ESP. "Fernando San Juan (1/2)


Hola! Hola!

Bueno, aquí está la primera parte del especial. ¿Porque decidí partirlo en dos?, bueno.porwur no pensé que fuera tan grande este es rito así que por eso ksjs

Realmente espero les guste y espero tener pronto la segunda parte, que sería donde viene todo lo bonito de la pareja... Esta es como.la.presentacion por así decirlo.... No me maten por favor...

Los quiero, vote. Y comenten jsjs

Por cierto, miren mi hermoso fondo de pantalla jsjsjs

.


Dibujo hecho por gaznates y a la cuál junto a Rotten_Rapunzel les dedico el especial de hoy jsjsjs

¿Debería preocuparme por esto?

Bueno, ahora sí el escrito, que ya es largo, no los quiero entretener más jsjs

Voten, comenten, los quiero jsjsjs

























Puebla de los Ángeles, Virreinato de la Nueva Hispania; Noviembre, 1809.

Nando junto a su abuela y su nana veían como el globo donde si hermano menor junto a sus hermanos, partía hacia Xochimilco. Oyó sollozar a su abuela unos momentos, para venir acompañado de un "No se preocupe Doña Toñita, ya verá que el niño Leo regresa antes de lo esperado" de Dionisia.
Ambas entraron en la casa, mientras que el mayor de los hermanos, aún podía ver cómo el globo se iba haciendo cada vez más pequeño a la lejanía.
Dejo salir un suspiro y se adentro a su casa, donde los "invitados" del día de Muertos ya se habían retirado, dejando más sola la casa de lo que ya estaba en aquel momento.

Decir que las cosas en la casa San Juan siguieron como estaban, sería totalmente mentir, pues a pesar de que las dos féminas de la casa se solían hacer cargo de lo que conllevaba la panadería, pronto la abuela de estos solo ayudaba atendiendo el local, pues el cargar cosas pesadas ya no era una opción a su edad; Nando por su parte, le preocupaba el hecho de que su abuela se pudiera lastimar así que, empezó dejando de lado la escuela para empezar ayudar en la panadería. ¿No hubiera sido más fácil el contratar a alguien? Bueno, no es que no se hubiera pensado en ello, pero, poco a poco las cosas parecían estar en ocasiones hasta las nubes y en otras lo suficientemente bajo como para poder surtirse sin tener que preocuparse por unos días. Incluso el tributo al virrey incremento en las doce intendencias del virreinato.

¿A qué se debía aquel incremento de gastos en el territorio? Bueno, el reino de Hispania se la estaba viendo negras y en muchas ocasiones con "la soga al cuello" por la invasión de la Francia de Napoleón, pues había sido invadida y al rey Felipe, se había cambiado.por el hermano de Napoleón, "Pepe botellas" era el nombre por el cual se le conoció.
Pero a pesar de eso los problemas dentro del territorio también se estaban haciendo presentes, era claro que la gran mayoría de los novohispanos  no tenía no idea de lo que pudiera estar pasando dentro o fuera de su poblado; Nando suspiró con pesadez, mientras trataba de convencer al de la tienda de abastos que le guardara al menos un costal de harina para la próxima que está bajara de precio, el don asintió con la cabeza, pues conocía a la familia San Juan desde que doña Toñita era jovencita.

El castaño tomo el medio costal de harina que había logrado conseguir y empezó a caminar hacia la panadería, por cualquier lugar que pasaba oía a la gente discutir con los mercaderes por los altos costos de las cosas, vaya, ahora sí que todo se estaba desbordando, Nando solo esperaba que todo volviera a bajar pronto de precio, habían tratado de mantener un precio accesible para el pan que vendían... Pero, por más que lo intentaron, acabaron subiéndole al menos unos pesos, sino, las cuentas no saldrían.

Lo que quedaba del año de mil ochocientos nueve fue bastante agitado para Nando, Dionisia y su abuela. El año que vino, bueno, al parecer también iba hacer bastante agitado, porque Nando acabo aprendiendo hacer él el pan, pues Dionisia en un descuido se había lastimado el brazo izquierdo y su abuela debía mantener un poco más de reposo. Decir que solo aprendió hacer pan, sería decir poco, Nando aprendió demasiadas cosas que por época se designan a las mujeres. Pero el castaño comprendió que era eso o morirse de hambre.

