Capítulo 10: Espectáculo o desastre
(Hacia el anochecer...) (En medio del Océano...)
Dan soñaba:
Se encontraba reviviendo el momento en que Shany le había dicho que sería padre. Aquella noticia había aumentado la felicidad que en esos momentos tenía. Es decir, ¿quién en su lugar no se alegraría por se padre? Claro estaba que, siendo animal, uno no podría describir eso a menos que lo experimentase.
Luego, su sueño cambió al estar jugando un rato con Simba, lo que le hacía recordar su pasado con su bisabuelo Simba y, en algunos fragmentos de la memoria de otro, los recuerdos de Mufasa jugando con el mismo Simba, muchos años atrás.
"Es nostálgico, ¿no es así?" preguntó una voz a su lado. Antes de que Dan pudiera verle completamente, este sabía de quién se trataba.
"Mufasa" le dijo.
"Lástima que no pude cuidar a mi hijo de mi hermano Scar. Hubiera querido estar más tiempo con él... Pero gracias a ti lo tuve: tuve una segunda oportunidad de hacer las cosas bien, muchas gracias, Dan"
"No te preocupes, después de todo ahora somos familia..." dijo, un poco apagado.
"Dime lo que te preocupa"
Dan suspiró para decirlo:
"Yo tampoco he podido proteger a mi hijo. Y ahora estoy aquí, embarcándome en una misión para ir a rescatarlo en un lugar lleno de humanos, quienes no entienden los sentimientos de los animales hasta que se pongan en su lugar"
"¿No estás poniéndote en contra de ellos ahora, no?"
"No. Después de todo, nací como uno y entiendo su pensar. Solo que ellos se dejan llevar por el miedo y se cierran para escuchar, es por eso que no entienden a los demás seres de este mundo. A menos que se pongan en su lugar. En realidad... lo que me preocupa es... ¿tú y yo somos uno, verdad?"
"En manada, familia y alma"
"Entonces... ¿es el destino de Mufasa morir para salvar a su hijo? Quiero decir... ¿estoy destinado a hacer lo mismo?"
"Eso dependerá de ti" le respondió Mufasa tranquilamente, "Es parte, es cierto que yo morí para salvar a mi hijo. Y ahora tú eres el nuevo yo. Si bien has seguido tu destino hasta convertirte en rey, no significa que sea parte de él morir igual que yo: puedes cambiarlo si así lo deseas"
"¿Realmente puedo?" preguntó Dan, pero en ese instante, se despertó.
"Dan, está despierto" le recibió Ono, "Yo también he dormido durante un tiempo y me desperté viendo eso..."
, Dan y Ono asomaron la vista para contemplar aquel destino que les aguardaba.
"Es como una isla de colores..." comentó Ono.
"Es una ciudad" explicó Dan, sabiendo que se acercaban, "Debemos llegar al menos en una hora. A partir de ahí, será el verdadero problema"
"¿Verdadero problema?"
"Porque está repleto de humanos, y algunos no duermen incluso llegada la noche"
"¡Hapana! ¿y cómo lo atravesaremos? Digo, un pequeño pueblo fue difícil..."
"Hay pequeños pasajes, caminos y escondrijos por los cuales ir. Pero si llegara a tornarse peor... Ag, creo que no nos quedará opción..."
"¿Qué cosa, Dan?"
"Un camino en el que sería conveniente no tener tanto olfato..."
(Mientras tanto, una hora antes...)
Tal vez muchos han visto funciones de circo, pero lo que no muchos conocen es la preparación que ha habido detrás de escena, y Simba observó todo aquello. En primer lugar, había poco o casi nada de apoyo humano en el levantamiento de la carpa, pues el trabajo pesado se lo llevaban los elefantes, quienes, al terminar, se mostraban agotados. Mientras eso pasaba, la mayoría de los humanos trataban a los animales al punto del agotamiento: las cebras tenían que soportar el peso de los cirqueros sobre sus lomos e incluso, una cría tuvo que hacer lo mismo; si estaban cansados, los picaban con lanzas con punta.
