Capítulo 12: El corazón del bosque
Los dos cachorros y los dos cervatillos se quedaron pasmados, pues aquella voz parecía haber salido de la nada y estar alrededor de aquel ambiente al mismo tiempo.
"¿De dónde ha salido esa voz?" preguntó Shany, "¿Esto es magia acaso?"
"Pues... un lugar como este solo puede ser magia" dijo Gurri, "Pero no sabíamos que existía, ¿tú, hermano?"
"No, papá nunca habló de este lugar" contestó Geno, "Y esa voz, tengo el presentimiento que.."
"¿Qué previene del árbol?" preguntó Dan antes de que su amigo terminara.
"Sí... ¿cómo lo supiste?"
"No sé por qué, pero yo también tuve el mismo presentimiento"
"Tal vez debemos acercarnos a verlo más de cerca..." propuso Shany, saltando a una de las piedras que servía de puente.
"Estoy de acuerdo" le apoyó Gurri, saltando a una de las piedras también, "¿Vienen chicos?"
Dan y Geno se miraron el uno al otro y, llenos de curiosidad también, siguieron a las chicas saltando de piedra en piedra, hasta llegar a la pequeña isla donde se encontraba el gran árbol. Luego de dar una vuelta alrededor, los dos cervatillos no encontraron nada extraño alrededor.
"No hay nadie..." dijo Gurri, "¿Fue nuestra imaginación?"
"La imaginación puede ser increíblemente poderosa, jovencita" dijo aquella misteriosa voz de nuevo, "Se dice que el ver es creer, pero las cosas más sorprendentes son aquellas que no podemos ver"
"¡Miren!" exclamó Shany, señalando arriba.
Esta pequeña excursión se tornada más asombrosa todavía: ¡el árbol tenía un rostro! Aparte de eso, las dos ramas que crecían a sus costados y parecían volver al mismo tronco central parecían dos brazos mientras que la pequeña protuberancia en el centro parecía una nariz. Por último, los helechos que crecían bajo el rostro daban la impresión de una gran barba.
"Es... es..." preguntó Shany, algo asustada, como Gurri.
Pero, por el contrario, Geno se quedó fascinado por ver aquello, mientras que Dan, presintiendo las buenas intenciones de aquel enorme ser, dio un paso al frente.
"¿Quién es usted?" preguntó, "Es, ¿un árbol que habla?"
El gran árbol comenzó a reír.
"Podría decir que sí y no" les dijo aun riendo, "No teman, no les haré ningún daño. Me llamo Arbor, y por milenios me han considerado como el espíritu del bosque y otros me conocen como el sabio del bosque. En un placer verlos a todos ustedes: Dan, Geno, Shany y Gurri"
"¿Nos conoce?" preguntó Shany, anonadada, "Wow, sí que es un sabio"
"Las raíces y la tierra me permiten conocer todo lo que está parado sobre ella. Claro que no puedo saberlo todo, por ejemplo, mis otros hermanos de seguro sabrían más que yo"
"¿Otros hermanos?" preguntó Gurri, movida por la curiosidad, "¿Hay más como usted?"
"Somos muy pocos en estos tiempos..." explicó Arbor, en un tono más melancólico (puesto que estaban hablando de familia), "Pero sí, existimos entre los demás árboles del mundo: algunos somos cerezos; otros, acacias; otros, saucos... una vez, existió una gran sabia que era un sauce"
"Y, ¿qué les pasó?" preguntó Geno.
"Como ya has visto, mi pequeño amigo, ninguna vida es eterna y en este mundo tarde o temprano, bajo el más ardiente sol o las más heladas nieves podemos extinguirnos. Sin embargo, hay algo quienes nos hacen desaparecer más rápido de lo que el piadoso tiempo lo haría..."
"Los humanos..." comprendió Dan, agachando la cabeza.
Shany, quien sabía que se lamentaba por ello, le puso una pata en su costado y le dijo:
"Tú no eres como los demás humanos, Dan"
"Tu amiga es tan sabia como un árbol, joven príncipe" le animó Dan, "Es cierto que los humanos nos talan, que nos hieren y nos matan; pero no nos confundamos: si pudieran vernos y escucharnos, entenderían su grave error antes de que el último árbol del mundo caiga"
"Entonces, ¿no pueden verlos u oírlos?" preguntó Geno.
"No, no pueden. Como dije, están ciegos y solo cuando el último árbol caiga, ellos por fin abrirán los ojos, solo para desear volverlos a cerrar y no estar condenados a ver y vivir en un mundo sin nosotros. Sin embargo, eso no está en todos..." dirigió su mirada a Dan, "Pues tú mi pequeño amigo, tienes la habilidad de llegar a los corazones de muchos, incluso al del bosque"
"Disculpe señor Arbor, pero no le entiendo"
"Como habrán notado, cada uno ha visto una visión de un remordimiento dentro de su corazón" explicó Arbor, "Pero, cuando lograron aceptar sus pérdidas y felicidades, y compartirlas como si fueran hermanos, las dos mariposas guías que mandé se dieron cuenta de que eran realmente buenos de corazón, empáticos por los demás y con un gran sentido de la amistad"
Dan y Geno se miraron el uno al otro sabiendo que realmente es así.