---Estoy muy orgullosa de ti Nandito. ---Comentó en una ocasión su abuela en la cena, la pequeña familia de tres de gustaba lo que el adolescente había echo en aquella ocasión. ---Y también te agradezco mucho tu ayuda, es una lástima que no puedas seguir estudiando.

---Está bien abue, ya después retomaré el estudio. ---Comentó este, aunque si era sincero, pocas ganas tenía de volver a la escuela. ---Solo que Leo vuelva, te prometo que le echare ganas a la escuela también.

Doña Toñita sonrió con amabilidad y acaricio la mejilla de su nieto mayor. Dionisia también le pellizco una mejilla al castaño.

---Sin duda, aprendió bien rápido mi niño Nandito. ---La mulata dio una pequeña risa. ---Ahora el pan le queda mucho mejor que a mí.

Nando sonrió avergonzado, realmente se sentía orgulloso de su cambió. Al finalizar la cena y despedirse de las dos féminas de la casa subió a la que ahora era solo su habitación, grande, espaciosa y solitaria habitación. La cama de Leo que era la que estaba más pegada al balcón era iluminada por la luz de la luna llena, una cama que no había sido usada desde noviembre del año pasado. San Juan se sentó en su cama y la miro. ¿Dónde estaría su hermano en esos momentos? ¿Habría llegado a Xochimilco? ¿Cuánto más iba a tardar en volver?
El castaño debía admitir para si mismo que extrañaba al chisguete, después de los acontecimientos en la casona abandonada, había tratado de ser más cercano a su hermano y aunque no había logrado mucho, bueno, algo era algo ¿no?

Mientras los meses seguían pasando la familia San Juan no recibía carta del menor o algún indicio de que se encontrará bien. Nando había escuchado a su abuela llorar en ocasiones en su cuarto, mientras rezaba por el bienestar del menor de sus nietos.
Fernando trato de ahorrar algo de dinero, ir por su hermano, era un buen plan, hasta que recordaba que, no sabía dónde se encontraba el lugar a dónde esté había ido. No conocía más allá de los límites de la capital poblana, que iba creciendo en urbanización de poco a poco.
Y si fuera anuncio de malos presagios, en los periódicos se anunciaron el fusilamiento de algunos desertores del virreinato. Todos al ver los periódicos locales daban pequeños gestos de asombro ¿quién era capaz de levantarse contra el reino que los gobernaba?

Cuando el mes de septiembre se hizo presente no pasando de la quincena de este, ya se había dado por todo el territorio novohispano lo que había pasado en Guanajuato. ¡Un levantamiento! ¿En contra de quién? Bueno, lo que se rumuraba era en contra de Napoleón, pues este quería deshacerse de la religión católica en el virreinato... Gano gente muy rápido, los líderes de este levantamiento un padre llamado Miguel Hidalgo y un militar de nombre Ignacio Allende.
El ejercicio realista, ni corto ni perezoso empezó a reclutar gente para pelear contra los ahora nombrados rebeldes.

Cuando el ejército novohispano se apareció por Puebla, Nando junto a varios hombres  u jóvenes decidieron unirse a las filas.
Si era sincero, Nando era realmente ajeno de los problemas que se habían comenzado a dar por el territorio, pero el dinero extra que el ejército realista estaba dando no vendría mal de todos modos.

---Nandito, por favor, no vayas. ---Pidió doña Toñita mientras le tomaba las manos a su nieto mayor. Nando beso los nudillos con delicadeza.

---Tranquila abuela, te prometo que estaré bien, además, nos hace falta el dinero. ---Comentó este, la mujer de avanzada edad veía con preocupación a su nieto. ---Tú tranquila, por favor, no quiero que te pongas mal. Haré el servicio militar y, si no me envían al frente, volveré. ¿Esta bien?

Dionisia sollozo y le entrego una bolsa con comida al castaño. Nando se volvió a despedir de ellas y tomando sus cosas que estaban en una bolsa de yute, subió a la carreta con los demás hombres y jóvenes que se habían en listado en el ejército.
Mientras la carreta avanzaba a su nuevo destino, volteo, viendo como si pequeña familia se iba haciendo cada ves más pequeña, hasta que ya no pudo ver más que parte de la capital poblana.
Se sintió algo triste de dejar a las dos mujeres, pero, el ejército le pagaría por lo que iba hacer y además, tener reconocimiento en algo no vendría mal ¿verdad?

