Desaparecer...
Si se trataba de un sueño, Alma podría jurar que era el sueño más intenso, ardiente y vivido que había tenido en toda su vida, pues ese beso la dejo fuera de control en cuanto sus labios se unieron. Sin saber que era lo que la impulsaba y cerrando su mente lógica a todo lo demás, se dejo llevar por la intensidad de las emociones que manaban del hombre desconocido de cabello y ojos tan negros como un abismo profundo.
La suavidad de sus manos al recorrer su piel, la dejaron temblando de expectación, cada caricia se volvía como una llama que la recorría de punta a punta, enervando sus sentido, alterando su mente, provocando que su cuerpo cobrara vida. El hombre que vestía del mismo color que su cabello y ojos, rodeo el sofá sin apartar sus labios de los suyos, se acomodo junto a ella, la recostó y la miro largamente sin decir una sola palabra, mientras una de sus manos se apoyaba en el respaldo y la otro acariciaba su brazo en un movimiento acompasado y cautivante.
―¿Aun no me recuerdas?― le pregunto con su tono grave de voz, haciendo que se estremeciera por completo.
―¿Te conozco?― logro decir apenas mientras se sentía fundir, debido al calor que él estaba haciendo crecer en su interior.
En respuesta él, tan solo suspiro y se inclino a tomar sus labios casi con violencia, mordiéndolos y estirándolos, con la clara intensión de hacerle daño. Pero el deseo oscuro que se había apoderado de Alma no la dejaban ver, ni sentir nada mas que no fuera esa mirada intensa y las sensaciones que su cuerpo experimentaba.
Al contrario de lo que esperaba, estaba sumamente ansiosa por sentir que la tocaba, que la besaba y ¡por dios que la poseía con desenfreno!.
Paso las manos hacia su cuello hundiendo los dedos en la suavidad de su cabello, pero él, al instante las tomo apartándolas de su cuerpo.
―No dejaré que me toques hasta que me recuerdes― le advirtió y Alma gimió de frustración, maldiciendo internamente.
"¿Como diablos esperaba que pensara en esos momentos si él le robaba hasta la última neurona en funcionamiento?"
Lo miro directamente a esos pozos insondables que eran sus ojos, suplicante, pero él tan solo sonrió de lado, dejándole en claro con ese simple gesto, que nada lo haría cambiar de opinión y como muestra de que no mentía tomo las manos de Alma y las subió sobre su cabeza sosteniéndolas con fuerza con una sola de sus manos, mientras con la otra recorría su cuerpo con agónica lentitud.
― Si deseas algo de un demonio, la primera regla que debes aprender es que no da nada si tu no le das algo a cambio... recuerda que el trato es simple, tu quieres algo, yo también...
―Eres... ¿Eres un demonio?― pregunto temblorosa.
Sus sentido estaban tan alterados que pensó que se había vuelto loca por completo.
¿El en verdad era un demonio?
¿Qué rayos hacia un demonio así con ella y que deseaba que le diera?
―Como es posible que te conociera...yo...esto es...absurdo―tartamudeo, mientras el pasaba los dedos por valle entre sus senos, haciendo saltar la tela del sujetador dejándola desnuda y expuesta a él y su mirada llena de lujuria.
―Soy Lucifer― le respondió como sí no tuviera paciencia a esperar que lo recordará, al tiempo que se inclinaba a tomar entre los dientes el pezón derecho provocando un gemido ahogado por parte de Alma, no solo por la caricia sino porque no podía creer que el mismo rey del infierno estuviera haciéndole todo eso y lo peor de todo era que en lugar de sentir temor hacia él, lo único que ansiaba más que nada, era rogarle, incluso suplicarle que por favor le soltara las manos para poder acariciarlo también a su antojo.
El pareció leer su mente porque dejo escapar una risita y le paso lengua con la misma dolorosa lentitud de antes sobre la piel ardiente. Alma sentía literalmente que ella por completo se prendía fuego en las mismas llamas del maldito infierno.
