Глава пять
Capítulo cinco.
—Nos volvemos a ver —una cuarta voz interrumpió en la mesa. Mike se apresuró a guardar el mapa al reconocer quien hablaba—. Creo que olvidé presentarme: Príncipe Raptor, de Dinamarca.
Mike algo desconfiado tomó la mano extendida del príncipe.
—Mike, chico ceniza.
Flex lo vio con recelo.
—Mis disculpas por haber sido brusco la última vez. Soy el prometido del príncipe Javier, estamos locamente enamorados. Él significa todo para mí. Y si llegasen a tener alguna información que pudiera ayudarme a reunirme con mi amado, veré que sea generosamente recompensado.
—¿Cuál "generosamente"? —preguntó Sparta.
Mayo lanzó una bolsa a la mesa. Los tres hermanos se vieron entre sí antes de que Flex la tomara.
—Es suficiente para reconstruir la granja. Y algo más —habló Flex.
Raptor soltó una descarada risa.
—Si. Así que si saben algo o resulta que poseen, digamos, un mapa mágico...
—Que coincidencia —le interrumpió Sparta—, encontramos...
Mike le hizo una seña para que se callara.
—Si de verdad están tan enamorados —empezó Mike, sin apartar la mirada de Raptor— ¿entonces por qué huyó de su boda?
Se formó un corto silencio lleno de tensión. Raptor tensó la mandíbula y golpeó la mesa con rabia.
—¡Dime dónde está!
—Podemos llegar a un acuerdo —musitó Flex tratando de calmarlo—. Mike, dale el mapa.
—No.
—Oye —interrumpió otra voz, Rius—, dale el mapa.
—Dale el mapa ya —repitió Flex.
—Dame el mapa.
—Dale el mapa.
—No.
—Disculpen —la empleada volvió a aparecer, con una bandeja con los platillos que faltaban—. Aquí tienen, tres pudines de crema agria y embutidos. Tengan cuidado, está caliente.
Se alejó, alzando las cejas y con una sonrisa traviesa. A Mike se le ocurrió algo.
—Bien, ¿en dónde estábamos? —inquirió Raptor de nuevo, volviéndose a acercar.
—Mike... —repitió Flex.
Pero Mike lo ignoró y, sin que nadie se lo esperara, tomó su plato de pudin y lo arrojó directo a la cara de Raptor, quien retrocedió jadeando por el dolor.
—¡Agárrenlo! —ordenó éste. No veía nada por el pudin caliente había entrado en sus ojos—. ¡Agárrenlo, vayan!
Los tres hermanos se vieron entre sí todavía seguían sentados en la mesa sin saber que hacer. ¿Ahora qué?
Rius se acercó corriendo hacia ellos, apuntándoles con una ballesta. Pero antes de que pudiera hacer algo, Flex se subió arriba de la mesa y saltó hacia él, estrellándole su tarro de cerveza en la cabeza. Ambos cayeron al suelo.
Mayo también los atacó con un perchero que tomó de la entrada y golpeó la mesa fallidamente, tumbando a Mike, entonces lo tomó del suelo, casi arrastrándolo. Sparta no sabía como ayudar, así que le lanzó al más grande una pieza de embutido.
Mayo aventó a Mike a una de las mesas, asustando a las muchachitas que comían ahí, Flex le llegó por la espalda y lo apartó de un empujón. Víctor golpeó al hermano mayor tan fuerte que se quejó por su mano lastimada.
Mike quiso levantarse de la mesa pero dos de los tipos que estaban ahí, lo alzaron y lo arrojaron a la mesa de al lado. Sparta tomó una de las charolas de entrega y con ella golpeó a Mayo, quien al sentir el golpe se giró.
—¿A dónde vas? —se molestó a la vez que Sparta aprovechaba para escaparse abajo de una mesa y se abrazó a una de las patas—. ¡Oye, sal de ahí!
Pronto, la gente de la taberna comenzó a pelear también. Raptor, que ya se había recuperado de sus "quemaduras", pasó a un lado de Rius y Flex quienes seguían luchando entre sí y se encaminó hacia donde Mike seguía recostado.
Una de las empleadas se percató de ello y ayudó al rubio a ponerse de pie, pero Mike no pudo ir a ningún lado antes de que Raptor llegara y lo amenazara colocando su espada en el cuello del chico asustado.
El castaño soltó una risa triunfante y lanzó un golpe que Mike supo esquivar, agachándose. Cuando se levantó, estuvo a punto de que le rebanaran el cuello, de no haber sido por un poste de madera en el que se encajó la espada. Entonces aprovechó para correr.
