Capítulo 25 👑

Alayna

Luca me contó detalle a detalle como era la vida de Isadora. Los años de maltrato que sufrió al lado de su padre y su necesidad de protegerla. Yo también había sufrido abusos cuando era una niña y conocía el sufrimiento mejor que nadie. ¿Entonces por qué me sentía tan enferma con la idea de que él regresara con ella y la cuidara? Era egoísta de mi parte, no podía evitarlo. Amar a Luca me convertía en esto.

De hecho, la manera en que me sentía a su alrededor todavía era desconcertante. Todo de él hacía que mi corazón corriera a un latido alarmante. Amarlo tan fuera de control me hizo cuestionarme si alguna vez fui feliz antes de conocerlo.

Me volví dependiente y pegajosa. Algo que nunca me había sucedido así que puse distancia entre nosotros e intentaba controlar mis celos enfermizos. Luca, por supuesto, no estaba de acuerdo. Él no podía lidiar con la Alayna que se ocultaba detrás de su armadura.

—Mañana tomaré un vuelo a Rusia—insistí—. Esta noche dormiré en un hotel.

Su sonrisa se volvió triste.

—¿Haremos esto siempre? ¿Fingir que esa parte de mí no existe?

Mi garganta se sentía tan áspera que me costaba respirar.

—¿Qué quieres que haga, Luca? ¿Ir al hospital y presentarme con ella?

Exhaló ruidosamente.

—Quiero que lo conozcas a él —susurró—. Quiero que entiendas que Thiago forma parte de mi vida ahora—Negó con la cabeza y cerró los ojos—. ¿Puedes hacer eso, Alayna?

Era una pregunta que me costó responder.

Había tenido inseguridades sobre el niño. Desde que supe su existencia mediante un periódico tuve el corazón hecho trizas y me imaginé varios escenarios dónde Luca era feliz con su perfecta familia mientras yo me hundía en la oscuridad. Su existencia dolía, pero no podría odiarlo nunca.

—No puedo ignorar lo que eres ahora. Tuviste un hijo con otra mujer y tengo que aceptarlo —Me dolió pronunciar las palabras—. No quiero que esa sombra nos aceche en el futuro, no quiero llenarme de resentimiento. Nos amamos y es todo lo que debería importar.

—Gracias.

—Ya lo has dicho. Él no debería ser ningún problema entre nosotros.

—Te amará—aseguró—. Thiago tiene ese talento, ¿sabes? Se roba el corazón de las personas con la primera impresión.

—Me recuerda a alguien—dije.

La sonrisa en sus labios iluminó toda su cara.

—Mierda, te amo.

Enroscó los dedos en mi cabello y capturó mi boca en un beso. Su lengua se encontró con la mía y gemí. Sabía tan bien. Me sentó en su regazo y solo nos besamos por lo que parecían horas. Debido a nuestra química explosiva era extraño incluso que no me llevara a una cama y me follara. Sin embargo, disfruté de este delicioso momento. Solo besos y caricias. Se echó hacia atrás por la falta de aire y jadeó. Moví mis labios a su barbilla, rogando por más de su boca. Luca se inclinó y me la dio.

—Aún quiero follarte aquí en mi Jet.

Sonreí contra su boca.

—Será en otra ocasión.

La voz del capitán llegó a través del intercomunicador y nos vimos en la obligación de separarnos.

—Por favor, ajusten los cinturones de seguridad. Estamos a punto de aterrizar.

Luca me tiró a su pecho y pasó los dedos a través de mi cabello.

—Hay límites, recuérdalo—murmuró—. No estás en la obligación de hacer nada, no debí presionarte.

Negué.

—Tienes razón, no puedo ignorar su existencia. Es tu hijo y lo amas. Estoy segura de que yo también lo amaré cuando lo conozca un poco más.

Frotó su pulgar por mi labio inferior.

—Eres perfecta.

—A tu lado lo soy—repetí sus propias palabras.

Me besó de nuevo, pero esta vez fue breve porque tuvimos que regresar a la realidad que tanto me asustaba. Cuando bajamos del Jet había un lujoso Mercedes Benz estacionado y me asombró ver a Gian recostado contra él. Tenía una sonrisa en la cara y levantó las cejas en reconocimiento. Su rostro era hermoso dónde sus pálidos ojos grises era el rasgo que más destacada. Cabello rubio corto y hoyuelos en cada mejilla que lo hacían lucir como un niño bonito de la realeza.

