Nueva jugada...
Y la hora de pensar llego mucho más rápido de lo que imagino.
Recostada en la gran cama, envuelta en las sabanas de seda negra y los brazos de Lucifer, Alma se preguntaba porque no podía alejarse de el, como era posible que él hubiese robado todo de ella para sí, sin que se diera cuenta. Su cuerpo de manera involuntaria se acoplaba a él y estaba ansioso por complacerlo, mientras su mente parecía pensar de manera diferente, intentando poner un freno a todo lo que sucedía, pero el más audaz y quizás incluso el más loco era su corazón. La sola presencia de Lucifer lo hacia latir con tan violencia que toda ella se estremecía y se asustaba del impetud con que deseaba complacerlo. A pesar de tener estos pensamientos, estar allí, entre los brazos de Lucifer era tan reconfortante que de manera involuntaria suspiro, acomodo la cabeza sobre su pecho y se abrazo mas fuerte a él.
La mano de Lucifer acariciaba lentamente su espalda, y cada tanto besaba su cabello.
―No sé porque estoy aquí― le dijo Alma― ni porque siento que este es mi lugar en el mundo, solo sé que aquí me siento a gusto.
Lucifer sonrió y tomo su barbilla elevando su rostro hacia él.
―Eres mía, tanto como soy tuyo, algún día podre decirte todo lo que ansío decirte, confía en mí, solo eso te pido.
Alma no respondió, era difícil amar y odiar a la misma persona.
¿Podría en verdad confiar en él?
¡No! No podía, el la había traicionado, el había tomado la vida de Brisa.
Lo beso en los labios dispuesta a silenciar su mente fundiéndose en el fuego que ambos creaban cuando estaban juntos en la intimidad pero cuando estaba rozando sus labios, sintió que era arrebatada de sus brazos.
Descolocada por completo, miro a su alrededor, sintiendo la falta del calor del cuerpo de Lucifer, para luego darse cuenta de que se encontraba en el palacio de Jeremy, mientras este la miraba de manera significativa sin decir una sola palabra.
―Tu...― dijo tan solo Alma, aliviada al notar que estaba vestida con la túnica de siempre― ¿Más trabajo pendiente?― le pregunto mirándolo con desconfianza.
―No.
―¿Entonces porque me has hecho venir?
―Necesitaba verte.
―¿Para que?
Jeremy guardo silencio un momento y luego extendió la mano hacia ella con la palma abierta, mostrándole un medallón. Alma frunció el gesto y lo miro sin comprender.
―¿Que es eso?
―Solo un pequeño obsequio para ti.
―No lo quiero.
―Por favor tómalo, déjame darte esto como muestra de la sinceridad de mis sentimientos hacia ti.
―Jeremy ya hablamos sobre eso― le dijo Alma desviando la mirada― no es posible estar juntos, tu eres un ángel y yo la muerte, jamás funcionara.
Jeremy sonrió dulcemente y camino hacia ella, tomo el medallón y se puso detrás de Alma para luego colgar el objeto en el cuello de la chica.
Después la giro hacia él y sonrió.
―Te queda perfectamente.
Alma sintió que el medallón pesaba en su cuello y ardía contra su piel.
Todo comenzó a darle vueltas y el ardor fue aun más fuerte.
―Que...¿Que es esto...?― pregunto Alma― ¡Duele!― intento sacárselo pero le fue imposible.
Poco a poco fue cayendo de bruces en el suelo, la vista se le nublo y le quemaba la piel, la cabeza parecía que le estallaría...era la misma sensación que sintió cuando cambio de lugares con la muerte verdadera
―¿Que...me...hiciste...?
Alma cayo boca abajo desmayada, mientras Jeremy, se inclinaba y la tomaba en brazos para luego llevarla a su habitación personal.
―Solo he tomado lo que debió ser mío desde hace mucho tiempo.
*
Alana observo a Jeremy llevarse a Alma, apretó con fuerza la columna tras la cual estaba oculta y maldijo por lo bajo, después voló a través de los portales con suma rapidez, dirigiéndose directamente hacia donde se encontraba Lucifer.
―Mi señor...Lucifer...
―Que sucede Alana― pregunto este entrando al gran salón envuelto en una bata.
―Ya está hecho.
Lucifer apretó el cinto de la bata más fuerte de lo normal y luego asintió.
―Muy bien, vigila a Jeremy, aun le tomara un tiempo a Alma recordarlo todo, en cuanto de señales de hacerlo debes informarme, es importante que yo logre contenerla.
―Si.
―Alana...
―¿Si señor?
―Has hecho un gran trabajo, pronto todo acabara.
