Capítulo 20 👑
Alayna
Sentí que mi ritmo cardíaco se aceleraba. La emoción se arremolinaba mientras me paré frente al espejo y examiné mi atuendo. La estilista había venido más temprano y escogió el vestido blanco. Era perfecto con un diseño elegante que se ajustaba a cada dimensión de mi cuerpo.
Tenía unas finas tiras que enseñaban una generosa cantidad de escote. Llegaba hasta el suelo, con una abertura abierta en mi muslo izquierdo dónde se encontraba enfundada el cuchillo que había robado de la cocina. La luz hizo que mi piel luciera más pálida y mis ojos azules brillaban como zafiros gracias al maquillaje oscuro.
Empujé los rizos sueltos detrás de mis hombros y me puse los guantes blancos que cubrían mis codos. Mis labios estaban pintados con un tinte rojo sangre que no tenía nada que ver con el modesto vestido. Todavía quería parecerme a mí misma. No sería la muñeca de trapo que los irlandeses esperaban.
Toqué el dije de mariposa que colgaba de mi cuello y suspiré. Mi ansiedad no tenía nada que ver con la fiesta. Era su presencia la que alteraba mi sistema. Hoy lo vería después de tres años y no sabía cómo reaccionar.
Estúpido príncipe.
¿Por qué seguía persiguiéndome a pesar de todo el dolor que le había causado? Yo no fui lo suficientemente valiente para luchar por nuestra relación. No merecía una segunda oportunidad a su lado, pero era egoísta y sí él me pedía volver lo tomaría sin dudar. Me aferraría a su mano y no lo soltaría nunca.
Estábamos atados el uno al otro y el destino volvió a reunirnos. Escapé de él en New York hacía semanas, pero hoy no quería huir. Ya no. Lo había intentado antes y fue inútil. Lo anhelaba con toda mi alma. Lo amaba tanto que dolía respirar sin Luca. Quería que su ausencia dejara de dolerme y la única manera era entregándome a mis sentimientos. Quería rendirme y convencerme a mí misma que merecía esto. Yo merecía ser feliz. Yo quería ser amada.
—Te ves absolutamente impresionante.
Estudié la forma de Declan parado detrás de mi espalda. Se veía muy guapo en su traje azul marino, cabello húmedo y un poco despeinado. Sostenía una pequeña caja entre sus largos dedos. Era de terciopelo y hecha para joyería. Las comisuras de mis labios se apretaron con irritación. No quería su tonto regalo. No quería nada de él.
—Sé que el collar de mariposa tiene un valor sentimental para ti así que escogí algo diferente.
Volví a mirar mi reflejo.
—Ahórratelo.
—Vamos, no seas orgullosa.
Abrió la caja a pesar de mis protestas y vi dos aretes de diamantes. Eran brillantes, bonitas y elegantes. No era un simple regalo de buena fe. Era una disculpa por su chantaje. La indignación se encendió en mi interior como una bengala y evité sus ojos. Este hombre me había mentido y me folló sin remordimientos.
—¿Qué piensas de mí cuando me ves? —pregunté.
Se acercó y colocó los aretes en mis orejas, ignorando la negación.
—Qué la muerte luce espectacular en un vestido blanco, Alayna.
Una sonrisa tiró de mis labios y me concentré en mi reflejo. Era todo lo que necesitaba oír.
«Te dejaré sin palabras, príncipe»
—Qué conmovedor—La voz de Derek provocó que nos apartáramos—. Cualquiera creería que ella es tuya, hermano.
Un tic resaltó en la mandíbula de Declan y me estremecí al ver a un desconocido ingresar a mi habitación. Tenía la contextura gruesa y el cabello negro atado en una coleta. Su nariz torcida parecía que había recibido demasiados golpes y cuando me miró le sostuve los ojos. Dio un paso adelante con una sonrisa cruel. Estaba aquí para vigilarme.
—¿No deberías atender a tus invitados? —inquirió Declan.
—La fiesta todavía no ha comenzado, primero necesito dar algunas instrucciones—Los fríos ojos verdes de Derek se posaron en los míos—. Él es Nevin y está a cargo de tu seguridad. Si das un paso en falso tiene la autorización de volarte los malditos sesos o hacer contigo lo que quiera—Se lamió los labios—. Es un gran admirador de la mariposa negra. Cuando le ofrecí este trabajo se puso muy feliz.
