Único

Otro 31 de octubre. Otro cumpleaños, el último siendo prisionero de esas cuatro paredes, para convertirse en prisionero de un gran castillo.

Gavi muchas veces perdía la noción del tiempo, para él no existía más que las cuatro paredes en la cuales había vivido toda su vida. Ni siquiera cuando sus padres los reyes murieron, se le permitió salir de su habitación.

Ese día le había tocado llorar entre sus sábanas sin nadie que lo consolara.

Sus padres habían sido las únicas personas con las que había tenía permitido hablar. Los demás sirvientes que entraban a su cuarto solo se limitaban a realizar su tarea y salir sin decir o dirigirle una mirada. Su madre todos los días había ido a su habitación hacerle compañía y enseñarle lecciones que le servirían cuando tomara el trono.

Su padre pocas veces había aparecido, pero siempre que lo hacía se le notaba angustiado como si al entrar no lo fuera a encontrar allí.

A los diez años Gavi entendió por qué.

El día del cumpleaños número diez, del pequeño Gavi, sus padres habían demorado en llegar a su habitación como todos los años para celebrar su cumpleaños.

Se había cansado de esperar.

Afortunadamente para él, uno de los empleados que hacía periódicamente la limpieza en su cuarto, había olvidado cerrar la puerta con llave, así que aprovechando el descuido decidió ir en busca de sus padres, pese a las advertencias de nunca salir de sus habitaciones.

Gavi no conocía ninguna parte del castillo por lo que le costó varios intentos poder ubicarse, y evadir a las personas.

Doblando por uno de los interminables pasillos, pudo divisar la silueta de sus padres quienes se hallaban en una fuerte discusión.
Su madre lloraba y su padre trataba de calmarla. Gavi no podía escuchar de lo que hablaban por lo que se acercó un poco más, sin ser notado y pudo escuchar por boca de su padre lo que causaba tal conflicto.

–Pablo no pude salir de su habitación hasta cumplir la mayoría de edad, entiéndelo Anna, si en algún momento llega a salir, Él se lo llevará...

"Él se lo llevará"

Esas palabras habían quedado grabadas en la mente de Gavi. ¿Quién era él? Y ¿Por qué se lo quería llevar? Eran varias preguntas que su cabeza en ese momento se hacía, y de las cuales no tuvo respuesta hasta más tarde.

Había decidido volver a la habitación, sus padres habían llegado poco después con un gran pastel, disimulando el hecho de que minutos antes habían discutido.

Gavi ese día no pudo disfrutar su cumpleaños como había querido, las palabras dichas por su padre habían logrado calar muy en el fondo de su mente.

Después de la celebración y de que su padre hubiera salido de su habitación, su madre había quedado un momento más con él para leerle un cuento. Gavi no se podía concentrar, necesitaba respuestas y la única persona que podría responder sus dudas era su madre.

Así que tomando el valor necesario le pregunto. Las respuestas llegaron después de que su madre llorara inconsolable.

–Cuando quede embarazada de ti, hubo muchos problemas, los médicos decían que no podía seguir con el embarazo, ya que era de alto riesgo, pero yo tenía tanta ilusión de tenerte conmigo que me negué rotundamente.

–Tu padre protestó, pero yo no quería perderte, así que seguí con el embarazo. El día del parto llegó y como predijeron todo fue mal desde el comienzo, los médicos solo daban la posibilidad de salvar una vida. Tu padre estaba afligido y yo al borde de la muerte. No había esperanzas. Hasta que un bello y apuesto joven llegó a las afuera de nuestro reino, proclamando tener la solución para el problema del rey. Tu padre estaba tan desesperado que lo dejo pasar.

–Él le mostró un tipo de poción y dijo que si yo la tomaba ambos, tanto el bebé como yo viviríamos. Obviamente tu padre dudo, pero el hombre dijo que si no funcionaba entonces él dejaría que lo asesinaran.