—¡Alayna Novak! —exclamó—. ¿Qué puedo esperar de ti? ¿Un abrazo o un balazo?

Luca se rió por la broma y yo mantuve el rostro serio.

—La segunda opción.

—Al diablo—dijo Gian y me levantó en sus brazos.

Empezó a dar vueltas conmigo aferrada a él y me reí a pesar de que no quería. Idiota. Cuando me bajó al suelo plantó un pequeño beso en mi frente como si fuéramos los mejores amigos.

—Yo también iría a Irlanda por ti —bromeó y examinó mi cuerpo de pies a cabeza—. Maldita sea, mujer. El tiempo no te afecta en absoluto. Te ves impresionante.

Rodé los ojos.

—Gracias, patán.

Luca no estaba feliz con la muestra de afecto.

—Suficiente—Apartó a Gian y me llevó de nuevo a su lado—. Mantén las manos para ti mismo.

Gian soltó una carcajada.

—Entonces ya hicieron toda esa mierda formal, ¿eh?

—Estamos en eso—dijo Luca.

Si volvía a mencionar el matrimonio me enfadaría. No quería escuchar sobre el tema, no hasta que me enseñara el papel firmado y me asegurara que era un hombre libre.

—¿Cómo está Liana? —pregunté a cambio.

La sonrisa del rubio se ensanchó.

—Muy bien.

No era cercana a Liana, pero el poco tiempo que convivimos juntas me demostró que era una chica sensacional. Era amable, atenta y buena persona. No podía esperar para hablar con ella.

—Me alegra escuchar eso.

—Ella estará feliz de verte.

Le sonreí.

—Será un placer.

Puso una mano en mi hombro y me guio al auto.

—Hora de ponernos en marcha.

Luca se sentó adelante con Gian y yo preferí ir atrás. Era de noche y el cansancio del viaje me hizo bostezar. No estaba acostumbrada a los cambios de horarios tan bruscos. Estos últimos meses fui trasladada de aquí para allá en contra de mi voluntad como una muñeca de trapo. En serio extrañaba mi hogar en Rusia.

—¿Puedes explicarme cómo terminó Isadora en un hospital? —preguntó Luca—. Pensé que la seguridad de mi casa era impenetrable. ¿Cómo entró Fernando?

Gian suspiró mientras arrancaba el auto y nos sacaba del aeropuerto. Ni siquiera cuestioné dónde nos llevaba porque era obvio y estaba cansada de pelear. Tenía que aprender a gestionar mis celos. Isadora no era mi enemiga y su hijo mucho menos. Quería estar con Luca desesperadamente y si no me esforzaba en superar el pasado no seríamos felices.

Nunca antes me había enamorado como ahora y la experiencia estaba siendo abrumadora. Demasiado consumidor. Esa no era yo, pero en el fondo sabía que no me arrepentía por entregarle mi corazón a Luca.

—Uno de nuestros soldados trabajaba para Fernando y lo dejó entrar en la mansión—explicó Gian lleno de tensión—. Isadora se enfrentó a su padre cuando quiso llevarse al niño.

Luca me miró a través del espejo retrovisor y capté la furia en sus ojos.

—Dime que Fabrizio atrapó al traidor.

—Lo hizo con ayuda de Laika y lo tiene encerrado en la mazmorra—Gian continuó conduciendo—. Está esperando tus órdenes para actuar.

—¿Y ella? —inquirió Luca—. ¿Cómo está Isadora?

—Nada grave, solo una conmoción cerebral. Fernando golpeó su cabeza con un florero.

Luca maldijo bajo su aliento.

—Por favor, dime que Thiago no presenció nada—Sonaba angustiado y mi corazón se encogió—. ¿Cómo pudo hacerle eso a su propia hija?

—Thiago no vio nada, relájate. Kiara lo mantuvo seguro.

—Debí estar con él.

Eso fue suficiente para que volviera a quebrarme cuando caí en la realidad. Yo era la mujer que amaba, pero a partir de ahora tenía que conformarme a recibir solo pedazos. La mayoría de sus partes les pertenecía a ellos. Su familia.

—Ellos están bien, Luca.

—Por ahora. La próxima vez no tendremos la misma suerte.