Nevin mantuvo su sonrisa sin hacer comentarios y vi como se ajustó la entrepierna. Bastardo asqueroso. Había sucedido algo para que Derek tomara esta drástica decisión. Antes no le importaba si huía o mataba a sus hombres. Sabía que podía mantenerme indefensa usando a Eloise en mi contra. Sonreí ante el pensamiento e hice un mohín. Estaba inseguro y alerta. ¿Por qué?
—Eres un verdadero encanto, Derek —bromeé y estrechó los ojos—. ¿Cuántas horas de vida le darás a Nieve? ¿Una? ¿Dos? Seré generosa con él. Al resto de tus hombres los maté en dos minutos.
Nevin lanzó un gruñido y me reí de nuevo. Oh, era mudo. Mejor. Declan tosió para ocultar la sonrisa.
—Hoy no tengo tiempo para tus parloteos—advirtió Derek—. No te pases de lista o me aseguraré de que Nevin folle hasta tu maldito cadáver—Le echó un vistazo a su reloj—. Los espero en la fiesta en cinco minutos—Miró al mudo—. Quédate en su puerta y no te apartes de ella.
Declan le siguió los talones cuando abandonaron la habitación y cerré la puerta en cara de Nieve. Mi respiración empezó a agitarse por la expectativa de lo que pasaría esa noche. La actitud de Derek me tomó desprevenida. Siempre actuaba muy seguro de sí mismo. ¿Qué lo había hecho cambiar tan repentinamente?
Apliqué otra capa de tinte rojo en mis labios y pensé en Eloise. En ningún momento la había mencionado. ¿Por qué? ¿La había matado? No. Si ese fuera el caso no dudaría en reprochármelo en la cara. Sucedió algo que escapó de sus manos y ahora quería retenerme. Hijo de puta.
Ajusté los guantes y me dije a mí misma que era hora de mandar al carajo todo. Esa misma noche lo mataría y no me importaban las consecuencias. Derek Graham tenía las horas contadas.
👑
Luca
Una de las pautas para asistir a la fiesta era que debía ir sin compañía. No tenía ningún plan maestro armado. Solo confianza y la seguridad de que Alayna trabajaría conmigo. Juntos seríamos imparables y esperaba que la noche terminara en una masacre con los irlandeses muertos.
Primero hablaría con Derek y luego encontraría un momento a solas con Alayna. No sería fácil con su carácter. Esa mujer... Me reí de mí mismo y sacudí la cabeza. Si había algo que me gustaba de ella era su forma de ser. Me volvía loco. Mierda, la extrañaba. Solo quería atravesar los muros que me separaban de ella y besarla hasta que mis labios dolieran.
Era un idiota por creer que nuestra reconciliación sería repentino, pero me quedaba el consuelo de que ella no quería estar con los Graham. Cuando le dijera que Eloise estaba a salvo conmigo no dudaría en tomar mi mano.
—No me compliques las cosas, mariposa—musité—. Hoy no.
La velocidad aumentó a casi 200km por hora mientras aceleraba en la desierta autopista. Había empezado a llover y corría el riesgo de sufrir un accidente, pero no iba a detenerme. Necesitaba llegar a ella lo antes posible. Miré el arma con silenciador en el asiento del copiloto. En ningún momento habían mencionado que estaba prohibida. Los Graham enfrentarían al rey oscuro. No el tonto inexperto que ellos creían.
El limpiaparabrisas despejó el camino ante mis ojos cuando de repente una motocicleta deportiva negra se interpuso y me obligó a frenar de golpe. ¡¿Qué carajos?! Alcancé el arma y salí del auto, enojado porque mi traje se había empapado.
—Quítate de mi camino—exclamé con los dientes apretados—. Tengo que llegar a un evento importante y me estás haciendo perder el tiempo.
No me importaba si estaba moribundo o herido. Si no se movía los siguientes minutos le dispararía. El individuo se quitó el casco y unos familiares ojos azules me miraron con frialdad. La versión masculina de Alayna.
—Novak.
Caleb ajustó la mochila sobre su hombro y bajó de la motocicleta.
