Capítulo 6

Rating Game eran unos juegos que la alta sociedad del Inframundo usaba como arma política para escalar en las posiciones de la sociedad del diablo. También eran usados como una medida para obtener contratos, firmar alianzas u obtener propiedades que eran del interés de los participantes del mismos. Estos juegos, por supuesto, eran casi una réplica del ajedrez humano: las piezas eran colocadas por el campo de batalla y el Rey debía ser protegido por su séquito para no ser eliminado. Si el Rey era apartado del juego, este terminaría y la victoria sería para el contrincante. Claro está, el Rey podía pelear en la batalla y eliminar piezas por sí mismo, algo que no era recomendable. Como una batalla real, la estrategia estaba presente en los Rating Game en todo momento, colocando al demonio que hacía de Rey como el comandante en jefe de su séquito, por lo que este mismo debía poseer un conocimiento elevado de tácticas para poder salir vencedor del enfrentamiento y alzarse sin demasiadas bajas en su grupo. Pero a menos que fuera pactado, la muerte estaba lejos de afectar a los participantes de un Rating Game.

En los juegos había un total de dieciséis participantes por lado, lo que hacía un total de treinta y dos luchadores que eran divididos en dos torres, dos caballeros, dos alfiles, un rey, una reina y ocho peones. Contrario al ajedrez humano, las Piezas del Mal podían terminar entrando en un solo cuerpo. El ejemplo perfecto era Issei. El adolescente pervertido obtuvo las ocho piezas de peón del séquito de Rias dentro de su cuerpo cuando renació, haciendo que la chica solo contara con un Peón, pero que a su vez este obtenía el poder de las piezas en una multiplicación de ocho (realmente no obtenía un poder de ocho, pero al obtener las ocho piezas de Peón, el chico tenía en sí un poder equivalente a ocho peones sin entrenamiento). Y esto podía darse con las demás piezas, salvo con la del Rey (que era Rias) o Reina (que solamente había una).

Podía ser considerado como un desbalance durante un juego, sin embargo, aquellos que contaban con pocas piezas, también contaban con las piezas más poderosas del juego si habían sido entrenadas, lo que haría el enfrentamiento mucho más interesante para la audiencia y mucho más atractivo para todos, así como inesperado. No siempre ganaban los números, si no la calidad de estos.

Este era el punto negativo que tenía el séquito de Rias Gremory frente al de su prometido. Ella no poseía el juego completo de sus dieciséis piezas y ocho habían sido introducidas en el cuerpo de Issei. Esto la dejaba solamente con nueve piezas utilizables, aunque dentro de su peón estuvieran las ocho piezas. Y si no poseía todo el set de piezas y su prometido sí, la desventaja estaba presente en el Rating Game, juego que la misma Rias aceptó con la intención de liberarse de aquel compromiso que no quería.

Y para aquel encuentro aún faltaban diez días.

Debido al lapso de tiempo que el mismo Raiser concedió (lleno de un ego y orgullo enormes como para pensar en que podría ser derrotado), Rias decidió llevarse a su séquito completo a una casa perdida en las montañas, una de las tantas viviendas que los Gremory tenían por todo Japón, como si hubieran intentado conquistar el territorio nipón. Tal vez era una repercusión por el interés de su hija menor en los mangas y en la cultura japonesa.

Fue por ello por lo que Naruto había sido arrastrado a aquella pequeña acampada escolar con los miembros del séquito de su "Rey" para una formación acelerada. Diez días en los que no asistiría a la academia de Kuoh, pero que sería avasallado completamente con información sobre los Rating Game y sobre sus nuevas habilidades como un demonio, como un "Caballero" de Gremory.

Había asesinado a caídos. Issei convocó su Engranaje Sagrado, uno de los trece más poderosos del mundo. Pero ni Issei ni Naruto contaban con una formación real sobre los poderes de un demonio, sobre sus funciones. Eran debilidades que los demás miembros del séquito Gremory intentarían suplir en aquellos días. Naruto no confiaba demasiado que diez días fueran posibles para completar un entrenamiento que podría llegar a llevar meses, tal vez años.

