Capítulo 2

Abrió los ojos de golpe, encontrándose con el famoso techo de su casa. Sentía su cuerpo cansado, pesado. Su cabeza dolía y la garganta parecía estar siendo lijada. Carraspeó para intentar deshacerse de esa sensación molesta y, usando su brazo derecho se empujó hacia arriba, dejando que la sábana que cubría su cuerpo se deslizara hacia abajo, mostrando su torso de piel bronceada y ligeramente musculoso.

Bajó la vista, usando la mano para revisar la piel de su cuerpo, buscando alguna herida, algo que estuviera ligado al evento de la noche anterior. Pero toda cicatriz que hubiera tenido, simplemente había desaparecido, incluyendo aquellas que había tenido a lo largo de su niñez y adolescencia.

Este hecho le hizo fruncir el ceño. ¿No fue anoche atravesado por una espada de luz usada por aquella tipa con un vestido de BDSM y alas de plumas negras? ¿Todo fue un sueño? No. Aquel dolor, el olor de la sangre, su sabor metálico y su cansancio, todo ello fue real, incluyendo a Issei siendo atravesado por la misma tipa de vestimenta de cuero.

Esto es una mierda. ¡Piensa Naruto!

Uzumaki Naruto era un joven de piel bronceada, cuerpo ligeramente atlético, de cabello dorado y ojos como dos enormes zafiros relucientes. Había sido uno de los pocos traspasados a la Escuela de Kuoh por un programa de becas, sacándolo del orfanato donde había vivido toda su vida para instalarlo en un piso de estudiantes a dos kilómetros de la academia.

El dinero de la beca, aparte de cubrir su tiempo en la misma, también le daba para poder comprar utensilios escolares y comida para sí mismo, así como algo para comprarse ropa o algo de vital importancia para él.

Y si no tenía dinero, simplemente lo robaba.

Naruto dejó escapar un pesado suspiro de su garganta, golpeando con el puño el lado derecho de su sien, intentando activar las neuronas de su mente para que este vago músculo se pusiera en funcionamiento de una vez.

Odiaba no saber nada. ¿Un ángel caído? ¿Seres sobrenaturales? ¿Poderes? ¿A caso estaba en un anime, manga o historia extraña creada por un perturbado mental?

Naruto deshizo todas esas preguntas de su mente, saliendo de su lecho y caminando hacia el baño. Por alguna extraña razón, solamente llevaba unos bóxers cubriendo sus partes íntimas. El resto de su cuerpo estaba completamente desnudo, sin nada que lo cubriera. Y, aun así, no sentía frío.

Cuando el chico se metió en la ducha, el agua caliente lo hizo suspirar mientras recorría sus músculos. Estos parecían doler como el infierno, como si hubieran sido apaleados o aplastados por toneladas de peso y ahora se estuvieran visto obligados a recuperarse de un modo demasiado veloz para su gusto.

Cerró la llave del grifo.

Oía las gotas cayendo de la alcachofa de la ducha, golpeando los azulejos del suelo de la ducha, creando un ritmo constante.

Por alguna extraña razón, sentía que aquel no era su cuerpo. No al menos el que había tenido hasta aquella noche. Lo sentía más fuerte, pesado, duro. Era extraño que aquello pasara por su mente. No había modo alguno de que su cuerpo se hubiera endurecido o algo por el estilo...

¡Mierda!

Naruto golpeó la pared con la frente. Recordaba perfectamente a Raynare, a Issei moribundo y así mismo a punto de ser conducido a la misma muerte. ¡Pero no tenía herida alguna! ¿A caso estaría ya en su infierno personal? ¿En el cielo?

Chasqueó la lengua y tomó la toalla que colgaba en la puerta de la ducha, pasándola por su cintura para ocultar sus partes íntimas y salió de esta caminando hacia el lavamanos.

Usando la mano derecha, limpió el vaho en el espejo.

Pero no se vio así mismo reflejado.

Cabello dorado. Piel clara. Marcas rojas en su torso. Una sonrisa engreída. Ojos rojos como dos rubíes. Aquella imagen no era la suya, la de Uzumaki Naruto. Era otro chico el que lo estaba mirando, sonriendo, esperando.

Parpadeó.

Un suspiro escapó de los labios de Naruto cuando su imagen finalmente apareció en el espejo, como debió haber pasado desde un inicio.

―Me estoy volviendo loco―susurró entre dientes, tomando su rostro con la mano―. Me estoy volviendo loco...

Anoche murió y ahora estaba viendo su propio infierno. Naruto no tenía duda alguna de ello.