—Lamento la interrupción, yo también tengo prisa—dijo con una calma mortal—. Te partiría la cara por no advertirme que asistirás a la fiesta de los Graham, pero ambos buscamos lo mismo y no me conviene matarte tan pronto.
Qué considerado de su parte.
—¿Qué haces aquí?
—Lo mismo que tú, Vitale. Intento salvar a mi hermana—Sacó un pequeño dispositivo negro y me lo lanzó. Lo atrapé en el aire con el ceño fruncido—. Póntelo, es una cámara con micrófono que serán mis ojos y oídos. Tú ayudarás desde adentro mientras yo haré lo que me sale mejor.
—Matar desde las alturas—asumí—. ¿Alayna sabe que estarás ahí?
Una sonrisa burlona curvó sus labios.
—Alayna nunca me cuenta nada. Piensa que puede hacerlo todo sola y prefiere mantenerme al margen para no interferir en mi vida—contestó—. Ha cometido muchos errores porque es demasiado orgullosa y se cree invencible.
Oh, sí. Podía dar fe de sus palabras.
—¿Cómo encontraste mi ubicación?
Arqueó una ceja oscura.
—Llevaba semanas sin noticias de ella y llegué a la conclusión de que está en problemas. Así que llamé a Moretti y me contó todo.
Claro que sí. Ignazio Moretti siempre atento.
—Brillante.
—Sácala de ahí y yo me haré cargo del resto.
No era el momento de reproches, pero quería dejarlo salir. Respetaba a Caleb y me gustaría aprender mucho de él. Sin embargo, me había decepcionado hacía tres años.
—¿Ella estaba en Londres ese día? —pregunté—. ¿Escondida en tu casa?
No parpadeó.
—Sí.
Solté una carcajada, negando con la cabeza. Mariposa tonta.
—¿Te pidió que me mintieras? Me dijiste que ella no estaba ahí.
—Alayna tiene muchos demonios. Necesitaba vencerlos sola—farfulló, poniéndose el casco—. Esos tres años sin ti la ha destrozado, pero sirvió para que reflexionara y se diera cuenta de que no tiene nada de malo ser amada.
—Nos rompió a ambos.
—Aún puedes repararlo. Estás aquí y es todo lo que importa—dijo y arrancó la motocicleta—. Demuéstrale que la amas y que no vas a rendirte con ella. Yo no lo haré. Te veré en la fiesta, Vitale.
Las llantas de la motocicleta chirriaron cuando derrapó y se alejó a toda velocidad. Me froté el rostro y cerré los ojos. Había llegado demasiado lejos. Por supuesto que no me rendiría con ella. Nunca.
👑
Cambié mi chaqueta mojada por una de repuesto que había traído en el auto. Mi cabello húmedo no tuvo arreglo, pero lo peiné como pude con mis dedos y bajé para dirigirme al salón. El aguacero era leve mientras caminaba a la puerta custodiada por varios soldados.
El micrófono que me había dado Caleb estaba colocado en el cuello de mi camisa de una forma en que él podía ver u oír todo lo que sucedía dentro del salón. Mantuve la barbilla en alto. La pistola con silenciador seguía escondida bajo la chaqueta de mi traje, metida a mis espaldas. Al ser una fiesta organizada por mafiosos no impidieron que entrara armado.
La atmósfera era completamente diferente a lo que había imaginado. La fiesta estaba repleta de hombres viejos, la mayoría de ellos acompañados de mujeres jóvenes con escazas ropas. Las bebidas abundaban como las mesas de juegos. El olor a cigarrillos flotaba a mi alrededor mientras me abría paso. Cuerpos sudados se movían en la pista de baile y la multitud se volvió loca con el cambio de música. Mis labios se fruncieron en desagrado, rogaba que terminara pronto. Ni siquiera el bar me resultaba atractivo.
—¿Luca Vitale? —espetó una voz suave y me giré para ver a la joven dama con vestido rojo—. El señor Graham lo invita a su mesa. Por favor, sígame.
Asentí mientras esquivábamos los cuerpos sudados y llegamos a otra sección del salón dónde había una gran mesa de póker. Ahí, sentado con un cigarro en la boca y varias cartas en la mano estaba Derek Graham. Levantó la vista cuando notó mi presencia y sonrió.
—Vitale, qué sorpresa—dijo con un toque de humor—. Pensé que no vendrías. La fiesta empezó hace una hora.
