Capitulo 20


Elizaveta

Abdías ha estado muy nervioso y callado el día de hoy, hasta misterioso puedo agregar. Desde temprano salió despidiéndose de mi con un beso, lo extraño es que no me dijo hacia donde se dirigía y esto es muy extraño porque el siempre me dice donde va, solo para que no me preocupe.

Recibo un paquete que trae Wen.- El rey le envía esto.- y se retira sin más. Aquí está sucediendo algo que no me entero, cuando Wen reacciona de esta forma es porque esconde algo.

Lo malo es que Wen es una piedra cuando de secretos se trata. Me encojo de hombros y me dirijo a mi habitación con la caja de regalo. Saco la nota. Ay Abdías que harías sin esas notas, las llegue a odiar hace tiempo atrás.

Mi amor.

Cuando el mar sea redondo

y el sol deje de brillar,

ese será el día

en que te pueda olvidar. (Anónimo).

Regularmente soy una persona que no se conmueve por muchas cosas pero este detalle me ha cristalizado mis ojos. Es que no se que hice para merecer tanto. Me sorbo la nariz y destapo la caja, antes de quitar la envoltura de regalo veo otra nota. Sonrío emocionada.

Fui premiado con tu presencia por la diosa luna, y quiero pedirte que aceptes este obsequio y que des el privilegio de vértelo puesto hoy en nuestra cena.

Te recogeré a las 8pm.

Te amo mi luna.

Con amor Abdías.

Al desenvolver el papel de regalo encuentro el más bello vestido corto floral azul marino con manga corta. Me mido el vestido el cual me queda ceñido al cuerpo, con cuello en v pronunciado con una tela semitransparente que cubría mis senos, cayendo hasta mis rodillas. El vestido en si era muy sensual y elegante, destinado para hacer sentir sexy a quien lo portara.

Y solo puedo pensar ¿quién ayudaría a Abdías a elegir este vestido?

Miro el reloj dándome cuenta que faltan cinco horas. De modo que me quito el vestido dejándolo sobre la cama.

A pesar que no sé nada sobre lo que Abdías tiene planeado me decido por preparar un postre. Todo para matar el tiempo, no necesitare más de dos horas para arreglarme y la ansiedad me carcome.

Verak comienza a regañarme para que le deje su cocina, ella es muy quisquillosa con sus cosas. Pero me tiene que tolerar, creo que me pase porque en vez de hacer un postre termine haciendo cinco.

- Mira que desastre me has hecho en mi cocina.

- Ay verak no es para tanto. Yo lo limpio tranquila.

- No si quieres estar lista a tiempo. Son las cinco.

- En menos de dos horas yo me arreglo, y ya tengo el vestido que me pondré así que sería menos tiempo.- le resto importancia porque duro más tiempo probándome ropa y descartando que maquillándome.

- Lo que digas.- sale de la cocina.

- Manos a la obra.

Comienzo a limpiar, primero friego todo lo que utilice que es bastante. Limpio las encimeras, la mesa en fin todo donde hay residuos de harina que no entiendo cómo llegaron a esa superficies. Termino trapeando el piso, y gracias a mi genial idea de hacer postre pues me he demorado mucho y mas limpiando.

Y si es tarde, porque soy una súper lenta haciendo oficios. Tarde dos horas limpiando, aun no me lo puedo creer. Sin perder más tiempo corro hacia mi habitación, una vez en el baño me despojo de mi vestimenta y entro en la ducha. Me lavo la cabeza, cuando termino me seco bien y me coloco una bata.

Procedo hacer mi rutina de secado y planchado, ni modo Abdías que me espere. Una vez término me coloco la ropa, me maquillo de manera sencilla y me dejo suelto el pelo. Me perfumo otra vez, agregando una porción en mis muñecas, cuello y alrededor de mis senos ¿Por qué? Costumbre.

Justo cuando estaba saliendo del baño entro Abdías con un traje que lo hacía ver elegante y extremadamente delicioso. Su mirada se pierde incesantemente en mis curvas se acerca a mí y me da una vuelta mientras silba.

- Estas bellamente deslumbrante.- sella su cumplido con un ansiado beso, prometedor de una noche eternamente candente y llena de pasión.

- Gracias mi amor. Perdón por la demora.

- No te preocupes, valió la espera.- toma mi mano.- Vámonos antes que nos adelantemos al menú.