Su cordura, solamente estaba haciéndose añicos.

9:00 de la mañana, Academia Kuoh

Como cada mañana, Uzumaki Naruto dejó su mochila en su puesto de clase, sentándose en el mismo y enterrando la cabeza entre sus brazos para echar una ligera siesta de mañana. Pero en aquella ocasión, no lo hacía para echarse una siesta, para dormir y no oír las aburridas lecciones de un profesor viejo y aburrido que contaba batallitas innecesarias para el mundo fuera de aquellas cuatro paredes.

No, en aquella ocasión Uzumaki Naruto enterró su rostro entre sus brazos para mantener la mente alejada de cualquier sonido que no fueran sus propios pensamientos, alejando el mundo externo a su mente de él mismo en busca de una respuesta.

¿Estaba muerto? ¿Eso era el Inframundo?

Naruto no comprendía que era lo que había pasado la noche anterior. Él realmente fue atravesado por una lanza de luz, sintiendo, así como su carne era cortada y la sangre escurría de su costado manchando su ropa hecha jirones.

Todo aquel dolor. La carne cortada. La herida profunda. Todo eso, ¿fueron simples ilusiones echas por su mente destrozada? ¿Todo fue un simple mal sueño?

Aún mantenía el sabor de su propia sangre en su boca. Cuando movía la lengua, podía sentir el ligero toque salado y metálico de la misma sangre en los carrillos.

Naruto gimió cuando no pudo encontrar una solución a aquel rompecabezas, sintiendo que su mente iba a estallar en mil pedazos como si de un simple puzle se tratara, quedando desparramada por todo el salón de clases.

―¡Kya!

Nuevamente, un gemido escapó de su boca cuando oyó aquel grito femenino. Sabía que estaba pasando...probablemente. Naruto enterró más la cabeza entre sus brazos y alejó los nuevos gritos de su mente.

Pero pasos cercanos lo hicieron imposible

También aquella suave voz que lo habló.

―Buenos días, Uzumaki Naruto-kun.

Y por tercera vez en el día, un gemido escapó de la garganta de Uzumaki Naruto, quien levantó el rostro levemente para mirar al chico que le había hablado.

Ojos zafiro chocaron con los grises de aquel muchacho. Una mueca molesta chocó con la gentil sonrisa del chico.

Yuuto Kiba dio una sonrisa más ancha mientras Uzumaki Naruto terminaba de levantar su rostro, apoyando su cabeza en su mano derecha, mostrando molestia real. Sus ojos azules al menos lo hicieron.

―Príncipe de Kuoh―murmuró venenosamente, intentando deshacerse del princeso de la academia para poder echarse la siesta nuevamente.

―Hahah, no hace falta que seas así. Con Kiba está bien―respondió el adolescente de cabello rubio, más claro que el del Uzumaki.

―Hm. ¿Vas a hablar o no? No tengo todo el día. Muchas clases deben de sentir mi indiferencia―Naruto preguntó con voz carente de emoción alguna.

Pero eso fue para los humanos. Apretando ligeramente los labios, Kiba notó aquella amenaza velada por la calma, siendo una fría ira.

―Hahah―pero solamente rio levemente, como era costumbre en él. Naruto gruñó levemente. Estaba pensando en golpearlo con la mochila directamente―. Tranquilo, Naruto-kun.

―No me llames Naruto y no uses el kun―señaló el rubio de ojos azules mordazmente―. No somos tan cercanos para esas confianzas, chico princeso.

―Hahahah.

Naruto sentía como los ojos de cada chica en su salón se clavaban en él, como si fueran dagas mal dirigidas. Y no porque estuvieran dirigidas por error a él, sino porque iban con la clara intención de descuartizarlo, de matarlo completamente y enterrarlo en todas esas miradas molestas, frías y llenas de odio hacia él.

―¿Y bien? Pronto tendré la aburrida clase de historia y no quiero perderme la buena hora de sueño que me proporciona―Naruto instó a Kiba a hablar con esas palabras, mirándolo con ojos calmados y a la vez llenos de ira.

Después de todo, quería dormir.

―Rias Bucho me ha pedido que te lleve después de clase al club de lo oculto. Espero tengas tiempo para ello―Kiba contestó finalmente, dando una leve reverencia hacia él y marchándose de la sala con el eco de gritos femeninos de fondo.

Una pequeña risa escapó de la boca del Uzumaki, quien volvió a enterrar su cabeza entre sus brazos, pero ahora preguntándose del motivo por el cual Rias Gremory estaba dispuesta a hablar con él. Nunca coincidieron y él no la conocía. No tenía nada que hablar con ella, pero el interés realmente lo empujaba a seguir las palabras de Kiba e ir al club de Gremory para ver qué era lo que quería.

