Capítulo 27


La batalla 1/2...

La menor de los cuatro negó con la cabeza y se dirigió con su hermana.-ven, vamos al manantial.- propuso ella, y al percibir que Tani se iba a oponer prosiguió.-tengo que hablar contigo.- la de ojos rojizos se fijó en su hermanita, asintió para luego pararse y dirigirse al lugar mencionado, no sin antes pedirle permiso a sus padres.

Ambas hermanas caminaron hacia el manantial, al llegar vieron algunos animales que estaban bebiendo agua o solo descansando cerca de ella, las princesas decidieron alejarse un poco de ellos para que nadie las escuchara. Se sentaron debajo de un árbol, pronto anochecería y tendrían que volver a su hogar. 

La mayor observó a su hermana para que hablara, pero como no parecía tomar la iniciativa, decidió preguntar.-¿y bien? ¿Por qué querías que viniera aquí?-

-habla.- fue lo único que pronuncio la del flequillo. Tani no entendió ¿de qué se supone debía hablar? Al parecer Koni comprendió esto y decidió aclararse.- ¿a que fuiste a Hakuna Matata y con quién?

La mayor se sobresaltó, mordió su labio inferior y miro al suelo nerviosa.- fui con... Mane.- dijo avergonzada y con sus mejillas levemente ruborizadas.

-¡¿Qué?!- exclamo la menor, los demás animales pudieron escucharla claramente y voltearon a observar lo que sucedía, las dos hermanas se dieron cuenta de esto y Tani pronuncio un "shh" para que Koni bajara la voz.- lo siento.- se disculpó ya más calmada.- ¡¿Pero que te pasa, Tani?! ¡¿Por qué fuiste con él?! ¡Mira si te hacía algo!- decía enojada mientras susurraba.

-ya deja de exagerar, sé defenderme sola. Además, no fue la primera vez que pase tiempo con él.-

-¡¿Cómo?! ¡¿A qué te refieren con que no fue la primera vez que pasaste tiempo con él?!- cuestiono la menor.

-ya había charlado con él ese mismo día a la mañana, ahí fue cuando lo invite a que viniera a Hakuna Matata.- respondió Tani de forma calmada.

-¡¿Pero, Cómo?! ¡¿Estas loca?! ¡Tú eres la de las reglas, no yo! ¿Desde cuándo no haces caso a papá?- alzando nuevamente la voz.

-¡no soy la de las reglas!- se defendió la futura reina como si de una cachorra se tratase.

-lo que digas, señorita reglas.- se burló la del flequillo, luego de esto quedo en silencio y analizo lo que le había confesado su hermana mayor.- con que con Mane, eh...- pronuncio lo último con una sonrisa pícara.

-¡ya cállate!- intento defenderse la de ojos rojizos, pero se le era imposible, sus mejillas estaban como tomates.- además, que me dices de ti, pensé que no confiabas en ellos.-

-pues claro que no confiaba y sigo desconfiando de ellos ¿pero eso que tiene que ver?-

-¿Qué tiene que ver? Que aun desconfiando de ellos dejaste que Maumivu te ayudara cuando te quedaste dormida, además lo invitaste a almorzar y no le dijiste nada cuando te abrazo...- al parecer Tani tenía la delantera ahora.

Koni empalideció ante lo dicho por su hermana, su cuerpo se endureció por completo y su boca se movía inútilmente intentando decir algo, pero de ella no salía más que balbuceos. Tani conocía perfectamente a Koni y cuando se ponía nerviosa le sucedía lo mismo, en minutos empezaría a hablar en voz alta y a la defensiva, la había atrapado.- ¡No es cierto! ¡Yo sigo desconfiando de ese león, lo del almuerzo fue solo para agradecerle que me haya ayudado en la noche!- se defendió la del flequillo.

-ya veo... ¿Pero acaso me negarás que le mintieron a papá?-

Koni, indignada, comenzó a relatarle lo que verdaderamente había pasado y que, en realidad, no todo lo que habían dicho se trataba de una mentira. Claro que tuvo que mencionar que lo que ella le había contado a su padre lo era, ya que en realidad esa noche su prima y ella habían salido a buscar a su hermana, pero el resto era cierto.

Tani escucho con atención lo que decía su hermana, la verdad nunca pensó que le iba a contar todo lo ocurrido, solamente quería molestarla un rato y vengarse de ella.

La noche había caído y el frío viento movía el pelaje de ambas hermanas, las nubes comenzaron a cubrir el cielo y amenazaban por llover. Tani iba a contestar a lo expuesto por la de ojos violáceos, pero una voz conocida la interrumpió.- ¿Princesas? ¡Princesas! Qué bueno que se encuentran bien.- se trataba del mayordomo real Ono, quien llegaba volando algo nervioso a su posición.- su madre me mando a decirles que regresen a casa, ya es tarde y al parecer quiere llover.- les explico el emplumado.

-está bien Ono, de todas formas estábamos por regresar. Abisales que ya vamos.- dijo la mayor de las dos, Ono asintió y, como de costumbre, obedeció a las órdenes dadas.-andando Koni, hay que volver.- acto seguido se levantó de su posición, su hermana imito su acción y comenzaron a caminar.

...

Los dos primos estaban llegando a los límites de los dominios de Kopa, el cual separaban sus tierras de las del escalofriante cementerio en donde antes era el hogar de miles de hienas hambrientas. Mane y Maumivu pararon el paso previamente al ingresar y lo observaron, oscuridad, bruma y millones de huesos de quien sabe cuánto tiempo, más que un cementerio parecía la escena perfecta para una emboscada.