—Tuve un pequeño retraso.
—Oh, me imagino. Los italianos son tan impuntuales —sonó decepcionado—. Pensé que sería mejor discutir nuestro acuerdo en persona.
¿Nuestro acuerdo? Este hombre estaba seguro de que pelearía con él. ¿Cuán arrogante podía ser? La misma chica sacó una silla y Derek me pidió que me sentara. Los demás en la mesa se retiraron cuando sacudió la mano y dejó de lado las cartas antes de darle una calada al cigarro.
Nos observamos el uno al otro y a pesar de mi corta experiencia, podía asegurar que lo superaba en muchos aspectos. Había escuchado de Gian el historial criminal de Derek Graham. Me recordaba a mi difunto padre y con más razón nunca negociaría con él.
—Irina Boticelli cerró un pacto con Ignazio Moretti—murmuré—. Diría que está cerca de convertirse en la dueña de Roma y New York. No habrá forma de detenerla.
Su mandíbula crispó y tiró las cenizas del cigarro sobre la mesa.
—Ella se cree muy lista—sonrió—. Pero tarde o temprano volveré a romperla como lo hice hace diez años. El punto aquí es que... —Sacudió la cabeza, tratando de regresar al presente—. Puedo ofrecerte todo lo que quieras. Incluso a la mujer que amas.
Me tensé y él sonrió.
—Sabes, entiendo porque estás tan obsesionado con ella. Alayna Novak es fascinante—Se lamió los labios—. Ni siquiera mi hermano pudo resistirse a su belleza. Tan exquisita.
Encendió un tabaco a cambio y me miró con esa expresión burlona que quería borrarlo a puñetazos. Medí mi respiración y no reaccioné.
—Te daré millones de euros, drogas, armas, putas—Se mofó—. Cualquier cosa que desees si le das la espalda a Irina Boticelli y trabajas en mi equipo. Sé que tienes a tu disposición soldados que pelearán por ti.
—No me involucro en la guerra de nadie. Lo único que busco es la prosperidad de mi ciudad.
—Me advirtieron que eres un tipo demasiado blando para este mundo—Soltó una carcajada y negó—. Si te mantienes al margen también funcionará.
—Es lo que pretendo, pero podría hacer una excepción si me das lo único que busco.
Sonrió más ampliamente.
—¿Te refieres a la rusa?
Nuestra atención se dirigió hacia las escaleras de mármol dónde una figura vestida de blanco bajaba con cuidado. Tragué, intentando mojar mi garganta seca. Mi respiración se cortó unos segundos y mi visión se puso borrosa. Era ella.
Alayna...
El balanceo de sus caderas gritaba seducción y el vestido blanco acentuaba su perfecta figura femenina. Rezumaba sexualidad y cualquier hombre en la habitación tomó nota de ella. Alayna no solo era hermosa, era malditamente impresionante. Su cabello negro estaba suelto y brillante, su maquillaje cargado y esos labios rojos... Maldición, seguían siendo mi debilidad.
Ella era la mujer más hermosa que jamás había visto. La imagen perfecta de mis sueños, la dueña de mi corazón y por quién iría hasta el fin del mundo sin dudar. Era una diosa en la tierra y los simples mortales teníamos el privilegio de contemplarla.
Ella era mía.
—Mi padre solía decir que las mujeres rusas son las más hermosas del mundo—comentó Derek entretenido—. Yo también estaría obsesionado con ella, pero mi hermano ya la ha reclamado como suya.
Apreté la mandíbula, la carcajada de Derek se hizo más fuerte.
—¿Qué piensa tu esposa de esto? La hija del gobernador—Se inclinó un poco, pero yo no podía dejar de mirar a Alayna—. ¿Matrimonio concertado?
No respondí.
El hechizo se rompió y me retorcí en mi propio infierno personal cuando un pelirrojo rodeó la pequeña cintura de Alayna y besó su mano. En ese instante sentí como si mi corazón hubiera sido arrancado de mi pecho. Era Declan Graham. El mismo bastardo que la había acompañado en New York.
—Cualquier hombre se sentiría poderoso con una mujer como ella. Tendrás que matar a mi hermano si quieres llevártela—continuó Derek entre risas—. Verás, ella no es ninguna prisionera aquí. Está encantada de pertenecer a Declan.