La magia era algo propio de los Obispos o Alfiles. La velocidad era una habilidad inédita en las características de los Caballeros o Caballos. La resistencia y la fuerza estaba dentro de las Torres. Debido a estas características, cada uno de los miembros de Gremory contaba con un segundo punto fuerte. La magia era más elevada en los Alfiles, siendo el punto álgido dentro de la Reina. Y era extraño que ese punto fuera fuerte en una pieza que no fuera una de las dos conocidas. Issei no tenía una gran cantidad de magia dentro de su sistema. Resistencia, fuerza. Más cercano a un poder físico, el portador de la Boosted Gear sería entrenado en ese punto para poder utilizar su Longinus más allá de lo que la usaría otro humano con ese engranaje.

El único que quedaba sin una formación clara era Uzumaki Naruto, el segundo Caballero de Rias. Con una cantidad de magia alta y densa, Rias no podía ver como conducir eso en una formación estable bajo su supervisión. Teniendo la pieza del caballo en su interior y contando con habilidades en la espada, el chico era apto para dos líneas completamente distintas en su entrenamiento. La dama de Gremory había llegado a pensar en entrenar a Issei en todos los aspectos y caminos que tenía por delante, dejando que su arma secreta se formara bajo la tutela de los otros miembros del séquito. ¿Pero Naruto? ¿Entrenarlo como a Issei obtendrían unos buenos resultados? Ella tenía sus dudas y no era una entrenadora. Nunca se vio en ese punto con los demás.

Estas dudas en la mente de Rias fueron las que iniciaron la incertidumbre en aquel campamento de entrenamiento. Si sumaba eso a las incontables muertes de caídos y la posible guerra con el Grigori, el estrés solamente hacía por aumentar hasta puntos que ni ella misma podía comprender. ¿Cómo hacía su hermano para debatir contra todos aquellos nobles de los Setenta y Dos Pilares del Diablo? ¿Las Setenta y Dos Casas? Aquello ya estaba siendo mucho más duro de lo que podía pensar.

El Rating Game estaba a la vuelta de la esquina, a casi dos semanas y el animo en el grupo estaba por las nubes salvo por una persona. Naruto aun mantenía un rostro apático cuando cayó la noche del primer día, siendo un golpe directo para su orgullo. A pesar de poder escapar de aquel lugar o de poder dejar a un lado aquel enfrentamiento que no era de su incumbencia, no se podía ver dejando a una persona como Asia Argento peleando en aquel fuego cruzado. Y había sido por ella que aceptó aquel adiestramiento proveniente de Rias, una mujer que despreciaba.

Bajo la luz de la luna plateada, el descendiente de Uruk se quedó de pie en aquella caseta de madera construida a varios metros de la casa principal, de aquel hogar silvestre de la propiedad de los Gremory. Solo necesitaba despejar su mente, descansar sus neuronas. Su antepasado, el viejo Gilgamesh, no había mostrado ni un ápice de compasión por su bienestar. Ni siquiera le había dirigido la palabra desde la confrontación con aquel demonio de fuego, el llamado Raiser.

―¿Tampoco puedes dormir?

Los nervios, las preocupaciones y el estrés habían creado insomnio en la heredera de los Gremory. Vistiendo un simple camisón blanco, Rias salió de su habitación y caminó hacia la caseta que solía usar para pensar. En ningún momento llegó a pensar que uno de sus sirvientes pudiera estar usándola, y mucho menos aquel que su hermano denominó como un "Perro Rabioso".

―No es que no pueda; es que no quiero.

El desdén y la burla acompañaron la respuesta. Las pestañas se movieron cuando Rias parpadeó, mirando a su sirviente. Naruto no vestía como Issei: un simple chándal escolar. Contrario incluso a Koneko, Kiba o Akeno, Naruto vestía el uniforme escolar sin la chaqueta, mostrando el cuerpo tonificado bajo la tela de su camiseta mostrando unos brazos bronceados, torneados.