"En cuanto a ustedes, niñas" les dijo Arbor, "Sus convicciones por ayudar a sus seres queridos también les hace ser de buen corazón. No es casualidad de que los cuatro se encuentren hoy aquí: esto ya pasó con anterioridad"
"¿Ya pasó?" preguntó Geno.
Arbor señaló al lago y, casi saltando del susto, vieron a un ciervo adulto parado sobre el agua. Este, parecía también un fantasma o, mejor dicho, un espíritu. Obviamente, aquello sorprendió a todos excepto a Dan, pues el ya estaba casi acostumbrado. Sin embargo...
"¿Abuelo?" preguntaron los dos cervatillos hermanos, incrédulos.
Por un minuto, Geno tuvo el deseo de ir y abrazarle, pero a penas hubo dado un paso para entrar al agua también, lo que provoca que casi se hunda. Por fortuna, Dan le puso una pata para que no avanzara.
"Es un... ¿fantasma?" preguntó Shany, quien también podía verlo.
"En realidad, somos espíritus" respondió alguien más: una cierva adulta había aparecido al lado del abuelo de Geno, "Me da gusto verlos por fin, Geno... Gurri..."
"¿A-Abuela?" preguntó Gurri e, inconscientemente, también quiso acercarse.
"Ten cuidado, no des un paso" le advirtió su abuela, acercándose ella a los jóvenes, "Este lago solamente refleja nuestras almas: nuestro momento en el ciclo de la vida ya terminó..."
Al oír eso, los dos cervatillos se decepcionaron, como muchos se decepcionarían si volvieran a ver a un ser muy querido que haya fallecido, pero no pudieran más que hablar con su espíritu.
"Pero eso no quiere decir que no podamos vernos y hablarnos" les dijo el espíritu de su abuelo.
Y, obviamente, esto reconfortó el espíritu de los dos cervatillos.
"Hay alguien más que quiere hablar con ustedes..." les dijo el ciervo. Luego, se giró hacia Dan y Shany, "En especial con ustedes, cachorros de león"
"¿Quién?" preguntó Dan.
"Finalmente nos volvemos a encontrar" les dijo una tercera voz.
Dan entonces dio un pequeño grito de sorpresa: frente a ellos, había aparecido también Ahadi, el padre de Mufasa y quien le había llamado a aquel lugar en particular.
"¡Ahadi!" exclamó Dan.
"¿Le conoces, Dan?" preguntó Shany.
"Sí... es el rey Ahadi, me llamó en un sueño..."
"Oh..." dijo la cachorra, girándose hacia el espíritu del ancestral rey y haciendo una leve reverencia, "Es un honor conocerle, rey Ahadi"
"No necesitas llamarme rey o inclinarte, jovencita" le dijo Ahadi, "Yo ya no estoy vivo, y tampoco soy rey. Pero veo que eres una niña intrépida y de buen corazón, justo como era mi esposa, Uru"
Luego, se giró hacia Dan.
"Yo, como Dan, conocí al gran príncipe del bosque en mi época y nos hicimos buenos amigos" continuó, "Luego, cuando los humanos alteraron el ciclo de la vida, este tuvo que regresar a su hogar. Yo era príncipe en aquel entonces, pero mi amistad era mucho más valiosa que mi deber real. Entonces, decidí acompañarle a su tierra natal"
"Entonces, ¿esto ya ocurrió antes?"
"Sí, pero si piensas que todo terminará igual, Dan, no es así: Nada pasa del mismo modo dos veces. Sin embargo, hay muchas similitudes. Por ejemplo, Uru también me siguió sin que yo lo supiera... como tu amiga..."
Al escuchar aquello, Dan y Ahadi miraron a la cachorra, quien se había ruborizado un poco.
"Puede que sea el destino que el rey de las praderas y el gran príncipe del bosque se conozcan y se unan ante la amenaza al gran ciclo de la vida. Esta vez, ante la amenaza de la destrucción del bosque, ustedes cuatro se han reunido y, queremos darles un regalo que les ayudará..."
Antes de que explicaran cuál era el regalo, Simba y Bambi llegaron al lugar, buscando a los chicos. Para Simba fue impactante aquella escena, pero para Bambi aún más, pues con lágrimas en los ojos, se había encontrado con sus padres.
"Papá... Mamá..." musitó.
"Hola Bambi, has crecido mucho..." le dijo su madre.
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