Desvié los ojos hacia la carretera y me mordí el labio. No quería convertirme en esto. En una distracción para él y ocasionar problemas en la seguridad de su familia. Mierda, era patética. Odiaba sobre pensar las cosas. Luca me había prometido que lo solucionaríamos juntos y le creía.

Detente ya, Alayna.

—Fernando no dio ningún comunicado de prensa sobre la publicación de esas fotos—continuó Gian—. Pero está furioso, puedo asegurarlo.

—Por supuesto que sí, desquitó su ira con Isadora y quiso llevarse a mi hijo como venganza.

—¿Qué harás ahora?

—Ir al hospital, necesito ver cómo está ella.

—Claro, cómo prefieras.

Continuaron hablando de todo lo que había sucedido durante la ausencia de Luca. Me di cuenta de que era más grave de lo que creía. La primera vez que vi y hablé con Fernando Rossi fue un hombre carismático, elegante y educado. Un grandioso mentiroso que sabía como embaucar a los demás con sus palabras. Luca había caído en su trampa. Siempre tan ingenuo, príncipe.

Ya no era su guardaespaldas y no era mi obligación ocuparme de sus asuntos, pero no me sentía bien con la idea de viajar a Rusia ahora que estaba al tanto de la situación. No iba a ser una espectadora. Mi presencia podría servir de ayuda o tal vez empeorarlas. Confiaba en Luca. Él lograría acabar con sus enemigos. Solo.

—¿A dónde irá la dama? —preguntó Gian.

Luca respondió por mí.

—Lo más indicado es que pase la noche en tu departamento. Mañana me aseguraré de que la lleven de regreso a Rusia.

Es lo que le había dicho más temprano, pero empecé a arrepentirme de mis propias palabras. Él me necesitaba. Y no me refería a mis habilidades con el asesinato. Quería estar ahí, acompañándolo. En las buenas y las malas. No podía huir de nuevo.

—No hay problema—dijo Gian—. Ella es más que bienvenida en mi departamento.

Luca y yo compartimos una mirada a través del espejo retrovisor. Vi las emociones arremolinarse, la oscuridad y la luz mezclándose en sus irises. Era una tormenta en la que amaba estar envuelta. Quería su caos tanto como su calma. Quería cada minuto que la vida me diera a su lado y no planeaba desperdiciar un solo segundo. Ya nos habíamos lastimado suficiente. Ya no le negaría a mi alma su otra mitad.

—Gracias—musité.

Luca fue el primero en romper el contacto visual y se instaló el silencio. No iba a permitir que mis inseguridades volvieran a arruinarnos. Pasé mucho tiempo creyendo que estaba mejor sin él y hubo momentos dónde lo creí. ¿El resultado? Me sentía tan sola y vacía.

En cuanto el auto se detuvo frente a un lujoso edificio me quité el cinturón de seguridad. Luca me siguió inmediatamente y rodeó mis hombros con su chaqueta. Tenía tantas palabras en la boca que no me atrevía a pronunciarlas en voz alta.

Te amo.

Ya no quiero vivir sin ti.

No te vayas mucho tiempo.

Regresa pronto.

—¿A qué hora quieres viajar mañana? Recomiendo hacerlo durante las tardes—murmuró con una sonrisa un poco tensa—. Solo para que lo sepas tengo tu ubicación y no huirás.

Omití el último comentario. No pretendía correr de todos modos.

—No me importa el horario.

Asintió.

—Bien—Se pasó una mano por el pelo y dio un paso atrás—. Liana está arriba, ella te recibirá. Yo... veré a Thiago después de ir al hospital. ¿Podríamos hablar antes de que subas a ese avión?

Mi respuesta fue plana.

—Sí.

—Perfecto —Hizo un ademán de querer besarme, pero lo pensó de nuevo y retrocedió—. Te veo en un par de horas.

Antes de que pudiera darme la espalda atrapé su codo y planté un beso en sus labios. Rodeó mi cintura con su brazo y me presionó contra él. Su mano libre pasó de mi mejilla hasta mi cuello y me forzó a mirarlo fijamente.

—¿No volarás lejos de mí, mariposa?

Sacudí la cabeza y junté nuestras frentes.

—No huiré de nuevo.

Su sonrisa agradecida me aniquiló por completo.

—Te amo—dijo—. Volveré por ti pronto, ¿de acuerdo?

—Estaré pendiente.