–Decidimos arriesgarnos y milagrosamente funciono. Tuve un parto normal y tú naciste sano. Estábamos tan agradecidos que tu padre intento compensar al desconocido con riquezas, pero este lo rechazó y dijo que su única recompensa sería el bebé que había dado a luz, y que antes de que dieran las doce de la noche del día que cumpliera la mayoría de edad vendría por él. Después de decir eso desapareció. Nunca supimos más de ese hombre, tu papá y yo pensamos que es el diablo, ya que tenía los ojos tan azules como el hielo. Es por eso que no puedes salir mi pequeño Gavi, él vendrá por ti, y no podremos hacer nada.

Después de esas palabras su madre volvió a llorar y el pequeño Gavi también. Tenía tanto miedo de ser separado de sus padres, que juro que jamás saldrá de su habitación hasta después de cumplir la mayoría de edad.

Su madre lo dejo ese día con la promesa de traer libros nuevos para que pudieran leer juntos cuando volviera.

Jamás volvió.

Gavi nunca pudo tener sus libros y nunca volvió a ver a sus padres.

Las últimas horas de sus cumpleaños número 18 estaba a la vuelta del reloj, Gavi solo tendría que esperar que se hicieran las doce y sería libre, aún que la idea ya no le animaba tanto como hace años. Cuándo tenía a sus padres con él. Aún anhelaba conocer lo que había detrás de todos esos muros.

La noche se hizo y el sueño aún no llegaba para Gavi, pues la incertidumbre de lo que pasaría el día de mañana le quitaba el sueño.
Sabía que sus padres había dejado tras su lecho de muerte a personas que cuidarán de él y del reino, mientras llegará el momento de que él tomara posesión de este, también sabía que el hecho que pudiera salir de su cuarto el día de mañana, no le daba la libertad absoluta, puesto que tomaría nuevas responsabilidades y su vida estaría llena de personas que cuidarán de él.

Personas que no conocía. El solo pensar estar rodeado de gente le generaba ansiedad.

Envuelto entre las sabanas Gavi dirige su mirada por todas la habitación. Todo parecía igual a como siempre, las ventanas que siempre se encontraban cerradas y cubiertas por una gruesa cortina color Borgoña, la estantería con sus libros, la puerta cerrada que dirigía a su baño y armario, el sillón donde pasaba sus días leyendo. Todo se encontraba en su lugar como siempre había sido, tan sobrio y aburrido.

Mientras realizaba la inspección por su cuarto, Gavi siente como un aire frío impacta contra su cuerpo, erizándole la piel. Dirige de nuevo su vista hacia la ventana ahora abierta. Las cortinas estaban abiertas de par en par y una sombra grande y robusta se podía distinguir entre la oscuridad del cuarto.

Gavi mira directamente al intruso, su corazón late descontrolado en su pecho, y las manos le sudan. Su instinto dándose cuenta de quién posiblemente sea el intruso le dice que huya, pero su cuerpo no responde, y su cerebro no deja de lanzarle cuestionamientos.

Pese a todo, Gavi no sentía miedo, lo único que existía en él era curiosidad y expectativa por lo que pudiera pasar.

–¿Tú eres el diablo?-Inquirió, su voz saliendo lo más natural posible.-¿Eres quien dijo mamá que vendría por mí?

El intruso que aún se encontraba en la oscuridad, sin hablar da un paso adelante y deja ver su aspecto.

Gavi queda impresionado nunca había visto alguien como él. Bueno, no es que conociera mucha gente más que a sus padres y a unos cuantos sirvientes del castillo, pero Gavi estaba seguro de que no muchas personas o ninguna más bien, tenía ese aspecto.

Era rubio, con ojos tan azules como el hielo y piel tan pálida como un papel, tenía facciones tan delicadas y fuertes tan parecidas a la de los príncipes que solía leer en sus libros. Gavi no conocía mucha gente, pero dudaba que hubiera alguien más hermoso.

–Sí.–Contesto el intruso, con una voz que le causó escalofríos.

Había una cosa fascinante en ese hombre, su aura era poderosa y violenta, pero a Gavi no le generaba sensación de peligro, sino de seguridad. ¿Tenía acaso eso lógica?

–¿Por qué quieres llevarme contigo?

–Porque eres mío.

–No soy tuyo. Nunca te he visto.