Hijo de puta...
Mi corazón tropezó con dolor, los celos nunca fueron un buen atributo. Mi sangre vibró por la furia cuando la vi a ella sonriéndole. Él era pelirrojo, cuerpo ancho, ojos verdes. Era tan irlandés que me daba asco. El resentimiento me quemó como el whisky en la garganta. No podía disimular mi malestar por mucho lo intentara. Quería matarlo por tocarla.
Era como si esos tres años no la hubieran afectado en absoluto. Su sonrisa maliciosa perduraba, la forma en que caminaba exigía atención. No me di cuenta de que me moví de la mesa y avancé directamente en su dirección. Mi mente estaba demasiado confusa por la ira y la posesividad para captar otra cosa que no fueran sus preciosos ojos azules abriéndose de par en par cuando notó mi presencia.
—Luca... —jadeó, el sonido de su voz aumentó el ritmo de mis latidos. Había soñado tanto con ese sonido.
—Hola, mariposa.
👑
Alayna
Nevin me siguió como un cachorro cuando decidí abandonar la habitación. Hice de cuenta que su molesta presencia no existía mientras caminaba por los pasillos hasta llegar al salón. Todavía me parecía curioso el cambio de actitud de Derek. Necesitaba averiguar qué ocultaba respecto a Eloise y el único que podía decírmelo era Declan.
Escuché una canción de los 90' cuando llegué a las escaleras y bajé con cuidado. Declan estaba al final, esperándome con una mano estrechada y sonriendo. Rodé los ojos. Realmente era patético si pensaba que tenía una oportunidad conmigo. Anoche me había dicho que le interesaba por muchas razones. Ya había caído en la misma trampa varias veces y no tropezaría con esa piedra.
—Hay un servicio de catering en la cocina que va a fascinarte—murmuró Declan—. Lo mandé a preparar especialmente para los dos.
Me moví, sintiendo el cuchillo rozar mi piel sin lastimarme.
—Oh, no te molestes—dije con una sonrisita poco amable—. No estoy interesada en compartir nada más contigo.
Cuando estuve frente a él, agarró mi mano y besó el dorso.
—Qué lástima, mi sueño era romper tu vestido para celebrar el fantástico evento que se desarrollará esta noche—sonrió—. Uno de mis más grandes sueños se harán realidad. Todo se movió a mi conveniencia y lo mejor es que tu nombre no será perjudicado.
Fruncí el ceño.
—¿De qué estás hablando?
—Él está aquí.
El ritmo de la canción aumentó mi emoción cuando escaneé entre la multitud y encontré los familiares ojos grises mirándome fijamente. Pensé que estaría preparada, me advirtieron que esa noche lo vería. Aun así, fue un golpe directo al corazón. Admiré la forma en que su traje negro se adaptó a su esbelto cuerpo, le quedaba increíble. Estaba más maduro, ejercitado y sexy.
Sus hombros estaban tensos, las venas en su cuello sobresalieron cuando notó la mano de Declan en mi cintura. El calor en sus ojos me quemó. Él no dijo nada, pero su expresión gritaba todo.
Pasión.
Rabia.
Rencor.
Amor.
Un escalofrío me recorrió mientras hizo una evaluación completa de mi cuerpo antes de detenerse en mi cara. Incluso lo sentí como un contacto físico. La ansiedad irradió entre nosotros en oleadas, el calor inundó mi sistema. De repente, tenía muchas ganas de arrancarme el vestido. Cualquier cosa que calmara esta vehemencia en mi interior. Parecía que el tiempo no había avanzado en absoluto. Ese fuego seguía ahí, ardiendo como el primer día.
—Jamás podré competir con él—masculló Declan al ver mi cara—. Te tiene completamente. Vitale es tu dueño.
Exhalé.
—No le pertenezco a nadie.
—Entonces díselo porque te está reclamando.
Contuve el jadeo cuando lo vi avanzar hacia mí y me tiró bruscamente a su pecho. Ignoré todo, ignoré a cada presente en la fiesta. Solo éramos él y yo.
Tres años...
Habían pasado tres años y creí que no volvería a experimentar la sensación de estar en sus brazos. Era una montaña rusa de emociones. Todos los momentos que habíamos compartido juntos revivieron en mi cabeza y el escozor inundó mis ojos. Mis manos tocaron su duro pecho, mis labios estaban entreabiertos mientras permití que me llevara a la pista de baile.