Se desprendió de mi cuerpo como si le doliera y compartí el mismo sentimiento. Casi me subí a ese auto porque no quería alejarme de él. Me quedé de pie mientras lo veía alejarse y se llevó nuevamente mi corazón. Cada parte oscura y fragmentada dentro de mí le pertenecía.

Y eso nada ni nadie lo cambiaría.

👑

Luca

Gian me prometió que el ingreso de Isadora en el hospital fue discreto. Si la información caía en manos de la prensa estaríamos jodidos, pero viéndolo desde una perspectiva mucho más fría nos vendría como anillo al dedo. El pueblo se daría cuenta de que Fernando Rossi era un abusador. Si pensaba que su carrera estaba arruinada con la exposición de esas fotos, la imagen de su hija herida sería el quiebre completo porque él era el causante.

Me imaginé las notas en los periódicos y sonreí. Dudaba que recibiera apoyo en cualquiera de sus campañas. Ahora muchos lo veían como era: un asqueroso degenerado y consumidor de la prostitución que tanto repudiaba en sus discursos. Hipócrita.

—Si Fabrizio te ataca no voy a defenderte—comentó Gian—. No se ha movido del hospital desde que ella fue ingresada.

Escuchar eso fue reconfortante. Isadora ya tenía a alguien que mataría y daría la vida por ella.

—¿Qué tanto beneficia a Fernando el silencio sobre las fotos? —cuestioné sin estar interesado en la relación de Isadora y Fabrizio—. No hay forma de alegar que son falsas. Su cara se ve muy claramente.

—Tratará de tapar su desliz con una noticia mucho más impactante que mantendrá entretenida a los medios de comunicación.

Apreté la mandíbula. Me pregunté qué tramaba y no me gustó.

—Debe responder a mí de cualquier modo. Trató de matarme, quiso hacer un trato con Derek Graham e intentó secuestrar a mi hijo.

—Cualquier acuerdo que desees hacer con él sería muy estúpido. Es un hombre rencoroso.

—Lo sé—enfaticé—. Me cansé de verlo golpearnos una y otra vez. Ha llegado la hora de cazar su cabeza y usaré todos los medios posibles.

Gian asintió en acuerdo y avanzamos a la enfermería dónde no dudaron en darme el pase libre cuando les dije que era esposo de Isadora. No había ningún custodio en la puerta, pero Fabrizio estaba muy atento en la habitación. Permanecía sentado en el sofá, sus ojos oscuros en ningún momento se despegaron de la mujer inconsciente en la cama.

—Fabrizio.

Su rostro se volvió de piedra mientras me miraba fijamente, aunque sus ojos ardieron de rabia. Vi el deseo de sangre y la muerte. Su ira también iba dirigida a mí porque yo había abandonado a Isadora.

—Señor.

Se puso de pie y aceptó mi mano extendida mientras Gian cerraba la puerta. Miré a Isadora que tenía una venda alrededor de su cabeza y varios rasguños en la frente. Hice una mueca de dolor. Ella nunca debió pasar por esto. Juré protegerla y le fallé.

—Hay un prisionero en la mansión que está esperando su sentencia—mascullé—. Haz lo que quieras con él. Ni siquiera debiste esperar una orden mía.

Fabrizio tensó la quijada y soltó una respiración trémula.

—¿Qué sucederá con el verdadero responsable?

Sabía que se refería a Fernando y al igual que yo también anhelaba cortarle la cabeza, aunque no sería generoso en esta ocasión. La vida del gobernador era mía para deshacerla. Involucró a un niño inocente. Atentó contra mi hijo.

—Yo me haré cargo de él—afirmé—. Mata a la rata y luego regresa con ella.

La oscuridad cruzó sus facciones y desvió sus ojos hacia la figura inconsciente de Isadora. Él quería mantenerla a salvo de quién fuera. Incluso de mí.

—Fabrizio—Lo llamé de nuevo—. Vete a casa, yo me haré cargo de ella.

No estaba de acuerdo con mi orden, pero no le quedó más opciones que acatarla. Era un hombre que ocultaba muy bien sus emociones. No era expresivo y la mayor parte del tiempo nada le afectaba. Había pensado que jamás se atrevería a hablarme abiertamente sobre lo que sentía por Isadora.

Pero encontró la manera de sorprenderme una vez más.

