Capítulo 1: Tormenta y Naufragio
Las Tierras del Reino siempre habían sido un espectáculo de vida y esplendor. Al amanecer, el sol pintaba de oro las vastas praderas, donde manadas de antílopes corrían libres, y las altas acacias ofrecían sombra a elefantes y jirafas. Los ríos serpenteaban entre la hierba alta, reflejando el cielo azul como espejos de agua, y la brisa cálida traía consigo el murmullo de la sabana, un susurro de tranquilidad y armonía.
Pero aquella noche no era como las demás. El cielo, que durante el día había brillado con luz y color, ahora estaba cubierto de nubes pesadas y oscuras, como una amenaza silente que acechaba desde lo alto. El viento rugía a través de la hierba, doblando los árboles y arrancando hojas que danzaban frenéticas en el aire. Truenos retumbaban a lo lejos, acercándose cada vez más, hasta que un relámpago rasgó la negrura de la noche, iluminando brevemente el horizonte con un resplandor espectral.
En medio de la tormenta, Dan avanzaba con paso firme. La lluvia empapaba su melena, pero su mirada permanecía alerta. A su lado, su hermano Koda corría con él.
"¡Hace tiempo que no veía una tormenta como esta!" dijo Koda.
"Yo tampoco" respondió Dan, "Ya no faltaba mucho para que terminara la temporada de lluvia y esta gran tormenta es la peor que nos cae"
El resto de la guardia del león estaba adelante.
"¡Jabari, Mako, Leah, Akira! "rugió Koda por encima del rugido del viento". ¡Asegúrense de que todos encuentren refugio! ¡No dejen a nadie atrás!
"¡Entendido, Majestad! "respondió Jabari, sacudiéndose el agua del rostro antes de lanzarse hacia el rebaño de cebras.
"¡Las cebras se dirigen hacia el río! ¡Si la corriente aumenta, podrían quedar atrapadas! "gritó Ono desde el cielo, batallando contra el viento.
"¡Voy tras ellas! "declaró Leah, corriendo a toda velocidad entre el pasto alto.
"¡Yo despejaré el camino! "Mako usó su imponente fuerza para empujar un tronco caído, evitando que bloqueara el paso de los animales más pequeños.
Koda asintió con determinación antes de voltear hacia Dan
"¿Cómo van las cosas en la Roca del Clan?
"Seguramente Shany ya está llevando a los cachorros a la cueva "respondió Dan". Pero con este viento, puede ser peligroso. En cuanto terminemos acá, también debemos refugiarnos.
"Ve adelantándote, yo veré que todos aquí estén a salvo"
"¿Y abandonar esta misión tan importante junto a mi hermano? Ya sabes que no lo haría: iré contigo. Además, confío en que Shany está bien con los cachorros"
Mientras tanto, en la Roca del Clan, Shany apuraba a los cachorros dentro de la cueva, protegiéndolos de la tormenta.
"¡Rápido, todos adentro! "ordenó con voz firme pero calmada". No salgan hasta que la tormenta termine.
Simba y Amira, sus hijos, se acurrucaron a su lado, observando la lluvia torrencial con ojos asombrados. Todos los cachorros estaban sacudiéndose el agua.
"Vaya forma de bañarse..." bromeó Maya.
"Mamá, ¿esto significa que los cielos están enojados? "preguntó Amira con voz temblorosa.
"No, mi amor "susurró Shany, lamiendo su cabeza con ternura". A veces la lluvia es fuerte, pero pasará. Siempre pasa.
Haki, el hijo de Koda, miró hacia la entrada con los ojos entrecerrados.
"¡Papá y el tío Dan están ahí afuera! ¡Quiero ayudar!
"Ni lo pienses "intervino Leah al entrar, sacudiéndose el agua de su pelaje". Todos debemos quedarnos aquí hasta que sea seguro.
Maya, Dalia y Badil se acurrucaron juntos, observando la tormenta con una mezcla de miedo y fascinación.
"Nunca había visto una lluvia así "murmuró Badil.
"¡Agh! "gritó Sam, el pequeño cachorro de perro, cubriéndose las orejas.
"¿Qué sucede, Sam?" preguntó Simba.
"Es que los perros tenemos oídos demasiado sensibles" respondió el cachorro. "Esos truenos son muy ruidosos...
