Capítulo 16: Lucha por la libertad

Todos los animales estaban ahora libres... pero, antes de poder salir, el horrible grito del Kasai, el buitre, sonó por encima de sus cabezas. Además, el grito de uno de los cirqueros se oyó:

"¡Tenemos un problema! ¡Se escapan de nuevo! ¡Y esta vez todos!"

Ante ese grito, los animales se pusieron nerviosos, pero Dan ya estaba listo para aquella situación:

"¡Corran, a la puerta principal!" les dijo, "¡Sam, Ono... llévenlos!"

"¡Entendido, majestad!" respondió Ono.

"Entendido, señor Dan" asintió Sam. Luego, se dirigió a los animales, "¡Seguidnos!"

Mientras los animales corrían, Simba no quería moverse de su padre.

"Simba, ve con los demás, me encargaré de esto" le dijo Dan.

"¡No papá!" respondió Simba, "No quiero que tú también salgas herido"

"Simba... si algún día te convertirás en rey, tienes que saber que proteger a los demás es tu principal valor: el pueblo no sirve al rey, el rey es el que cuida al pueblo así como a sus seres queridos, ¿entiendes?"

"Pero papá..."

Los humanos estaban despertando y se empezaban a acercarse.

"Milo..." le dijo Dan, dirigiéndose al niño humano, "Por favor, llévate a mi hijo y sus amigos y salgan de aquí cuanto antes. Simba... te prometo que te veré luego"

Milo, a quien nunca en la vida le habían dicho 'por favor', aceptó de inmediato y, tomando a Simba (pues este no quería separarse de nuevo de su padre) corrió a la salida junto con los demás animales. Por su parte, Dan se quedó frente a frente con los cirqueros. No obstante, estos empezaban a notar un problema...

"¡Hey! ¡No hay munición!" gritó uno.

"Bien hecho Ono..." se dijo Dan en su mente.

El plan era que, mientras él y Sam sacaban a los animales, Ono escondiera las municiones de las armas. Aunque el plan había salido bien, solo se había quedado cortos de munición: aún tenían algunas.

"¡No importa! ¡Duerman o maten al león!" gritó el tal Sharp, "¡Y atrapen a los demás!"

Empezaron los disparos hacia Dan: el rey león tuvo que moverse rápido esquivando las balas y dardos y protegiéndose con objetos (como carros, barriles y otras cosas). Cuando otro grupo intentó ir con los animales, se sorprendieron al ver que el mismo león les bloqueaba.

Dan les rugió y, a pesar de que no era el poder del rugido ancestral, el viento que provocó fue lo suficientemente fuerte para arrojarlos contra unos barriles. Pronto se dieron cuenta de que aquel león no les permitiría llegar con los demás animales. Pero, lo que no veían (debido de su corazón de malicia, codicia y vanidad) era que, cada vez que rugía, el aura blanca aparecía.

Era obvio que Dan usaba sus poderes. Además, había aprendido a usarlos con menos desgaste al rugir. Sin embargo, aún esto agotaba sus fuerzas. Pronto, se vio superado pues había más de lo había pensado y los que habían sido derribados se volvían a levantar.

"¡No dejen que se escape!" les amenazó Sharp, "¡Puede ser la mayor atracción del circo! ¡Atrápenlo o ustedes sufrirán las consecuencias!"

Dan se estaba agotando rápidamente.

(Mientras tanto...)

Los demás habían llegado a la puerta y, luego de que Sam abriera el candado, Milo empezó a empujar para sacar a los animales de allí. Sin embargo, el indeseable de Kasai se lanzó en picada, hiriendo el brazo del niño.

"¡No les dejaré escapar!" atacó.

Pero Simba, ya cansado de ese pajarraco, se lanzó antes de que volviera a lastimar a Milo, haciéndole caer y forcejeando ambos en el suelo. No obstante, Kasai tenía mayor tamaño y fuerza que el cachorro y pronto le tomó del cuello.

"¡Déjalo!" gritó Maya, lanzándose y arañándole el rostro.

Kasai soltó a Simba y le lanzó un aletazo a la cachorra. Ante esto, Sam, Badil y Dalila también le apoyaron, pero fueron golpeados con las fuertes alas del pájaro.

"Niños malcriados..." les dijo Kasai, teniéndolos dominados.

Pero, sin que se lo esperaba, Milo le arrojó una piedra que le dejó atontado. Con apenas consciencia, se lanzó en vuelo una vez más contra el niño, pero este le esquivó y, sin controlarse, impactó contra unos barriles que contenían fuegos artificiales. Estos cayeron aplastando y atrapando al buitre.

"Maldito niño humano..." se quejó Kasai, intentando levantarse, pero era en vano.

"Uff, muchas gracias, Milo" le dijo Simba, una vez a salvo.

Una vez todos juntos, lograron abrir las puertas y sacar a los animales.

"Yo los llevaré a un lugar seguro, como planemos" les dijo Ono, "Debemos ir con cuidado"

Mientras todos los animales estaban siendo guiados, Simba se paró debido a que su padre no regresaba. Teniendo muchas dudas, regresó al circo y, al ver eso, sus amigos (incluyendo a Milo) regresaron.

(Por su parte...)

Dan estaba dando todo de sí: mantenía a raya a los hombres con sus rugidos y habían agotado todas sus municiones, pero estos se negaban a creer que fuera un acto de magia. Sin embargo, también el león jadeaba pues, sus poderes también le agotaban.

Para empeorar las cosas, los humanos empezaban a usar antorchas encendidas (pues ya no había munición) para contener un solo león. Era un grupo de 6 contra 1 y Dan estaba casi al límite. Poco a poco, empezó a ser acorralado.