- No señor. Esta será oficialmente nuestra primera cita.

- Cierto, muy cierto pero será la primera de muchas.

- Eso espero míster lobo.- tome mi bolso de mano, puesto que no sabía hacia dónde íbamos.

En un acogedor silencio bajamos las escaleras, llegamos a su auto y como todo un caballero me abrió la puerta. Una vez en movimiento empezamos hablar de cosas triviales solo para ayudarme con los nervios que nos carcomían, se que hoy será un día demasiado especial para ambos. Hoy nos terminaremos de unir como los dioses mandan.

El sinuoso camino que toma se me hace conocido y es cuando caigo en cuenta que nos dirigimos hacia la cabaña. El lugar donde nuestra verdadera historia de amor comenzó bajo los efectos del calor del acoplamiento. Donde Abdías dejo a un lado esas culpas que sentía por esa mujer que de alguna manera nos privo por mucho tiempo dar rienda suelta a este amor que cada día que pasa se fortalece más y más.

El sendero hacia la entrada de la cabaña me saluda con aire diferente, y pensar que cuando aparque cerca de la entrada estaba tan temerosa al rechazo que podría recibir. Aunque todos esos pensamientos abandonaron mi cabeza cuando di rienda suelta al plan sujetándome con toda firmeza a lo que tanto deseaba.

Y mírame ahora esta vez entro de la mano con mi amor. Hoy no lo persigo, hoy no intento cazar al lobo porque ya está amarrado a mi corazón y ahora es el que no quiere irse.

Su grande y cálida mano sostiene la mía mientras me guía, en vez de dirigirse dentro de la cabaña sigue un sendero de pétalos de rosas blancas y rojas esparcida en el suelo simulando un camino y varias luces colgando desde la cabaña hasta unos arbusto era como caminar debajo de la luz, literal.

Los pétalos terminan dando paso a una improvisada caseta o quiosco con una mesa en el centro perfectamente decorada y bombillos de colores en los laterales de esta caseta. 

(Mas o menos así como en la imagen)

Abdías suelta mi mano y se coloca detrás de mi abrazándome.

- ¿Te gusta?- susurra en mi oído con su voz ronca y vibrante acariciando cada rincón de mi cuerpo.

- ...- las palabras se estacan en mi garganta ese nudo característico cobra vida impidiéndome expresarme con total libertad.

- Amor.- se coloca enfrente de mí y su mirada se profundiza en la mía.

- Me encanta amor.- digo por fin atrayéndolo hacia mí, rozando sus labios.

Me llevo hasta el centro y me halo la silla, aun estaba anonadada porque la realidad supero las expectativas que tenia formulada.

- Pues comenzaremos a cenar. Hoy seré su camarero, su novio, su amante y todo lo que quieras que sea.- me dedico una mirada de esas que valen más que mil palabras.- Y como hoy se trata de nosotros, no podía faltar el plato que más te gusta.

- ¿Lasaña?

- Si, lasaña con extra de queso. Y esos rollitos de salmón que tanto te gustan.- guao no puedo creer que se haya tomado tantas molestias para esta cena. Creo que me acabo de enamorar más.

Entre risas, toques y una conversación amena terminamos nuestros platos, y procedemos a degustar el postre trufas de chocolate acompañado de helado con frutas. Toda una delicia para mi paladar que se siente mimado y satisfecho.

Abdías se pone en pie y me extiende su mano, la tomo y me guía hacia una manta que está extendida más adelante junto a un tronco de un árbol con algunas lámparas alrededor y unos almohadones de colores. Me ayuda a sentar y se retira para volver con un Champan y dos copas.

Una vez a mi lado sirve la bebida en nuestras copas.

- Mi amor, no sabes cuánto agradezco a todos los dioses por haberte dado un espíritu guerrero y una personalidad rebelde. Me hiciste ver un mundo diferente donde si hay cabida para el amor, me sacaste de esa oscuridad donde por años estaba sumergida mi alma. Fuiste ese soplo de brisa que me alegraba en mis malos momentos, eres y seguirás siendo esa chispa que enciende mi cuerpo, mi corazón, mi espíritu y mi alma.- ya en este preciso momento tengo mis ojos aguados, no sé porque últimamente me siento tan sensible.