Mientras las carretas iban hacia la intendencia de México, Nando logro hacer amigos o conocidos en el camino, muchos de ellos eran jóvenes que igual que él querían al menos un reconocimiento por su labor, de los hombres que habían, estos se habían en listado porque ya no tenían a nadie que los esperara en casa o por otros motivos más personales.
Se hizo amigo rápidamente de un joven tlaxcalteca de nombre Hugo, este tenía dieciséis años, de cabello oscuro, ojos café oscuro, piel oliva, de complexión algo robusta, rellenito y de una actitud casi radiante, pues parecía que tenía para regalar una sonrisa para todos; Hugo sabía demasiado del ejército realista, pues al parecer le encantaba la idea de formar parte de sus tropas y el saber que estos estaban reclutando no lo pensó dos veces cuando pidieron voluntarios.

---¿Cómo es que sabes tanto? ---Pregunto Nando de una forma amable. El tlaxcalteca sonrió, como si le hubieran preguntado.por los triunfos de su vida.

---Eh logrado conseguir algunos libros, además de hace mucho tiempo uno de mis abuelos fue parte de las tropas. ¡Nando, no puedes ver qué seremos parte de uno de los ejércitos más poderosos del virreinato! ---Exclamó, el nombrado logro oír algunos quejidos y bufidos por parte de los demás pasajeros. Si San Juan era sincero, poco o nada sabia acerca del ejército del cual su nuevo amigo le contaba. Tenía entendido que eran los encargados de proteger al virrey o algo así. Bueno, al menos gracias a Hugo sabía que al menos conocería un poco más del tema.

---Ya lo creo. ---Respondió con simpleza, a lo que su compañero siguió comentado sobre lo que sabía, algo llamado "Los dragones de la reina", los cuales fueron los encargados de disolver a los enemigos de la corona y que ellos estuvieron por atrapar a Hidalgo y los demás la primera vez.

Mientras llegaban hacia su destino, también se hicieron amigo de otro joven poblano llamado Salvador, al cual le comenzaron a decir Chema, un adulto joven de una actitud tan decaída que les comento que se había metido al ejército para ver si así se moría de una buena vez. De cabello castaño claro y ojos demasiado oscuros que parecían negros, delgado y alto. Nando y Hugo solo comentaron algunas cosas con él, El castaño se sintió muy contrastado por las actitudes de sus nuevos compañeros.

Cuando el ejército realista los reclutó fueron a finales de Septiembre y cuando llegaron a la intendencia principal del virreinato ya era quincena del mes de octubre.
Si había bastante gente la primera vez, cuando todos estuvieron reunidos, por lo que supo gracias a Hugo, fue que habían varios, generales, sargentos y capitanes del ejército, y, frente de estos un hombre ya mayor, pero que en su traje se apreciaban varias medallas y condecoraciones. Al parecer era aquel quien movía a todas las demás ramas del ejército. Por lo que supo después, este era el Coronel de las tropas realistas.

---Entre todos esos hombres mayores hay un niño. ---Comentó Chema, Nando lo miro unos momentos y trato de ver a dónde había dicho su amigo que se encontraba este. Pero por su baja estatura (1.63) no alcanzo a ver más que a los primeros generales y al coronel.

La presentación y la bienvenida a los nuevos reclutas fue un discurso de parte del Coronel, el cual esperaba gran responsabilidad y lealtad de su parte, que serían repartidos en batallones y pronto un sargento llegaría para comenzar con su entrenamiento.
Nando agradeció que al menos no se le separara de las personas a las que ahora llamaba amigos, porque no quería volver hacer conversación con más gente por el momento, todos se encontraban en su bola, ¿cuántos debían ser? Por lo menos unos treinta o más. Parecía que muchos ya se conocían y a pesar de que había varios de Puebla, no reconocía a ninguno que fuera cerca de donde él vivía o de la capital poblana. Pero de que había gente de las doce intendencias los había.