"¡Papá!" dijo su Simba, corriendo hacia él.

Simba llegó a su lado y Dan no podía creerlo.

"Simba..." le dijo jadeando, "Te dije que huyeras..."

"No papá" le respondió este, "No quiero dejarte solo. Es mi culpa de que estés aquí y quiero que regresemos juntos"

Esto conmovió el corazón de Dan, pero antes de que pudiera decirle todo lo que un padre puede decirle a su hijo, uno de los humanos tomó a Simba por el cuello, ante el descuido del león. Esto enfureció a Dan, haciéndole brillar con toda su fuerza y causando una gran explosión de brillo tan cegador que podría haber dañado cualquier vista.

Cuando terminó, todos los hombres estaban tirados en el suelo, con las manos en los ojos, pues habían perdido el sentido de la vista ante tal fulgor. Al cabo de unos segundos, se quedaron profundamente dormidos, pero con un rostro de tener un mal sueño. Mientras tanto, Simba se había liberado, estando un poco mareado por aquel brillo (al no tener la oscuridad de los hombres, solo había sufrido un daño menor) aun así, se enfocó al ver a su padre.

Dan, por su parte, estaba tambaleando y al borde del colapso por haber usado sus poderes al máximo. Agotado, se quedó echado en el suelo.

"¡Papá!" se acercó Simba, "¿Estás bien?"

"Estaré bien..." le respondió cansado, "Solo necesitaré un tiempo..."

"¡Simba!" se escuchó la voz de Maya, Badil y Dalila.

A continuación, llegaron sus amigos de Simba junto con Sam y Milo, todos listos para ayudar a Dan a levantarse. No obstante, se escuchó el sonido de un arma recargarse...

Sharp, quien al parecer había sobrevivido porque tenía puesto unos lentes negros, ahora estaba frente a todos ellos sosteniendo una pistola. Por lo visto, estaba furioso por lo que había ocurrido.

"No creo en la magia y no dejaré que se escape mi fuente de dinero..." dijo mirando a todos primero y luego, fijando su vista en el león adulto, "Primero tú..."

El hombre disparó y Dan creyó que sería su fin... pero, frente a sus ojos, el niño humano, Milo, se había interpuesto recibiendo el disparo en su hombro.

"¡Milo!" gritaron los cachorros pues, a pesar de que era un humano, era el único que les había caído bien.

"Niño tonto..." musitó el hombre, sin ningún tipo de remordimiento.

Ante tal acto, Dan no podía quedarse echado de cansancio. Levantándose de nuevo, este rugió arrojando al malvado contra unos barriles de fuegos artificiales. Al impactar contra estos, el hombre disparó accidentalmente el arma y encendió los petardos causando una reacción en cadena y explotando junto con todo el arsenal.

Aunque estaban conmocionados por la forma de morir de aquel mal hombre, todos volvieron a centrar su atención en el herido Milo, quien respiraba con dificultad. Al verlo actuar, Dan reconoció aquellas palabras del chamán:

"Puedes brindar nueva vida... seguro que también sabrás a quién le pertenecerá ese amuleto y cuando deberá usarse..."

"Ya he perdido a muchos frente a mis ojos" dijo, mientras se levantaba sobre las cuatro patas, "No pienso dejar... que un buen amigo de mi hijo muera..."

"¡Dan!" le advirtió Sam, "Estás agotado para usar tus poderes de nuevo"

"¿Qué dijiste?" preguntó Simba al escuchar eso. Luego, se giró a su padre, "¡Papá...!"

Su padre le devolvió la mirada.

"¿No quieres que tu amigo muera, verdad?" le preguntó.

"No, pero... ¿qué pasará contigo?"

Dan sonrió mientras sacaba de su melena el amuleto que le había dado el chamán.

"Ya sé a quién le pertenece esto..." musitó el rey mientras se lo ponía al moribundo chico. Luego, cerró los ojos mientras se dijo para sus adentros, "Espíritus, denme fuerza una última vez..."

Con ello, su aura volvió a aparecer y se acercó para transmitirla al niño humano. El cuerpo del chico quedó cubierto en unos segundos del brillo del león e, inmediatamente, comenzó a encogerse y cambiar. Cuando se despejó el brillo, no había rastro del chico, mas en su lugar estaba un pequeño mandril ante el asombro de todos.

Lentamente, el nuevo animal abrió los ojos y se fijó en los cachorros. Y luego dio un grito ahogado al ver su nuevo cuerpo.

"Soy... soy..."

"¿Milo?" preguntó Maya, extrañada de lo que había pasado, "¿Eres tú?

"Sí... creo que sí... ¡espera! ¿puedo entenderte?"

"Eso parece" dijo Badil.

"¡Es genial!" dijo Dalila, "¡Ahora podemos estar todos juntos!"

A Milo no pareció molestarle su nuevo aspecto (a diferencia de Dan en el pasado, pues este había pasado de ser bípedo a cuadrúpedo), sino más bien se sintió feliz por finalmente poder entender a todos sus amigos. Sin embargo, el momento se interrumpió cuando vieron a Dan cayendo de al suelo sin fuerzas por la gran cantidad de energía gastada.

"¡Papá!" gritó Simba, tratando de levantarlo, "¡Papá! ¡Despierta!"

Pero este no reaccionaba. Simba, pensando que lo había perdido, comenzó a llorar y todos se angustiaron por ello. No obstante, no notaron que una de las lagrimas del cachorro de león, al entrar en contacto con el cuerpo de su padre, saltó en un débil pero pequeño rayo de esperanza.

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