Capítulo 5: El pasado y el presente, una reunión inesperada
"¿Dónde estamos?" preguntó asombrada Maya, "¿Qué lugar de las praderas es este?"
"No tengo idea" contestó Simba, quien junto con su hermana y primos iban casi siempre a explorar a todas partes, "Nunca había visto este lugar"
"No estamos en las Tierras del Reino" explicó Ono, dando un rápido pero minucioso vistazo alrededor, "Desde joven, las exploré varias veces, pero nunca vi este lugar"
"Pero vinimos a través de las Cavernas Nadembo" sugirió Haki, "¿Este lugar es subterráneo?"
"No, es la superficie" contestó la garceta, "Y la luz del sol lo confirma. Bueno, será mejor que le comunique de vuestro hallazgo al rey. Por ahora, regresemos y, cuando los reyes o la guardia del león lo exploren, podremos explorarlo mejor..."
Ono les llevó dentro de la caverna nuevamente, suponiendo que, si volvían a atravesar aquel arco, volverían a su reino. Sin embargo, Simba, Maya y Bambi estaban demasiado maravillados para moverse, aunque sea un poco. Una vez que consiguió hacer volver a Hanna, Salma, Dalila Milo y Haki, les llamó la atención a los demás, para que se apresuraran.
No obstante, apenas se los hubo dicho, cuando un repentino temblor sacudió el suelo bajo sus patas, haciendo que se tambalearan y perdieran el equilibrio.
"¡Un temblor! ¡Cuidado!", gritó Sam mientras trataba de mantenerse en pie. El suelo seguía temblando, y entonces ocurrió: un estruendo ensordecedor resonó en el aire cuando enormes rocas y escombros se desprendieron.
"¡Muévanse!" exclamó Haki, apartando a Salma y Dalila.
Todos consiguieron esquivar el derrumbe, escapando por los pelos. No obstante, las rocas habían caído en la entrada del túnel, sepultándola por completo. Cuando se despejó el polvo, Simba, Amira, Maya, Nabil, Bambi y Sam miraron con horror mientras el acceso que los había llevado a este lugar mágico quedaba bloqueado por el derrumbe.
"Hanna, ¿estás bien?" preguntó Bambi, tratando de hablar a través de las rocas.
"¡Estoy bien, Bambi!" exclamó su hermana desde el otro extremo.
"¡Niños!" exclamó la voz de Ono, "¿Cómo están ustedes? ¿están bien?"
"Todos lo estamos, no hay heridos" le dijo Maya.
"¿Haki?" preguntó Simba, "¿Podemos mover estas rocas?"
"Lo estoy intentando" respondió este, haciendo sonido de esfuerzo, "Uff, no se puede, son muy pesados. Necesitaríamos a tío Mako para esto, o a mi papá con el rugido"
"Oh, vaya... Esto... ¿pueden regresar por el túnel?"
"Sí, el derrumbe no alcanzó el túnel" respondió Ono.
"¿Pueden regresar y traernos ayuda para apartar estas rocas?" preguntó Sam.
"De acuerdo, ustedes esperadnos del otro lado, regresaremos a la Roca del Clan para traerlos" respondió Haki.
En el interior, Haki, Salma, Dalia y Ono se dieron la vuelta para regresar. Sin embargo, Hanna no quería regresar sin su hermano; cuando por fin consiguieron llevarle de vuelta, Ono le reconfortó:
"Calma, jovencita Hanna: Volveremos rápido. Lo prometo"
"Gracias señor Ono" respondió Hanna, "No solemos separarnos de esta forma y no quiero que nos metamos en problemas por esto"
"Descuida, si está con los demás, estará bien" comentó Dalila.
"Además, si debes preocuparte por alguien, deberá ser por Simba" dijo Salma.
"¿Y eso por qué?" preguntó la cervatilla.
"Porque su majestad le advirtió no meterse en problemas" terminó Ono, "Y creo que esta situación será un problema"
(Mientras tanto...)
El grupo que se había quedado fuera de la cueva, en aquel mundo extraño, prestaron atención hasta que las voces de sus amigos del otro lado desaparecieran. Luego, Sam preguntó:
"¿Y ahora qué hacemos?"