Se acercó a la cama dónde ella descansaba y agarró su mano con mucho cuidado para darle un pequeño beso en el dorso. Gian a mi lado no dijo absolutamente nada por miedo a que Fabrizio le rompiera la boca si pronunciaba algo estúpido.

—Volveré en cuanto termine —susurró Fabrizio y le apartó el pelo de la cara a Isadora.

Y entonces salió de la habitación sin dirigirme una segunda mirada. Sus acciones hicieron que lo respetara mucho más que antes. Por primera vez me había demostrado que estaba dispuesto a todo por Isadora. Si eso significaba que él debía matarme lo haría sin dudar. Su lealtad ya no me pertenecía.

—Intenso—Gian bostezó—. ¿Quieres algún café?

—Te lo agradecería.

—Ya vuelvo.

Me dejó a solas con Isadora y me senté en el mismo sillón que había ocupado Fabrizio. Lamentaba muchas cosas, pero más ocasionarle dolor a esta mujer. Por no ser el hombre que ella necesitaba. No quería sentirme mal por ir a Irlanda y buscar a Alayna. No porque eso significaba que me arrepentía de todos los momentos compartidos y no era así.

Nunca había sido tan feliz en estos tres años.

—Estás aquí—La voz de Isadora me hizo levantar mis ojos a ella.

Le di una sonrisa cansada.

—Siento que hayas pasado por esto, no debió ser así.

Se incorporó en la cama y me apresuré a ayudarla. Presionó su espalda contra el cabecero e hizo una mueca. Le pasé el vaso de agua y ella soltó un suspiro irregular.

—¿Dónde está Fabrizio?

Ni siquiera me inmuté ni me sorprendí por la pregunta.

—Fue a resolver unos asuntos, prometió que estará aquí pronto. Tranquila.

Las lágrimas llenaron sus ojos marrones.

—Te fuiste.

—Isadora...

—Nos dejaste y él entró en nuestra casa. Prometió matarme y dijo que se llevaría a mi bebé. Mi hijo.

Decir que mi corazón estaba roto por sus palabras sería un eufemismo. Ella me aniquiló.

—Sabes que nunca lo permitiría.

—¿De verdad? —rió y las lágrimas recorrieron sus mejillas—. ¿Dónde estarás la próxima vez que él regrese? ¿Con ella? ¿Alayna Novak?

Me empezó a temblar la mandíbula.

—No haremos esto de nuevo.

—Claro que no—dijo—. Porque tú y yo hemos terminado para siempre. Puse al tanto a mi padre sobre la demanda de nuestro divorcio—Señaló su cara y sonrió con dolor—. Quise ser valiente, Luca. Por primera vez quise ser valiente.

—Eres valiente—Mi voz sonó ronca—. No dudes ni por un segundo que lo eres.

Su labio inferior se estremeció.

—¿Estás con ella?

—Sí.

Nos quedamos en silencio por un momento, su suave llanto era lo único que se oía.

—Puedo entenderlo—musitó—. Hay algo diferente en ti, tus ojos brillan y tu sonrisa es sincera ahora. No dudaste en dejar todo atrás para ir por ella.

—No hablemos de eso, no quiero lastimarte.

—Demasiado tarde, Luca. Ya me has lastimado —dijo—. Sé que la amas más que a nada en este mundo y me alegra que por fin lograras recuperarla. Me cuesta aceptarlo, sí, pero quiero que seas feliz.

—Tú también serás feliz.

Sonrió con dolor y se limpió las lágrimas.

—Lo sé.

Entrelacé su mano con la mía y le prometí en silencio que le daría la libertad que merecía. No la amaba, pero ella siempre formaría parte de mi vida como la madre de mi hijo y la respetaba.

—Esto no se quedará así, Isadora. Él pagará por haber puesto un dedo sobre ti—susurré y besé su frente—. Lo mataré yo mismo y será jodidamente doloroso.

👑

Después de consultar con el médico sobre la salud de Isadora y darle su puesto a Fabrizio regresé tranquilo a la mansión para ver a Thiago. Su madre estaría con él dentro de dos días. Mientras tanto yo estaba a cargo de su seguridad. Entré a su habitación con una bolsa y me puse de cuclillas viéndolo construir el tradicional castillo Lego que tanto adoraba.

—Hola, campeón—dije con una amplia sonrisa.