Los dos machos respiraron una buena cantidad de aire y comenzaron a adentrarse lentamente por el lugar. Ambos estaban acostumbrados a vivir en un ambiente seco y desolado, pero ese terreno producía pequeños escalofríos en el cuerpo de los primos, además el olor a muerte empezaba a inundar sus narices.

Mientras caminaban las mentes de los dos leones iban reproduciendo los momentos vividos en el transcurso de esos tres días.

Mane recordó cuando llegaron a Las Praderas y la forma en que había conocido a la princesa Tani, cuando chocaron por querer atrapar la misma presa, la manera en que los había tratado a pesar de ser extraños y el hecho de que los acompaño a buscar un lugar en donde dormir. La pequeña platica que tuvo con ella en esa colina y cuando lo invito a ese sitio tan hermoso, en donde claro, también fue cruel con él provocando que quede empapado por completo. Bellos momentos que esperaba nunca olvidar, pero sin duda los que le sacaron una sonrisa mientras caminaba era recordar el beso en la mejilla que le dio aquella noche y ese abrazo... ese abrazo que le tomó por sorpresa antes de irse. Bajo la mirada tristemente, los hermosos ojos carmesí de esa leona se plantaron en su mente y no entendía por qué. Jamás sintió lo que sentía por ella y estaba confundido, sabía que lo odiaría después de todo lo que pasaría, pero ¿Qué más podía hacer?

Maumivu, por otra parte, también estaba perdido en sus pensamientos, pero no por la bella alteza Tani, sino por la hermosa princesa Koni. El león de melena rojiza nunca pensó que podría llegar a soportar o incluso querer a alguno de los miembros de la familia real, hasta que conoció a Koni. Claro que al principio no le caía, tan solo recordar cómo se conocieron le daba náuseas, o al menos eso era lo que pensaba al principio. Aunque después no la vio como un estorbo, más bien como una molestia y eso ya era mucho.

Todo cambio esa noche cuando buscaban a su primo y a la hermana de Koni, y aunque prácticamente no hablaron pudo pasar tiempo con ella y conocerla. Así es, sin siquiera hablar supo que Koni no era cualquier leona. Ella era especial, muy segura, leal, con carácter, que se preocupaba por sus seres queridos y no querría que nada les pase, y claro, también muy bonita, si el sueño no la hubiese dominado él estaba seguro de que Koni habría seguido buscando a su hermana.

Maumivu sonrió al recordar esa palabra: "suave", aunque Koni la dijo mientras estaba durmiendo, para Mau indicaba no solo un cumplido, sino también que dentro de ella cavia la posibilidad de que se pudieran llevar bien. El hecho de que lo haya invitado a almorzar y defendido contra el rey valía mucho para el joven león, nunca nadie, además de Mane, lo había protegido.

La despedida sí que le dolió, ese abrazo se quedaría grabado en su corazón para siempre, al igual que los bellos ojos violetas de la Princesa.

-¡por fin llegan! ¡Hablen, que tienen para nosotros!-

La voz grave de una leona los sacó de sus pensamientos, al observar con detenimiento se dieron cuenta de que ya habían llegado al punto de encuentro. Allí se encontraba Zira, junto a sus respectivos padres, Walivaa y centenares de leopardos, hienas y chacales.

...

Era temprano, el sol aún no salía, y con mucha razón, ya que miles de nubes negras cargadas de agua amenazaban Las Tierras del Reino con llover. Si fueran la estación lluviosa esto no inquietaría a ningún habitante, pero aún quedaba tiempo para eso y lo único que podía indicar el mal clima era que algo malo se avecinaba.

Los animales de PridenLands no sabían por qué siempre que algo o alguien amenazaban las praderas, el clima era quien se los indicaba. Ya había pasado con la era de Scar y también con la batalla de los forasteros. Los más ancianos dicen que son los antiguos reyes del pasado quienes les dan señales para que se protejan, sea como fuere, si grandes nubes negras amenazan Las Praderas y la estación lluviosa está lejana, los animales ya saben que lo mejor será esconderse y refugiarse.

En La Roca del Rey ya todos estaban despiertos, así Kopa lo había ordenado, aunque había un león que aún no despertaba de su profundo sueño, aunque más que un sueño parecía ser una pesadilla.

Narra Kion.

Una maliciosa carcajada se escuchó a mí alrededor.- ¿Cuántas veces te tengo que traer aquí, Kion? ¡Aún no te das cuenta de que yo vivo dentro de ti! Deja ya de resistirte y únete a mí, será mucho más divertido...

-¡Jamás!- vociferé. Otra vez me encontraba en este lugar, seco y gris, se parecía a las praderas de la tiranía de Scar. Nuevamente, se escuchó ese rugido de guerra.

-Kion, Kion, Kion, mi pobre Kion.- él se acercó a mí para luego rodearme, anteriormente era una bruma en donde solo se distinguían sus dos ojos verdes, ahora se había materializado. Yo solamente lo seguía con la mirada.- dime, ¿acaso en algún momento han valorado todo tu esfuerzo?- iba a protestar, pero él me calló.- shh... todos te consideran un héroe ¿no? Pero, ups, cometes algún error y ya te ven con mala cara... dime, acaso ahora que has dejado de usar el rugido ¿no sientes que todos los que has ayudado se olvidaron de ti? ¡Nadie siquiera te felicita por patrullar los límites! ¿Y tu opinión? Ja, esa no cuenta, después de todo, eres el tercero, el último en nacer ¿no crees que nos parecemos?- se sentó frente a mí, sus dos ojos verdes me miraban con intensidad y una gran y poco amigable sonrisa se posó en su rostro.

