Capítulo 13: Los frutos del Valle Secreto

(Mientras tanto...)

Ono escudriñaba la zona conocida por los dinosaurios como 'El Misterioso más allá' y no tenía buenas impresiones de aquel lugar:

En primer lugar, el paisaje estaba bastante accidentado, cada detalle del terreno era percibido sus ojos agudos. Grandes formaciones rocosas, algunas erosionadas por el paso del tiempo, se intercalaban con la vegetación rara y escasa. La tierra se extendía en su belleza árida y antigua, con colores que iban desde tonos terrosos hasta ocres. Entre las rocas, se podían observar grietas y fisuras que habían sido moldeadas por la acción de la naturaleza a lo largo de eras. Árboles prehistóricos de tamaño mediano con hojas exuberantes, pero diferentes de los que podrían encontrarse en la actualidad. Se podía notar la presencia de pequeños arroyos y charcos.

En segundo lugar, y para mala pata, un poco lejos de la posición en la que se encontraba Shany, entre un par de Diente-Afilados con cuernos merodeaban, escudriñando en busca de presas pequeñas. Los depredadores, con sus cuernos intimidantes y posturas amenazadoras, representaban una seria amenaza para cualquier criatura que se cruzara en su camino, por pequeña o grande que sea. Sin perder el tiempo, Ono regresó volando hacia Shany.

"Majestad, debemos tener cuidado" advirtió Ono, "Hay un par de carnívoros de los que vimos, solo que con cuernos. Están algo cerca, buscando presas. Además, el camino es bastante agrietado, con solo las rocas para cubrirla a usted"

La tensión en el aire aumentó, y Shany asintió con determinación.

"Gracias, Ono" respondió ella, "Debemos ser cautelosos. Busquemos un camino que nos lleve al encuentro de Dan sin atraer la atención de esos depredadores. Iré por las rocas. Tú ve por el aire y dame una señal en caso de que me acerque demasiado a ellos"

Ono obedeció y volvió a alzarse al aire. Shany, por su parte, empezó a moverse con discreción, mayormente entre las rocas y ocasionalmente sobre estas; para ello, la velocidad y habilidad felina eran indispensables.

(Mientras tanto...)

El grupo del pasado y el presente estaban frente a un derrumbe que bloqueaba el camino a través de otro túnel.

"¡¿Otro derrumbe?!" exclamó frustrada Maya, pues ya el primero les había dejado atrapados en el pasado.

"Si colaboramos todos juntos seremos capaces abrir el camino" los animó Cera, "Pudiera pedirle ayuda a mi papá, pero si supiera lo que pensamos hacer..."

"Nos quedaríamos castigados hasta que tengamos su tamaño" respondió Pie pequeño, "Venga, a ponerse en marcha"

"¿Por qué el camino está bloqueado?" preguntó Bambi, "¿Acaso el lugar no debería estar repleto de frutos que alejan a los Diente-Afilado?"

"De verían haber" dijo Mordelón, "Casi puedo imaginar que los estoy oliendo"

"Bueno, la verdad es que..." musitó Ducky, "Cuando lo encontramos, nos comimos muchos..."

"Estar deliciosos..." comentó Petrie (y Spike asintió con su cabeza, relamiendo el olor), "Pero nosotros no saber que eran tan importantes"

"Y como nos comimos bastantes, luego los Diente-Afilado podían pasar por aquí" terminó Ruby.

"Entonces... ¿cómo llegamos al Valle Escondido?" preguntó Amira.

Milo se acercó a los costados y tanteó con su bastón algunos espacios donde las rocas parecían sueltas o ligeras, cuando este se atoró, Simba y Bambi le ayudaron a sacarlo.

"Gracias chicos..." dijo, volviendo a ver donde su bastó se hubo atorado, "Creo que por aquí hay un pequeño espacio que podemos mover, pero está aún con varias piedras..."

"No hay problema" presumió Cera, "Déjenmelo a mí. Observen"

Los chicos se apartaron y Cera retrocedió a una distancia prudente. Luego, sin previo aviso, se lanzó contra el muro de rocas, impactándolo con su poderosa cabeza y cuernos. Gracias a aquella sacudida, varias rocas se desprendieron, y casi caen sobre la misma Cera, pero por fortuna, Pie Pequeño le apartó justo cuando una piedra casi le cae en la cabeza.

"¿Te encuentras bien, Cera?" preguntó este.

"No era necesario que me ayudaras" le dijo Cera, "Mi cabeza es más resistente que la de un Cuello-Largo"

"Fuerte sin duda" señaló Petrie, al casi agujero que Cera logró despejar.

"Bien equipos, aún debemos quitar más piedras" dijo Simba, "¡Vamos!"

Con aquel ánimo, tanto los jóvenes del pasado y los del presente se pusieron a apartar las rocas en equipo, apoyándose mutuamente. Finalmente, terminada su labor, consiguieron abrir un semi-agujero por el cual asomó su cabeza Pie Pequeño.

"Bien chicos" dijo dando un vistazo rápido, "No hay diente-afilados a la vista"

Bambi era increíblemente delgado, así como Milo. Por otro lado, Simba, Amira, Sam, Maya y Nabil eran también bastante flexibles para poder atravesarlo. Sin embargo, el pequeño problema eran los dinosaurios: Petrie, Ducky y hasta Mordelón podían pasar sin mucha dificultad, pero con Ruby, Cera, Shorty, Pie Pequeño y, sobre todo, con Spike que todos tuvieron que empujar y jalar a sus amigos para que todos entraran.