En cuanto escuchó el sonido de mi voz dejó de lado sus juguetes y vino corriendo a mis brazos. Lo estreché contra mi cuerpo, respirando su perfume de bebé. No me di cuenta de que estaba temblando mientras me aferraba a él. Si Fernando le hacía daño...

—¡Papi!

—Veo que has construido otro castillo sin mí—comenté—. ¿Cómo te has portado? La abuela dijo que fuiste un niño muy bueno.

—Soy un buen chico.

Me reí y besé su frente. Quería verlo así el resto de su infancia. Nadie arruinaría jamás su inocencia.

—Traje algo para ti—Le enseñé la bolsa y él hurgó sin dudar. Cuando encontró mi regalo sus ojos grises se iluminaron. Se trataba de un Funko Pop de Batman que compré en una juguetería cercana. Otro para su colección—. No lo muerdas, ¿de acuerdo?

Sacudió la cabeza y trató de abrir el paquete por sí mismo. Me reí de su frustración cuando rompió la caja. Tenía tanto de mí en él. Era generoso, amable, educado, pero también impaciente y poco tolerante. Iba a meterse en muchos problemas cuando fuera un adulto.

—Wow —dijo Thiago, admirando su juguete fuera de la caja.

—¿Te gusta?

Todo lo que obtuve a cambio fue un abrazo y después regresó al castillo dónde estaban muchos de sus otros juguetes. Me agarró un ataque de risa cuando ubicó a Batman cerca de la princesa Peach de Mario Bross. El pobre dragón que tanto amaba ya no tenía cabeza. Mi niño destructor.

Pasé las siguientes horas jugando con Thiago, hablándole sobre mi viaje, aunque él no entendía nada de lo que decía. Le parecía más entretenido derribar el castillo y construirlo de nuevo. Cerca de las diez de la noche se acurrucó en mi pecho después de darle su biberón. Le acaricié el cabello, pensando en cuanto disfrutaba la experiencia de ser padre.

Mi celular vibró y mi corazón saltó de emoción cuando la sensual foto de Alayna apareció en la pantalla. Era de ella en la habitación del hotel que habíamos compartido en Irlanda. Solo en ropa interior. Maldito cristo.

Tragué saliva y respondí, hablando lo más bajo posible.

—Amor.

—Me estoy volviendo loca sin ti—suspiró ella y sonreí—. ¿Está todo bien?

—No.

—¿Hay algo que pueda hacer?

—Sigue hablándome como ahora. Pasaron horas y te echo de menos.

—Quiero verte mañana.

Estaba sonriendo como un imbécil.

—¿De verdad?

—Sí —Hubo una breve pausa y se aclaró la garganta—. Estuve pensando que quizá podría conocerlo si me lo permites. ¿Puedo?

Me invadió una emoción tan grande que casi solté un grito de triunfo, pero me contuve para no despertar a Thiago.

—Claro que puedes, hermosa. Cuando quieras.

—Iré mañana temprano.

—Contaré las horas para verte. ¿Alayna?

—¿Sí?

—Gracias.

—Te dije que haría cualquier cosa por ti, príncipe.

👑

Alayna

Liana abrió la segunda botella de champagne en la noche. Sirvió dos copas mientras yo encendía el cigarro y le daba una calada. Era igual de divertida como la recordaba. Extremadamente humorista y coqueta. Me recibió con los brazos abiertos y no dudó en asignarme una habitación.

Me agradaba esta chica.

Las incontables preguntas no faltaron, pero respondí todas sin dar muchos detalles y ella se conformó.

—A nadie le importa que Luca esté casado—dijo Liana—. Cualquiera en la familia sabe que tú eres la verdadera dueña de su corazón. Esperaba con ansias que impidieras esa boda como suceden en las películas dramáticas.

Golpeé el cigarro contra el cenicero y volví a traerlo a mis labios. La habitación se inundó de humo.

—Yo misma organicé mi propio funeral y me llevé a la autodestrucción—Me encogí de hombros—. Cuando me enteré de la noticia fue el peor día de mi vida.

Lloré tanto que perdí el conocimiento y casi me ahogué en una tina. Eloise había impedido que cometiera una estupidez. El suicidio era constante en mis pensamientos. Estaría muerta si no fuera por mi duende. La herida en mi corazón me estremeció cuando recordé su nombre. ¿Me echaba de menos? ¿Todavía pensaba en mí o su odio era más fuerte?