Flex y Rius seguían peleando, y Mayo seguía tratando de sacar a Sparta de abajo de la mesa.
—¡Atrapa! —la misma camarera le arrojó a Mike un pesado rodillo de madera para tortillas. El ojinegro sonrió un poco al sentir que tenía una ventaja.
Raptor volvió a llegar y lanzó otro espadazo que interrumpió con el rodillo. El rubio aprovechó para patearlo y huir, pero otras dos personas de la taberna los empujaron. Mientras tanto, Rius tenía arrinconado a Flex contra una mesa y no dudó en empezar a ahorcar su cuello.
—¡Ya te tengo! —exclamó Mayo, que seguía tratando de sacar al indefenso Sparta.
Raptor se levantó de un salto y volvió a lanzar un espadazo a Mike. Por suerte, aún tenía el rodillo. Pero no sirvió de mucho, pues el castaño aprovechó para empujarlo contra el mismo poste de madera y embistió su espada contra el abdomen de Mike.
La expresión del rubio cambió por completo al sentir la espada.
Raptor abrió los ojos al ver que en realidad había dado contra el enorme rodillo de madera. Mike soltó un suspiro aliviado. El primero se molestó tanto que alzó la espada con tanta fuerza que levantó al rodillo y después salió disparado justo en la cabeza de Rius.
El albino retrocedió mareado, alejando sus manos de Flex, quien enseguida tomó una gran bocanada de aire.
A la segunda embestida que Raptor lanzó con la espada, Mike se agachó y corrió hacia el otro extremo de la taberna, donde encontró una espátula de acero.
Se subió a una mesa con comida y Raptor lanzó sus espadazos a los pies del rubio. En uno de ellos, un pedazo de hamburguesa se atoró en la espada y después salió volando. Cayó al lado de Sparta, quien seguía abrazado a la pata de la mesa. Pero al estirarse para agarrarlo, el brazo de Mayo lo tomó desde arriba.
Flex, al ver eso, se impulsó en una de las mesas para saltar directo a Mayo y ahorcarlo con sus brazos. Sparta también aprovechó y le estrelló un tarro de cerveza en la cabeza. Después tomó un tarro vacío, y al querer lanzarlo de nuevo en la cabeza de Mayo, retrocedió de más y terminó estrellándolo torpemente en la pared.
En la otra pelea, Mike saltó hacia otra mesa, a la vez que Raptor le tiraba otro espadazo que, por suerte, Mike detuvo con la espátula. Pero por la fuerza, cayó de espaldas encima de la mesa.
Raptor tomó ventaja de esto; se subió a la mesa donde Mike cayó y volvió a apuntarle el cuello con ella.
—Estás aplastando su comida —masculló Mike.
—No, Mike; tú le estás pisando su comida.
—No, tú la estás pisando —repitió sonriente.
Raptor, algo temeroso, bajó la mirada, topándose con un plato de comida bajo su zapato. Alzó un poco más, viendo a un tipo bastante alto y gordo que estaba la comiendo. Éste se levantó molesto (ni siquiera hizo falta que se subiera a la mesa para alcanzar la estatura de Raptor), le dio vuelta y la lanzó hasta la pared.
Sparta golpeó a Mayo con una charola, dejándolo lo suficientemente adolorido como para escapar sin que se diera cuenta.
—¡Vamos! —comandó Mike a sus hermanos mientras salían de la taberna a toda prisa.
Corrieron sin mirar atrás, adentrándose una vez más en el camino del bosque, y no se detuvieron hasta estar lo bastante lejos, recargándose en un árbol.
—Creo que lo perdimos —murmuró Mike, cansado.
—Eso creo.
Pero una flecha se encajó en el tronco, demostrándoles lo contrario.
—¡Ahí están! —gritó Raptor de entre los árboles y la maleza—. ¡Atrápenlos!
—¡Corran! —gritó Sparta.
Y eso hicieron.
Raptor se giró hacia Rius con evidente molestia.
—¡¿Alguna vez le has dado a algo?!
Y se apresuró para alcanzarlos.
Rius retiró la flecha del tronco y corrió a su lado.
—¡Bueno, le di al árbol!
Los hermanos Bernal corrieron hasta precipicio. Al mirar abajo, vieron que había una cascada y, a unos cien metros de distancia, había un estanque de agua pura.
—¡¿Ahora qué?!
Pero no tuvieron tiempo de pensar porque Raptor y los demás los rodearon y apuntaron con sus armas.
—Se acabó —clamó Raptor, guardando su espada—. Dame el mapa y quizá los deje ir con una leve mutilación —rió.