"Propongo que vayamos a buscar un lugar cercano a buscar refugio hasta recibir ayuda" dijo Amira.
"Supongo que podemos seguir la idea de Amira" dijo Nabil, "Busquemos tal vez... ¿una cueva?"
"De paso exploremos un poco" dijo Simba, "No todos los días estamos en un lugar como este, ¿verdad?"
"Te recuerdo querido hermano que, gracias a ti, nos estamos quedando en este lugar. A si que, tratemos de mantenernos juntos, ¿vale?"
"De acuerdo..." respondió Simba de mala gana.
El grupo avanzó por aquella región completamente diferente de todo lo que habían conocido en sus propias tierras. El suelo bajo sus patas era árido y rocoso, con una apariencia escarpada y quebrada. Grandes formaciones de rocas se alzaban en el paisaje, algunas de ellas erosionadas por el paso del tiempo, lo que les confería una apariencia rugosa y desgastada.
Las colinas ondulantes que se extendían ante ellos presentaban una mezcla de tonos terrosos, desde marrones profundos hasta tonalidades más claras y grises. El terreno era accidentado, con piedras y rocas salpicadas por doquier, lo que les obligaba a tener cuidado mientras avanzaban.
"Vaya, para ser un lugar oculto, no hay muchas plantas que digamos" mencionó Bambi.
La ausencia de vegetación era notable en aquella zona rocosa. No había árboles, arbustos ni hierba que pudiera suavizar la aspereza del paisaje. En cambio, las piedras y las rocas parecían ser los únicos habitantes de este terreno agreste.
"Oigan miren" señaló Maya, "Volcanes"
A pesar de la dureza del entorno, la belleza de la naturaleza se hacía evidente en cada formación rocosa y en la imponente vista de los volcanes distantes que expulsaban humo hacia el cielo.
"Woah, en las tierras del reino solo había un volcán, y estaba en las Lejanías" comentó Amira.
"¿Crees que haya animales aquí?" preguntó Nabil.
"No lo sé..."
"Oigan, ¿qué es eso?" preguntó Maya.
Todos levantaron su mirada: una figura alada atrajo su atención. Al principio, pensaron que se trataba de alguna especie de ave gigante, pero a medida que se acercaba, se hicieron conscientes de que estaban viendo algo que iba más allá de su imaginación.
"Parece un ave" dijo Simba curioso, al observar detenidamente la criatura que se acercaba, "¿Será Ono?"
"No, él debería estar de regreso a la Roca del Clan en estos momentos" dijo Amira, "Además parece más grande que cualquier ave en las Tierras del Reino"
"Y también en el bosque" comentó Bambi.
"No es un ave..." respondió Sam, cerrando los ojos por un momento y usando su sentido del olfato, "Es algo más grande y... ¿escamoso?"
"Agachémonos, en caso de que no sea amistoso" sugirió Nabil.
Así lo hicieron, ocultándose de unas rocas cercanas, lo suficientemente grande para cubrir también a bambi. Luego, mientras aquella criatura alada pasaba por sobre sus cabezas, pudieron visualizarla mejor: Tenía una envergadura impresionante, con alas que parecían extenderse mucho más allá de lo que cualquier ave podría. Su cuerpo era grande y delgado, con un cuello largo y una cabeza que recordaba a la de un reptil, con una especie de pico afilado. Su piel estaba cubierta de escamas de un color oscuro, con algunas manchas más claras en su pecho y alas. Mientras volaba, sus patas colgaban hacia abajo y parecían tener garras afiladas en sus extremidades.
La criatura se dirigió hacia una columna de montañas cercanas, y desapareció detrás de ellas. Cuando la zona estaba nuevamente despejada, el grupo pudo salir de su escondite.
"¿Qué clase de criatura era esa?" preguntó Maya, algo asustada.
"Algo es seguro: no era un ave" declaró Simba, "Ninguna ave que conocimos tenía ese aspecto"
"Oigan chicos, miren esto" les dijo Bambi, quien se había acercado a una bajada de piedra, mientras señalaba hacia adelante.