El hombre le responde con una sonrisa lenta y diabólica. Sus ojos brillando en maldad.

–Yo siempre te he visto Gavi, y siempre has sido mío. Solo ven aquí a mis brazos dónde perteneces.

El hombre abre su mano hacia Gavi, invitándolo a ir con él. Gavi se siente casi hipnotizado, sus sentidos están casi dormidos y las ganas de tirarse a los brazos del desconocido son muy grandes.
Aún así logra entrar en razón antes de que esto suceda.

–¿Y si no quiero ir contigo?

Con una mirada seria y siniestra el desconocido da un paso más al frente, inclinando su gran cuerpo y estirando más su mano hacia Gavi.

–No hay elección mi amor, siempre has sido mío desde que naciste, y siempre lo serás. Tu padre creyó que encerrándote aquí te alejaría de mí, fue tonto de su parte pensar así. Ahora estoy aquí para liberarte amor mío. Nunca serás más privado de tu libertad como un delincuente, conmigo tendrás la libertad que siempre soñaste.

–Mañana tendré la libertad que siempre quise.–Debatió con voz insegura, ignorando el hecho que un desconocido le haya llamado amor, y siendo consiente que no era del todo verdad sus palabras. Su libertad nunca sería completa si se quedaba en ese lugar.

–Tú sabes amor mío, que eso no es verdad. Mañana te dejarán salir de esta pequeña cárcel, para cambiarla por una más grande. Es solo eso. Conmigo recorrerás el mundo, tendrás tantas riquezas que un rey se sentirá celoso. Ven amor mío, ven conmigo.

La resistencia de Gavi flaqueo, las dudas se disiparon y las ganas de tomar la mano y desaparecer con el desconocido frente a él, era grande. Él le ofrecía todo lo que había querido siempre, por qué a pesar de que había jurado a su madre cuando tenía 10 años no salir de su habitación antes de cumplir la fecha estimulada, siempre había anhelado el salir y dejar todo atrás sin importar nada.

Cuándo perdió a sus padres también perdió toda conexión existente con esas paredes. Con esa habitación que hacía de cárcel, no tenía nada por quien luchar o reír.

El desconocido frente a él le estaba ofreciendo todo lo que siempre había querido, ¿Por qué rechazar tal oferta?.

Gavi quita las sabanas enredadas en su cuerpo, y estira su mano al hombre frente a él que le sonríe abiertamente, con los ojos brillantes en excitación.

Antes de que pueda llegar a tomarla, Gavi retrocede y mira directamente a los ojos del intruso, quien ahora lo mira con curiosidad.

–Primero, antes de aceptar quisiera saber ¿Quién eres? Mi madre habló de ti como el diablo, pero no creo que tú lo seas.

Enderezándose frente a él, en una posición que lo hacía ver más grande e intimidante, el intruso respondió con toda tranquilidad.

–Soy todo lo que quieras que sea. Si quieres que sea el Diablo por ti lo seré, si quieres que sea un Dios, un ángel o cualquier ser divino, por ti lo seré. Por ti Gavi sería cualquier cosa. Pero para hacerte las cosas más fáciles puedes decirme Marc.

Gavi asiente y le da su mano como muestra de su aceptación.

El hombre frente a él, sabiendo ahora que se llama Marc, lo toma en un abrazo posesivo. Gavi alza su rostro, ya que la diferencia de altura se lo exige.

Puede ver cómo el rostro de Marc se acerca al de él, con claro deseo. Marc junta sus labios y Gavi experimenta su primer beso.

Sensaciones placenteras recorren su cuerpo y nublan su mente.

Había leído infinidad de libros que hablaban sobre el primer beso, ninguna describía lo que estaba sintiendo.

Todo el beso era energía y fuerza, y si al final en la cabeza de Gavi había quedado dudas sobre su decisión, este beso los había borrado todas.

Ahora solo podía ver un futuro más claro y maravilloso.

Al día siguiente, sirvientes del palacio se adentraron a la habitación del futuro rey, encontrándola completamente vacía y las ventanas que siempre se hallaban cerradas abiertas de par en par.

Su rey cautivo se había ido.

Especial por Halloween, se vendrán más <3

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