El recorrido por la cueva no era tan largo como el de la entrada del Gran Valle y, al minuto siguiente, se encontraron en una pequeña pero hermosa zona rodeada de grandes muros de rocas, con un pequeño río que fluye desde uno de los muros y, en lugar de grandes árboles cubiertos de grandes hojas, había palmeras de tamaño mediano, con frutos de color amarillo. Al extremo opuesto del lugar, un angosto cañón con paredes altas y escarpadas se extendía, al cual los conduciría al 'Misterioso más allá'. Las paredes del cañón eran altas y escarpadas, creando una sensación de intriga y desafío para aquellos que contemplaban la entrada.

"No parece un lugar para que sobreviva toda una manada..." comentó Amira, dándose cuenta del tamaño del lugar y recordando lo enormes que son los adultos dinosaurios.

"Nadie lo visita, desde que nosotros lo encontramos. No, no, no..." dijo Ducky.

"Oigan" les avisó Sam, moviendo su nariz, "¿A qué huele?"

"Son los frutos del Valle Secreto" dijo Mordelón quien, por el contrario, trataba de taparse su nariz, "¡Puaj! No sé cómo no les puede marear ese olor"

"¿Te sientes bien?" preguntó Bambi, también tratando de olfatear, "A mí no me pasa nada, ese olor no parece tan fuerte"

"Yo lo huelo un poco fuerte" percibió Maya, "Pero no tanto"

"Y yo también" comentó Nabil.

"Creo que ya se lo que pasa" dedujo Ruby, "Mordelón es un Diente-Afilado, por eso no le gusta el olor, y Bambi es herbívoro, por eso no huele nada y los demás apenas lo perciben"

"Supongo que están acostumbrados a los frutos también" dijo Simba.

"Bueno, patas a la obra" dijo Pie Pequeño, "Recolectemos los frutos y vayamos a ayudar a nuestros papás"

"Es cierto, debemos hacerlo rápido" dijo Shorty, "Deben estar acercándose a los Diente-Afilado"

"Poder llevar frutos si controlar a Spike de comerlos" aclaró Petrie, señalando a Spike quien ya estaba acabando con uno.

"¡Spike, alto!" exclamaron todos.

Una vez logrado detener a Spike (a pesar de que este se había comido un par de frutos), todos juntaron la mayor cantidad de frutos posibles (Mordelón tuvo que alejarse un poco, pues el olor era un poco más fuerte para él). Sin embargo, aún era una pequeña cantidad.

"¿Ser todos los frutos que habían?" preguntó Petrie

"Sí..." respondió Pie Pequeño, algo desanimado, "Vaya, me gustaría haber sabido de los frutos antes, y no haberlos comido"

"No fue tu culpa Pie Pequeño" le animó Cera, "Ninguno de nosotros lo sabía"

"No hay problema, podemos hacer que crezcan más" resolvió Milo, tomando los restos de los frutos que había mordisqueado Spike y abriendo una de las calabazas de su báculo.

"¿Qué estás haciendo?" preguntó Ruby.

"Mezclando las semillas con un néctar especial que me dio mi maestro"

"¡Es cierto!" exclamó Amira, entendiendo lo que Milo hacía, "Con las semillas crecen nuevos árboles"

"¿En verdad poder hacer eso?" preguntó Petrie, asombrado.

Milo mezcló las semillas y dejó caer la mezcla en tierra cercana al río.

"Listo, en una semana o más, deberá haber nuevos árboles" dijo.

(Mientras tanto...)

Desde la cima de una roca levada, Dan estaba dando un vistazo, siendo elevado a esa altura gracias a la ayuda de Bron. Desde aquella posición, el león observaba un panorama desolador y agreste. El terreno era un extenso páramo, con rocas de gran tamaño dispersas irregularmente, rocas se con una buena distancia entre ellas, lo que ofrecía poca cobertura para cualquier criatura que buscara esconderse y, por tanto, aumentaba el riesgo de ser avistado por depredadores acechantes.

Detrás de este terreno, casi imposible debido a que Ono no estaba con ellos, se apreciaba rastros de un terreno rocoso y accidentado, con grietas en el suelo serpenteadas como cicatrices testimoniaban la fuerza de terremotos previos, el terreno desigual y las grietas en el suelo añadían una complejidad adicional, haciendo necesario elegir cuidadosamente cada paso para evitar accidentes. Y precisamente eso era lo que Dan temía: ¿qué pasaría en caso de otro terremoto?

La buena noticia era, por palabras del propio Bron, que después de aquel terreno accidentado, llegarían a un cañón que llevaría en poco tiempo al Gran Valle. La mala, era que, no muy lejos de allí, se divisaban las figuras imponentes de dos Diente-Afilados cornudos, uno acechando por el lado este y otro del lado oeste.

De nuevo, con la ayuda de Bron, descendió hacia donde sus compañeros le esperaban, comentándoles lo que había visto.

"No podemos hacer mucho" dijo Geno, "Ya no hay espacio suficiente para ocultarnos"

"Lamento contradecirlos, pero..." les dijo Bron para su sorpresa, "Ustedes aún pueden ocultarse, yo soy el que no se puede esconder"

"Un momento, ¿acaso planeas ir tu solo por campo abierto? ¡Te atacarán!"

"Si es lo mejor que puedo hacer por mis amigos..." comentó Bron.

"Gracias por considerarnos tus amigos, Bron" le interrumpió Dan, "Pero como amigos, no dejaremos que te pongas en riesgo: tu hijo te necesita, eso lo entendemos muy bien. Encontraremos otra forma, u otro camino"

"O una forma de escapar rápidamente" advirtió Koda, señalando detrás de ellos, "Creo que ya somos presa fácil"

Todos giraron para ver a qué se refería: allí, subido a una roca, estaba un Diente-Afilado Cornudo, observando fijamente a sus potenciales presas, antes de rugir para alertar a sus compañeros de caza.

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