Fruncí el ceño, sabía que intentaba jugar conmigo y no se lo iba a permitir.- eso no es verdad, Scar.- mi voz sonó más grave de lo normal, pero eso no me importo, estaba listo para detener esto de una vez por todas.- mi familia me apoya y me quiere, mis hermanos también lo hacen aunque no pasemos mucho tiempo juntos, sé que mis padres están orgullosos de mí, mis sobrinos me quieren mucho y aunque no fui el mejor tío intentare compensarlo, tengo cuatro hijos que me ven con buenos ojos y quiero pasar más tiempo con ellos, además, mi amada Fuli está conmigo para lo que sea. Como me dijo antes, no estoy solo, todos me apoyan Scar.- cada palabra que pronunciaba provocaba que el semblante de Scar perdiera forma y decayera, su despiadada sonrisa también desapareció y lo único que quedo fue un rostro serio y sin emoción alguna.

-como desees, Kion.- hablo él con cierto asco en su voz.- pero te advierto que el terrible destino se aproxima, y tú.- dijo mirándome fijamente a los ojos.- no podrás hacer nada para cambiarlo.-

Su cuerpo fue desapareciendo lentamente, me quede perplejo. Que debía de hacer exactamente ahora ¿había ganado o perdido? ¿A qué se refería con "el terrible destino"? ¿Por qué no podré hacer nada? Dudas y más dudas se acumulaban en mi mente, no tenía respuestas a ninguna de ellas, pero la voz de alguien llamándome me hizo reaccionar.

-¡Kion!- me sobresalté y miré por todos lados.- ¡Kion, por favor, ayúdame!- ¿Padre? ¡Era la voz de mi padre! ¡Pidiendo ayuda!

-¡Papá!- grité fuertemente, no sabía de donde provenían sus gritos, pero me empecé a preocupar.- ¡Papá, ¿Dónde estás?!-

-¡Kion, ayúdame!- otra vez se escuchó, pero con menos fuerza. Mire detrás de mí y ahí pude apreciar una silueta tendida en el suelo a unos metros de mi posición. Corrí hacia ella, por la bruma que había no podía distinguir con claridad si era Simba.

Llegue al lugar, pero mis ojos comenzaron a nublarse, ya no veía con claridad si verdaderamente se trataba de mi padre. De lejos, dos ojos verdes me miraban ¿Qué estaba sucediendo?

-Kion... Kion,.. ¡Kion!- abrí mis ojos y pude apreciar el rostro de mi hermano mayor, junto con Kiara, Fuli, mis padres, y los demás miembros de la manada. Todo fue un sueño.

-¡Kion! ¡Me tenías preocupada!- Fuli se abalanzó sobre mí en un abrazo, apenas pude corresponder porque me encontraba aún en el suelo, mis cuatro hijos se unieron a ella.

-hijo ¿te encuentras bien?- se trataba de mi madre, estaba preocupada. Fuli y mis cachorros se apartaron de mí.

-sí... ¿Por qué lo preguntas?- cuestione dudoso.

Todos se miraron unos a otros confundidos ¿acaso había dicho algo malo?- es que... Kopa llamo a todos para que se despertaran hace ya un rato y tú no te levantabas, además, te movías y hacías caras raras, en un momento hablaste dormido, nos preocupamos por ti.- me explico Kiara.

Me senté en mi lugar, todos me observaban.- creo... Creo que tuve una pesadilla, no fue nada hermana, no se preocupen.- dije de forma calmada. Sentí la mirada de Fuli sobre mí, ella ya me había dicho que lo mejor sería decirles a todos sobre mis pesadillas con Scar, pero por ahora no quería que tuvieran más preocupaciones.- ¿Por qué se han levantado tan temprano? El sol ni siquiera ha salido.- pregunté confuso y además para cambiar el rumbo de la conversación, aunque que se hayan levantado tan temprano no era lo único inusual, sino que también se encontraban Janja y Jasiri, Makucha y Badili... ¿Qué estaba pasando?

-no hay mucho tiempo para explicaciones, Kion. Los atacantes vienen pronto y tenemos que estar preparados.- hablo Kopa con seriedad, por un momento pensé que se trataba de la voz de mi padre. Me puse de pie rápidamente y cambié mi expresión a una más seria.

-entonces no hay tiempo que perder ¿Cuántos somos?-

-en total somos cuarenta en combate.- me respondió mi hermano.- hace una hora le dije a Ono que vaya por el resto de la guardia, Timon, Pumbaa, los leopardos, las hienas, Amani, Maua y sus hijos.- me explico.

-bien, pero ¿Dónde se encuentran todos ellos?- le cuestione al darme cuenta de que no se encontraba ninguno de ellos en la cueva exceptuando a la pareja de hienas y a los dos leopardos.