---¿Como creen que sea el sargento que nos entrene? ---Pregunto Hugo, Nando levantó un poco la mirada, pensando.

---Seguro va a ser muy estricto, con eso de que ya hay guerra, no lo dudaría. ---Comentó Chema mientras se encorvaba, lo que a cortaba sus 1.85 a una estatura más corta. Pero que igual seguía siendo el más alto de los tres. Antes de que Nando pudiera decir algo, se oyó el cabalgar de un par de equinos, no todos vieron como por la derecha un par de soldados realistas se acercaban, algunos se quedaron callados y volvieron a ponerse en orden.

Dos equinos de magnífica presencia, uno de color café oscuro y uno de color negro carbón. Los dos soldados  bajaron de ellos. Y solo los de más al frente notaron lo contrario que eran los dos recién llegados. Uno era demasiado alto, robusto y se veía de carácter serio, de una tez oliva clara, barba algo recortada y cabello negro. A su lado un joven de piel clara, pecoso, castaño rojizo, no debía pasar de los 1.70,... Y a pesar de verse de rasgos finos, la mirada que dirigía a todos era mucho más severa y demandante que la del más grande aun lado suyo.

Decir que todos se callaron rápidamente al percatarse de la presencia de estos sería mentir, todos seguían en su bola e ignoraban la presencia de los dos soldados recién llegados. Nando vio como el enorme soldado soltaba una pequeña sonrisa que no supo identificar, luego vio al bajo cerrar los ojos y tomar aire, el cual saco con una fuerte exclamación, ordenando:

---¡Silencio! ---Todos callaron y voltearon a dónde se encontraba el soldado, pues a pesar de su apariencia jovial, su voz fue fuerte, demandante y sin duda alguna todos quedaron en silencio de un momento a otro. ---¿Acaso no les dijeron que debían estar en orden y en silencio? ¿Qué clase de comportamiento es ese? ¡Estan en el ejército ahora, no en el mercado de su pueblo! Ahora, quiero que todos formen filas en orden. Ahora.

Algunos se miraron, pero comenzaron hacer lo que se les pidió. ¿Quién era ese enano? ¿No el de gran estatura es quien debería estar dando las órdenes? Fue el pensamiento de algunos reclutas en esos momentos, tardaron algunos minutos, pero finalmente estaban en orden y por estatura como se esperaba de aquel que estaba frente de ellos.
Nando miro al castaño, su postura era recta, caminaba de un lado al otro de las filas, con semblante demandante, no podía verlo del todo bien porque estaba unas tres filas más atrás.
Cuando ya no hubo movimiento de parte de los reclutas, el soldado se detuvo en  donde se encontraría el medio de estás.

---Santiago De la rosa. Sargento primero de las tropas realistas del Virreinato de la Nueva Hispania ---Habló nuevamente el castaño, se oyó una pequeña exclamación de parte de los presentes. San Juan volteo a ver a Hugo, pues este había murmurando: "¿Acaba de decir que es sargento primero?" ---A partir de hoy seré quien los entrene. Y quiero que escuchen bien esto señores. No voy aceptar faltas a las reglas, ni la indisciplina, que quede bien claro, ya no estamos su casa o pueblo como para que hagan lo que quieran.
Tengan bien en claro esto, han sido aceptados como cadetes del ejército realista y, una vez dentro no pueden retirarse cuando quieran. El convertirse en desertor se paga con la muerte, y no crean que me suavizare el corazón para no ejecutarlos.
Así que, si alguien quiere volver a su casa, diga lo ahora, porque más adelante ya no se podrá.

Los murmuros se empezaron hacer presentes, Nando miro a un lado y miro a otro, podía oír algunos decir que era mejor irse ahora sin consecuencias quemas adelante. Miro unos momentos, mirando el cielo azul y pensó ¿irse sin apenas empezar? La verdad la idea de retirarse sonaba bastante tentadora, pero ya se había dicho a si mismo que al menos trataría de conseguir un reconocimiento para si mismo.
Hugo y él voltearon cuando la voz de Chema les pregunto.

---¿Ustedes piensan volver? ---A pesar de su semblante decaído, se podía notar que el más alto del grupo no tenía miedo en sus palabras. ---Porque yo no.