—Luca.
Él gimió ante el sonido de mi voz.
—Hola, mariposa.
La mano en mi cadera se apretó y jadeé cuando me presionó contra él. No pude evitar que mi cuerpo se estremeciera de placer y excitación. La tensión era densa, no sabía cómo reducirla.
—¿Qué haces aquí?
—¿De verdad, Alayna? —Su tono era burlón, su acento italiano mucho más grueso de lo que recordaba—. Huiste de mí tres malditos años y es todo lo que recibo a cambio.
—¿Qué esperabas? ¿Un beso?
Una lenta sonrisa se extendió por su apuesto rostro.
—Sí.
Traté de empujarlo, pero su agarre se volvió más fuerte en mi cintura y volví a gemir cuando sus grandes manos acunaron mi culo. Luca gruñó por mi reacción. Era tan vergonzoso. No podía controlar la excitación. El deseo. Las ansias.
—Estás casado y tienes un hijo—escupí con desdén—. Déjame tranquila y vuelve con tu perfecta familia.
Movió la mano de mi cintura y apretó mi garganta. La violencia me hizo temblar, no solo de rabia. También de placer.
—Y una mierda—dijo—. La única mujer que quiero eres tú.
—Basta, déjame ir.
—No—Movió los labios a mi oreja y susurró—. Puedes reclamarme lo que quieras, pero ahora no es el momento. Tenemos que salir de aquí.
Sacudí la cabeza.
—Lárgate, no necesito que me salves. Quiero que te vayas ahora mismo.
—Oh, lo haré, pero tú vienes conmigo, mariposa.
Careless Whisper de George Michael empezó a sonar y Luca nos movió en la pista de baile. Mis brazos se envolvieron alrededor de su cuello y sus manos se aferraron a mi cintura. Desvié la mirada, pero él me forzó a mantener mis ojos en los suyos.
—Tan hermosa—susurró con voz ronca—. Eché de menos esos ojos azules—Tocó mis labios—. Esta boca... —Pasó las manos por mis curvas—. Este cuerpo...
Me removí en sus brazos. Todo su cuerpo estaba duro mientras yo era tan suave.
—No me toques.
Agarró un puñado de mi cabello.
—Entonces apártame.
No lo hice.
—¿Por qué sigues persiguiéndome? ¿Por qué sigues buscándome? Hay miles de razones por las que no deberíamos estar juntos, Luca.
La emoción resplandeció en sus ojos grises.
—Tú eres mi mujer, Alayna. No me importa si el mundo entero dice lo contrario. Pelearé por ti hasta mi último aliento.
Rozó sus labios con los míos y aparté mi rostro.
—No soy tu mujer, no me llames así. No puedo darte lo que buscas.
—Me das todo, maldita sea. Deja de huir—Ahuecó mi rostro con sus manos de la forma más gentil—. ¿Acaso no te das cuenta? Estoy aquí, Alayna. Sigo aquí con la esperanza de que abras los ojos y te des cuenta de que estoy enamorado de ti como el primer día. Mis sentimientos no han cambiado nunca.
—¿De verdad? Te recuerdo que estás casado con otra y tienes un hijo.
Soltó un gemido de angustia.
—Eso no es un impedimento para que te ame como lo hago. Mi matrimonio solo es un papel que pronto quemaré —Me tocó los labios—. En cuanto a mi hijo, yo... no tiene que ser un problema para estar juntos. Estos tres años sin ti ha sido un infierno. ¿Tú eres feliz?
Parpadeé las lágrimas y mi corazón dio un salto por su afirmación. ¿Realmente había dejado todo por mí?
—Tienes una familia...
Sus fosas nasales se dilataron.
—Ya no busques excusas. ¿Acaso no me ves? Si no te amara no habría tomado nunca ese avión.
—No te pedí nada.
—Pero lo hice porque te amo—dijo con convicción, sus ojos grises llenos de ira—. Te amo tanto y no me iré de aquí hasta que tengas el valor de mirarme en la cara y me digas que ya no sientes lo mismo.
Negué.
—No te amo. Ahora puedes irte.
Se tensó.
—Mentira—gruñó—. Inténtalo de nuevo y dímelo en la cara.