—Me imagino que sí—Liana sonrió—. Pero tómalo como unas de las tantas pruebas que nos lanza la vida. Han logrado superarla y volvieron a reunirse.

Estiré las piernas y miré a los dos pequeños Doberman de color negro y marrón dormidos en la alfombra. Sonreí porque eran los cachorros de Laika que había mencionado Luca.

—¿Crees que ella será un problema?

—¿Isadora? ¡No! —Se apresuró a decir—. No pienses ni por un segundo que ella es como Marilla.

Me reí entre dientes, con una mueca de dolor interna. Dudaba que hubiera alguien peor que la ardillita insoportable.

—Acabo de preguntarle a Luca si podía conocer a su hijo.

—¿Y? Es su padre. Tiene tanto derecho como Isadora—Liana me entregó la copa y bebí un trago de champagne—. Vas a amar a ese niño.

—¿Se parece mucho a él?

—Demasiado —Liana puso un cojín en su regazo—. ¿Por qué te torturas?

—No lo sé—Aparté los ojos—. Realmente nunca me importó esto de la familia ni hijos, pero entonces conocí a Luca y fue el primer hombre que buscó más de mí. No solo sexo o mis servicios como asesina. Él me quiere a mí.

—No lo culpo por amarte—sonrió—. Tu belleza es impactante, pero lo que hay dentro de ti es todavía más hermoso.

Me burlé.

—No me conoces lo suficiente.

—Sé lo que has hecho por él. Le has dado la muestra de amor más grande, incluso cuando te fuiste porque creíste que hacías lo correcto.

—¿De qué sirvió? Lo empujé en brazos de otra mujer.

—Eso no borra que fue un acto sincero y valiente —Levantó su copa y chocó contra la mía—. Eres única en este mundo y Luca sabe que jamás encontrará a una mujer como tú. Así que salud, Alayna. Brindo por ti y todas las cosas buenas que te esperan al lado del hombre que amas porque ambos merecen ser felices juntos. Tú no funcionas sin Luca y él se muere sin ti.

👑

Luca

Al día siguiente fui testigo de cómo arrastraban un cuerpo fuera de la mazmorra. Fabrizio se tomó cinco horas con él. Lo torturó hasta arrancarle varios miembros y la rata confesó sus crímenes. Antes de morir nos dijo que Fernando lo había extorsionado.

Excusas patéticas que no perdonaría ni creería. En realidad, fue sobornado por medio millón de euros. ¿Su vida valía tan poco? Llamé a mi suegro más temprano para solicitar una cita, pero ni siquiera fue capaz de responderme. Según su agente durante la tarde haría un anuncio a la prensa. ¿Con qué trataría de ocultar su desliz?

Leí notas al respecto y una cantidad exagerada de comentarios. La mayoría eran insultos de usuarios indignados por una actitud tan poco ética. Era Italia después de todo. Un país muy conservador.

—Extraña a su madre—comentó Kiara—. Debería llevarlo al hospital.

¿Qué? La miré con reproche.

—No permitiré que la vea en esas condiciones—contesté rotundamente y llené el plato de Thiago con papas y salsa blanca—. Es un niño, Kiara. Va a asustarse.

Sus hombros se hundieron.

—Lo siento.

—Isadora será dada de alta este jueves y algunas contusiones de su rostro van a desaparecer. No dejaré que mi hijo pise un hospital.

—Es tu decisión y se respeta.

Luciano besó su frente y proseguimos a almorzar. Era mediodía y no tenía noticias de Alayna. Ni siquiera un mensaje. ¿Ya se había arrepentido? Las ansias me pusieron nervioso y no fui capaz de comer un bocado. La noticia que Fernando daría pronto era otro motivo para estar muerto de estrés.

—¿Dónde está madre?

Kiara y Luciano se rieron.

—En una cita con su nuevo enamorado.

Mi madre era una adulta y tenía todo el derecho de rehacer su vida, pero había dado órdenes de que nadie saliera de la mansión en estas circunstancias. No era seguro.

—¿Quién es?

—El chisme llega rápido a mis oídos—dijo mi hermana—. Se trata de un comerciante exitoso. Es guapo y rico —añadió ante mi expresión—: Relájate, no te preocupes por ella. Está en su mejor momento.

Más vale que fuera así. Ya no quería agregar otra preocupación en mi lista, no podía estar pendiente de todos.