« Ya viví lejos de ti y déjame decirte que no me sirvió de mucho. Sufrí tanto con nuestra separación a pesar de que nunca me atreví a confesar mis sentimientos. Y he llegado a la conclusión de que quiero que todos sepan lo enamorado y orgulloso que estoy de ti. No quiero esconderle al mundo lo locamente enamorado que me tienes.- suspira colocándose de rodillas y buscando algo debajo de uno de los almohadones. Sacando una cajita de terciopelo.- Elizaveta Petrov, ¿accederías a casarte conmigo, Serias mi mujer, la madre de mis hijos y reinarías conmigo?

Creo que el tiempo se detuvo justo ahora, mientras abrí la cajita dejando a la vista un hermoso anillo de compromiso que en la parte delantera estaba formado una figura de corona engarzados con piedras pequeñas y brillantes bañado en oro, era sostificado y a la vez sencillo.

En este momento si estaba llorando por la emoción, no esperaba esto. Me doy cuenta que no he respondido, lo miro fijamente y asiento aun aturdida.

- Sí, mi amor. Quiero ser todo eso y más para ti. Te amo.

- Yo te amo mas mi amor.- me coloca el anillo en mi dedo anular y besa mi mano con devoción. Su mirada se engancha en la mía, ya no es necesario palabras dejamos que toda parte de nuestro ser hable por sí solo.

Su cuerpo aprisiona el mío en la manta, sus besos enciende cada vez el ambiente que nos rodea puedo sentir la fuerza de nuestros sentimientos mientras bullen en esta intensa sensación que consumen nuestros ansiosos cuerpos.

Sus habilidosas manos se deshacen de mi vestido al mismo tiempo que lanzo su camisa para que no nos estorbe. Sus caricias son como rastros de fuego en mi cuerpo, su boca desciende hacia mis pechos dándole la ansiada atención que gritan ya erectos por su toque. Su lengua juguetona sigue la dirección que tomaron sus manos, se dirigen hacia ese lugar que tan bien conoce.

Su mano separa mis piernas, su lengua traza un camino desde mis mulos hasta esa entrada de placer donde comienza con un delirante succión y su dedo se une a la acción estremeciéndome por completa, ese orgasmo se construye en mi bajo vientre y se desata empapando su boca con mi liberación.

Ágilmente trepa por mi cuerpo, entrando lenta y profundamente en mi interior llenando cada parte de mi ser. Ese rico vaivén comienza desesperada por sentirlo mas dentro si se puede, engancho mis piernas alrededor de su cadera. Siento sus filosos colmillos y me preparo para lo que vendrá, perfora la vena de su dedo depositándolo en mi boca y toma mi mano para hacer lo mismo chupando antes de que la herida cerrara.

Nos miramos fijamente a la cara mientras recitábamos la frase "Acepto ser tu cielo, tu amor y también tú infierno"

La vorágine de sensaciones que se encendió en mi cuerpo, nos transporto a un maremoto de sentimientos que nos hizo más sensibles a nuestros toques. El ritmo de las acometidas fue en aumento, nuestros jadeos y gemidos eran constantes llegando a la cúspide escuchando su gruñido y ronroneo que estremeció todo mi ser mientras mi eje ordeñaba su miembro. Sus labios buscaron los míos.

Aun con la respiración entrecortada su voz gutural erizo los bellos de mi piel.- te amo mi luna.

- Te amo lobito.- me sentía la mujer más dichosa del mundo. Todo lo que ha de venir será maravilloso.

Nos dio la vuelta de manera que veíamos las estrellas y la luna en el firmamento. Una genuina sonrisa se desplego de mis labios en agradecimiento a esa diosa que tanto bien me ha hecho.

Sus manos acariciaban mi espalda imite su acción pasando mis manos por su pecho, era recibida con ronroneos de aceptación.

Mi mente imagino tantos escenarios con el amor de mi vida, pude verlo vestido de novio esperándome en el altar, cargando nuestro cachorro y sin duda compartiendo más de estos momentos.

Y sin duda este fue solo el principio de la noche, nuestros cuerpos se unieron más veces de la que soy capaz de contar en este idílico encuentro. Yacemos agotados mientras el sol se levanta potente con sus rayos avisándonos de un nuevo amanecer. Pero estamos tan cómodos el uno con el otro que nos quedamos admirando el hermoso astro que quiso ser testigo de nuestro amor.

CelesteFer

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