-nos esperan abajo, así que vamos. Planearemos la defensa allí.- dijo mientras empezaba a caminar hasta la salida, pero se detuvo a mitad de camino volteando su rostro.- casi se me olvidaba, madre, junto con Tani cuiden a los cachorros.- concluyo mi hermano refiriéndose a mis cuatro hijos. Tanto mi madre como mi sobrina asintieron sin reproche, Kopa al obtener respuesta siguió nuevamente su camino hasta la salida, todos los que lucharíamos imitamos su acción.

Narración normal.

Todos los que pelearían de la familia real se encontraban debajo de la gran Roca del Rey junto con los demás animales que decidieron ayudarles. En total eran cuarenta animales que se encontraban reunidos en un gran círculo planeando el plan de defensa. Kopa ya había afirmado que intentarían hablar con los atacantes para poder hacerlos entrar en razón, pero si eso no daba resultado tendrían que luchar.

Mientras Kion explicaba un plan de ataque, ya que tenía experiencia en eso, se escuchó un sonido, parecido a una maraca, que se oía cerca de ellos. Todos guardaron silencio y nuevamente se escuchó.

-bueno, bueno ¿Qué no reconocen el sonido de mi bastón?- pregunto el ya conocido mandril haciéndose paso entre los animales.

-¡Rafiki! ¿Qué estás haciendo por aquí? Deberías de refugiarte.- dijo el rey con cierta felicidad de ver a su amigo.

-pero primero tengo que decirles algo muy importante.- anuncio el viejo sabio cambiando su tono de voz a uno más serio. Todos guardaron silencio y prestaron atención.- bien, deben de tener cuidado, he estado comunicándome con los viejos reyes del pasado y me han dejado ver que quienes los atacan son muy numerosos y fuertes. Además, es probable que las emociones los puedan traicionar.-

-¿emociones? ¿De qué hablas, Rafiki? ¡Esto es guerra! No hay tiempo para emociones.- interrumpió Koni, quien no entendía el porqué de esa advertencia.

Kopa la vio seriamente y abrió su boca para reprocharle, pero Rafiki levanto su mano en señal de que callara y miro a la joven princesa.- eso es verdad, princesa. Lo que les digo es cierto, y tú serás una de las afectadas en esto.- la de ojos violáceos alzo una ceja en señal de confusión, pero no dijo nada, el mandril prosiguió.- sentimientos encontrados allá afuera harán que dudes de alguien, elige sabiamente, sigue a tu corazón.- dudas solamente se formaron en la mente de la joven princesa.

-Rafiki ¿a alguien más le afectará esto?- hablo Kiara, intentando romper el momento incómodo que se estaba formando.

El nombrado volteo su cabeza para verle el rostro y luego hablo.- ¡sí! Kiara, en la batalla estarás muy concentrada y nada te afectara, cuando esta acabe te desplomaras. Kovu- dijo esta vez viendo al moreno, este trago saliva.- y Vitani, tendrán revelaciones y alguien volverá a sus vidas. Kopa, miedos del pasado volverán a ti, pero no lo olvides, tú eres fuerte y podrás vencerlos. Kion, tus pesadillas se hacen realidad de cierta forma, ten cuidado. Simba... darás todo por tu reino, no hay duda.- concluyo Rafiki, cada uno de los nombrados parecía tener un sabor de boca distinto.

-...Rafiki... ¿Ganaremos la batalla?- pregunto Jasiri.

-lamento decir que no puedo revelar tal cosa, el futuro es algo que no puedo decir concretamente. Manténganse firmes y valientes, no duden y confíen en ustedes, tengan cuidado con las elecciones que hacen y de seguro ganaran... eso es todo lo que puedo decir.-

-muchas gracias, puedes retirarte Rafiki.- dijo el rey, el nombrado hizo una reverencia e inmediatamente un fuerte rayo seguido de un trueno se escucharon por todo el firmamento.

-esa es la señal, ellos están aquí.-

...

Las grandes y espesas nubes seguían en los cielos y las primeras gotas de lluvia comenzaron a caer. Los animales comenzaban a refugiarse, ya sea en sus madrigueras, cuevas, en los árboles o debajo de ellos, detrás de las rocas o debajo del agua, mientras estén lejos del peligro estaba bien.

Zira y su grupo comenzó a adentrarse en Las Praderas, ella iba en frente, a su derecha se encontraba Damu y Huera, y a su izquierda Chuki, Kibaya y Walivaa; Maumivu y Mane iban detrás de sus respectivos padres y luego le seguían el ejército de hienas, chacales y leopardos.

La vil leona caminaba con paso firme, sus brillantes ojos sangre brillaban como nunca y una maléfica sonrisa se encontraba en su rostro. Ese era el día, ese sería Su día, y nada ni nadie se lo iba a arruinar. Lentamente, fue descendiendo el paso para quedar detrás de sus cinco nuevos aliados, podía ser malvada, pero el efecto sorpresa era lo que más le gustaba.

Todos allí ya estaban al tanto de todas las cosas que los dos "espías" les dijeron, o bueno, casi todas.

...

Kopa y su grupo ya se encontraban en posición, a lo lejos podían ver a los enemigos quienes se acercaban lentamente. Todos ya tenían su lugar, el rey se encontraba al frente, esperando lo que sea que pasase, no iba a negar que tenía mucho miedo y aún más con las palabras que Rafiki le había dicho: "miedos del pasado volverán a ti" ¿Qué clase de miedos? No lo sabía, pero se mantenía firme y seguro mostrando confianza a su familia, amigos y aliados.

