Pactos

Casi por instinto Alma se preparo para lo peor, la actitud de Laiz antes de marcharse a ver a Lucifer era tan devota con la muerte que ella de manera automática pensó que este al saber la verdad la repudiaría e intentaría hacer algo en su contra con tal de volver a tener a su enfermiza ama. Pero Laiz permanecía en total tranquilidad, manteniendo la distancia y la miraba con curiosidad más que con rencor.

―¿Como te diste cuenta?― pregunto nuevamente Alma― nadie ha notado el cambio.

―Sospechaba que algo estaba sucediendo desde hace tiempo, sus actitudes son muy diferentes, su manera de hablar y manejarse con la gente de palacio, conmigo...― desvió la mirada avergonzado― la otra muerte, ella... siempre pedía mis servicios cuando tenía deseos físicos― le dijo con la mirada clavada en el suelo― luego de eso me ignoraba por completo y ella... jamás ha tocado mi piel como usted lo hizo hoy.

Alma apretó los labios con fuerza para reprimir lo que estaba pensando sobre la muerte real, sobre su crueldad, sobre el modo indigno en que trataba a todo a su alrededor y luego sonrió encogiéndose de hombros.

―¿Que has pensado entonces? No era mi deseo venir aquí, no he querido usurpar su sitio, al contrario se me fue impuesto y lo único que ansioso es escapar para...

―¿Vengarse de ella?― pregunto interrumpiendo.

―Se que tu lealtad hacia ella es...― esquivo la pregunta.

―Ya no hay tal― volvió a interrumpir Laiz con tono ahora decidido― antes de saber esto ya tenía mis dudas, mi amor por ella sigue aquí clavado en mi pecho pero quiero...¡No! Necesito arrancarlo de raíz y el único modo es que de una vez luche contra ese sentimiento.

―De la noche a la mañana no se deja de amar― fue la respuesta de Alma recordando a Jeremy y el tiempo en que creyó morir por tener que dejarlo ir.

―Lo sé, pero como le dije mi señora, los recuerdos que tengo de estos siglos a su servicio solo están llenos de dolor, vergüenza y quizás pocos momentos de placer, pero después de ser usado a su antojo, nuevamente me sentía usado. En principio cuando todo inicio, pensaba que si era lo suficientemente sumiso, fiel y diligente ella algún día comenzaría a sentir cuanto la amaba, pero después de tantos siglos, su trato no cambio para bien, sino que fue volviéndose mas sádica conmigo ― suspiro profundamente ― hasta que deje de sentirme un ser viviente, hasta el punto en que me convertí en un ente que solo existe para obedecer.

―¿Como sé que no es un truco? ¿Como se que en verdad quieres ayudarme cuando poco antes me jurabas que serias fiel e incondicional por toda la eternidad pensando que era ella?

Laiz asintió levantando esta vez la mirada hacia sus ojos con determinación.

―Porque en el momento en que descubrí su traición deje de serle fiel y devoto como usted lo dijo y ahora le ofrezco eso mismo a usted― replico poniéndose de rodillas ante ella― si me acepta, seré el mas incondicional para usted, seré su esclavo por siempre y la protegeré incluso con mi vida.

Alma no podía confiar en él, si bien Laiz jamás había hecho nada para provocar su desconfianza ni sus temores, el modo en que estuvo ante ella solo horas antes la hacían ser precavida.

―Que es lo que pretendes, se claro― le dijo entonces.

―Cuando usted se vaya de aquí― levanto la mirada y busco afanosamente la de ella, mirándola fijamente y con intensidad― por favor, se lo ruego, lléveme con usted.

Alma quedo sorprendida, podría jurar que todos cuantos estaban en ese palacio parecían dispuestos a continuar con sus vidas como hasta entonces, parecía que estaban a gusto con la existencia que llevaban pero después recordó las cicatrices en la espalda de Laiz y supo que nada de lo que estaba ante sus ojos era tal cual lo imaginaba sino que había un trasfondo mucho más profundo y doloroso que aun no descubría.

―Dime...cuéntame Laiz, ¿como llegaste aquí?

Laiz bajo una vez más la mirada hacia el suelo y cerro los puños, una señal que Alma supo comprender de inmediato.

―¿Fuiste engañado verdad? ¿Recuerdas algo de tu pasado verdadero?

―No recordaba nada hasta que leí su diario― respondió avergonzado.

―¡Leíste mi diario!

―¡Lo siento señora!― cayo de rodillas ante ella bajando la cabeza casi hasta el suelo ―¡No quise romper su privacidad! ¡Castigueme si lo cree necesario!...  Pero... como dije presentía que algo era diferente y tenía que investigar, tenia que saber...

Alma contuvo su enojo y camino hacia los jardines deteniéndose junto al balcón. Como lo esperaba, Laiz se levanto rápidamente y corrió hasta ella volviendo a postrarse a sus pies.

―Entonces...dime qué fue lo que recordaste cuando leíste mi diario.

―Recordé que antes mi nombre era Eliel y lo supe porque recordé a una mujer llamarme de esa manera pero nada más, tampoco pertenezco aquí, se lo suplico señora ayúdeme a recordar, ayúdeme a saber quién soy.

Alma permaneció en silencio, de espaldas a él, meditando en sus palabras.
Cuantas personas mas, no pertenecían a ese lugar, ¿cuantos más fueron engañados?
Cuál era el propósito de todo ese engaño y porque maldita sea no podía dejar de pensar en las palabras de Lucifer, mientras le decía que debía recordar su pasado.
¡Ella no tenía un pasado con el rey del infierno! ¿O si?

