14. "Liberty"
23 de junio, 2286
Grense Jacobselv,
Noruega. Ruinas Sekunder
Los miembros de la raza gris a su alrededor avanzaron con sigilo, como bestias al acecho, listos para atacar nuevamente. Uno de ellos lanzó un zarpazo, pero Folium alzó una mano con autoridad, deteniéndolos en seco. Todos retrocedieron, desconcertados por la decisión de su líder. Liberty permaneció firme con una amargura evidente.
—¿Vienes con la mujer esa...? ¿Está aquí? —gritó Folium con cierto desespero.
—¡SILENCIO, VIEJO MEDIOCRE! —gritó Liberty. Los presentes a su alrededor se sorprendieron—. ¡No vengo por ella, vengo por ella! —aclaró con descaro—. Vengo sola, y con un único propósito: destruir a Azul Vancouver... Y traigo información que les interesa.
Un murmullo recorrió a los sekunder, incrédulos. Nadie jamás había osado a enfrentarse a Folium de esa manera, y mucho menos bajo su protección. La atmósfera se cargó de violencia contenida mientras Liberty permanecía inmóvil, desafiante, observada por todos.
—No pierdas tu tiempo, niña. Vuelve a ese asqueroso valle y muere como los demás. —Le dio la espalda con desdén dictando su sentencia.
—¿Y el talismán? —pronunció con soberbia—. Sólo puede ser visto con ojos hitachi... y yo los tengo.
Folium se detuvo, tenso. Lentamente giró su cabeza, sus ojos se llenaron de ambición. En un segundo, se movió, volviendo hacia ella con una rapidez fantasmal, deteniéndose a escasos centímetros de su rostro.
—¿Ojos Hitachi...? —Su mano huesuda se alzó, y con un gesto suave pero letal, deslizó sus dedos por los costados de los ojos de Liberty, como si quisiera arrancarles su secreto—. ¿Cómo es que tienes algo cómo eso...?
Liberty no titubeó. Respondió.
—Cometí crímenes de los que no me arrepiento. No vine a buscar alianzas, solo quiero lo mismo que ustedes: acabar con Azul.
Los ojos de Folium se entrecerraron, frívolos, calculando. El silencio entre ellos se volvió pesado, irrespirable.
—¿Estás dispuesta a traicionar a tu sangre... a tu nación entera?
—Haré lo que sea necesario para destruir a quienes me hicieron daño. —expresó con rabia y tristeza en sus ojos.
Con un movimiento brusco, Folium la tomó de la muñeca, apretando con tal fuerza que Liberty ahogó un gemido de dolor. Aún así, no retrocedió, sus ojos no mostraban miedo, solo resolución.
—Escucha bien, Vancouver... —susurró Folium amenazantemente—. Me llevarás al talismán. A cambio, te convertiremos en una sekunder... Terminado el proceso, iremos tras tu hermana, pero si intentas traicionarnos, te enviaré al Helheim con mis propias manos. —Sus pupilas se oscurecieron, tornándose de un gris siniestro—. Ne noxa...
El resonar de su juramento vibró en el aire, y sus manos sellaron el pacto. La codicia y el peligro se dibujaron en sus rostros, ambos llenos de promesas oscuras. No había retorno. Lo peor, apenas comenzaba.
Valle Inutilia
—Por favor, Juliette. Tienes que recordar algo, lo que sea.
—Lo siento, señor Morbus. Ya le dije todo los que sé y lo que recuerdo.— Jeremy bufó llevándose sus manos contra su rostro. Se acomodó en su silla. —Liberty no sería capaz de hacer una cosa así. Fue un sekunder quien nos atacó...
Él se levantó apoyando sus manos en el borde de la camilla. Miró con pena el vendaje que tapaba el ojo derecho de la joven. Antes de retirarse tomó de su bolsillo un papel y anotó una dirección.
—Cuando salgas de este lugar ve a buscarme, Julie. Liberty no es la persona quien crees que e-
—¡Liberty es grandiosa y es mi mejor amiga! La conozco desde hace años e inclusive mucho antes de que su padre muriera. Si yo digo que ella no me atacó, no me atacó. Creo que tú no sabes quién es Liberty en realidad... Vete, y no vuelvas a pisar esta sala en el hospital.
Jeremy se fue sin decir otra palabra. No valía la pena discutir con la razón alterada.
Caminó en paz a paso lento para pensar con detenimiento todas las cosas que tenía por decir. No sabía claramente por dónde comenzar, pero si tenía decidido contarle todo a Azul para protegerla.