Alana asintió, y luego se retiro, dejando al rey de los infiernos pensativo.
El juego comenzaba y Jeremy sin darse cuenta se acababa de convertir en su peon principal para ganar la partida, ahora solo quedaba ser paciente y de eso Lucir tenia de sobra, los milenios lejos de su amada le enseñaron a serlo.
*
*
Laiz acaricio la lanza con dedos seguros mirando la inscripción en la hoja plateada, suspiro y luego toco un pequeño botón que simulaba ser una piedra preciosa, como un rubí por su color rojo sangre...la lanza se convirtió en un dije que luego colgó en su cuello, ocultándolo entre su ropa.
Sabía que estaba jugando un juego sumamente peligroso pero estaba cansado de la eternidad y deseaba descansar de una maldita vez. Tanto Lucifer como Dios habían sido muy crueles con el condenándole a la vida eterna, pero él se vengaría con lo que más apreciaba cada uno.
Ya estaba cerca de cumplir su parte con Lucifer, solo faltaba comenzar con Jeremy, el niño favorito, después de acabar con Jeremy y robarle a Lucifer a la mujer que amaba, quedándosela para él, destruiría todo lo que le impidiera ser libre.
Se pregunto que estaría haciendo Alma tanto tiempo encerrada en su habitación, llevaba demasiado allí, desde su regreso. No era un comportamiento normal en ella, quien siempre disfrutaba de pasear por el jardín, era como si de pronto quisiera permanecer apartada de todos incluso de el, cuando antes había sido cariñosa y hasta le había dado esperanzas de que podrían estar juntos.
Con un extraño presentimiento fue en busca de la chica, toco la puerta y la llamo, pero no se escuchaba nada en el interior, entonces abrió la puerta y asomo la cabeza.
―¿Señora?
Laiz entro y se encontró con la habitación vacía.
Ya preocupado, porque Alma no salía sin él a ningún lado, registro la alcoba y cuando estaba saliendo para buscarla en el resto del palacio, noto algo que llamo su atención en el balcón.
Se apresuro hacia allí y se encontró con que estaba una chica que no reconoció tendida en el suelo. La muchacha estaba inconsciente, tenía el cabello castaño y no parecía dañada, solo desmayada.
Cuando dio un paso hacia ella para verla mejor y más de cerca, un ángel se puso delante de él, evitando que la tocara.
―¿Quien eres tú y que haces aquí? ¡Los ángeles no deben entrar al recinto de mi señora!― replico Laiz con dureza.
―Mi nombre es Brisa y ella es Azul, Jeremy me envió pues esta mujer no debería estar aquí.
Laiz no estaba enterado de esto, en ningún momento Jeremy le había dicho que pensaba traer también a la otras hermana de Alma, ademas como había llegado allí, se suponía que los humanos no podían entrar al los reinos del cielo y el infierno.... ¿O es que estaba muerta? ¿La había traído su ama? No. Si ese fuera el caso no estaría allí tirada en el balcón, sin dudas Alma la estaría protegiendo lo cual le decía que no estaba enterada de cuanto estaba sucediendo.
―No me importa quien eres o quien es esa chica, tu no puedes estar aquí y lo sabes.
―Azul tampoco debería estar aquí ― fue la respuesta del ángel quien de inmediato se interpuso entre la chica desmayada y el lacayo de la muerte.
Laiz se preparo para pelear contra el ángel, si la hermana de su señora estaba alli era por algo y no podía dejar que ese ángel intruso se la lleve.
―Ella no es tu protegida, es la otra mujer, así que es mejor que te vayas y evites un enfrentamiento, sabes que no tienes oportunidad contra mi.
Brisa dudo.
El tenia razón, Jeremy le había advertido que no se enfrente a Laiz, pues aunque tan solo era un sirviente, era de todos el mas fuerte y el mas poderoso, lo miro dudosa, luego de soslayo a la chica en el suelo. era leve duda le dio la ventaja a Laiz que necesitaba para mover los dedos como si cerrara el puño, haciendo que el cuerpo de la hermana de su ama apareciera entre sus brazos, sonrió con satisfacción y miro a la otra chica que desconcertada apretó los puños con evidente furia contenida.
―¡Maldición! ― murmuro Brisa sin saber que hacer.
―Te sugiero que te vayas ángel, el palacio de la muerte esta prohibido para todos los seres celestiales e incluso los demonios, podrías sufrir grandes consecuencias si pretendes permanecer mas tiempo aquí ― advirtió Laiz, luego vería como se las arreglaba con Jeremy si es que era una orden suya el que ese ángel se lleve a la hermana de su señora.
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