Se mordió los labios con fuerza cuando él bajo más hacia el ombligo y se puso a jugar allí. Se arqueo hacia arriba en respuesta y abrió los ojos de par en par cuando sintió el peso de su cuerpo sobre el de ella y el contacto directo con la piel masculina...
¿En qué momento se había despojado de la ropa?
No había tiempo para respuestas lógicas a nada, la alarma en su cabeza estaba totalmente apagada y los instintos más primitivos estaban en control absoluto de su persona, así que tan solo se limito a experimentar y saborear todo eso que estaba pasando y si se trataba de un sueño, pues...no quería despertar jamás...prefería quedarse allí por siempre.
―Debes recordarme...debes ver mas allá...― le decía como en un cántico susurrante sobre su piel Lucifer, mientras su lengua trazaba un sendero que se perdía en la infinidad hacia el centro de su ser, dejándola fuera de sí, jadeante y mas ansiosa que antes.
―Trato...de verdad...no puedo pensar...no ahora...por favor, no te detengas...sigue.
―Más tarde... será tarde...― levanto la mirada hacia ella y se quedo mirándola por lo que a Alma le pareció fue un siglo, hasta que le soltó las manos y subió hacia sus labios apresándolos con pasión descontrolada, en tanto con la rodilla separaba sus piernas...volvió a mirarla fijamente y luego la hizo suya, entrando en ella con fuerza, con ardiente ferocidad― aun eres mía...― lo escucho gruñir mientras, Alma poco a poco se perdía en la nada más intensa, presa de lo que el despertaba y que la envolvía como las llamas de fuego del infierno...
*
*
La luz del sol ingresaba por las ventanas abierta y un rayo dio pleno en su rostro, molesta giro sobre su cuerpo y se acomodo para continuar durmiendo, estaba agotada y por dios santo tan satisfecha que sentía que podía volar, entonces el cerebro despertó de manera abrupta, las alarmas en su mente volvieron a conectarse y la plenitud de su cuerpo le dijo que lo ocurrido la noche anterior había sido más que un sueño.
¿En verdad había hecho el amor con Lucifer?
Temerosa estiro la mano sin abrir los ojos, tanteando en el lado opuesto de la cama para verificar si estaba sola o no... recordaba perfectamente cuando él la tomo en brazo y la traslado a la habitación para continuar haciéndole el amor por lo que restaba de la noche, hasta que agotada se quedo dormida en algún momento del amanecer.
Algo aliviada y al mismo tiempo decepcionada, descubrió que estaba sola, así que abrió los ojos y miro a su alrededor, la cama era un total desorden, pero aun así todavía no había señales del hombre con el cual... ¿Soñó pasar la noche?
Se envolvió en con la sabana y fue hasta el comedor en donde pensó quedarse recostada en el sofá y todo comenzó según recordaba, para su sorpresa allí se encontraba Lucifer, perfectamente vestido, sentado con las piernas cruzadas y detrás de él, se encontraba la muerte, parada con la mano apoyada en su hombro, cubierta como siempre por la capa que la mantenía alejada de la vista.
Alma se tenso, su corazón se acelero y sintió que se mareaba...era obvio que si él era Lucifer, debía conocer a la muerte...era más que obvio que ambos estaban tras ella...
―Buenos días...― la saludo la muerte caminando alrededor de Lucifer hasta rodearlo y llegando hasta ella― ya es hora.
Alma recordó entonces todo lo que su mente se negó a recordar la noche anterior, estaba condenada, su muerte era algo inminente, ella dejaría ese mundo para siempre.
Apretó la sabana sobre su cuerpo y se dijo que ni siquiera había tenido tiempo para despedirse de sus hermanas, ¿Como era posible que las olvidara por estar con Lucifer?
Quien por cierto aun no le causaba el mínimo temor, sino al contrario, al verlo nuevamente y aunque estaba vestido, las imágenes de su desnudez volvían para agobiarla y hacerla sentir ardiendo...Su piel pálida, caliente, sus besos húmedos, sus manos exigentes...era una visión que le nublaba de a ratos la lógica y la llevaba a pensar en lo mucho que deseaba volver a sentirlo así...
―Toma mi mano― escucho entre nubes que le decía la muerte.
