Deseo


Cuando bajo del taxi llovía torrencialmente pero eso no le importo mucho a Alma después de todo, la mente la tenía en otro sitio en esos momentos, así como no le importaba que el vestido blanco que llevaba puesto se hubiera convertido básicamente en una segunda piel, o que la mirada de los pocos transeúntes estuvieran fijos en ella mientras caminaba lentamente hacia la entrada del enorme edificios de apartamentos en donde vivía.
Ya ni siquiera escuchaba la risa burlona de la muerte junto a ella, tan solo una imagen se repetía ante sus ojos una y otra vez y aun peor, mientras esa imagen se repetía sin descanso, la voz aterciopelada del otro hombre a quien nunca vio sonaba en su mente del mismo modo, constantes, dejándola aturdida y confusa.

Se sentía desorientada...
¿Que estaba sucediendo?
¿Que era lo que se le escapaba y no lograba ver?

Detestaba perder el control de las cosas de esa manera y ya estaba comenzando a sentirse realmente nerviosa.
Un ángel, la muerte y quien sabe que mas estaban tras ella y aun no lograba saber el motivo por el cual lo estaban, ni porque ella parecía ser demasiado importante para esos tres seres sobrenaturales.

Debía averiguar cuanto antes sobre eso y no contaba con el tiempo suficiente.
Ya era bastante malo tener todos los problemas que tenia con sus hermanas como para sumarle también sus encuentros con seres de otro mundo por así decirlo.

Llego a su departamento y noto que el encargado, se la quedaba mirando por el aspecto que traía; sonrió por dentro pues seguramente el pobre hombre estaría pensando que, o bien algo le sucedió, o se había vuelto loca, pues en los años que llevaba allí, jamás nadie la vio tan desarreglada. De todos modos al pasar lo saludo con la cabeza con una leve inclinación y se metió en el ascensor, casi cuando la puerta ya se cerraba escucho que el encargado le preguntaba si estaba todo bien, a lo cual ni se molesto en responder.

Ni bien entro a su departamento comenzó a  sacándose la ropa mojada, dejándolas desperdigadas por el pulcro suelo azulejado, fue al bar que tenia y el cual por lo general jamás usaba y se sirvió una copa de vino, la bebió allí mismo de un solo trago, después en ropa interior, así como estaba, se tiro en el sofá de la sala a mirar el techo, le dolía levemente la cabeza y los ojos por el constante intento que hacia por no romper a llorar.
Largo tiempo se quedo mirando el vacío, su mente estaba en blanco, nada pasaba por su cabeza mientras observaba con obstinación el blanco techo sobre ella.
Hasta que sus ojos cansados se cerraron poco a poco y el sueño se apodero de ella...


La espesura del bosque por el que caminaba se le hacía extrañamente conocido, era como volver a un sitio en el que hacía ya mucho tiempo no estaba y extrañaba mucho...descalza, sintiendo el suave tacto del césped bajo sus pies y la humedad del mismo, continuo recorriendo el bosque sin sentir temor alguno por el sitio desconocido en el que se encontraba. Después de un rato de andar llego a un claro en medio del bosque y decidió recostarse sobre el pasto bajo la tibieza del sol que brillaba sobre su cabeza. Se tendió bajo el cielo azul y despejado, perdiendo la vista en el lejano horizonte, una sonrisa leve se dibujo en su rostro y un suspiro involuntario escapo de sus labios.

¿Cuanto tiempo hacia que no se sentía tan a gusto y tranquila?

Tanto, que ya no recordaba cuanto había transcurrido.
Cerró los ojos un momento para sentir el calor recorrer su piel cuando sintió que algo se interponía en medio del sol y ella.
Abrió los ojos y se encontró con la mirada más oscura e intensa que viera en toda la vida. Por un milésimo de segundo pensó que ya antes había visto esos mismos ojos y ese cabello tan profundamente negros que competía con la más cerrada de las noches, el hombre le sonrió desde su altura mientras Alma contemplaba al desconocido y se preguntaba porque no le temía. Por lo general todo hombre que se acercara de esa manera a ella le causaba dos cosas: rechazo y asco. Pero este hombre...solo la ponía nerviosa. La piel se le erizo de manera violenta, el corazón comenzó a latir agitado en su pecho y la respiración se le congelo en los pulmones cuando él se inclino sobre ella para mirarla directamente a los ojos y luego sonreír.
Pero sobre todo, toda ella se altero cuando lo escucho hablar.