Otro relámpago iluminó el cielo y un estruendo sacudió la cueva, haciendo que todos se encogieran. Shany mantuvo la calma, envolviendo a los cachorros con su cálido cuerpo.
"Solo manténganse juntos "les dijo". Todo estará bien.
Mientras la tormenta seguía su curso, Dan, Koda y la Guardia del León continuaban su misión en la pradera, asegurándose de que ninguno de los habitantes de las Tierras del Reino quedara desprotegido. La noche sería larga, pero sabían que, mientras trabajaran juntos, podrían superar cualquier adversidad.
Bajo la implacable tormenta, Dan y los miembros de la Guardia del León trabajaban sin descanso, guiando a los animales hacia sus refugios seguros. El viento rugía con fuerza, doblando la hierba de la sabana y haciendo que la lluvia golpeara como pequeñas agujas en sus pieles.
"¡Rápido, dentro de las cuevas!" rugió Koda, ayudando a un grupo de gacelas a encontrar refugio bajo una formación rocosa.
"¡Mako, ayuda a esos facoceros! ¡No pueden escalar con este viento!" ordenó Jabari, lanzándose él mismo al agua enlodada para empujar a una madre y sus crías hacia tierra firme.
En la base de la Roca del Clan, el refugio de la Guardia del León se llenaba con aquellos que no tenían dónde resguardarse. Rahisi, el anciano mandril curandero, y su joven asistente Milo estaban ocupados atendiendo a los heridos.
"¡Milo, más hojas de acacia! Tenemos una cebra con la pata herida" dijo Rahisi, mientras el joven mandril corría para traer más vendajes improvisados.
Dentro de la cueva, los animales temblaban, algunos por el frío y otros por el miedo. Rahisi les aseguraba con voz tranquila que estarían a salvo.
Pero cuando la tormenta parecía estar bajo control, un grito desgarrador atravesó el estruendo de la lluvia.
Desde la entrada de la cueva, Akira, la leona de aguda visión, miró con los ojos muy abiertos hacia la llanura. "¡Dan! ¡Koda! ¡Miren allá!"
Los leones voltearon rápidamente en la dirección que señalaba Akira. A lo lejos, en una zona donde el agua había convertido la tierra en un lodazal traicionero, un pequeño elefante luchaba desesperadamente, atrapado en el barro espeso. Sus chillidos de angustia perforaban la tormenta, y a pocos metros, sus padres se movían inquietos, incapaces de acercarse sin correr el riesgo de quedar atrapados también.
"¡Vamos!" rugió, y sin dudarlo, él y Koda corrieron hacia el elefante, seguidos de cerca por Mako, Jabari y Akira.
La lluvia golpeaba sus cuerpos, dificultando la visión, pero el pequeño elefante seguía allí, hundiéndose cada vez más en el barro.
"¡Resiste, pequeño! ¡Vamos por ti!" gritó Koda, corriendo con todas sus fuerzas.
La tormenta rugía con fuerza mientras Dan y la Guardia del León corrían a través de la llanura enlodada. El viento aullaba y la lluvia golpeaba con fuerza, pero sus ojos estaban fijos en la figura desesperada de un pequeño elefante atrapado en un pozo de lodo, agitándose sin éxito mientras su madre y su padre lo observaban con impotencia desde una distancia segura.
"¡Aguanta, pequeño!" gritó Dan, avanzando con determinación. "¡Te sacaremos de ahí!"
Koda evaluó la situación rápidamente. "El lodo está demasiado resbaladizo. Si intentamos jalarlo directamente, podríamos hundirnos también. Necesitamos un plan."
"Yo puedo cavar un poco de tierra firme en los bordes," sugirió Mako, flexionando sus poderosas patas. "Si logramos darle algo de apoyo, podrá intentar moverse."
"Buena idea," aprobó Jabari. "Yo puedo mantenerlo calmado mientras trabajamos."
Akira, con su aguda vista, evaluó la mejor manera de sacarlo. "Si conseguimos que se agarre con la trompa a algo sólido, podremos hacer que se impulse."
Dan asintió. "Entonces trabajemos juntos. Jabari, quédate con el pequeño y háblale. Mako, comienza a cavar. Akira, ayuda a los padres a tranquilizarse. Koda, ve conmigo; haremos que el lodo se vuelva menos espeso desviando algo de agua."