Ante ellos se extendía un paisaje asombroso y misterioso. Un campo de géiseres se alzaba ante ellos, creando una visión de vapor y agua burbujeante que parecía provenir de otro mundo. Los chorros de agua fría emergían del suelo y caían como breve lluvia sobre el terreno nuevamente.
"Vamos a ver de más cerca" sugirió Simba.
"Bien, estoy con algo de sed, así que creo que podemos acercarnos" le dijo Amira, "Sam, ¿puedes estar atento de que alguna otra criatura como la voladora la anterior?"
"Puedo intentarlo" respondió este, "No reconozco muchos de los aromas, es todo muy diferente"
"Yo te ayudaré" le apoyo Nabil, "Tu pon en marcha tu nariz y yo me encargaré de ver cualquier cosa extraña. También podemos turnarnos para beber un poco"
Todos de acuerdo, bajaron detrás de Bambi por la resbaladiza bajada de piedra. Los géiseres estaban desperdigados, algunos lanzando agua a alturas asombrosas, mientras que otros se mantenían tranquilos, listos para su próximo acto. Como no sabían cuando sería este, esperaron en el que tenían más cercano. Cuando el agua emergió, fueron recibidos por gotas tan puras y frescas como la de la lluvia.
"¡Esto es increíble!" exclamó Maya, mientras extendía su pata para sentir el agua fría que caía al suelo. Por su parte, Nabil observó cautelosamente el espectáculo, notando las burbujas que surgían antes de que un géiser entrara en acción.
"Nunca había visto algo así" murmuró.
Por su parte, Sam se sintió intrigado por el agua burbujeante y se acercó para beber de una de las fuentes, al lado de Bambi, quien ya estaba bebiendo de otra fuente cercana. El agua fría pareció revitalizarlos mientras lamían sus labios. Cuando finalmente estuvieron todos rehidratados, se pusieron en marcha con la siguiente parte de su travesía: buscar refugio. Sin embargo, no hubieron movido ni una sola pata cuando un movimiento les hizo alertarse.
"Díganme por favor que es más agua saliendo de los agujeros" suplicó Amira.
"No, es diferente..." percibió Simba, "¿Otro temblor?"
"No lo parece" dijo Sam tratando de enfocar el olfato, haciendo una mueca de repulsión por lo que percibía, "Pero, ¿qué es ese olor?"
Pero Bambi, quien también había percibido (ya que básicamente sería el segundo de mejor olor), reconocía ese aroma: su padre le había enseñado que era el olor desagradable, el de un depredador acercándose. Cuando estaba a punto de decírselo a los chicos, los pocos árboles cercanos empezaron a moverse y a escucharse los sonidos de esto cayéndose.
"¿Qué...?" empezó a preguntar Maya, pero su respuesta fue enseguida.
De entre los árboles, destruyendo y arrasando con todo, una bestia gigantesca y aterradora apareció: se movía en dos patas y su piel tenía un tono marrón claro, como si hubiera sido pintado por la misma naturaleza. Sin embargo, lo que más destacaba era una cicatriz roja que bajaba desde su ojo izquierdo hasta su pequeña garra izquierda. Ninguno de los cachorros había visto algo así antes. Para ellos, este coloso era simplemente un "depredador de grandes dientes filosos", lo cual era apropiado pues sus mandíbulas, armadas con dientes afilados como cuchillas, se movían con un poderoso rugido, y su mirada feroz revelaba una intensa determinación.
El grupo estaba pasmado pues, incluso habiendo conocido otros depredadores en el pasado, estos no eran nada comparado al que tenían enfrente. Todos empezaron a retroceder lentamente, pero aquel pequeño movimiento se interpretó como un intento de escape por parte del carnívoro y la respuesta de este fue un rugido. Sabiendo que era inútil el sigilo, el grupo empezó a correr.
Antes de que los cachorros y el cervatillo pudieran escapar del campo de géiseres, el depredador los superó y bloqueó su camino, exhibiendo sus formidables fauces. Afortunadamente para nuestros protagonistas, en ese preciso instante, un géiser hizo erupción con tanta fuerza que arrojó agua en los ojos, la nariz y la boca del depredador. Como le ocurriría a cualquiera, el ser sorprendido con agua de esa manera, de manera repentina, resultó sumamente molesto y le dificultó la respiración y la visión al depredador. Retrocedió, afectado por la molestia
"¡Ahora, corran!" gritó Simba, señalando a unas montañas más adelante.
