UNA VISITA

Después de mandar a los gatos por e-mail (no preguntéis cómo lo hice, pero lo hice) , fui a ver que tal iban mis amigos, que seguían en mi súper-jacutsi-de-lujo. Mientras subía las escaleras oí un fuerte golpe en la puerta, me acerqué con un poco de miedo... Pero en ese instante apareció mi amiga morsa mutante y abrió entusiasmada la puerta por mi. Para mi sorpresa lo que había detrás de la puerta era...
¿Una Morsa?

Me di cuenta de que la había invitado mi amiga morsa mutante, y la dejé entar,pero para mi sorpresa, no había una morsa, sino cientos y cientos, (aunque probablemente eran menos porque solo conté diez, pero bueno...)
Mi amiga morsa mutante las dejó pasar alegremente y, de repente, detrás de todas las morsas, vi algo de lo más extraño:
Una Morcilla Alienígena
—¿Y tú?—le pregunté extrañada—, ¿De dónde vienes tú?
Hoooooooolaaaaaaaaa—me dijo el extraño ser—, sooooyyy uuuuunaaa morcccilllaaaaa aaaaliiiieeeenííííígeeeeeenaaaaa...
—Vale, ya me ha quedado claro lo que eres— le expliqué, un poco confundida—, ahora ¿me puedes decir que haces en mi casa?
Yoooooooo seeeeer mooooorciiiiillaaaa aaaaaaliiiiieeeeenííííígeeeeeenaaaaa yyyyy yooooo queeeereeeer coooooomiiiidaaaaaaaaa...
Reflexioné.
—Si eres una morcilla, ¿no te puedes comer a ti misma?
Eeeeeeeeessss veeeeeeeeerddddaaaaaaaaaaadddddd...... ¡ñññññaaaaaaammmm!
Y se empezó a comer a si misma, como en los dibujos animados que nunca he entendido (y nunca he visto porque no existía la televisión), que se comen a si mismos y cuando solo queda la boca, se comen su propia boca...¿Cómo? Pues no lo sé.

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