―Está bien Laiz, aceptare tu propuesta pero no quiero un esclavo, solo un amigo.

Laiz arrugo las cejas en señal de confusión pero asintió en silencio sonriendo.

―Lo primero es intentar recordar, yo escribo para no olvidar, tú debes hacer lo mismo pero con cada detalle que vayas recordando, creo que es el único modo en que ambos encontraremos las respuestas a nuestros problemas. También fui engañada y deseo saber por qué razón y con qué propósito.

Laiz asintió una vez más, se levanto y luego se adelanto unos pasos hacia ella.

―Señora, esto es suyo.

Alma miro el diario que el extendía hacia ella y lo tomo regañándolo con la mirada, lo guardo entre su capa y después volvió la mirada hacia el jardín una vez más.

―¿Nunca te paso Laiz, que presientes que todo lo vivido es solo una réplica de algo más profundo que paso tiempo atrás? En mi mundo lo decimos deja vu, es como revivir un episodio de nuestras vidas sin notar que lo hacemos, como volver en el tiempo sin darnos cuenta― expreso con los ojos fijos en el horizonte.

―No señora, nunca que yo recuerde.

Alma sonrió y asintió.

―Es verdad, antes debes recordar quien fuiste...

Una vez más las palabras de Lucifer regresaron a su mente.

"Recuerda cuando nos conocimos, recuerda cuando el mundo era nada y nosotros éramos dioses..."

―Tengo trabajo Laiz, por el momento dejaremos este asunto y de mas esta decirte, que no debes hablar sobre esto con nadie, no confíes en nadie, nunca reveles nuestro secreto, ¿puedo confiar en ti?

―¡Con la vida!

―¿Tenemos entonces un pacto?

―Si señora, es un pacto que jamás romperé, lo prometo.

Alma no respondió, su vida era algo que ya no tenía y que pretendía recuperar, aunque dudaba que pudiera hacerlo tan fácilmente. Pero al menos ahora tenia una leve esperanza de poder saber sobre ese pasado oculto, si Laiz llevaba siglos en ese sitio, algo tenia que saber, aunque tan solo fueran rumores, cualquier pista ayudaría, pero debía ser cautelosa, porque incluso quien parecía el mas inocente podría ser el mas cruel y eso lo había comprobado con Jeremy, quien como ángel jamas intento protegerla en su vida como humana, sino que dejo que le pasaran cosas que le marcaron profundamente y para siempre en ese entonces.

― Debo irme, ya sabes... trabajo, pero a mi regreso tenemos mucho de que hablar.

― Si mi señora.

Desapareció tomando el pergamino entre sus manos con fuerza, así era como sabia donde debía ir, donde debía cosechar la nueva alma, el pergamino la guiaba. Solo que en esa ocasión el lugar le era conocido y la persona aun más pues se trataba de su hermana Brisa.
Alma se quedo petrificada cuando vio a su pequeña hermana tendida en esa cama con los ojos en blanco, convulsionando con un frasco de pastillas junto a su cama.

―¡¡No!!― exclamo y corrió hacia Brisa pero se detuvo en seco pues sabía que si la tocaba no abría vuelta atrás para Brisa.

Ansiosa miro a su alrededor, ¿como podría ayudarla!?
Brisa continuaba convulsionando frente a sus ojos cuando la puerta se abrió de golpe entrando Azul. Alma respiro con cierto alivio pero no del todo pues tras ella también entro la muerte, quien o la ignoro o no la vio, pues no dirigió la mirada hacia donde se encontraba parada ni por un segundo.

―¡Brisa!― grito Azul corriendo a su lado para ayudar a su hermana colocandola de costado y sosteniéndola para que no se hiciera daño en las fuertes sacudidas de sus convulsiones― Alma no te quedes ahí parada, ¡Llama al doctor! Brisa está muy mal.

Alma dirigió la mirada entonces hacia la muerte que permanecía observando a Brisa y Azul, hasta que esta tomo el teléfono y marcaba llamando al doctor. Azul lloraba abrazando a Brisa mientras su usurpadora permanecía parada mirándolas en un extremo opuesto de la habitación.

―Brisa ¿Porque?― lloraba Azul― ¿Porque lo hiciste? ¡Te pondrás bien, cuidaremos de ti lo prometo! ¡Brisa por favor no mueras!

Alma apretó el pergamino en su bolsillo y lo saco, lo abrió y vio el nombre de su hermana menor escrito allí.

―¡No!― grito― ¡¡No voy a llevármela!!

La desesperación la envolvió, el cuerpo le tembló y los recuerdos que casi había perdido regresaron a su mente como golpes contundentes que la dejaban fuera de si.

El pergamino quemaba en su mano, mientras el llanto de Azul y el cuerpo de Brisa sacudiéndose continuaba como una imagen surrealista, como si estuviera viendo una mala película.

Los recuerdos de su niñez vinieron a ella con fuerza increíble, imágenes de ella con sus hermanas corriendo en el parque, mientras sus padres las observaban sentados en un banco non muy lejos, las risas de las tres corriendo de un lado al otro, los años de escuela, los cumpleaños, las navidades, el secuestro, la muerte de su padre, el suicidio de su madre, como se fue alejando del mundo y todo eso que las unía ya no existía, su violación, la ruptura con Jeremy, los susurros de la muerte, los tratos hechos y lo que sacrifico para que ambas continuaran viviendo y ahora le pedían que se lleve a su pequeña hermana...

¿Porque? ¿PORQUE?...



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