---Yo tampoco, yo desde hace mucho pensaba en unirme al ejército. ---Comentó Hugo, ambos amigos miraron al castaño.

---Ustedes disculparan. ---Dijo Nando. Hugo puso una expresión algo triste. ---Pero les voy hacer mal tercio.

Sonrió con burla, a lo que los otros se la devolvieron; volvieron a sus posiciones después de eso. Varios minutos después, al menos unas quince personas se encontraban al lado izquierdo,
El castaño rojizo paso por delante de los 15 hombres y jóvenes, asintió y le ordenó al fortachón escoltar los a las carretas para que se fueran de una vez.
Mientras veían como estos se iban, algunos empezaron a silbar en forma de burla y otros mas les hacían burla. Pero la autoritaria voz del que ahora era su superior los callo.

---Quiero ver si hacen eso cuando estén en el campo de batalla. ---Les dijo con severidad, realmente en ningún momento había dejado esa postura recta. ---Bueno, ahora, como ya es tarde, no voy a empezar su entrenamiento ahora. Pero mañana los quiero listos a las seis de la mañana. Y con listos quiero decir, uniformados, desayunados y formados en las mismas filas en orden y en silencio.
Formarán grupos de cuatro personas o seis y se alojarán en las tiendas del fondo. ¡Oyeron bien señores!

---¡Si! ---Exclamaron todos, poniéndose firmes, oyeron un pequeño gruñido de parte de su sargento y exclamo: "¿"Si", que?". A lo que todos exclamaron nuevamente. ---¡Si señor!

...

Nando dejo salir un largo suspiro, dejo sus cosas en su lugar de la tienda, frente de él, lo que era su uniforme. Realmente ya estaba enlistados en el ejército, ahora solo era cuestión de no rendirse con facilidad.

---¡Un sargento tan joven! ---Exclamó Hugo, Nando lo volteo a ver. ---¿Pueden creerlo? ¿Que tanto debió hacer para llegar a un lugar tan alto?

---¿Por qué la importancia? Tal ves cualqui... ---Chema no termino de hablar, pues el tlaxcalteca interrumpió.

---¡¿Cuál es la importancia?! El sargento De la rosa no parece pasar de los veinte años. Y la gran mayoría de los sargentos, en especial los primeros, ya llegan o pasan de los treinta años. ---Explicó Hugo, Nando levantó la vista al techo de su carpa, realmente tampoco entendía mucho el entusiasmo de su amigo.

---Ha, que chamacos tan ruidosos. ---Se oyó desde la entrada de la tienda, un hombre de tal ves 30 años entraba en el lugar y se sentaba en una silla cercana.

El señor era el cuarto compañero que se le había unido a los tres amigos. Un hombre ya algo grande, de cabello oscuro con unas cuantas ganas, robusto y de bigote. Tenía una expresión dura, de las que parecían de lo llamaríamos un Narco o mafioso. Pero era de, cuando se les trataba eran esa buena gente, puede que el señor no fuera totalmente suave, pero tampoco era tan pesado.
Nado junto a los demás hablaron un poco más, dejando de lado en tema de su sargento, porque realmente solo a uno parecía importarle, cuando las velas se apagaron, el poblano solo miraba al techo de la carpa, pensaba en sus familiares, esperando que cada miembro de su pequeña familia estuvieran bien. Soltó otro suspiro y se dispuso a dormir, ya mañana vería que tan difícil sería el entrenamiento.

...

---¡¿Qué pasa San Juan?! ---Exclamó el sargento De la rosa que se encontraba de rodillas a un lado del nombrado. ---¡Oh, vamos! ¡Cinco más! ¡Vamos!

Le ordenó, Nando en un tremendo esfuerzo en completar las veinte abdominales que le habían pedido. Logro una más; ya había pasado por trotar, salto, y más ejercicios que en esos momentos no recordaba.

---¡Vamos González! ¡No has ni completado diez! ---Le oyó decir, Nando volvió a la posición original y trato de hacer la que le faltaban, realmente pensó que sería más sencillo, pero solo se dio cuenta de una cosa... Su condición física era realmente horrible.

No había logrado completar el trote, en los saltos no había logrado más de quince, incluso en el calentamiento sintió como le daba un calambre en la pierna. Y apenas llegaban al medio día.