De repente, un fuerte trueno se escuchó, todos miraron asustados, los enemigos se encontraban a pocos metros de ellos. Kopa dio orden de avanzar y así lo hicieron, avanzaron lentamente hasta estar frente a frente con los contrarios.

Un gran león grisáceo, de melena roja y ojos verdes que era una cabeza más alto que él fue lo primero que sus ojos pudieron ver, luego miro a sus lados para encontrarse con otros dos machos, uno de pelaje marrón claro, de melena negra y ojos verdes, que extrañamente se parecía a alguien que creía conocer. Y el otro con un pelaje similar al segundo, melena marrón y ojos azules violáceos. 

Además, se encontraban dos hembras junto con los machos, una de ellas poseía un pelaje marrón rojizo y ojos rojos cuál rubí, mientras que la otra tenía un color marrón oscuro y unos claros ojos rojos, el cuerpo de esta leona estaba cubierta por cicatrices y heridas. Ciertamente, si las pesadillas tuvieran forma de leones, de esta forma se verían.

Kopa trago saliva, pero no dejo notar su nerviosismo, acomodo su compostura, levanto su cabeza y carraspeo.- ¡Váyanse por donde vinieron y no tendrán ningún problema!- vociferó seriamente el castaño.

Una voz femenina y algo ronca les contesto -pero miren nada más, si es el príncipe Kopa...- los Priden Landers se miraron unos a otros, esa voz... se les hacía conocida. A Kopa se le erizó el pelaje del lomo al escucharla. Trago saliva.

-¡¿Quién eres?! ¡Exijo que muestres tu cara!-grito el rey, por alguna razón esa voz se le hacía conocida y provocaba que le temblaran las patas.

-con gusto, su majestad.- dijo Zira con su característico tono mientras comenzaba a asomar sus dos brillantes ojos sangre entre Damu y Chuki, cuando ya todos pudieron verla nadie lo podía creer.-le gusto mi sorpresa, rey Kopa.-

A Kopa se le helo la sangre y dio un paso hacia atrás "¿Cómo es posible?" se preguntó, ella sonrió con malicia. Ninguno de los dos se esperaba encontrar con el otro, ambos creían que el contrario estaba muerto.

Kopa trago saliva, escuchaba los murmullos detrás de él, no entendía ninguno, pero consideraba que eran por Zira. El rey cerró los ojos intentando calmarse, pero se le era imposible, los vívidos recuerdos volvieron a su mente como si hubiera sucedido hace unos cuantos días, juraba poder sentir el dolor provocado por las garras y los dientes de la malvada, y el olor a sangre se impregno en su nariz. El miedo de esa noche no se le quitaba por más que los años pasaban, sin duda alguna, Zira sigue siendo la voz de sus pesadillas.

-¡Zira, no me interesa como sigues viva, pero mejor te vas! Ya pasamos por esto una vez y no quiero repetirlo.- la voz de Simba lo saco de sus pensamientos, seguramente había notado su estado.

-Simba...- pronuncio ella de forma fría y hostil.- tiempo sin verte ¿verdad?- Simba no contesto, sus ojos miraban fijamente los de ella.- veo que tu pequeño hijo sigue vivo.-

-¡Cállate, Zira!- soltó Vitani con furia.- ¡Nos mentiste con descaro por mucho tiempo! ¡Vete del reino de Kopa, y no regreses!-

La nombrada rio por lo bajo de manera denigrante.- ¡Fuiste una traidora! ¿Y aun así te atreves a dirigirle la palabra a tu madre?... o cierto, ya deje de considerarte mi hija.- Vitani la miraba seriamente, no le tenía temor alguno.- ¡Tú y Kovu fueron unos traidores!- grito con furia la de ojos sangre.

-¡hicimos lo correcto! Y me alegra haberlo hecho...- esta vez fue la voz de Kovu. Zira lo observo, detrás de él pudo notar dos siluetas conocidas muy parecidas al moreno, ella se sorprendió.

-¡Cállense todos!- rugió Kopa, por fin había podido salir de su trance.- Zira, te voy a pedir que te vayas de mis tierras y jamás regreses.-dijo con enfado y seriedad.-

-lo que ordene, príncipe Kopa.- pronuncio ella.- pero primero... tendrás que vencerme.- concluyo con esa sonrisa tan inquietante.

...

Kopa rugió, Zira también rugió. La batalla había comenzado.

Ambos bandos se abalanzaron contra el contrario, defendiendo y atacando. El grupo de Zira parecía tener ventaja en cuanto a número, pero el grupo de Kopa contraatacaba con la resistencia.

En el medio de la batalla Kopa se encontraba peleando contra Zira, pero la felina no se lo ponía nada fácil, aunque fuera mucho mayor que él y que esto debería de dificultarle la pelea, a la leona no parecía afectarle en nada y eso era lo que Kopa temía, de solo pensar que Zira podría volver a dejarlo tendido en el suelo le daba terror, eso y además los comentarios que decía no le ayudaban en mucho. En sí, su sola presencia le atemorizaba.

la leona comenzó a rodearlo con diversión, disfrutando el temor del rey, los nervios se apoderaron de Kopa mientras la seguía con la mirada, no quería mostrar debilidad ante ella, pero se le hacía imposible. Zira dio el primer ataque, él lo esquivo, repitió la acción y Kopa lo volvió a esquivar.- ¡deja de jugar y pelea!- rugió ella enfurecida abalanzándose sobre el cuerpo del rey, Kopa no pudo reaccionar a tiempo y fue tumbado por Zira quien rápidamente lo inmovilizo.- ¡esta vez terminaré lo que empecé!- grito con enojo mientras observaba los grandes y asustados ojos del macho. Él tragó saliva, Zira parecía poseída, dispuesta a acabar con su vida, nuevamente el recuerdo de su infancia volvió a su mente, ¡Ya no era un cachorro indefenso! Si había jurado regresar cuando fuera un gran y fuerte león ya era tiempo de demostrarlo.