Liberty había logrado salirse con la suya y manipular a Aldavinski para conocer dónde estaba aquel talismán. Tuvo que reconocer que cierta situación le produjo celos. ¿Por qué Azul confío en alguien que no conocía para dejarle en sus manos tan alto secreto? Simplemente le resultó absurdo.
Su caminata se detuvo en la acera de la casa Vancouver. Podía entrar e interrumpir cualquier conversación. Al fin y al cabo la noticia sobre Liberty era urgente. Alejó algunos pasos hacia atrás y continuó en línea recta el resto del camino. No había necesidad de alarmar a doña Lucrecia o al joven Arthur. Ya habría tiempo para avisar, ¿pero cuándo...?
12 de Julio, 2286
Valle Inutilia, Nevada
Residencia Vancouver
El verano comenzó a asentarse sobre la región. Los entrenamientos en el fuerte cada vez eran más densos y toscos de realizar. La jornada duraba menos, pero el esfuerzo se triplicaba.
Azul decidió quedarse ese día descansando en su casa. El mes anterior había sido más que fatal con todo y el drama de Liberty. Para las tareas principales ya estaban más que capacitados Anthony, Sam y Aldavinski. Un merecido receso.
—Arthur ha estado preguntando mucho por ti. Cuando regrese de visitar a la abuela Juddie quizás deberían hacer cosas de hermanos.—sugirió Lucrecia sentándose en la mesa con Azul. Le tendió una taza de té.
—Ni cuatro meses de estar de nuevo en casa que se sienten como años. Esto de tener encima una profecía no es tan bueno como su nombre aparenta... Casi no tengo tiempo de disfrutar siendo una adulta común y corriente.
—No te afliges, cielo. Arthur de igual manera entiende por lo que estás pasando.
Azul asintió con la cabeza y tomó un sorbo de su bebida. Desvió la mirada hacia los retratos familiares que posaban sobre las paredes de la cocina.
—Guardas muchas imágenes de nosotros, mamá. Me hubiese encantado posar en cada cuadro. Aunque me conformo con el familiar que tenemos en la sala. Ahí todos nos vemos llenos de vida.
—Poder adaptado verny, telekinesis. —Lucrecia estiró su dedo en dirección a las fotos y las descolgó para llevarlas a la mesa. Desarmó los cuadros de madera dejando sólo la imagen en sus manos. Se las tendió a Azul.
La hija miró sonriendo cada una de ellas. Entre tantos recuerdos se encontraban algunos de ella con George y su actual equipo. Cada imagen tenía una fecha al pie de foto.
—¿21 de marzo 2271? ¿Esta no es del día en que desaparecí?—preguntó confundida.
—Esa fotografía te la tomó Laia antes de que tú y Aldavinski partieran al parque. Me la obsequió una semana después de tu secuestro...
Azul levantó la mirada frunciendo el ceño. En ningún lugar de su mente podía ubicar a Aldavinski con ella en tal lugar y tal fecha.
—Mamá... ¿Realmente no estaba sola ese día? Este muchacho... No lo recuerdo mucho.
—Aldavinski y tú son amigos desde que prácticamente lo adoptaron. Es de familia hitachi y poco se sabe de sus padres biológicos. Laia era encargada del orfanato en ese entonces, y como nadie quería hacerse cargo de él, Josh y ella lo tomaron como su hijo. No hacía mucho que habías nacido, apenas eras una niña de siete u ocho meses. Él se coló en nuestro patio a buscar su avioncito de papel y ahí comenzó su amistad. —Azul pasó las imágenes conforme su madre relataba. —No había día en que no fueras a su casa o él viniera, y el que hayas desaparecido así de repente y bajo su cargo lo destruyó.
—¿Y que ha hecho después?
—Los primeros años entró en una gran depresión. Se mudaron de aquí al lado poco tiempo después del cumpleaños de Sam. Él tampoco dejó de buscarte...—Se levantó de su silla y tomó un brazalete que estaba sobre una repisa cercana.— A la semana de tu regreso me devolvió su brazalete de la amistad. Este es el tuyo, lo compartían. Amadeo te lo habrá despojado cuando te llevó.
Azul tomó la pulsera entre sus manos, observándola en silencio. Era de hilo marrón, entretejido con finos hilos violetas y rojos. Aunque estaba algo sucia y pequeña para su muñeca adulta, la miró como si fuera un extraño objeto, sin la familiaridad que debería haber sentido. No se la puso; simplemente la mantuvo en su mano, como si fuera un pedazo de un rompecabezas del cual no podía encontrar el resto.
—Extraño muchísimo a papá...—lloró sin más.— ¿Por qué tomó la decisión de irse de este mundo?