Por otra parte, tigres eran domados para saltar a través de aros, algunos con fuego encima... puede verse espectacular desde lejos, pero si uno se acerca, se puede notar como el pobre pelaje queda chamuscado luego de eso y los pobres tigres tienen que revolcarse en la tierra porque nadie les ayuda. Finalmente, las focas parecían agotadas luego de soplar y soplar las trompetas.
Desde el punto de vista de Simba, quien no estaba acostumbrado a hacer actos como hacer equilibrio con una pelota, saltar a una tina con agua o saltar a través de un aro estaba siendo el hazmerreír de sus compañeros. Desde otra perspectiva, a los encargados del circo esto no les agradaba pues parecía una compra inútil. Ofendido y rendido, intentó irse, pero aún debía recordar que estaba encadenado con Maya. Queriendo salir.
"Oye, ¿a dónde piensas ir?" le preguntó esta.
"¿Qué más crees? ¡Pues quiero quitarme esto!" le respondió, "¡No soy un león de circo!"
"Yo te sugiero que no te ilusiones, Simba. Nadie ha salido de aquí nunca. A menos..."
"¿A menos que qué?"
"A menos que seas viejo como yo" le dijo el viejo Remus, quien estaba aún en su celda, detrás de los cachorros.
"¿Cuánto tiempo lleva aquí?" preguntó Simba.
Remus estiró la pata a través de los barrotes y le puso una pata en la cabeza.
"Yo llegué cuando tenía vuestra edad" explicó, "Era un cachorro que se escapó de casa, no en la tuya, para vivir una aventura. Había escuchado historias sobre las Tierras del Reino en un lugar lejano... pero nunca llegué a verlas porque me atraparon"
"¿Usted quería ver las Tierras del Reino?"
"Sí, y no sabes la sorpresa que me di cuando me di cuenta que eres el príncipe de aquellos lugares. Si es así, tu familia debe estar desesperado buscándote"
Ante la mención de su familia, Simba volvió a sentirse culpable: si no hubiera sido tan imprudente, no lo hubieran capturado en primer lugar. En segundo lugar, no sabía si su familia estaba bien o lo estaría buscando.
Un ruido fuerte les hizo consternarse: el hombre que había visto anoche estaba más iracundo que antes y acababa de arrojar a su subordinado por una puerta. Luego de hacerlo, llevando un látigo con el cual azotaba a varios animales le dio un azote a una cebra y un tigre cercanos, como si estar cerca de él fuera la culpa... y no solo a ellos, sino también al hombre que yacía en el suelo. Posado en su hombro, estaba aquel buitre de nombre Kasai disfrutando del espectáculo de sufrimiento.
"¡¿Cómo que mi lote de nuevos animales ha escapado?!" gritaba el jefe.
"No... no lo sabemos señor..." le decía otro hombre, rogando por su suerte, "Alguien los liberó antes de que trajéramos los demás aquí"
"¡Espero que encuentres ese hombre o quien sea antes que Kasai piense en comerte de cena!" amenazó el hombre, el buitre sonrió más maliciosamente con esa idea, "¡Niño!"
El chico que había visto anoche se aproximó con miedo al dueño. Este, notando esto, le dio un golpe con látigo en su costado. Simba se sintió con el deseo de ayudarle, pero Remus le detuvo, alegando de que solo conseguiría hacerse daño y su pata aún estaba herida.
"¡Prepara a los animales para esta noche!" le dijo Sharp.
"Pero... señor... no están..."
"¡Dije que lo hagas!" le gritó antes de lanzarle otro latigazo. Esto pareció satisfacer al buitre.
Milo entonces regresó asustado por los golpes y llevando a un grupo de cebras y caballos al interior de la gran carpa. Mientras caía la noche, Simba pudo ver en el horizonte varias luces encenderse (el mismo espectáculo de luces que Dan y Ono veían, pero a mayor distancia que Simba), y también varios objetos pequeños (los cuales eran vehículos de gente que venía al circo) como el que lo había secuestrado en su casa. Antes de que continuara mirando, Milo regresó por los cachorros de león. De mala gana, Simba tuvo que ser llevado junto a los demás.