Con una de sus patas delanteras libres pudo propinarle una cachetada a la leona que provoco que le diera tiempo para liberarse de su agarre, luego de pararse observó a la de ojos sangre, ella lo veía con ira mientras limpiaba pequeñas gotas de sangre que salían de su labio inferior, Kopa frunció el ceño.- esta vez no se te hará tan fácil, Zira.-

...

Un poco más alejados de la pelea entre Kopa y Zira, los tres hermanos, Chaka, Nama y Shani, peleaban contra un grupo de hienas bastante numeroso, aunque para los hijos de Kiara esto no parecía ser demasiado complicado, gracias a las clases de defensa de su tío Kion y las habilidades que los tres habían perfeccionado el grupo de caninas no eran rivales para ellos. Chaka peleaba contra dos hienas, a quienes simplemente mareaba y luego derribaba sin darles muchas posibilidades de atacar. Shani era la más atrevida, ya que no se conformaba peleando con una o dos rivales, cuantas más mejor, y una a una las dejaba fuera de combate. Nama, aunque menos agresiva, de igual forma derribaba a varias con su característico estilo de "efecto sorpresa"

-¡Ja! Toma eso apestosa.- hablo Shani triunfante al sacarse de encima una de la cuantas hienas.

-¡Shani! Te recuerdo que hay hienas peleando de nuestro lado, no puedes decir que son apestosas.- le reclamo su hermana mayor mientras saca a otra rival de combate.

-Nama, deja de preocuparte por lo que digo y mejor mira detrás de ti.- la de ojos verdes obedeció a su hermanita y volteo su vista atrás, topándose con su hermano mayor quien se encontraba rodeado por cuatro hienas.- debemos ayudar a Chaka.- Nama asintió a lo dicho por su hermana y fueron en ayuda del mayor.

Chaka intentaba defenderse, su mejor habilidad era marear a sus oponentes, pero no podía lograrlo si se encontraba rodeado, una de sus atacantes salto sobre él aferrándose a su lomo, el oji-rojo rugió el sentir el dolor que le provocaban las garras del animal agarradas a su piel. Sacudiéndose frenéticamente logro quitarse a la manchada de encima y por suerte sus dos hermanas no tardaron en llegar, Shani fue la primera en sacar a las carroñeras y Nama no tardo en unírsele, en instantes los tres lograron deshacerse del grupo de hienas.

-gracias chicas.- agradeció el macho.- ahora vamos, creo haber visto a Ray y Wema, parecían necesitar ayuda.- menciono el moreno.

-bien, vamos por sus amorcitos.- se burló Shani y rápidamente se alejó de ambos quienes solo dieron un suspiro de pesadez, para luego correr detrás de su hermanita.

...

La lluvia era intensa y dificultaba la pelea para ambos bandos, el barro pegajoso se empezaba a formar debajo de sus patas, adhiriéndose a ellas. Rayos y truenos se veían y escuchaban, pero no era suficiente para que los del reino y el grupo de Zira paran.

Varios leopardos se encontraban peleando contra la ex guardia del león, por suerte sabían cómo manejarlo.

Besthie los embestía, sacando de allí a unos cuantos, Bunga los montaba tirando su pelaje y haciendo que choquen entre sí, Ono los picoteaba desde arriba y le deba indicaciones a su grupo, Fuli los mareaba con su velocidad para luego caerles de sorpresa, y Kion peleaba de frente, sin ninguna estrategia. Aunque a este último algo le andaba mal, sentía una extraña sensación, como si ya hubiese visto u oído todo esto. Todo le perecía extrañamente familiar y eso le asustaba.

-¡Kion, detrás de ti!- al voltear, uno de los leopardos salto sobre él. No tuvo tiempo para reaccionar, cerró los ojos esperando el impacto, este nunca llego.

Al abrirlos observo a Fuli quien se encontraba sobre el felino mordiéndole una de sus patas para inmovilizarlo, Kion sacudió su cabeza para sacar de su mente los pensamientos que le desconcentraban para luego acercarse a ella.

-¿te sientes bien, Kion?- pregunto ella luego de soltarle la pata al leopardo.-te noto distraído.-

-s-sí, estoy bien, solo... siento que ya vi esto antes.-

-¿a qué te refieres?-

-a la batalla, se me hace familiar, digo, que creo haberla presenciado antes.- intento aclararse.

-creo que estás algo distraído, Kion.- contesto mientras corría a una hiena.- porque no ayudas a Simba, creo haberlo visto luchar contra uno de los leones que estaban con Zira.-

-espera... ¡Padre!- grito el pelirrojo dejando atrás la pelea que tenía contra un leopardo.

...

-¿se supone que tú fuiste uno de los mejores reyes de estas tierras?... patético.-

Dos ojos verdes observaban la silueta de ex rey de PridenLands que para esos momentos se veía demasiado miserable. Sus patas tambaleaban de vez en cuando buscando fuerzas para mantenerse en pie, tenía varias lastimaduras, algunas más profundas que otras, y su pelaje se encontraba tenido por manchas color carmesí.