—No te...
Tomó un puñado de mi cabello y fundió nuestras bocas con brusquedad. Era un beso desesperado y salvaje que me hizo olvidar el pasado, el presente e incluso mi maldito futuro. La canción cambió y no fui consciente cuando acorraló mi cuerpo contra la pared y consumió todo de mí.
Me besó un poco más fuerte y mi corazón finalmente cobró vida porque esto era real. Él era real. No había delicadeza, tomamos cada bocado porque no sabíamos cuándo volvería a repetirse. El mundo se detuvo y disfruté mi sabor favorito. Sabía a vino con menta. Estuve muerta de hambre durante tres años.
—Por favor... —susurré—. No pares o me muero.
Apartó sus labios un segundo y los arrastró por mi cuello. Mi cabeza cayó hacia atrás y me froté contra su erección. Agarré su corbata y traje su boca de nuevo a la mía. Dejó escapar un pequeño gruñido sexy que me puso mucho más húmeda.
—¿Ves? —preguntó—. Sigues siendo mía. Eres mía.
Levanté una de mis piernas y lo enganché alrededor de su cintura. Gemí su nombre cuando sentí lo duro que estaba. Lo necesitaba dentro de mí. Lo quería rudo, profundo, crudo. Lo quería tanto.
—No —insistí—. Yo...
—¿No qué, amor? —chupó mis labios con una sonrisa arrogante—. Estás en mis brazos y mojada por mí. Es bastante tarde para cualquier arrepentimiento.
Cerré los ojos y saboreé la sensación de sus dedos tocando mi clítoris hinchado.
—Sigues siendo el mismo idiota que conocí.
Luca me mordisqueó la barbilla.
—Y tú sigues siendo hermosa.
Sentí una presencia detrás de nosotros, pero Luca se adelantó y quitó un arma de su espalda. Siguió besándome mientras apuntaba a Nevin.
—Un paso más y te volaré la cabeza—amenazó—. Fuera.
El irlandés retrocedió, pero sus ojos fríos me miraron y sonreí. Cuando se alejó, Luca arrastró las manos bajo mi vestido y acarició mi culo. Me estaba matando. Era locura, pero también éramos nosotros y esos tres años solo habían aumentado la pasión.
—No puedo irme contigo—dije con la respiración agitada—. Eso le pondrá un precio a tu cabeza y matarán a Eloise.
Soltó un suspiro y me recorrió la mejilla con un dedo.
—Lo tengo bajo control. Eloise está a salvo.
La conmoción enfrió mi cuerpo y lo aparté de un empujón. Esta vez sí me dio espacio. Ahora entendía la actitud de Derek. Ya no tenía a Eloise en su poder. Ya no podía chantajearme.
—¿Cómo es posible?
—No tengo tiempo para las explicaciones. Ven conmigo.
—No será fácil huir de aquí, ya has visto a ese idiota—farfullé—. No van a liberarme, me están vigilando.
Me miró por un largo segundo.
—Caleb tenía razón cuando dijo que quieres hacerlo todo sola—rió—. Mariposa terca.
Aspiré un poco de aire.
—¿Has visto a mi hermano?
—De hecho, nos está escuchando.
—¿Qué?
Entrelazó sus dedos con los míos y empezó a arrastrarme.
—Las explicaciones vamos a dejarla para después. Hora de irnos.
Tropecé con mis tacones, dispuesta a seguirlo en cualquier parte, pero entonces la figura de Declan cubrió el camino. Su expresión era solemne y fría. Sus ojos evaluaron mi aspecto, desde el cabello desordenado y el vestido un poco arrugado. Noté los celos, el resentimiento, la ira.
—Si fuera tú ni siquiera lo intentaría—dijo con sus ojos en Luca—. Aún tienes que hablar de negocios con Derek y ella pertenece aquí.
Hijo de puta... No toleraba que se refiriera a mí como un objeto. Solo era aceptable con Luca.
—¿Pertenezco aquí? —Salí del resguardo de Luca y lo enfrenté—. Vete a la mierda.
Sus dedos tocaron el gatillo del arma y no respiré.
—Vamos, eres una mujer inteligente y no harás ninguna tontería—enfatizó—. Trae a tu enamorado y hablemos con Derek. La fiesta aún no ha terminado.
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