Pero aquella era su hora de la siesta mañanera. Nadie le impediría nuevamente echar una cabezada, perdiendo de su mente cualquier palabra o recuerdo innecesario que no lo dejara dormir siguiendo la voz del viejo profesor de historia.

¿Por qué siempre son viejos?

Después de clases, club de lo oculto

Uzumaki Naruto mantenía su mochila colgada de un hombro, sintiéndose algo extraño al ver aquel viejo edificio cercano a la escuela. Dio un repaso con sus ojos a la fachada y luego miró a su compañero: Hyodo Issei. El pervertido muchacho parecía haber sido llamado también a aquel lugar y cuando vio a Kiba con él, solo pudo hacer una mueca externa, mientras su mente estaba pensando en otra cosa.

Los dos somos los que morimos anoche, ¿cierto? ¿Puede ser que Rias esté ligada a esta mierda?

Naruto frunció levemente el ceño y siguió los pasos de Kiba mientras oía a Issei asombrarse por un par de telarañas, porque fuera invitado por Rias a su club y por poder ver a las dos grandes Onee-sama del lugar.

Idiota...

El sonido de agua cayendo recibió a los tres adolescentes. Naruto vio la ropa tirada por el suelo de alguna chica, como indicaba el uniforme escolar femenino y mantuvo su impasible rostro al poder vislumbrar una figura voluptuosa tras una cortina.

―¡Ya estamos aquí, Bucho!

―¡Gracias por traerlos, Kiba!

―Ara~ Ara~. Que dos kohai más lindos~.

Ojos violetas. Piel clara cubierta por el uniforme femenino. Una enorme cola de cabello de color negro. Voluptuosos pechos.

―¡Akeno-senpai!

Himejima Akeno dio una leve risa mientras recogía la ropa de Rias con lentitud. Ella era una de las dos grandes Onee-sama y también la mano derecha de Rias en todo momento.

Oculto tras su sonrisa linda, ella era una pervertida.

Ñam~ Ñam~.

Naruto giró la cabeza ante el sonido de galletas siendo mascadas, encontrándose con una figura menuda, de cabello blanco y ojos avellana. Esta no era otra que la Mascota de Kuoh: Tojo Koneko. La chica de primer año parecía mucho más centrada en su propia comida, que en sus alrededores. Pero, aun así, ella levantó la mano a modo de saludo para los recién ingresados.

―¡Koneko-chan también!

Naruto bufó ante eso.

―Podéis sentaros mientras Bucho termina su ducha―Akeno declaró con calma, dando aquella dulce sonrisa que ocultaba mucho más.

Sin esperar más palabras, Naruto caminó hacia el sofá y se sentó, dejando la mochila entre sus piernas, cruzando los brazos y cerrando los ojos. Sintió como el sofá cedía ante el peso extra de Issei.

Y se mantuvieron a la espera por los siguientes minutos.

Naruto intentó entrelazar aquello con lo ocurrido la noche anterior. ¿Realmente podría estar todo relacionado? Era inusual que tanto él como Issei fueran llamados a un lugar que nunca habían pisado tras un incidente extraño que los había tenido que matar, pero ambos estaban vivos y sentía cierta conexión con Rias en todo esto.

Y no le gustaba.

Siguiendo sus pensamientos, Naruto se encontró pensando en la posibilidad de que Rias Gremory, Tojo Koneko, Himejima Akeno y Yuuto Kiba fueran algo más que simples estudiantes de secundaria, tal vez siendo seres sobrenaturales como aquella Raynare.

Pero aquellos pensamientos, solo lo hicieron apretar los labios ligeramente y comenzar a sentirse incómodo.

―Ah~.

Aquel gemido de satisfacción rompió el tenso silencio que había caído sobre la sala. Removiendo la cortina, una chica de cabello carmesí y ojos espumosos se mostró ante Issei y Naruto, este último la miró con desinterés.

―Gracias por venir hoy aquí―Rias agradeció, sentándose en el sofá delante de ambos adolescentes junto a Koneko, Kiba y Akeno, estos dos últimos estando detrás de la Gremory como guardaespaldas―. Lamento haberos obligado a venir el día de hoy. Realmente...

―Entonces, Rias―Naruto cortó las palabras de la pelirroja, mostrando en sus azules ojos una fría calma―. ¿Qué tienes que ver con mi muerte y Raynare en todo esto?

Silencio.