Sacudió los pensamientos pasionales y centro su atención en la muerte parada delante de ella.
―No pude despedirme de mis hermanas... ¿Podrías darme al menos unas horas?― pidió apretando mas la sabana, mirando la mano extendida delante suyo.
―¡Ya te tuve suficientes consideraciones!― trono con enojo la muerte― ¡Cumple tu palabra o tus hermanas morirán ahora mismo!
Temblando Alma asintió, el frio que recorría ahora su ser, era el único indicio de lo que sentía, pues de alguna manera todavía en ese aspecto se sentía como muerta.
Sosteniendo la sabana con una mano, extendió la otra hacia la mano de la muerte hasta tomarla... el choque que sintió la aturdió, fue como darse la cabeza fuertemente contra la pared, se tambaleo, un mareo poderoso hizo que trastabillara y cayera de rodillas, ahora ya sin importarle mantener la sabana sobre su cuerpo... cerro los ojos, mientras le zumbaban los oídos, mientras el cuerpo le temblaba y el frio era cada vez más intenso.
Trato de respirar pero el aire se negaba a entrar a sus pulmones, desesperada y ya con lágrimas en los ojos levanto la cabeza para mirar a Lucifer, quien permanecía sentado en el mismo sitio observando la escena atentamente.
Levanto mas la mirada hacia la muerte y ante su sorpresa, vio que esta se sacaba la capa que la cubría dejándola caer al suelo...
―Pero...que significa...tu eres...― balbuceo entre lagrimas.
Esa mujer que era la muerte tenía su mismo aspecto.
Alma estaba viéndose a sí misma parada allí, la única diferencia era que esa mujer que estaba de pie ante ella, tenía el cabello negro y ella no lo tenía así pues su color era castaño casi rojizo. La muerte sonrió entonces, mientras Alma la miraba estupefacta.
El timbre sonó repentinamente, Alma miro con desesperación hacia la puerta, intentando al menos gatear hacia ella, ya que el cuerpo lo tenía débil y tembloroso, pero la muerte fue más rápida. La vio abrir la puerta, haciéndose a un lado para dejar pasar a Azul.
―Dime Alma, ¿Piensas volver a encerrarte en tu templo?― le pregunto Azul a la muerte, en tanto Alma, se arrastraba a duras penas intentando gritarle a su hermana para advertirle que a quien tenía delante no era ella, sino una impostora.
―Ya no, no volveré a ocultarme más― respondió la usurpadora.
Azul pasó caminado junto a Alma pero pareció no notar que estaba allí, pues ni siquiera se detuvo cuando paso a su lado.
―Alma debes aprender a confiar mas en nosotras, ahora comprendo lo que pretendías cuidándonos como lo haces, pero tú también debes comprender que... ¿Cuando teñiste tu cabello de negro?
La muerte acaricio su cabello y le sonrió a Azul.
―Anoche, digamos que quise cambiar un poco de aspecto, ¿Me queda mal?
―Pues...nos costara acostumbrarnos pero no, no te queda mal.
―Así lo imagine. Azul, vamos a ver a Brisa, en el camino te contare que otros cambios he decidido hacer para el futuro de todas― le dijo la muerte a su hermana tomando uno de sus bolsos para luego salir del departamento junto con Azul.
Alma intento detenerlas, gritar, mover algo, llamar su atención, advertirle sobre el peligro pero nada paso, tanto Azul como la muerte se fueron y ella quedo tendida en el suelo cada vez mas ahogada y con los ojos nublados por las lagrimas.
Lucifer entonces se levanto, la tomo en brazos y besos sus labios con apenas un roce.
―Tranquila, todo estará bien.
Alma quería luchar, defenderse, hacer algo pero la negrura de la inconsciencia se fue apoderando de ella hasta que ya no supo más... Lucifer la miro atentamente, era en verdad una mujer muy bella... Pronto se repondría de todo eso y desearía venganza y el estaría allí para ofrecerle un buen trato...
Al fin había recuperado a su reina, ahora todo estaría en perfecto orden, su reina retornaba a su lado.
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