―Incluso en una situación así, ¿seguirás mostrándote orgulloso, inamovible?―el eco se desvaneció. Rias Gremory quedó frente a su sirviente, con los brazos detrás de su cuerpo. Ojos espumosos conectaron con ojos marinos. Naruto apartó la mirada y alzó el rostro, moviendo sus ojos hacia el cielo oscuro―. Veo que jamás podremos llevarnos bien. ¿Por qué me odias?

―¿No te lo dije? Me resucitaste. No quise volver a la vida.

Los dos mantuvieron el silencio consiguiente, mirando directamente hacia los puntos que habían estado mirando anteriormente. Rias mantuvo su mirada directamente hacia Naruto y el chico mantuvo sus ojos hacia el cielo, con los brazos cruzados sobre su torso.

―Creí que eso te daría una segunda oportunidad. Que estarías alegre de poder vivir nuevamente...

―En un mundo en el que no tengo nada por lo que vivir, por lo que luchar. No eres mu inteligente, Rias. No quería vivir. Quedarme muerto era incluso mejor que seguir vivo.

Sus padres estaban muertos. Su familia entera estaba muerta. No había tenido hermanos y su único familiar "vivo" estaba dentro de su cabeza desde que fue resucitado como sirviente de los Gremory. Gilgamesh le había hablado sobre su sangre de Uruk, sobre el verdadero origen de su apellido y de su madre.

―Es triste que no quieras vivir.

Naruto movió la cabeza. Rias había hablado con palabras lentas, casi quebradas. ¿De verdad estaba preocupada por su bienestar, por como se sentía? Desde que fue pequeño había estado luchando sus batallas: superar la muerte de sus padres, el incendio del que fue acusado culpable, renacer como un demonio...todo eso había sido un golpe para su estado mental, llegando a cansarlo y generando aquella segunda identidad, su alter ego. ¿Gilgamesh podría ser un producto de su cansancio mental? Incluso había llegado a oír la voz de Rias Gremory como ligeramente melancólica, triste.

Y eso era algo que le cabreaba.

―No intentes generar en mi un sentimiento hacia ti, Rias. Eso me cabrea, hace que mi sangre hierva bajo la piel. Y te odio con lo más profundo de mi ser―el joven pasó el pulgar por su cuello―. Es como si tuviera una argolla rodeando mi cuello, apretándome y quitándome el aire que entra en mis pulmones. Me estas tratando como un puto perro y odio que me traten como un perro, chica.

Las palabras salieron llenas de ira genuina. No hubo ni siquiera una décima superior en su tono, ni un ligero temblor. El chico bajó el brazo y miró a la adolescente frente a él, ahora completamente erguido, separado del grueso pilar que mantenía el tejado de aquella caseta de madera. La diferencia de altura que había entre ambos. Naruto era algo más alto, rondando el metro ochenta, con un cuerpo más atlético, musculoso. Rias era ligeramente más baja, con un cuerpo esbelto, de piel suave. Si alguien mirara a Rias, vería en ella una figura completamente femenina, una doncella de alta cuna que jamás trabajó con sus propias manos, con su propio sudor.

―Yo no quiero que te sientas así, que me veas como tu enemiga. No ahora, no en este punto. Necesito que todos formemos equipo. Yo...yo...yo necesito tu ayuda.

―Como la de Issei―los ojos azules de Naruto vieron los mechones rojos de Rias como hilos del destino cuando estos se movieron por el ligero viento nocturno. La gruesa mano del Uzumaki atrapó uno de estos, sintiéndolo suave, ligero―. Él esta obsesionado contigo. Obsesionado con el cuerpo de toda mujer, supongo. Y entiendo el motivo.