Ninguno dudó en seguir la orden, ya que comprendían que debían alejarse de allí y mantenerse unidos antes de que el depredador se recuperara por completo. Entonces, el grupo se lanzó a la carrera por terrenos rocosos y áridos, con muy poca vegetación que ofreciera alguna forma de ocultamiento. Las patas de los cachorros y el cervatillo golpeaban las duras superficies mientras se esforzaban al máximo para poner distancia entre ellos y el depredador que los perseguiría en cuanto se haya recuperado. Pronto, se encontraron subiendo por un camino algo empinado.
Finalmente, llegaron a un gran e imponente muro de piedra, lo cual parecía el fin de su escapada. Mientras debatían por dónde debía rodearlo (por la izquierda o por la derecha), el sonido de un gran rugido les hizo alertar que el depredador se había recuperado finalmente y buscaba a sus presas potenciales.
"¡Aquí, rápido!" gritó Maya, señalando una entrada oscura entre las rocas.
Los cachorros y el cervatillo se apresuraron a entrar, desesperados por escapar de su implacable perseguidor. El sonido del depredador se hizo más fuerte, y pronto se escucharon sus pisadas pesadas y su rugido lleno de frustración.
"¡No se muevan ni hagan ruido!" susurró Simba, mientras todos se acurrucaban en la oscuridad de la cueva.
El depredador pasó cerca, olfateando el área, pero pareció perder su rastro momentáneamente. El grupo mantuvo la respiración y esperó en silencio, sintiendo cómo sus corazones latían con fuerza. Finalmente, después de lo que les pareció una eternidad, el depredador se alejó, rugiendo en señal de frustración por no haberlos atrapado. Sintiéndose seguros de que el peligro había pasado, los cachorros y Bambi dejaron escapar suspiros de alivio y asomaron sus cabezas tímidamente fuera de la cueva. Habían escapado del depredador, al menos por el momento.
"Su olor se debilita, creo que la zona es segura" comentó Sam luego de un breve momento"
"Puede que esté cerca aún" les dijo Maya, "Propongo que nos quedemos unos minutos más. Además, estábamos buscando un lugar para refugiarnos"
"Si, pero... no sé si podamos regresar por donde vinimos..." comentó Amira, "Y si ese... depredador sigue por ahí, lo tendremos complicado"
"Y con toda la corrida..." dijo Nabil jadeante, "Estoy agotado... quisiera otra vez un poco de agua"
"Simba, ¿A dónde vas?" preguntó Bambi, alertando al resto: Simba miraba hacia el interior de la cueva.
El cachorro de león parecía otra vez motivado por una energía extraña en su pecho, como si algo en su corazón le llamara a la aventura, precisamente hacia el interior de aquella cueva, ¿qué era aquello que había sentido? ¿por qué quería que le condujera allí?
"Oigan, ¿las cuevas no deberían ser más oscuras?" preguntó Sam, dándose cuenta a dónde miraba Simba.
Era cierto, por algo las cuevas eran el refugio de murciélagos, topos u osos hormigueros en su mundo (sin mencionar que la manada de Simba dormía en la cueva de la Roca del Clan). Pero, por alguna extraña razón, había aire que corría a través de aquella cueva, y no venía de la entrada por la que habían ingresado, sino que procedía del fondo de la cueva, como si hubiera otra salida allí.
"No sé por qué, pero estas cuevas misteriosas me llaman la atención" les dijo Simba, "¿Qué tal si exploramos un poco?"
"Te recuerdo que llegamos a esta tierra por un túnel que descubrimos" le recordó Amira, "No sé si sea buena idea ir por otras cuevas misteriosas"
"Estoy de acuerdo" dijo Nabil, "No sabemos que podemos encontrar allí"
"Yo si quiero ir a ver" dijo Sam, "Percibo algo bueno al final del túnel, y no tiene nada que ver con el olor"
"Es cierto, mejor continuar que quedarnos aquí" se incluyó Maya.