—George se sintió culpable por convencerme de no acompañarlos aquel día al parque. Ambos lidiamos con la culpa de maneras distintas... Yo encontré la fuerza para seguir, pero él no. —Hizo una pausa, secándose los ojos—. Cuando se enteró que estaba embarazada de Arthur, todo empeoró. Fue cuestión de meses antes de que tomara la drástica decisión de... de morir. —Su voz tembló por un instante—. Y Liberty, desde entonces, comenzó a culparte a ti. Te culpó por todo lo malo que nos sucedió.
—Estoy muy agradecida con Liberty por perdonarme. Y estoy feliz de saber que está en un lugar seguro como lo es San Petersburgo. Es una gran hermana y es muy inteligente.
Lucrecia, sin decir nada, se levantó y abrazó a su hija por la espalda, estrechándola contra sí. En ese instante, el pasado y el presente se fusionaron, y aunque las heridas no se cerraban del todo, ambas compartían e dolor. Los recuerdos las unían. Ahora, se tenían la una a la otra para seguir adelante.
***
Pasado el mediodía Azul quedó a cargo de la casa. Arthur aún no había regresado y Lucrecia tuvo que partir hacia su jornada laboral.
Continuó con sus diligencias tranquilamente antes de volver a su pesada rutina. Se sentó en su cama a continuar con su lectura sobre los tiempos humanos.
—¡Ya no aguanto más. Necesitamos hablar, Azul!
—¡POR UN DEMONIO JEREMY! ¿NO SABÉS QUE EXISTE UNA PUERTA!—gritó cayendo de su cama y apuntándole con su libro.
—Lamento haberme teletransportado tan de repente, pero en verdad quiero que hablemos, Azul. —Extendió su mano para ayudarla a levantarse. Seguidamente se paró firme. —Es sobre Liberty.
—¿Sucedió algo? ¿ELLA ESTÁ BIEN?
—¡Tranquilízate, por favor!—La tomó de los hombros y la sentó sobre la cama. Se arrodilló hasta su altura. —Azul, esto no es fácil de decir ni tampoco es fácil de escuchar. Pero Liberty te está por traicionar y tenemos que hacer algo ahora.
La mujer se quedó en silencio. Mirando molesta a Jeremy, quitó sus manos de sus hombros. La tensión entre los dos aumentó y mucho.
—¿Si quiera escuchas lo que dices?—dijo en un susurró claro. —No sé qué clase de broma extraña te estás inventando, pero no es de buen gusto, Jeremías Félix Morbus.
—No estoy bromeando Azul, ¡por un sekunder! Tienes que creerme...
—¡Pues eso jamás pasará!—Lo empujó fuertemente tumbándolo contra la madera del suelo. —Deja de balbucear idioteces y si no viniste a nada más, retírate.
Jeremy se paró y la sujetó del brazo para que no abriera la puerta y se fuera. Ahora la sujetó con ambas manos en la cabeza.
—Esto no es un juego, Azul. Y hay que avisarles a Lucrecia y a Arthur de lo cometido. Liberty planea cosas atroces que te aseguro que arrasarán con todo lo que amas. Protege ese maldito talismán con tu vida... ¡Tu hermana te traicionará!—repitió.
—¡AH! ¡QUÍTATE!—gritó pateando las rodillas de él. Retrodeció en trote hasta trastabillar y caerse de espaldas. Se agitó.— No te preocupes por mí, Jeremías. Sé muy bien sobre hermanos traicioneros y eso lo aprendí de ti. —Abrió la puerta con brutalidad de par en par. —Me haces el favor de calmarte y de no volver a hablarme hasta que te lo permita.
—¡Pero Azul...!
—¡ME HACES EL FAVOR DE CALMARTE Y DE NO VOLVER A HABLARME HASTA QUE TE LO PERMITA!
Jeremy negó con la cabeza cada palabra de Azul. Avanzó muy lento hacia la salida sin despejar sus ojos de los ojos de la mujer. Torció su sonrisa totalmente decepcionado y desesperado.
—Haré las cosas por mi cuenta, entonces.— Azul lo tomó del cuello de su camiseta y lo acorraló.
—Ponle un dedo encima a mi hermana o cualquiera de mi familia y te mato, Jeremy. —Tomó su cuerpo y lo aventó por encima del pasamanos de su escalera. Antes de caer al suelo, desapareció transformándose en una humareda de humo negro.
No podía Azul describir la sensación de ese momento. La jugada era bastante mala habiendo ganado un hermano por otro.
Él quería destruir a Liberty, y ella sólo quería salvarla y protegerla para actuar con libertad. Aquel conflicto entre ambos, aunque sin querer demostrarlo, la desgarró por dentro.
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