Simba observaba a su oponente con enfado, era una cabeza más alta que él y de cuerpo fornido, a él claramente los años le jugaban en contra, más no se daría por vencido.

-ya lo veremos.- dicho esto se volvió a abalanzar contra el grisáceo.

Se levantaron en sus patas traseras marcando golpes y rasguños en el contrario, Simba intentaba dar algún golpe certero con tal de hacer retroceder al gigante, pero se le era imposible, Damu era demasiado fuerte. De un golpe el oji-verde logro dejar tendido en el suelo al pelirrojo.

Simba, ensangrentado y sin fuerzas no tenía muchas opciones, veía como Damu se acercaba a él lentamente, seguramente esperando a que se levantara, pero esa opción no parecía ser posible, sus ojos pesaban y su respiración cada vez era más lenta; estaba cansado, sentía el sabor a sangre en su paladar y no creía estar en sus mejores condiciones.

A lo lejos observó un pequeño punto rojizo que se acercaba, rápidamente lo reconoció, era Kion.

Esa era su ayuda.

-¡Kion!...- grito con fuerzas.- ¡Kion, por favor, ayúdame!- volvió a gritar, observando como su hijo incrementaba su carrera.- ¡Hijo, ayúdame!- dijo ya sin fuerzas.

-buenas noches, su majestad.-

...

Al llegar, Kion diviso el cuerpo de su padre que yacía en el suelo, ensangrentado y cubierto de moretones. El pelirrojo no lo podía creer, camino hasta su progenitor y acerco su oído sobre el pecho de Simba.- no...- se dijo a sí mismo moviendo levemente el cuerpo de su padre, intentaba que reaccionara, que se moviera, que únicamente sea una mala broma.- no, no, ¡No!- grito con desespero, nadie más parecía percatarse de lo que estaba sucediendo y es que era lógico, se encontraban alejados de la batalla.- ¡padre, por favor, despierta!- para este punto sus ojos eran dos cascadas que no cesaban.-¡perdóname, por favor, perdóname! Debí de llegar antes, perdóname por favor, no tenía que dejarte solo, si tan solo... si tan solo hubiera llegado antes.- frotaba su cabeza contra la de su padre, como si con ese acto Simba despertase.- debí de decirte lo que me pasaba, te hubiese tenido que contar de mis sueños... capaz que si lo hacía esto... esto no hubiese pasado.- tenía los ojos cerrados mientras sus lágrimas se resbalaban por sus mejillas, se encontraba sentado frente a su padre con la cabeza gacha. 

Su respiración era irregular, un torrente de emociones se apoderó de él, levanto con brusquedad su cabeza y observó a uno de sus costados. Allí, un león de ojos verdes y pelaje gris se encontraba limpiando la sangre de sus patas.

...

La princesa Koni se encontraba junto con su madre y un grupo de leonas más luchando contra las leonas del bando de Zira. Eran tan solo dos leonas, pero les daban una buena pela a ellas que en total eran cinco, Koni luchaba con su madre contra Huera mientras que las tres restantes luchaban contra Kibaya.

Mientras la princesa se abalanzaba sobre la morena para intentar derribarla vio una silueta conocida que pasaba por detrás de todas ellas, al haberse distraído cayó al suelo dándole la ventaja a Huera quien no tardo en intentar morderle el cuello a la joven leona, para su suerte, su madre le quito rápidamente a la pesada hembra de encima.

-¿te encuentras bien?- le pregunto su madre mientras seguía luchando contra Huera.

-sí.- contesto ella mientras se levantaba del suelo.- es solo que creo haber visto a alguien familiar.-

-amor, pudiste haber visto a cualquiera.- le contesto su madre intentando sacarse de encima a la leona del bando enemigo.

-lo sé, pero...-algo le decía que lo que vio no era cualquier silueta.- ¿puedes seguir sola? Creo que alguien necesita ayuda por allá.-

-claro amor, todo está controlado.- contesto la de ojos violáceos teniendo dominada la situación.

Koni aprovecho la oportunidad para irse, esquivando algunas cuantas peleas, a lo lejos pudo ver dos siluetas conocidas.

...

Maumivu se escabullía entre la batalla junto con su primo, intentaban no ser visto por ningún integrante de la familia real ¿Por qué? No lo sabían, tenían temor a que los reconozcan y que se les vaya la poca confianza que habían adquirido en ese tiempo, y es que, aunque lo nieguen, los dos se habían enamorado de las princesas  y no querían perder la confianza de ellas.

Se alejaron bastante de la batalla, deteniéndose sobre una pequeña colina, decidieron quedarse allí pues no serían vistos por nadie. No contaban con que el padre de Mane se les apareciera por detrás.

-¿qué están haciendo aquí?- observo Chuki a ambos primos.

-emmm.- dudo Mau, no se le ocurría ninguna excusa.

-es solo que aquí tenemos una mejor vista de lo que está pasando, para poder luego ir a dar un ataque sorpresa.- hablo rápidamente Mane, intentando convencer a su padre.

-que inteligente eres, hijo. Y tienes toda la razón, es más, miren hacia allí.- posteriormente les indico el lugar.

-¿Qué pasa con la Roca del Rey?- cuestiono Maumivu.