El interior parecía más espacioso de lo que el cachorro se imaginó. Dentro, varios animales estaban aún en sus jaulas de circo y estaban siendo trasladados a un campo bastante espacioso y colorido. Detrás de lo que parecía un muro, había más personas que las que había pensado el joven león. Allí, varios de los animales estaban repitiendo los mismos actos que hacían antes, mientras el público reía y reía. El cachorro no entendía, ¿por qué les daba gracia el sufrimiento de los animales? ¿no veían lo cansados que estaban?
Al parecer, sus amigos no estaban tan preocupados como él por estas cosas. De inmediato, dos hombres fornidos les levantaron y arrojaron dentro de la jaula del mismo Remus. Uno de los hombres gritó a través de un aparato:
"¡Y ahora, hora de unas viejas costumbres de leones!" dijo, mientras acercaban un aro envuelto en fuego y lo acercaban a la jaula.
Con látigos y lanzas, el viejo Remus fue obligado a saltar en cuanto abrieron su jaula. Si bien logró sobrevivir con pocas quemaduras, los del circo le obligaron a hacerlo unas 7 a 8 veces más. Era un problema para un anciano: Simba notaba claramente el cansancio.
"¡Bien!" gritó cuando acabó el dolor de Remus. Luego, le agarraron a él por el cuello, "¡Y ahora un baño para este lindo gatito!"
Simba no sabía a lo que se refería hasta que vio con horror cómo el hombre subía por una escalera con él aún llevándolo. Para cuando se percató de lo alto que estaban, llegaron y el hombre le sostuvo con tal de dejarlo caer a un balde con agua, a varios metros de altura. Eso no era un baño, era un peligro. Reaccionando instintivamente, y con su pata mucho mejor, el cachorro se aferró con las garras al brazo de su captor y le mordió.
Al instante, el hombre le soltó, pero Simba logró aferrarse al borde de donde le estaban a punto de arrojar. El hombre, molesto, se empezó a acercar para dejarle caer. De improviso, Remus rugió tan fuerte (no tanto como un poseedor del rugido) como para perturbar los oídos de cualquiera que no sea animal. El hombre tuvo que taparse los oídos, momento en el cual aprovechó el cachorro para subir. Sin embargo, el sujeto se recuperó rápido e intento atraparlo, perdiendo el equilibrio en el proceso. Por poco, se sostuvo de la pata de Simba, pero solo logró quitarle la venda y caer al recipiente de agua en el fondo.
Esto provocó desconcierto en varios espectadores, los cuales no supieron si esto era parte del espectáculo, de modo que nadie sabía si reír o no. Usando el palo metálico, Simba logró llegar abajo solo para recibir una patada que lo haría rodar por el suelo, por parte del dueño Sharp. Sin siquiera darle la oportunidad de levantarse, el buitre le dio un aletazo rápido, burlándose de él. Cuando iba a continuar con el castigo, Maya le ayudó quitándole del camino.
"¿Estás bien?" le preguntó.
"Sí, gracias" respondió este, "Pero..."
"¡Tú no te metas!" le gritó Kasai, listo para atacar de nuevo.
Sin embargo, dos pelotas le golpearon a él, distrayéndolo de nuevo. Los autores eran Nabil y Dalila.
"¡¿Ustedes también?!" se molestó Kasai.
Pero antes de que continuara el gran problema, Sharp les interrumpió azotando el látigo frente a ellos. A continuación, ordenó a los hombres (el que había caído sobrevivió, pero con una fractura de brazo) que despejaran a todo el público, lo que ocasionó grandes pérdidas económicas más tarde por una función tan corta.
Airado, enfadado y con todos los adjetivos relacionados, el jefe ordenó que todos los animales sean encerrados de nuevo, con la especificación de no dar nada de comer a los leones. Además de eso, Milo recibió la culpa por ello (aunque, obviamente, no tenía ninguna culpa) y fue azotado por Sharp en la espalda 5 veces. Por su parte, luego de también haber sido golpeados al menos 3 veces, todos los cachorros de león fueron devueltos a la jaula. Remus, quien solo recibió un latigazo, los miraba con pesar.
