Capítulo 2: Arbor y la última tortuga gigante
(Mientras tanto...)
Los jóvenes, habiéndose retirado de la reunión de los adultos en el claro, se internaron aún más en el majestuoso bosque, que se extendía como un tapiz de esmeraldas en todas direcciones. Los árboles, con sus ramas entrelazadas y copas densas, formaban un dosel verde que filtraba la luz del sol, pintando un mosaico de sombras danzantes sobre el suelo cubierto de hojas secas y musgo suave. El grupo avanzaba con cautela por el bosque, con sus pasos silenciados por el susurro del follaje (bueno, más que todo de los cervatillos).
Los senderos serpenteantes se abrían paso entre la maleza, invitando a los viajeros a adentrarse en un mundo lleno de misterio... cosa que empezó a preocupar a Amira.
"Este lugar es un poco oscuro..." comento ella.
"¿Seguros que es por aquí?" preguntó Ono, "No veo nada sorprendente"
Bambi y Hanna, quienes les estaban guiando, se detuvieron en seco.
"¡Aquí!" exclamó el cervatillo macho, señalando de frente.
El resto miró al frente y vieron lo que no esperaban: dos mariposas, una de color amarillo-dorada y otra celeste con algunas manchas verdes estaban posadas en el tronco de un viejo árbol.
"Vaya... qué bonitas" comentaron Maya y Amira, acercándose junto con Hanna.
"¿Esas mariposas tienen algo en especial?" preguntó Simba.
"Bueno, son una variedad muy rara de mariposas" dedujo Ono, "Casi no se ven"
"Sí, también este lugar es algo... inhabitable, pero ellas resaltan con sus colores" opinó Nabil.
"Y yo no puedo verles los colores" dijo Sam, moviendo la nariz, "Pero olfateo algo interesante... algo fuera de lo normal... casi mágico"
"Sí, esas mariposas son las guías" comentó Bambi, "Pero no sabemos cómo entrar: papá siempre abre el camino, pero ahora..."
Ninguno de los presentes tampoco sabía qué hacer, Simba se sintió muy impaciente por saber cómo llegar al corazón del bosque que sintió una pequeña sensación de calor en su pecho.
"No veas u oigas con tus sentidos; usa el corazón, ábrelo a tu imaginación..."
"¿Eh?" se preguntó, pensando en quien era esa voz. Miró de un lado a otro, pero sus amigos estaban aún preguntándose cómo llegar.
"Bien, aquí voy..." pensó mientras cerraba los ojos y respiraba profundamente.
En su interior, el corazón del cachorro de león latía con tranquilidad, mientras que, en su mente, trataba de visualizar aquellas mariposas, más allá de lo que realmente parecían. Al mismo tiempo, las dos mariposas habían levantado vuelo y revoloteaban alrededor del grupo, quienes se habían quedado callados al ver aquel extraño comportamiento.
Finalmente, ambas mariposas se volvieron a posar sobre aquel viejo árbol y liberaron una misteriosa luz que les hizo cerrar los ojos a todos los demás. Cuando todos los abrieron, los cachorros, el mandril y el perrito se quedaron boquiabiertos al ver lo que había frente a ellos.
"¡Hapana!" exclamó Ono.
Había niebla, que rápidamente se disipó al entrar el grupo al lugar. Cuando uno llega allí... es casi imposible no quedarse hipnotizado por resplandor del gran lago que ocupa el centro de esta tierra mágica. Las aguas cristalinas, alimentadas por tres ríos serpenteantes que fluyen desde los rincones más recónditos del bosque, reflejaban la luz del sol de manera deslumbrante, creando un espectáculo de colores danzantes que ni los mejores artistas humanos pudieran pintar.
"¿Tú lo abriste?" preguntó Bambi a Simba, "Te vi cerrando los ojos"
"Em... creo que sí" respondió el cachorro, "Pero aún no sé cómo"
A lo largo de la orilla del lago, la fina y suave arena se extendía en una alfombra dorada, mientras las olas besan suavemente la costa, se escuchan melodías susurrantes que invitan a cualquiera a que se aventure en sumergirse en este mundo de maravillas a sentir la caricia de la naturaleza en cada paso.
Sin embargo, la verdadera joya de este lugar se encontraba en una pequeña isla en el centro del lago. Una serie de piedras, como guardianas silenciosas, formaban un puente natural que invita a los valientes a cruzar de un salto a otro. Mientras que, en el corazón de la isla, majestuoso y antiguo, se yergue un gran árbol. Su copa, frondosa y generosa, parecía tocar el cielo y sus ramas se entrelazaban formando figuras caprichosas en el aire. Bajo su sombra, un resplandor misterioso baña el suelo, creando un halo de misticismo que parecía tener vida propia.
"Wooooaaaaah!" exclamaron los invitados al ver aquel lugar, donde parecía que la magia entrelazaba con la naturaleza.
"¡Sígannos!" les gritó Hanna, despertándolos de su sueño pues, como dije, uno se quedaría hipnotizado por el escenario. Ella y Bambi estaban sobre la primera piedra del puente.
"Tened cuidado al saltar" indicó Ono, ayudando a los cachorros a pasar, "Recuerden, las cuatro patas sobre la piedra"
Así, de piedra en piedra, el grupo se aproximó hacia el gran árbol de la isla en el centro del lago. Pero, cuando estuvieron en el último tramo de piedras notaron algo extraño: normalmente había una sola piedra grande al final, lo suficientemente grande para ayudar a descansar a los viajeros... solo que esta vez había dos... ¿Cuándo llegó la otra? De cualquier forma, su grupo era un poco grande, así que Maya, Sam y Simba se sentaron sobre aquella roca tan extraña mientras que Bambi, Hanna, Amira y Nabil se sentaron en la otra.
