Estrategias...
Estaba decidida a no dejarse amedrentar por esos dos hombres que habían decidido que su vida era una competencia entre ellos. Les enseñaría que con ella nadie jugaba.
¡Oh si!
Se daba cuenta de que ellos estaban utilizándola para sus propósitos sean cual fueran esos... Lucifer tenía cierta ventaja sobre Jeremy porque ella simplemente no podía contenerse cuando estaba con él, lo deseaba tanto y ansiaba tanto estar a su lado que olvidaba por completo todo lo demás. Pero Jeremy no, y definitivamente era el que se estaba ganando todo su desprecio, en especial después de lo sucedido con Brisa, podía controlar mejor la situación cuando estaba el ángel sin embargo con el rey del infierno...
Se estremeció al pensar que Lucifer tuviera tanto poder sobre ella.
¿Como era posible?
Ella, la que como humana rechazo a Jeremy el ángel, la que se mantuvo alejada de todos los hombres, ahora caía rendida por completo ante una mirada oscura y penetrante, ante esa sonrisa que ocultaba mucho más de lo que ofrecía, ante ese tacto sutil que ponía su piel febril con un simple roce...
¡¿Como?! ¡¿Porque?!
Tan solo con pensar en Lucifer, todo el cuerpo se le estremecía y algo la impulsaba a buscarlo, era como si no pudiera evitarlo, todo en ella ansiaba poder estar junto a él, como una adicta en busca de su droga, sencillamente no podía evitarlo y si debía ser totalmente honesta consigo misma, tampoco quería. No quería alejarlo, no deseaba estar sin el,
Lo odiaba por las cosas que hacia a sus espaldas pero la realidad era que también lo amaba como nunca pensó amar a nadie.
―¡No!― grito furiosa― ¡No es posible! ¡El me engaño!
―¿Señora?
Alma giro sobre sí misma y miro la puerta un momento cuando escucho que Laiz la llamaba.
―Mi señora, ¿Está todo bien? ¿Necesita algo?
―No Laiz― respondió manteniendo la calma― todo está bien.
―¿Segura?
―¡Vete Laiz, déjame sola!― ordeno apretando cada vez mas fuerte los puños, pues le costaba contener su temperamento― estoy bien.
―Estaré cerca por si me necesita...
Alma no respondió, miro la ventana abierta y de pronto la idea le llego de la nada, corrió hacia la ventana y se lanzo por ella, cerrando los ojos fuertemente esperando el impacto pero nada sucedió, de pronto ella volvió a aparecer en su habitación, miro todo de manera confusa y luego con enojo, fue al tocador y tomo de allí unas tijeras, las miro y se clavo estas en el cuello pero una vez más desapareció y reapareció en el centro de su alcoba.
―¡Cómo es posible, maldición!― grito llena de enojo.
¿Realmente era inmortal?
Entonces sintió el llamado y desapareció.
*
*
―¿Puedes explicarme que piensas que haces?― pregunto Jeremy mirándola con la cabeza levemente ladeada y con una sonrisa cálida en los labios― ¿Porque razón has intentado suicidarte en dos ocasiones?
Alma se lo quedo mirando y comprendió que nada de lo que hacía estaba sin vigilancia, cada paso que daba, cada cosa que decía, todo estaba controlado por Jeremy y seguramente también por Lucifer...y eso la hacía sentir como un animal controlado en una jaula, ella era esclava de ambos.
―¿Como lo sabes?― pregunto de todos modos pero Jeremy no le respondió tan solo se encogió de hombros.
―Se muchas cosas Alma.
―¿Que quieres?― cambio la dirección de la conversación― dime de una vez, que deseo marcharme ya, no tolero verte.
Entonces mientras Jeremy la miraba con esa sonrisa en la mirada y en los labios, todo comenzó a ser claro para Alma, tanto que incluso ella comenzó a sonreír internamente. Su mente se calmo y su actitud desafiante se mantuvo para no darle al ángel un indicio de que había encontrado un nuevo camino para liberarse de él y de Lucifer.
―Tengo aquí tu nuevo trabajo― respondió Jeremy entregándole el papiro.
Alma lo tomo y giro sobre sí misma para marcharse, pero Jeremy la detuvo tomándola del brazo.
―Espera... Alma...
Alma de espaldas a Jeremy tenso la boca al mismo tiempo que fingía no poder contener un sollozo, dio un tirón al brazo liberándose de su agarre.
―Déjame Jeremy...por favor déjame...― se felicito por su tono falso de lamento e intento alejarse pero el ángel la volvió a tomar del brazo y la hizo girar hacia él.
―Alma lo siento mucho, sé que es difícil para ti todo esto y créeme que lamento cuanto estas pasando, pero yo... aun te amo.
Alma fingiendo siempre, puso expresión de sorpresa y levanto la mirada llena de lágrimas contenidas.
―Creí que todo eso fue una mentira, que solo fingiste amarme.
―¡No! Alma ¿Como puedes pensar eso?― replico Jeremy colocando ambas manos en sus hombros mirándola fijamente― entonces yo no sabía que tú eras...¡Yo no recordaba quien eras! ¡Pero ahora lo sé y créeme, jamás te haría daño! ¡En verdad te amo!
Alma no dijo nada pues analizaba las palabras descuidadas de Jeremy.
Así que el entonces no recordaba quien era ella...
Quien... ¿Quien era ella en verdad?