―Hola Alma.

Su tono grave y susurrante fue como una caricia ardiente en su rostro. No pudo responder, solo se lo quedo mirando como alucinada. cada angulo de su faz tenia una perfección insana, como si hubiera sido tallado en granito, como si fuera una hermosa obra de arte que cobro vida de pronto, a la cual no le podía sacar los ojos de encima por temor a que desapareciera por completo.
El hombre se inclino aun mas y roso su mejilla con lo que Alma pensó fue un beso, después de lo cual, el hombre se recostó a su lado colocando el codo contra el césped húmedo y la cabeza apoyada de manera negligente sobre la palma de la mano, en tanto la miraba con esa sonrisa lobuna, pues no había otra manera de describirla.

―¿Quien...quien eres?― logro articular al fin Alma perdida cada vez más en la profundidad de sus ojos color ébano.

―¿Los nombres importan?

Alma apretó la mandíbula, detestaba que le respondieran una pregunta con otra pregunta, asintió de todos modos sin decir mucho y espero a que él le dijera su nombre pero eso jamás sucedió. Ella continuaba con el cuerpo recostado boca arriba, pero mirando hacia el costado en el cual él se acomodo esperando...aunque no sabía bien que era lo que esperaba.

Entonces y sin que Alma fuera capaz de evitarlo, el desconocido levanto la mano y lo paso despacio a cierta altura sobre ella, sin tocarla ni rozarla siquiera, desde el rostro hasta el abdomen, una y otra vez. Y con cada ir y venir de esa mano que no la tocaba, Alma sentía que la estaba acariciando, pues el calor de su contacto era palpable. Primero el contorno de su rostro, enmarcando su mentón y frente, pasando despacio por sus labios, caricia que la hizo exclamar casi excitada y al mismo tiempo ansiosa. Después poco a poco fue bajando hacia sus pechos, deteniéndose específicamente en los pezones que bajo la tela de su blusa de erizaron, haciendo que nuevamente dejara escapar un gemido ahogado, hasta bajar luego hacia su abdomen.

Alma podría jurar que la mano del hombre estaba directamente sobre su piel, podía sentirla claramente, así como sentía el recorrido lento y torturante al que la sometía. De manera involuntaria arqueo el cuerpo hacia arriba cuando sintió que sus dedos pasaban por las puntas erectas de sus pezones, dejo escapar otro nuevo gemido y cerró los ojos disfrutando de la sensación de ser acariciada por ese hombre que en realidad no la estaba tocando...no directamente.
Su mano bajo despacio hacia el abdomen deteniéndose a jugar con el ombligo femenino, para después bajar más hasta meterse entre sus piernas, las mismas que ella separo casi por instinto para darle mas acceso y comodidad. El fuego la abrazaba y el aire escapaba de sus pulmones a gran velocidad, el deseo estaba en el fondo de sus pupilas cuando abrió los ojos y nuevamente se encontró con esa mirada color ébano, fijos en ella.
En ningún momento sintió temor o vergüenza, solo deseo, un fuerte y poderoso deseo que la aturdía y la agitaba, que la hacía gemir y querer tocarlo...entonces pensó en levantar la mano para acariciarlo también pero no las podía mover, de hecho no podía mover ni una sola parte de sus extremidades, no al menos como cinco segundos antes y eso en lugar de hacerla sentir temerosa, la excito aun mas, se sentía sumisa ante él y le agradaba la sensación. Nunca antes había experimentado eso y no podía evitar pensar que lo que estaba sucediendo era un sueño...sí, eso mismo, un sueño...se había dormido y estaba soñando.
Un sueño poco común y más en ella, pero un sueño al fin.

―Soy más que un sueño...― le dijo el hombre y Alma volvió a agitarse por su tono de voz tan profundo.

―Quien eres...

―Tu sabes quién soy― fue la respuesta que recibió.

Después se inclino a besarla introduciendo la lengua en su boca de manera violenta casi, mordiendo sus labios y dejándola sin respiración, ya que esta vez si la estaba tocando directamente. Aun más agitada y deseosa que antes intento levantar la mano para tocarlo pero nuevamente no lo logro, ya frustrada del todo gimió en protesta y fue en ese momento cuando se sentó de golpe en el sofá...