"Vaya extraño árbol" inquirió Ono.
"¡Arbor!" gritó entonces Bambi, "¡Mira, trajimos amigos!"
Los recién llegados no sabían a quién le había hablado hasta que, para su sorpresa, el árbol empezó a moverse mientras una cara se mostraba en él. Sin embargo y a pesar de que los jóvenes visitantes se sintieron asustados al principio, algo en el ambiente les susurraba que no tuvieran miedo.
"Vaya, vaya... la nueva generación" exclamó el árbol en tono jovial, "No se preocupen niños, los reyes de las praderas ya me conocieron cuando tenían vuestra edad"
"¿En serio?" preguntó Ono, "¿Conoció al rey cuando era cachorro?
"Por supuesto Ono"
"¡Hapana! ¿sabe mi nombre?"
"No es de extrañarse, conozco el de todos ustedes" luego, se volvió hacia todos los pequeños, "Simba, Amira, Nabil, Maya y Sam. Y aquellos que no pudieron acompañarnos hoy son Salma, Dalila, Milo y Haki, ¿no me equivoco?"
"Pero... ¿cómo...?" preguntó Simba.
"Los árboles y el resto de naturaleza estamos conectados, recibo todo tipo de noticias pues, como sabrán, hay tierra por todas partes... Y también he escuchado una reciente conversación... Sam, acércate por favor"
El cachorro entró en duda por un momento pues una parte de él pensó que le lastimaría por... bueno, por ser un perro. No obstante, una vez estuvo más cerca, aquel pensamiento se borró completamente cuando Arbor dejó caer un par de hojas sobre sus ojos. Luego de unos segundos, las hojas se cayeron naturalmente.
"¿Cómo te sientes?" preguntó el gran árbol.
"Puedo... ¡puedo ver los colores!" exclamó el perrito, mirando alrededor, "Las hojas verdes, el agua azul, y mis amigos... ¡Muchas gracias, señor Arbor!"
"Tranquilo Sam, tómatelo con calma" le tranquilizó Ono, quien ya tenía experiencia en esto, "Ya tendrás tiempo para ver todo lo que quieras. Increíble... yo tuve que tardar mucho en el árbol de la vida..."
"El árbol de la vida es otro de mis hermanos" aclaró Arbor, "Es uno de los más poderosos, pero con el defecto que no puede hablar ni moverse, aunque puede comunicarse con quien entre a su corazón... Bueno jóvenes de la siguiente generación, les rogaría por favor que se bajaran de allí, Ismena ha viajado por muchos lugares y necesita descansar un poco"
"¿Ismena?" preguntó Simba.
"¡Simba!" exclamó de repente Ono, "¡Mira debajo!"
Cuando apenas decía 'debajo', se mostró saliendo del agua, una cabeza larga y reptiliana, revelando una criatura marina. Eso tenía sentido: ¡no era una roca extraña! ¡era un caparazón! De la impresión, Simba, Amira y Sam resbalaron.
"Vaya perdón..." dijo la tortuga, volviéndose a sumergir. Al segundo siguiente, reapareció colocando su caparazón debajo de los tres cachorros, "No sabía que alguien descansaba sobre mi caparazón... ¿por qué no me despertaste, Arbor?"
"Mi señora Ismena" se excusó Arbor, "Descansaba tan plácidamente que no quería despertarla"
"¡Hapana! ¡Una tortuga gigante!" exclamó Ono, "Recuerdo que Kongwe me habló una vez de ellas, ¡pero no creí ver una nunca!"
Luego, Ismena ayudó a Simba y Maya bajar a la otra roca.
"¿Conocen a mi sobrina-nieta lejana, Kongwe?
"¡¿Se conocen?!"
"Todos los reptiles estamos emparentados en el gran Círculo de la Vida" explicó Ismena, "En realidad, no sabemos si tenemos parientes que nos relacionen, somos algo así como viejos amigos"
"Vaya, deben ser muy... muy viejos amigos" comentó Bambi, riéndose, "¿Cuántos años tiene, señora Ismena?
"Mis queridos, una de las reglas más viejas en este mundo es nunca preguntarle a una señora su edad"
Todos se rieron ante ese comentario. Luego, Nabil preguntó:
"Al menos, ¿puedes darnos una idea?"
Ismena murmuró, pero luego dijo:
"Bien, digamos que yo ya era vieja cuando Arbor apenas medía lo de ustedes"
"¿Eres tan vieja como el lago?" preguntó Amira.
"Podría decirse..."
"Woah, ¿estás desde el principio de todo?" preguntó Maya.
"No, no exageremos" corrigió Ismena, "La vida en este mundo comenzó mucho más antes que este lago, que este bosque o las praderas"
"¿Cómo empezó la vida? ¿tú lo sabes Ono?" preguntó Simba por curiosidad.
"Lo siento, pero esa pregunta escapa de mi conocimiento" respondió Ono.
"Es cierto" respondió jovialmente Ismena, "Tú eres de una generación aún joven. Pero si quieren que les cuente como comenzó todo, acompáñenme a la orilla del lago, así no tendrán que estar sentados en las incómodas rocas"
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