El brillo rojo apareció en las mejillas blanquecinas de la adolescente. Con un leve gesto, Rias recuperó su cabello y lo colocó detrás de su oreja, mostrándose recatada, tímida ante unas palabras bonitas provenientes de un chico que la odiaba, que la despreciaba. Incluso en los pasillos de la academia, los estudiantes comenzaron a hablar de ese desprecio que estaba recibiendo del lado de un chico. Jamás, en todo su tiempo den la academia, un chico la despreció.

―Gracias.

―Las cosas bellas pueden ser tesoros. Y, sorprendentemente, a mi familia le gustan demasiado los tesoros.

A pesar del poco tiempo que Gilgamesh estuvo en su vida, si que le habló sobre Uruk y sobre su habilidad conocida como Gate of Babylon (Puertas de Babilonia); habilidad que le daba acceso a los tesoros sagrados que recolectó a lo largo de los años. Según su antepasado, él mismo tenía esa habilidad aunque en menor medida, pudiendo solamente acceder a una mínima parte del poder del Rey de Héroes.

―¿Te gusto?

―No malinterpretes mis palabras, Rias―por varios segundos, Rias vio otra figura allí y no fue la de Naruto―. No me gustas. No me agradas. Me devolviste la vida sin mi consentimiento. Me has atado a ti como un mísero animal, con una cuerda invisible llamada "Pieza del Mal". Pero a pesar de todos los puntos negativos, odio mucho más a tu prometido. No soporto ese tono petulante, egocéntrico.

―Es justo como tú suenas.

―Pero en mi queda bien.

Hubo unos segundos de silencio antes de que ambos rieran. Era la primera vez, el primer momento en que ambos reían. Casi parecía que uno no odiaba al otro.

―Gracias.

―No agradecería al único en tu séquito que podría atravesar tu pecho sin pestañear, Gremory.

―Incluso con esa amenaza y con tu espada en mi garganta, gracias.

Las palabras salieron sinceras, sonaron sinceras. Detrás de aquellos ojos azules, Gilgamesh observó la interacción entre su descendiente y aquel demonio de cabello rojo. ¿Sería posible que todo fuera una treta de los demonios? Ellos y sus monstruos fueron los causantes de la caída de Uruk. Pasaron miles de años y era un recuerdo que aun permanecía fresco en su memoria, como una película reproduciéndose constantemente.

―Te gusta el peligro―el Uzumaki caminó hacia Rias―. Tal vez esto sea un paso en nuestra relación. Mi amenaza sigue en pie. Entrométete, intenta ordenarme, y separaré tu cabeza de ese cuerpo. Y eso es una promesa y no rompo mis promesas.

―Bien―Rias se mantuvo altiva, mirando aquellos ojos que titilaron en un tono rubí profundo―. Como mi sirviente, si me meto en tu camino me meto en el mío. Como mi amigo y compañero, jamás intentaría meterme en tu camino, destrozarte tus planes.

El aliento escapó de la boca del Uzumaki formando un suspiro.

―Ese es el problema, Rias―el chico pasó de largo, paso a paso―. Ya te metiste en mi camino.

Rias giró sobre sus talones, alcanzando a oír aquel pequeño murmullo.

La muerte podía ser el final del camino. Demonios y ángeles podían cambiar ese final para dar una segunda oportunidad. Utilizando las Piezas del Mal, los demonios convertían en híbridos a aquellos humanos que estaban en su punto de mira. El cielo, por el contrario, usaba un sistema de cartas llamado el Santo Valientes para renacer a aquellos humanos de corazón puro, a los más devotos. Pero ninguno de los dos bandos había llegado a preguntarse si aquellas personas resucitadas realmente querían serlo.

Uzumaki Naruto no había querido ser resucitado. Estar muerto no era algo que temía o que le asustaba, puede incluso que desease estar muerto y dejar aquella vida. Pero fue resucitado por Rias y ahora era un híbrido entre demonio y humano, tal vez incluso un semidios/demonio/humano si hacía caso a las palabras de su antepasado.

Y Rias Gremory se interpuso en su camino devolviéndole la vida.             

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