-aún no entiendo como Zira te eligió como cabeza del grupo ¡No entiendes acaso que para reclamar el trono tenemos que invadir la cueva!- le explicó su tío con fastidio.- iré hasta allá, seguro que hay cachorros que matar.- sin dar más explicaciones comenzó a correr hasta la roca.

Ambos primos se miraron con temor, allí estaban los cachorros, los primos de las princesas, y además, Tani estaba allí.

-¡¿Qué hacemos ahora?!- pregunto el de melena negra.

-ve y detén a tu padre, después de todo eres más rápido que yo.- le ordeno el de melena rojiza.

-bien, pero no será fácil.- contesto Mane para luego comenzar a correr en dirección a la roca del rey.

Maumivu respiro profundamente, esperaba que Mane pudiera conseguir detener a su padre a tiempo. Tenía miedo, corrían grave peligro si el rey Kopa los encontraba y peor aún, si se enteraba de que ellos eran parte de todo ese plan de Zira para apoderarse del reino. Tenía que esconderse, si alguien los llegaba a ver... "Crack"...El ruido de una rama romperse llamo la atención a los oídos del moreno, ligeramente volteo la mirada para ver de qué se trataba, pero en segundos ya se encontraba contra el piso.

-¡lo sabía!- chillo una voz aguda que el moreno no tardo en reconocer.- ¡Sabía que no teníamos que confiar en ustedes! ¡Son parte de todo esto!- Koni se encontraba sobre el macho, inmovilizándolo para que no escape.

Maumivu se volteó como pudo, quedando así boca arriba, observando mejor la silueta de Koni. Quién lo diría, desde ese ángulo se veía más linda aún.- veo que me encontraste, princesa.- simplemente no podía dejar de decirle de ese modo, le gustaba hacerla enojar.- sigues de acosadora.-

-no te hagas el tonto conmigo, Maumivu.- sentencio ella acercando su rostro al de él.- ¡cuando papá se entere de que son parte de todo este lío ustedes...!

-seremos comida de cocodrilo, si lo sé, no hace falta que me lo adviertas. Mane y yo lo tenemos muy claro.-

-¿Mane? ¿Dónde está tu tonto primo?-

-más respeto jovencita, que yo soy el único que le puede llamar así.- ella rodó los ojos.- y digamos que fue a salvar a tus primos.-

-¿mis primos? ¿Salvar? No entiendo.- dio un paso hacia atrás, quedando Maumivu liberado de su agarre.

Él aprovechó a pararse.- así es, mira te diré la verdad. Mane y yo éramos parte de esto desde cachorros, fuimos entrenados por Zira para recolectar información y luego atacar su reino para que ella se quede con él. Lo que paso fue que, aunque cumplimos con parte de nuestro plan, la verdad ya no queremos seguir con esto.-

-pero ¿Por qué ya no quieren seguir con el plan?- Koni estaba dudando ¿era cierto esto que le decía Maumivu o solo era una estrategia para que ella baje la guardia y sea atacada por él?

-porque... ambos encontramos algo mejor que un reino, y sabemos que si seguimos con esto estaríamos perdiendo eso que tanto queremos.-

-¿y qué es eso que quieren?- cuestiono nuevamente la del flequillo, esta vez con desconfianza.

Mau sonrió y se acercó un poco más a Koni, esta retrocedió.-es... es algo muy especial y muy hermoso.-

-¿Por qué debería de creerte? Seguramente solo intentas manipularme para luego atacarme, debería de darte una buena paliza ahora mismo.-

El macho se sentó en su lugar. -hazlo.-

-¿Qué?-

-dame una buena paliza ahora mismo, me lo merezco por tonto.- ella lo miro confundida, pero decidió hacerle caso, se acercó a él y levantando la pata realizando el amague de una cachetada...- pero.- la interrumpió antes de que su pata colisione contra la mejilla del macho.

-¿pero qué?-

-luego de que me des la cachetada que merezco, tú tendrás que recibir algo de mi parte, sin objetar eh.-

-¿¡que!? No, claro que no.-contesto ella con cierto nerviosismo, y es que Maumivu la ponía en ese estado, no sabía por qué o como, pero él era capaz de sacarle toda la seguridad que tenía con tan solo unas palabras.

-piénsalo princesa, no es tan malo, tú me pegas y yo te doy algo.-

-¿cómo puedo estar segura de lo que me darás no es la muerte misma?-

-ahí es donde entra tu confianza ¿confías en mí?-

De su garganta quería salir un enorme "No" decirle que no confiaba ni en el más mínimo cabello de su melena, ni en su tonta sonrisa burlona que en el fondo ocultaba la más hermosa y honesta sonrisa que sus ojos vieron, ni en su tan rara personalidad. No entendía él porque, si todo su cuerpo le decía que no debía de confiar en él, aun así levanto su pata y la estampo con un sonido hueco en la mejilla del pelirrojo. Después de eso bajo lentamente su pata hasta que quedó nuevamente en el suelo. Bajo su cabeza y cerro sus ojos, lista para recibir su desgracia, al menos le había dado su merecido antes de que le pregunten sus últimas palabras.

Sin embargo, lo que recibió no era lo que ella esperaba. Algo cálido la envolvió y la atrajo hacia adelante, al abrir los ojos se dio cuenta lo que estaba pasando, Maumivu la estaba abrazando. -perdóname, princesa.- ella se dejó abrazar.

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