Mike miró hacia abajo de nuevo, pero no parecía haber nada que pudiera salvarlos.
—¿Recuerdan el verano cuando saltamos del granero? —preguntó Mike.
—Si, ¿cuándo me rompí el brazo? —inquirió Sparta. Mike asintió.
—No —le interrumpió Flex que sabía lo que estaba pensando—. Dale el mapa.
—Ya me aburrí —habló Raptor de nuevo—. ¡Mátenlos!
—¡NO! ¡No, no, no! —interrumpió Mike—. Puedes tener el mapa. Te lo daré.
Raptor hizo una señal para que los demás bajaran sus armas.
—Bien, dámelo —ordenó el castaño—. Ahora.
Mike estiró el mapa, pero antes de soltarlo, gritó:
—¡Ahora!
Y salió corriendo con el mapa en mano al mismo tiempo en que sus hermanos se lanzaban al precipicio.
Raptor se acercó para ver que había al fondo.
—Cuidado, señor —dijo Víctor, tomando el brazo del príncipe Raptor para que no cayera.
Flex, Mike y Sparta se zambulleron en el agua. Y, apenas se hundieron, nadaron hacia arriba para tomar aire.
—¡Vamos, Víctor, deprisa! —gritó Raptor enfadado, dándose la vuelta para empezar a correr bosque abajo—. ¡Muévete!
. . .
Los tres chicos salieron del agua y se recostaron sobre la roca para descansar.
—¿Por qué no tomaste el dinero? —protestó Flex una vez que tomó aire—. Nos hubiéramos ido a casa.
—No pude, el príncipe-...
—¡Él no es responsabilidad nuestra! —lo interrumpió molesto—. Eres tan ingenuo, ¿de verdad crees que se casará contigo?
—No.
—Y ahora te has hecho enemigo del príncipe Raptor.
—¿Y qué?
—¿Y qué? —repitió con clara sorpresa—. Mató un oso con sus propias manos.
—Escuché que fueron dos días —habló Sparta desde su lugar—. Si, con las manos atadas en la espalda.
—¿Seguro que no fueron tres y con los ojos vendados? —inquirió Mike.
—¿Sabes cuál es tu problema? —interrumpió Flex, más molesto—: No ves que lo que haces afecta a otros. Cuando descuidas tus tareas, significa el doble de trabajo para nosotros. ¡Nos rompemos el lomo todos los días y tú no levantas ni un dedo!
Mike se quedó sin palabras, temía de Flex cuando se molestaba. Su hermano se acercó a él, viéndole con los ojos llenos de furia.
—Ésta familia... estaría mucho mejor si tú no fueras parte de ella.
Mike lo empujó, pero Flex recuperó rápidamente el equilibrio y se abalanzó contra él, lanzándole golpes.
—¡Oigan! —Sparta no supo como detenerlos.
Cayeron al suelo y ahí siguieron peleando, Flex encima de Mike.
—¡Ya basta, Flex! —Sparta alejó a Flex de su hermano—. Mike.
Flex se alejó un poco, resoplando y tratando de recuperar el aire.
—¿Estás bien? —le preguntó Sparta a Mike, quien seguía en el suelo. Asintió.
—Dame el mapa —profiero Flex, extendiendo el brazo—. ¡Dámelo, dame el mapa!
Mike agachó la cabeza y le entregó el mapa. Flex se alejó de ahí, seguido de Sparta.
[...]
—¿Flex? —lo llamó Sparta. Ya habían avanzado un buen tramo de camino—. Vamos, no hagas esto. Deja al chico en paz, ¿puedes dejar de discutir?
—Es como un niño pequeño. Nunca crece. —arremató Flex, sin hacer caso a Sparta.
Caminaron otro tramo, Mike siguiéndolos desde unos metros de distancia. De pronto, algo llamó la atención del último.
—Oigan —los llamó, mientras se agachaba en el suelo—. Miren lo que encontré.
Sus hermanos se giraron hacia él.
—¿Qué encontraste ésta vez? —cuestionó Sparta.
—Una vieja piel de oso —respondió Mike, alzándola.
—¿Arrastrarás esa piel llena de pulgas por la montaña? —se quejó Flex.Mike le echó otro vistazo.
—La basura puede ser oro.
Flex volvió a resoplar.
—¿Lo ves? —repitió Flex a Sparta. Después siguieron caminando.
—Nos salvó del príncipe y las ninfas del bosque. Y encontró el mapa.
***
bueh, pues hola de nuevo :D
¿qué tal, creen que voy mejorando en la narración de una pelea? :,0
¡nos leemos más tardecita! <33
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