La pregunta de Uzumaki Naruto fue respondida con un pesado silencio de un minuto. Rias tragó saliva fuertemente, siendo atrapada por aquellos dos orbes azules como zafiros.

Kiba abrió levemente los ojos al completo solamente por un segundo, siendo pillado de golpe con aquella pregunta.

Akeno sintió como sus labios se curvaban en una sonrisa ligera.

Koneko siguió mordiendo sus dulces, pero movió sus ojos al Uzumaki como si Naruto fuera un peligro potencial.

Issei al fue quien rompió el silencio.

―¡Lo sabía! ¡Yuma es real!

―No se llama Yuma, Issei―Rias respondió, recuperándose del shock inicial y volviendo a mostrar un semblante calmado. Si le preguntaban, ella admitiría que la pregunta segura y firme de Naruto la había pillado con la guardia baja. ¿Cómo había atado cabos tan rápido? Ninguno de ellos la vio y se aseguró de borrar todo registro de Yuma y Raynare de la mente de cualquiera que la hubiera visto, haciendo con eso que Issei pareciera un completo loco desquiciado―. Ella es un ángel caído, una seguidora de Dios que cayó del cielo.

―Para cualquier cristiano, eso es algo claro―Naruto volvió a hablar firmemente―. Ahora, ¿por qué estoy vivo? Deja los rodeos para otro que quiera escucharlos, como el idiota este de aquí. Me estoy cansando de juegos y he mantenido todo tranquilo...pero me estoy poniendo nervioso.

―Ara~ Ar~. Los rumores de Uzumaki Naruto-kun, parecen reales―Akeno declaró con una sonrisa, pasando la lengua por su labio inferior.

Cuando Naruto apareció en la Academia Kuoh, al segundo día fue tachado de un delincuente que luchaba en peleas callejeras, siendo tratado como un Yakuza y de cosas similares.

Tampoco iban desencaminados, después de todo.

―Tengo mejores cosas que escucharos a cualquiera de vosotros. Si no vais a ser claros...

Rias soltó un suspiro que detuvo las palabras de Naruto. Respiró hondamente y miró a ambos adolescentes.

―Somos demonios, Naruto-kun.

Y para dar peso a aquellas palabras Rias mostró sus alas de demonio, siendo seguida de Kiba y Koneko. Por alguna extraña razón, Akeno mantuvo las suyas ocultas.

―...

―Y ahora, ambos, habéis sido revividos por las Piezas Malditas, un sistema que se implementó en el Inframundo para hacer demonios híbridos y mantener vivo el Inframundo tras hechos que golpearon a nuestra raza. Las Piezas Malditas con como el sistema de ajedrez, siendo dieciséis piezas para cada séquito, incluyendo la pieza del rey que llevo yo―expresó Rias con calma, bebiendo algo del té de Akeno―. Ahora, ambos, sois híbridos entre demonio y humano. Me vi obligada salvaros la vida, convirtiéndoos en mis leales sirvientes.

Frush

Naruto tomó la correa de su mochila y la colgó de su hombro a la vez que se ponía de pie, metiendo las manos en sus bolsillos.

―Así que ahora soy tu sirviente, ¿no?―Naruto hizo crujir su dedo índice usando el pulgar―. ¿A caso te has preguntado si me interesaba ser tu perro faldero? Como una persona orgullosa, prefiero antes morir que volverme un mero sirviente para ti. Nuestra charla ha terminado. Espero que ninguno de vosotros se acerque por el resto de vuestras miserables vidas a mí. Prefiero morir a trabajar con basura inhumana como vosotros. ¿Delincuente? ¿Yakuza? Puedo ser tachado de cualquier cosa, pero jamás de ser un perro faldero...de una mera ramera del infierno.

Clink

Naruto ni parpadeó. Sentía el frío metal de la hoja de Kiba rozando su cuello levemente. Parecía que sus palabras, no habían caído demasiado bien.

Ojos grises y azules chocaron, soltando simples chispas mientras ninguno retiraba la mirada. No le hacía falta ser un genio para ver lo ligados que estaban todo aquel grupo con Rias Gremory. Él no iba a terminar de aquel modo, con una drogo dependencia hacia Rias demasiado grande.

—¿Vas a usarla...o no?—preguntó, sin apartar los ojos de Kiba. Podía ver aquella chispa en sus ojos. Una chispa acorde al miedo, al haber tenido una gran pérdida. Pero no era una chispa que pudiera afectarle...no a él, al menos—. Ya decía yo...

Sin ninguna otra palabra que lanzar hacia los Gremory, Naruto giró sobre sus pies para encaminarse hacia la salida del club de lo oculto, sintiendo la mirada de cada uno de aquellos adolescentes.