—Deberíamos idear un plan para destruir la seguridad de su casa—murmuró Luciano—. O iniciar un atentado cuando esté fuera de la fortaleza. Me enteré que Alayna está de regreso y su ayuda nos viene de maravilla.

Me dolía la mandíbula por la tensión.

—Alayna no tiene que ocuparse de nada, ella ya no es mi guardaespaldas. El único que matará a Fernando seré yo.

—¿Cómo lo harás? El bastardo hijo de puta está protegido las veinticuatro horas del día. Parece que algo lo tiene muy inseguro—Luciano elevó las cejas—. Sabe que has regresado con la mariposa negra y le asusta.

—Exactamente. Él no me cree capaz de matarlo por mí mismo y lo usaré a mi favor—Miré a Thiago para asegurarme de que estuviera ajeno a la conversación. No me agradaba hablar sobre posibles asesinatos frente a mi hijo—. Sé cómo llegar a ese bastardo.

Fernando era un gran consumidor de la prostitución. Si no asistía a burdeles, contrataba a mujeres y les permitía entrar en su casa. ¿La buena noticia? Me había ganado el apoyo de muchas madame. Cualquiera de ellas me diría con gusto los pasos de ese degenerado.

—Tú sabrás qué hacer—masculló Luciano—. Solo dinos cuando y donde. Nosotros te respaldaremos con gusto.

—¿Qué piensa tu padre de esto?

La sonrisa burlona cruzó su cara.

—Se mantiene al margen porque también sabe que ella está de regreso y prefiere pasar sus días en Sicilia.

👑

—¡Papi! —gritó Thiago—. ¡Mira! ¡Mira!

Le lanzó la rama de un árbol a Laika y ella lo agarró con un salto. Repitió la acción una y otra vez. Esa mañana preguntó por su madre cuatro veces y le expliqué con cuidado que estaba enferma. Arrancó algunas flores del jardín y me dijo que se lo daría cuando regresara. Mi niño era tan noble.

Milo y Coco tiraron a Thiago en el pasto y tuve que detenerlos antes de que le rompieran la ropa. Esas bestias crecían a una velocidad alarmante, pronto serían iguales de aterradores que Laika. Me encantaba tener más guardianes que cuidaran a mi bebé. Nadie era tan fiel como ellos.

—¿Quién te ha dado dulces? —Levanté a mi hijo en brazos y miré la mancha marrón en su camisita blanca.

Sus mejillas se ruborizaron porque él sabía que no me gustaba cuando abusaba de los dulces. No quería caries tan pronto en sus diminutos dientes.

—Es mi regalo—respondió, chupándose el dedo y lo bajé al suelo.

—¿Qué regalo?

Thiago miró las puntas de sus pequeños zapatos.

—Sopa—dijo—. Terminé la sopaaa —Alargó la a y me eché a reír.

Ah. Tenía sentido que fuera compensado. Odiaba la sopa de verdura y Kiara le daba una golosina como postre cuando vaciaba el plato.

—Bien hecho, la próxima vez te compraré helado.

—¡Sí! —exclamó—. ¡Helado!

Empecé a hacerle cosquillas que le robaron risitas de felicidad. Me pidió que parara y agitó sus puñitos en mi pecho. Caímos en el pasto con él sobre mí sin dejar de reírnos. Nuestro juego duró varios minutos hasta que la sombra de una figura nos cubrió y me quedé en silencio. Vi un cuerpo cubierto por un enterizo negro, tacones altos, cabello oscuro y ardientes ojos azules mirándonos sin emoción.

Alayna...

Los latidos de mi corazón empezaron a acelerarse y mi boca se secó. Su atención no estaba en mí. Ella observó a Thiago como si fuera una especie de extraterrestre.

—Pensé que no vendrías—Odiaba lo débil que sonaba mi voz.

Entonces ella terminó con cualquier inseguridad cuando sus labios rojos se inclinaron en una sonrisa. Mierda, no me lo esperaba. Me quedé sin aliento. Era radiante, hermosa y genuina. Una que había visto muy pocas veces en Alayna.

—Es él—susurró.

Thiago se chupó el pulgar mirando con curiosidad a Alayna. Sentí alivio y pánico a la vez. Me asustaba su reacción. Tenía miedo de enfrentarme a su rechazo.

—Sí—respondí—. Alayna, te presento a mi hijo Thiago.

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