"Tengo hambre..." comentó Simba, rugiéndole el estómago.
"Pues tendrás que soportar hasta mañana" le explicó Maya, sintiéndose un poco amargada, "El dueño del circo siempre cumple su castigo de dejar animales sin comer"
"Maya... para ya" le dijo Dalila, "No fue su culpa"
"Sí, pero, ¡por él eso nos castigaron y nos dejaron sin comer!"
"Si tanto te molesto, entonces, ¿por qué me ayudaste?" le preguntó Simba.
Maya no respondió, sino que les dio la espalda y se echó sobre el suelo de paja.
"No la culpes: es solo que..." le explicó Nabil, alejándolo un poco mientras Dalila iba a reconfortar a Maya, "Lo que pasa es que... le recordaste a sus padres"
"¿A qué te refieres?"
"Pues..."
"Sus padres fallecieron" le dijo Remus, casi en susurro desde su celda (que, como recordaremos, estaba frente a la de ellos). Por fortuna, Maya se había acostado entre un montón de heno, por lo que no podría escucharlos.
Simba sintió pena por ello, pero quería seguir escuchando. De modo que se acercó con Nabil lo más cerca que pudieron a la jaula de Remus.
"Los padres de Maya vivían acá" le explicó Remus, "Eran mis amigos, pero como has experimentado hoy, la vida no era tan fácil y mucho menos con el dueño del circo y ese buitre. En un acto, la pequeña Maya fue obligada a pasar a través de varios aros de fuego y ellos le salvaron rasguñando con sus garras el brazo del dueño. Enfurecido, los encerraron devuelta en la jaula donde ustedes están y dijeron que los... bueno, el caso es que ya no está aquí..."
"¿Qué pasó?" preguntó Simba.
Remus tosió un poco mientras le reveló:
"Antes de dije que los animales ancianos son liberados. Pero esta 'libertad' significa que estarás libre para siempre... es decir, mueres. En el mejor de los casos, algunos son vendidos a zoológicos o laboratorios humanos. Desconozco qué sucederán en esos lugares, pero sí sé que los padres de Maya nunca tuvieron oportunidad de despedirse de su hija"
Aquello (obviamente) asustó a Simba al pensar que podría pasarles algo similar por lo que había pasado hoy. De repente, la jaula se abrió y este dio un brinco de susto. Para su suerte, era solo Milo... quien tenía una cubeta de pescados (estos aún olían un poco mal).
"No me gusta verlos de hambre" le dijo mientras depositaba los pescados, "Si mi jefe me ve, me mataría. Coman rápido antes de que Kasai huela el pescado"
Con algo de ánimos ante el acto desinteresado del niño humano, Badil les dio la noticia a Dalila y Maya, para comer el pescado rápidamente. Simba, sabiendo que era lo único que podía hacer, también decidió comer. Habiendo dejado el pescado, Milo cerró cuidadosamente la jaula para no hacer ruido y se dio la vuelta para retirarse.
"Al menos parece que no todos los humanos son malos" dijo Simba, "Muchas gracias, Milo"
De repente, Milo se detuvo, mirando a todos lados, como si algo le hubiera asustado y estuviera tratando de escuchar de dónde había provenido un ruido.
"¿Es que viene alguien?" preguntó Simba en voz alta, mirando en la misma dirección que el chico veía.
No obstante, Milo giró la vista para ver de nuevo al cachorro de león entre los barrotes, como si fuera algo extraño.
"Tú... ¿dijiste algo?" preguntó.
"¿Eh?" preguntó extrañado Simba, "¿Me hablas a mí? ¡Un momento! Acaso puedes..."
El chico dejó caer la cubeta vacía del asombro. Se acercó al cachorro de león.
"Tú puedes... ¿hablar?" le preguntó el niño.
"Tú puedes... ¿entenderme?" preguntó Simba.
Los demás cachorros dejaron de comer, pues contemplaban esta escena como algo increíble.
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