Cada uno se puso en acción. Mako clavó sus garras en el suelo y empezó a apartar la tierra mojada para crear una pendiente más estable. Jabari se acercó con cautela y habló en un tono tranquilizador. "Tranquilo, amiguito, respira. No te muevas demasiado, solo mantente firme."
Mientras tanto, Dan y Koda usaron sus patas para redirigir la corriente de agua y hacer que el lodo se volviera menos espeso. "Solo un poco más," murmuró Koda, observando cómo el barro comenzaba a ceder.
"¡Funciona!" exclamó Akira desde lo alto. "El pequeño está menos atrapado."
Dan se acercó y miró al elefante. "Muy bien, amigo, usa toda tu fuerza. Extiende tu trompa y sujétate de mí melena. Cuando te diga, jalaremos juntos."
El elefante pequeño, aunque tembloroso, hizo lo que Dan le pidió, aferrando su trompa con todas sus fuerzas.
"¡Ahora!" ordenó Dan, y con un gran esfuerzo, junto con Koda y Mako empujando desde los costados, lograron sacarlo del pozo de lodo.
El pequeño elefante tambaleó un poco, pero rápidamente corrió a refugiarse bajo su madre, quien lo envolvió con su trompa con un suspiro de alivio. "Gracias... Majestad y Guardia del León."
El padre elefante inclinó su cabeza en señal de respeto. "Nos han salvado a todos. Nunca olvidaremos esto."
Dan les ofreció una sonrisa cálida, sacudiéndose el barro de su pelaje. "No se preocupe"
"Sí, es nuestro deber proteger a todos en las Tierras del Reino." Dijo Koda.
La tormenta aún azotaba las praderas, pero la Guardia del León había cumplido su misión. Con un último intercambio de palabras, Dan, Koda y los demás emprendieron el regreso a la Roca del Clan, no sin antes hacer una parada al Lago Shangaza, donde Dan no dudó en lanzarse para quitarse el lodo.
"Vaya, a pesar de la tormenta que está cayendo y se te ocurre lanzarte al agua" le dijo Koda mientras Dan salía empapado.
"Es peor tener una melena de barro que empapada" dijo mientras sonreía.
Justo entonces, llegó Ono.
"Majestades" anunció, "Parece que todos los animales ya han encontrado sus refugios y no queda nadie desprotegido"
"Perfecto, Ono" dijo Dan agitándose el agua de la melena, "Ahora nos toca a nosotros, regresemos a casa"
Mientras la tormenta comenzaba a apaciguarse, Dan, Koda y los demás regresaron a la Roca del Clan, exhaustos pero aliviados de haber ayudado a todos los que lo necesitaban. Los cachorros corrieron emocionados hacia sus padres.
"¡Papá!" exclamaron Simba y Amira, abrazando la pata de Dan. "¿Estás bien?"
"Estoy bien, pequeña," respondió Dan, acariciando su cabeza con el hocico.
A su lado, Shany miraba a su pareja con orgullo y alivio. Koda también recibió a su familia con una gran sonrisa, mientras Leah se aseguraba de que Haki y Salma estuvieran a salvo.
La tormenta se disipaba poco a poco, dejando en el cielo nubes grises que comenzaban a abrirse, permitiendo que la luz de la luna iluminara las praderas mojadas. Desde la entrada de la cueva, los habitantes de la Roca del Clan observaban cómo la lluvia menguaba y el viento se volvía más suave.
Sin embargo, lejos de allí, en el Gran Manantial, las aguas agitadas por la tormenta llevaban algo inesperado. Entre las corrientes crecidas, una caja de madera flotaba a la deriva, golpeando suavemente contra las rocas antes de encallar en la orilla.
El amanecer trajo consigo el fresco aroma de la lluvia y un aire de tranquilidad renovada. El sol comenzaba a asomar entre las nubes disipadas, iluminando con su cálida luz las tierras del reino. Sin embargo, al salir de la Roca del Clan, la vista que se presentó ante todos fue algo desalentadora.
Varios árboles habían caído debido a los fuertes vientos de la tormenta. Ramas esparcidas cubrían los senderos, y algunos arbustos estaban aplastados por la furia de la naturaleza. A pesar de ello, el canto de los pájaros anunciaba el regreso de la calma.
Dan, observando la situación con una expresión pensativa, suspiró.
"Parece que nos espera un largo día" dijo
Koda, de pie a su lado, asintió.
"Nada que no podamos manejar, hermano" respondió este.