Efectivamente solo se trato de un sueño, un ardiente y maldito sueño que la dejo alterada, ansiosa pero que sobre fue muy real. Tanto que aun sentía el ardor de los labios masculino, el mordisco poco delicado que le dio segundos antes y la humedad entre sus piernas que le gritaba pidiendo desahogo inmediato. Suspiro pesadamente y se meció el cabello negando enérgicamente, mejor se daba un baño de agua helada y luego se vestía para ir a ver a Brisa. Busco el reloj en la pared para ver qué hora era y se quedo sorprendida al darse cuenta de que eran más de las 3 de la madrugada.

―Demasiado tarde para ir al hospital― se dijo a sí misma y se puso en pie para ir directamente hacia el baño pero después de tan solo dar dos pasos, se encontró de cara con Jeremy quien la miraba de arriba abajo detenidamente.
Alma siguió su mirada notando que aun se encontraba tan solo en ropa interior sin molestarse en preguntar cómo diablos había entrado a su departamento. Estaba segura que la respuesta seria algo sobre ángeles o cosas místicas de las que en ese momento no tenia intención de saber o indagar y la realidad mas certera era que le importaba básicamente nada,  estaba muy agotada física y mentalmente para ponerse en esas.
La ansiedad en la que su cuerpo se encontraba debido al sueño solo la hacían pensar en una cosa y su respuesta estaba ante ella. Decidida dio los dos pasos que la separaban de Jeremy y se pego a su cuerpo dejando escapar un gemido ansioso.

―Alma...espera...

La chica no lo escucho, el sueño aun continuaba en su mente de manera perturbadora, haciéndola arder, no quería detenerse a pensar, si lo hacia se encerraría en su habitación a llorar como siempre que intentaba estar cerca de un hombre...solo un segundo se estremeció ante la idea pero la descarto convenciéndose de que eso era diferente pues Jeremy ya no solo era un hombre sino un ángel...así que lo rodeo con los brazos y lo beso del mismo modo que la beso el desconocido de su sueños,
Jeremy la tomo de los brazos y la separo de él casi con brusquedad, pero Alma estaba fuera de sí, como si algo la guiara y sin importar la reacción de Jeremy volvió a acercarse a él para intentar besarlo.

―Para Alma. ¡Detente!

Alma pestañeo repetidas veces y de pronto salió del trance en el cual se encontraba, dándose cuenta de lo que estaba sucediendo. Temblando se alejo de Jeremy y fue a sentarse en el sofá más cercano, mientras se pasaba la mano por el cabello, se acurruco en un rincón del sofá, se abrazo las piernas y se pregunto que diablos le estaba pasando y porque de pronto se comportaba de ese modo.

¿Que estaba haciendo? ¡Ella no era así!

¿Porque estaba ardiendo de ese modo?

Miro a Jeremy levantando la cabeza apenas y luego cerró los ojos nuevamente pero esta vez con fuerza.

¡No!

No era a el a quien deseaba volver a ver, era a ese otro hombre, ese de mirada oscura y penetrante, ese que la podía hacer vibrar sin tocarla y que la hacia arder cuando si la tocaba.

―¡Fuera!― grito de repente ofuscada― ¡Fuera! ¡Me están volviendo loca! ¡Fuera!

―Alma...tenemos que hablar, debes escucharme...

―¡Dije fuera!― volvió a gritar Alma esta vez ya enfurecida y totalmente avergonzada.

No comprendía que estaba sucediéndole pero, sea lo que sea, tenía que ver con ese hombre de sus sueños y Jeremy no era el, y estaba perdiendo el control nuevamente, cosa que jamás se permitiría.

―¡¡¡Fuera!!!― grito a todo pulmón esta vez y en esa ocasión él desapareció en la nada.

Alma se dejo caer sobre el sofá y comenzó a llorar poniéndose en forma fetal en el sofá, hasta que no tuvo mas lagrimas que soltar, hasta que solo quedo un leve sollozo mezclado con hipo. Todavía con dolor de cabeza, se levanto a duras penas, fue al baño y se metió bajo la lluvia de la ducha sintiendo como el calor abrazador del agua le quemaba la piel pero al mismo tiempo la volvía a la realidad de su existencia.

El amor, el deseo, la vida como antes la conocía ya no era ni remotamente posible, solo podía existir en sueños, aunque todavía dudaba que todo lo que había pasado en verdad hubiera sido un sueño.




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