamos a la casa donde sirvieron la comida.
Tratando de alejar mi mente de Abdías le pedí un libro para conocer más sobre ellos, me prestó un libro que contaba la historia de esta manada.
Me sumergí en la historia hasta que siento como Abdías entro en la habitación, lo ignore tratando de volver a mi lectura. Su silencio me mataba aunque ya estaba acostumbrada.
Carraspeo para llamar mi atención.- Elizaveta, tome una decisión.
- ¿Y es?
- Me quedare para saber si en verdad soy ese Rey que tanto esperaron.
- Qué bueno.
- Y creo que lo correcto es que vuelvas con tu familia de seguro estarán preocupados.- no me inmuto desde que lo vi alejarse con ella lo supe.- hablare ahora mismo con Wen.
Salió apresurado, tanto es su apuro para deshacerse de mi. Tomo el libro y bajo las escaleras.
- Wen aquí está el libro gracias por todo.- con mi cabeza en alto y manteniendo mi dignidad le diría adiós al amor de mi vida, espero y sea muy feliz con su rubia. No permitiré que vea cuanto me afecta esta situación.
- No se preocupe señorita puede llevárselo la vi muy interesada. Algún día nos lo devolverá.
- No creo que...
- Por favor hágame caso.
- Está bien.
- Ahora vamos que la llevare donde me diga.
- Ok. – sonreí y mire a Abdías.- bueno, espero que todo te vaya bien. Adiós.
- Elizav..
- Abdías, de todo corazón te deseo lo mejor.
- Dale saludos de mi parte a tu familia.
- Lo hare tranquilo.
- Wen le dirá una historia convincente te la contara en el camino.
- Gracias. Adiós Rey.
Con la poca fuerza que tenia Salí lo más rápido que pude, subiéndome al vehículo que me alejaría para siempre de Abdías. He tratado de no derrumbarme en llanto, me está constando mucho y no sé cuanto lo pueda resistir solo deseo cerrar los ojos y ya estar junto a mi familia.
Luego de lo que me pareció una eternidad, Wen estaciono al frente de mi casa.
- Muchas gracias Wen por traerme a casa.
- De nada señorita, la acompañare para hablar con sus padres.
- Está bien.- le respondí mientras me encogía mis hombros.
Cuando cruce el umbral de la puerta mi madre desesperada corrió hacia mí abrazándome muy fuerte, si que tiene fuerza. Sus lágrimas abrieron el dique que había en mis cuencas, derramando todo lo que con esfuerzo mantuve a raya.
Todo para mí fue un borrón a partir de ahí, solo sé que Wen hablo con mis padres y les dio una excusa creíble sobre Abdías. Mientras yo me prometía no volver a ser la Elizaveta acosadora que fui, ni la inocente mucho menos la que se dejaba manipular por unos engreídos niños mimados que se creían dueños de la ciudad. Mi resolución será hacer aquello que me nazca y que yo desee.
***
Espero les guste este capitulo.
CelesteFer✍
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top