Dan giró la vista hacia Ono, quien estaba posado en una roca sacudiéndose las últimas gotas de lluvia de sus alas.
"Ono, necesito que vayas al Reino del Bosque y verifiques si nuestros aliados están bien. Busca a Geno y su familia"
Ono se irguió de inmediato, sacudiendo sus plumas.
"¡Sí, Majes...! Digo, Dan" Corrigió rápidamente, recordando que su amigo prefería que lo llamaran por su nombre.
Dan le dedicó una pequeña sonrisa mientras la garceta alzaba el vuelo, dirigiéndose hacia el denso bosque en la lejanía.
Mientras tanto, Koda miró a su equipo y les hizo una señal con la cabeza.
"Vamos, tenemos que asegurarnos de que todos los que se refugiaron en la guarida anoche puedan regresar a sus hogares"
"¡Entendido!" exclamó Jabari con determinación.
Mako, Leah y Akira también asintieron antes de partir junto a su líder, moviéndose con rapidez por las praderas aún húmedas.
Dan miró a Shany, quien estaba rodeada por los cachorros, inquietos y curiosos.
"Yo llevaré a los pequeños al Gran Manantial. Seguro que querrán ver cómo quedó después de la tormenta" Le guiñó un ojo a Dan.
"Ok. Ten cuidado" dijo Dan con cariño, "Yo aún tengo que ver a los animales lastimados y ayudarlos a regresar a sus casas"
"No te preocupes, nos vemos luego" respondió Shany antes de hacer una señal a los cachorros.
Simba, Amira, Haki, Salma, Maya, Dalia, Badil y Sam siguieron a la leona con emoción, dejando tras de sí el sonido de pequeñas risas y conversaciones alegres.
El Gran Manantial brillaba bajo la luz del sol de la mañana, sus aguas cristalinas reflejaban los colores del cielo despejado. Sin embargo, la atmósfera en el lugar no era de la usual tranquilidad. Un grupo de animales se encontraba reunido cerca de la orilla, murmurando entre sí con evidente inquietud.
Shany, quien guiaba a los cachorros, frunció ligeramente el ceño al notar la tensión en el ambiente.
"¿Qué estará pasando, mamá?" preguntó Simba, ladeando la cabeza con curiosidad.
"No lo sé" respondió Shany, "Vamos a averiguarlo"
Los leones se acercaron con paso tranquilo, sin querer alarmar a los presentes. Antes de que pudieran ver qué llamaba tanto la atención, Shany habló con amabilidad:
"Disculpen, ¿qué sucede aquí?"
Los animales voltearon de inmediato y, al reconocer a la reina y a los pequeños de la familia real, hicieron una leve reverencia antes de responder.
"Majestad, algo extraño apareció en el manantial" dijo un antílope, señalando hacia el agua.
"No sabemos qué es, pero... no parece moverse demasiado" agregó una cebra.
Intrigada, Shany avanzó junto con los cachorros, quienes intentaban ver entre los cuerpos de los animales para descubrir de qué hablaban.
Al llegar a la orilla, sus ojos se posaron en una caja de madera que flotaba en el agua, moviéndose suavemente con la corriente.
"Eso es..." murmuró Maya, entrecerrando los ojos.
"Es una de esas cosas de los humanos" dijo Dalia, con un tono más seguro.
"Sí, lo recuerdo" añadió Nabil, con una expresión de seriedad poco común en él, "Una caja de madera"
Simba asintió, sus recuerdos aún vívidos de la vez que habían sido capturados.
"Pero, ¿por qué habría una aquí?" preguntó Simba.
Antes de que pudieran pensar en una respuesta, un suave golpe desde el interior de la caja llamó la atención de todos.
"¡Se está moviendo!" exclamó Salma, dando un paso hacia atrás.
Los murmullos de los animales aumentaron al ver que la caja se sacudía de manera sutil, como si algo dentro intentara salir.
"No podemos dejarlo ahí" declaró Shany con firmeza, "Debemos traerlo a la orilla"
"Yo la traeré, Majestad" se ofreció un elefante joven, acercándose con decisión.
"Gracias" dijo Shany con una leve inclinación de cabeza.
Sin embargo, antes de que pudiera alguien siquiera entrar al agua, la caja finalmente cedió y la cabeza y orejas de un animal blanco como la nieve se asomaba. Era un pequeño cuerpo blanco y esponjoso y su nariz negra contrastaba con la blancura de su cuerpo.
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