―Como puedo confiar Jeremy...aunque yo...por más que sienta esto aun por ti...― desvió la mirada, no podía permitir que el notara lo molesta que estaba por haber descubierto que todo fue siempre un maldito engaño, prefería fingir que le dolía confesar que lo amaba, aunque en realidad, sintiera deseos de destruirlo― ya no es igual a cuando era humana...¿La muerte puede amar Jeremy? ¿Puede?...― lo miro una vez más a los ojos y levanto la mano hacia el perfecto rostro del ángel ante ella y acaricio sus labios con los dedos, se puso en puntas de pie y se acerco a él con la intención de besarlo pero a centímetros fingió darse cuenta de su error y se alejo. Satisfecha noto como Jeremy apretaba los labios en señal del deseo que sentía por ella.
―Lo siento Jeremy, quizás como Alma aun podría pensar en volver a tu lado, porque eso es lo que siempre desee, pero ahora las cosas han cambiado, nuestro amor está prohibido...
Se llevo la mano a la boca aparentando contener las lágrimas y luego desapareció, para reaparecer en su palacio.
―¡Laiz! ¡Laiz!
Su sirviente se acerco prontamente.
―Si mi señora, aquí estoy.
―Prepárate... saldremos.
Laiz la miro sorprendido y Alma le mostró el pergamino.
―Tenemos trabajo que hacer.
―Si mi señora.
Alma sonrió y guardo el pergamino en su túnica.
Esperaba poder engañar del mismo modo a Laiz y a Lucifer...
*
*
Jeremy miraba la corona de Alma y la medalla, tocando sus labios, recordando una y otra vez la mirada de la chica.
―Ella aun siente algo por mi...aun hay esperanzas...¡Aun puedo arrancarla de los brazos de ese maldito!
*
*
Lucifer observo al ángel delante de él entrecerrando los ojos, luego se puso en pie y se acerco a la chica con una leve sonrisa.
―Bien hecho mí querida Alana, continua vigilando todo para mí, pronto terminaremos con todo esto.
―Señor...con respecto a Laiz, yo quisiera...
―Quédate tranquila Alana, se lo que deseas, pero comprende que no es tiempo aun, no hasta que rebele su verdadera identidad.
―Prometió no hacerle daño.
―Y no lo haré.
―Gracias señor.
―Puedes retirarte Alana, yo cuidare de que tu hermano no se meta en más problemas...
La chica asintió, confiaba ciegamente en Lucifer, el jamas mentía y siempre la había protegido, así que le serviría con fidelidad absoluta, si le decía que no dejaría que nada le pase a su hermano entonces así seria, y pronto tanto Eliel como ella serian libres por fin.
Solo esperaba que Eliel no cometiera una tontería en su desesperación por ser libre o liberarla a ella, su hermano siempre había sido impulsivo y eso era un peligro para los planes que tenia.
De modo sigiloso fue hasta el palacio de la nueva muerte, los espió a una prudente distancia, lo vio hablar con Jeremy, se tenso, meneo la cabeza y supo que algo se traía entre manos pero no podía hacer mucho por el momento, debía confiar en los planes de Lucifer, y llegado el momento rogar por su perdón de ser necesario. También alcanzo a ver a la reina, la reconoció de inmediato, era tal cual la recordaba, tan hermosa y majestuosa como siempre pero con una mirada distinta, esta mujer era mas astuta, se le notaba desde lejos.
Una digna reina para su amo.
Ambos desaparecieron, así como ella también lo hizo regresando al cielo. Busco a Jeremy, encontrándolo en su habitación privada observando la corona falsa y la cadena de la reina, se quedo de pie en el umbral de la puerta y espero a que el ángel notara su presencia.
― ¿Que te pidió que hicieras? ― pregunto Jeremy al cabo de unos pocos minutos.
―Lo de siempre, pidió información sobre sus movimientos y si sabia su usted robo las pertenencias de la reina, esta furioso por la perdida de los objetos que le pertenecían a su esposa.
―¿Que le dijiste?
―Que registre todo su palacio mi señor y que aquí no esta lo que esta buscando, le sugerí que pusiera mayor atención al lacayo de la señora, ese que se llama Laiz, que fuera cuidadoso y que de todos modos estaría atenta por si llegaba a saber que aquí tenían la corona y la cadena de la reina, ¿Hice bien mi señor Jeremy?
―Perfecto, sabes que ese Laiz es un potencial peligro para nosotros, es un simple lacayo como tu sabes pero también tiene milenios de secretos que no nos conviene que sean revelados, en algún momento vamos a tener que deshacernos de el.
―Cuando usted lo disponga con mucho placer lo haré mi señor, usted sabe que no tolero a ese demonio, no puedo olvidar lo que usted me contó sobre su traición hacia usted, lo haré pagar por traidor ― le respondió Alana con tono firme y poniendo en su voz la suficiente fuerza para dejarle claro que hablaba en serio, mientras intentaba contener la furia que llevaba por dentro por los planes que Jeremy tenia para su hermano y el modo en que intentaba manipularla para que dañara a su propio hermano.
―Seras bien recompensada por tus servicios Alana, no lo olvidare cuando derrotemos a Lucifer y tomemos incluso el trono del reino celestial.
―Gracias mi señor, yo solo quiero continuar a su servicio y protegerlo, para que usted sea el líder de ambos reinos, sabe que soy incondicional.
Jeremy sonrió satisfecho, miro una vez mas los objetos y luego giro a ver a Alana.
―Así sera, es mi promesa.
Alana se inclino con respeto y luego se retiro para encerrarse en sus aposentos.
Tenia que calmar su furia, jamas permitiría que Jeremy gane esa apuesta y mucho menos traicionaría a su señor Lucifer o al señor verdadero de toda la creación.
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