"Además, tenemos 2 opciones" incluyó Bambi, "Quedarnos cerca del agujero por el que seguramente ronda ese depredador o avanzar a ver si podemos hallar otra salida"
"Bueno, desde ese punto de vista, no tengo nada que decir" dijo Badil.
"Yo tampoco, solo espero que realmente sea seguro" le apoyó Amira.
Los jóvenes exploradores avanzaron con cautela por la misteriosa cueva, sorprendidos por la luz que iluminaba el interior de las rocas... era casi como si el sol encontrara un camino para filtrarse a través de las paredes. Además, el aire fresco fluía por la cueva, lo que podía sugerir que podría estar conectada con múltiples salidas.
Mientras continuaban su exploración, llegaron a una zona donde varios agujeros se abrían en las paredes de la cueva. Los sonidos que emitían estos agujeros creaban un eco misterioso que llenaba el lugar con un susurro inquietante.
"Miren estos agujeros, parecen comunicarse entre sí", comentó Simba mientras se inclinaba hacia uno de los agujeros, "Como en las Cavernas Nadembo"
"Sí, es como si formaran un laberinto subterráneo", añadió Amira, "Aunque son mucho más pequeños"
Los cachorros empezaron a experimentar con los agujeros, haciendo ruidos y escuchando los ecos.
"¡Eco!" gritó Nabil, disfrutando del efecto de su voz que resonaba por la cueva en varios: "¡Eco, eco, eco!"
"¿Hola?" preguntó Bambi con un bramido, y la cueva resonó con varios: "¿Hola, hola, hola?"
Pero entonces, mientras jugaban con los ecos, comenzaron a escuchar voces que venían del otro lado de una entrada de cueva, cubierta casi totalmente con piedras. Solo había un pequeño espacio por el que alguien podría meter la cabeza, y por allí provenían las voces.
"¿Escucharon eso?" preguntó Maya, frunciendo el ceño, "No son nuestros ecos"
"Guardemos silencio, para escuchar lo que dicen" sugirió Amira
Los cachorros se quedaron en silencio, tratando de escuchar con atención. Las voces hablaban en el mismo idioma que los cachorros y Bambi, pero no entendían lo que decían. Sonaban emocionadas y enérgicas.
"¿Pueden entender lo que están diciendo?" preguntó Simba a Sam, ladeando la cabeza con curiosidad.
El perro se acercó aún más al agujero y escuchó atentamente.
"Les dijo que he odio voces en las Cavernas Secretas" dijo una voz masculina.
"¿Voces?" preguntó una segunda voz, algo asustada y pequeña, "¿En las Cavernas Secretas?"
"Sí claro, no sería la primera vez que imaginas cosas" dijo una tercera voz, al parecer, femenina, "¿Ya recuerdas cuando soñaste con aquel 'Cuellolargo aterrador'?"
"Cera, no es bueno que molestes a Mordelón con eso: no, no, no" dijo una cuarta voz, un poco más pequeña y aguda. Seguida por un sonido de incomprensible, como un gesto de un quinto individuo.
"Gracias, Ducky" dijo la primera voz nuevamente (aparentemente de Mordelón), "Tú también me crees, ¿verdad Ruby?"
"Bueno, Mordelón... te creo, pero será mejor que nos aseguremos" dijo una sexta voz (como decían, de Ruby).
Los cachorros y el cervatillo escucharon aquellas palabras preguntándose si serían amigos o enemigos. Simba, curioso de saber que tipo de criatura eran (por que solo había visto al depredador y no era para nada amigable), se acercó hacia aquella entrada semi bloqueada, agachándose debajo de la abertura, listo para sorprender a quien se acercara.
"Vamos Pie pequeño, dale un vistazo y avísanos si es seguro" instó la voz de Cera.
"Bien, aquí vamos..." dijo una última voz.
Fue demasiado increíble ver la cara de sorpresa de Simba cuando se cruzó con la cara de otro dinosaurio, de gran nariz y ojos marrones, exclamando con la misma sorpresa que el cachorro de león mostraba.
"¡Aaaaaaaaaaaaaah!" gritaron al unísono
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