—Naruto—Rias decidió hablar antes de que el chico finalmente desapareciera de su vista. No le gustaba ser tratada como un ser desalmado, no le gustaba que la trataran como una idiota y no consentía que nadie le faltara el respeto. Como heredera de los Gremory, ella estaba por encima de cualquier otro más dentro del Inframundo. Un simple híbrido no podría deshacer su voluntad—. Si te marchas por esa puerta, serás un diablo callejero. Serás cazado como la peor peste. Un perro callejero sin dueño, completamente libre para ser asesinado como un vagabundo sin nada que perder.

Rias mantuvo sus ojos en su taza de té. Esperaba que con aquellas palabras hubiera hecho recapacitar al chico y no verse en la obligación de cazar a un demonio al día de transformarlo. Odiaba desperdiciar vidas y se negaba a ser como el resto de demonios en el Inframundo, altaneros y velando por sus propios intereses.

No malgastó una de sus piezas solamente para matar a alguien que estaba muerto desde un inicio.

—Cazado como un perro callejero, ¿eh?

Naruto movió la cabeza. Un ojo azul quedó clavado en la figura de la heredera Gremory.

—Suena bien para mí. Quiero ver como intentas matarme mientras asisto a clases—apartó la mirada y abrió las puertas del club para salir del mismo—. Pero yo también intentaré mataros. A cada uno.

Con aquellas frías palabras, Uzumaki Naruto abandonó el Club de lo Oculto.

Tiempo después, calles de Kuoh

Lentamente, tras un día de trabajo algo pesado, Uzumaki Naruto volvía a su querido hogar en uno de los pisos para estudiantes con becas que la academia había facilitado para que pudieran vivir no demasiado lejos de su lugar de estudios y sin preocuparse por encontrar un lugar donde vivir que cumpliera con los requisitos y no les causara demasiado problemas a los estudiantes.

Naruto estaba bien con eso. No estaba siendo controlado por nadie y podía andar por la calle a la hora que quisiera, sin preocupaciones. No tenía que rendirle cuentas a nadie ni sería castigado por estar hasta la noche en las calles.

Aunque ahora, tenía un motivo.

Sus nudillos estaban sangrantes. Sus ojos azules normalmente calmados, mostraban un brillo realmente peligroso. Desde que sus padres fueron asesinados en aquel incendio, él se juró en encontrar al asesino y matarlo con sus manos, costara lo que costara.

Por eso no murió cuando Raynare lo quiso matar. Por eso no dejaría que una mera puta como Rias Gremory lo controlara como si llevara un collar en su cuello, con una cadena que fuera hasta la mano de aquella chica.

—Oh, veo a un diablillo perdido.

Naruto detuvo sus pasos. Sus ojos se volvieron fríos, peligrosos, observando la figura que apareció delante de él, con un sombrero calado, una gabardina oscura y mostrando una sonrisa divertida.

—...

—¿No tienes nada que decir, biablo callejero? Tal vez de tus gritos pueda sacar el nombre de tu amo.

Y aquel extraño hombre convocó una lanza de luz que apuntó directamente hacia el Uzumaki.

Disparó.

Naruto, usando su pierna derecha, se apartó de la trayectoria del arma de magia ligera, usando como apoyo la pared en su izquierda para impulsarse hacia su enemigo y asestarle un golpe directo de rodilla en su rostro, estrellando al hombre contra un contenedor de basura.

—Estoy algo...nervioso—Naruto declaró, haciendo crujir su cuello con un toque—. Creo que voy a disfrutar contigo, pequeña basura.

—Je—aquel ángel caído limpió la sangre de su mentón, observando al diablo callejero—. Como un simple novato, veo que no...

—¿Puedes cerrar tu puta boca?—gruesa, la voz de Naruto detuvo cualquier palabra que fuera a salir de la boca de aquel ángel. Ojos rojos habían sustituido a los azules—. Voy a disfrutar haciéndote pedazos.

CLank

Rank

—¡¿?!

Cadenas agarraron as cuatro extremidades de aquel ser sobrenatural.

—No voy a dejar que mi descendiente sea pisoteado. Ni por vosotros, ni por esa perra pelirroja hija de un cobarde—segura, burlesca, la voz del Uzumaki fue completamente distinta—. Ahora, grita de agonía para mí.

—¡Gah!

Sonido de carne separándose. Huesos siendo quebrados. Sangre salpicando el suelo.

Aquellos grotescos sonidos, fueron el comienzo de la fría muerte. 

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