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Yoongi disfrutaba de ese tiempo con Jimin, estar solo ellos dos juntos, el doncel sentía que al fin podía disfrutar con la persona que amaba. Al día siguiente los preparativos para el cumpleaños de la emperatriz habían llegado y Yoongi había decidido llevar a Jimin, puesto que ya no iba a tener miedo de mostrar al doncel.
Como era de esperarse su tío estaba ahí, Jimin estaba en el lugar donde los criados y concubinas se sentaban, Jimin logró ver a su hermano, el cual venía en compañía de Hoseok. La fiesta inició y la familia real como reinos vecinos daban sus regalos a la emperatriz.
—Hoseok, escuche que con tu ejército ya se está logrando retener a los enemigos. —sonrió la mujer. —así que puedes pedir lo que quieras.
—Es su día especial emperatriz. —negó. —no podría.
—Insisto. —hablo.
—Como su majestad ordene. —se levantó y miró a su sobrino.
Yoongi también miraba a su tío, el cual sonrió y dirigió su vista al doncel, el cual tenía la mirada agachada.
—Quiero a Park Jimin como mi consorte. —hablo. —eso es lo que deseo majestad.
—Concedido. —dijo la mujer. —Park Jimin se trasladará a tu mansión luego de la fiesta.
Yoongi se levantó en señal de protesta y Jimin solo miraba al pelinegro, el doncel fue tomado por guardias y puesto frente al pelinegro.
—Él es mío. —dijo Yoongi.
—Es una orden de la emperatriz, sobrino. —hablo el pelinegro.
—¿Crees que no sé lo que pretendes? —lo vio molesto. —Jimin no se irá con Hoseok.
—Yo no intento nada. —negó.
Jimin no decía nada, pues le habían tapado la boca con un pañuelo, Yoongi vio al doncel no lo iba a perder esta vez. Sacó su espada alertando a los presentes y miró a su madre de manera desafiante.
—Quita esa orden. —le dijo.
—No. —habló la mujer.
—Si no lo haces buscaré la forma de obligarte madre. —le apuntó con la espada.
La mujer bajó las escaleras y le dio una fuerte cachetada al pálido, el cual cerró los ojos ante el golpe que recibió por parte de su progenitora. Jimin miraba todo y aunque quería ir donde el rey no podía, puesto que Hoseok lo tenía apresado.
—¡Eres un rey! —exclamó la mujer. —compórtate como uno.
—Lo amo madre. —sus ojos se llenaron de lágrimas. —con el deseo envejecer y morir.
—Mientras viva, él no estará contigo. —habló la mujer.
—Entonces no me dejas otra opción madre. —dijo mientras dirigía la espada hacia su cabello.
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