---¡Vamos San Juan! ¡Todavía te quedan tres! ¡Huerta, 4 más! ---Nando logro completar otra más, pero acabo derrumbado cuando volvió a la opción original.  Con los ojos entrecerrados, logro medio divisar a su sargento, pues el sol de medio día era algo fuerte, así que, a si sargento lo miraba más como una sombra que a color. ---¡Alto!

Exclamó, Nando oyó un suspiro de alivio por parte de sus compañeros  y un quejido de parte del sargento el cual ya estaba de pie y empezaba a caminar entre los soldados, levantó un poco la mirada y miro a Chema, quién le había sostenido las piernas para que hiciera bien las flexiones. Este dio una mueca de que los iban a regañar y al parecer no estaba equivocado.

---¡Neta! ¿Es enserio que solo tres personas pudieron completar los ejercicios? Ash.. ---El sargento todo los ojos mientras se cruzaba de brazos. ---Osea, no se que les pasa por su cabeza, pero, quiero que está  sea la última ves que dan un trabajo tan mediocre ¿entendieron? Obvio que entendieron, porque si no la próxima vez todos tendrán castigo ¡Arriba todos! ¡Ahora!

Exclamó nuevamente, así todos comenzaron a ponerse de pie y en filas como venía siendo desde el inicio. Nando tardo un par de segundos en levantarse, sentía el abdomen bastante adolorido al igual que el resto de su cuerpo. Posiblemente su autoestima estuviera por los suelos justo como su cuerpo momentos atrás.
Decir que los ejercicios habían terminado ahí hubiera sido un verdadero milagro, pero su sargento los hizo hacer barras. Nando ni siquiera pudo levantarse y quedó colgado mientras intentaba al menos levantarse un poco.

A la hora de la comida todos se sentían verdaderamente decaídos. San Juan miro a sus amigos, una cara que parecía que les cayeron quince o veinte años encima, posiblemente él tendría el mismo aspecto. ¿Cómo es que los soldados vivían con tal rutina? Levantó la mirada y miro a su superior, este se veía delgado, realmente no parecía que se dedicará hacer ejercicio a diario... En cambio, Rafael la mano derecha del sargento en esos momentos, el hombre robusto que se había llevado el primer día a los que decidieron dejar el ejército. Realmente parecía alguien que hiciera demasiado ejercicio y estuviera bien alimentado... ¿Cómo es que aquel mastodonte no era el sargento?

---Ya no siento el alma. ---Comentó Chema mientras le daba un bocado a la sopa de verduras que les habían servido. Arrugó la cara. ---Y la comida no ayuda a subirme los ánimos.

Nando también le dio un bocado... Realmente sabía bastante insípida. Tal vez con un poco de sal y consomé mejoraría, pensó para sus adentros, pero en esos momentos aún no les permitían entrar en las cocinas ni nada... Tenía entendido que después de la primera semana.
La ventaja de la tarde es que ya no hubo ejercicio físico para ellos, pero en su lugar tuvieron clases, Santiago les dijo que antes de sostener un arma debían conocerla, así que sería teórico lo que venía.
Después de tratar de entender las cosas que les dijeron en la clase, Nando soltó un suspiro de alivio cuando su cuerpo tocó su cama, se sentía en una nube en esos momentos, pero su momento de paz se vio interrumpido cuando le dijeron que le tocaba la primera guardia... ¿Guardia? Pero si aún estaban dentro de las instalaciones del ejército realista.

---Es para se vayan acostumbrando . ---Comentó Vicente mientras se empezaba a cambiar el uniforme. Nando soltó un quejido, pero la orden ya estaba dada.

Se volvió a poner las botas y salió de la tienda, viendo a otros cadetes como él frente a una fogata.
Bueno, al menos se hicieron plática entre ellos, hablando de casa o de donde venían, lo que le sorprendió a San Juan fue el hecho de que al parecer el ejército realista había reclutado en todas las intendencias del virreinato, un ejemplo claro era Vicente, que venía de la intendencia de Nueva Santander.
Cuando empezó a dormitar, decidió levantarse y caminar por allí. Eso lo ayudaría a mantenerse despierto un rato más.

....

Perdido, esa era la palabra correcta para lo que le había  ocurrido. ¿Tan lejos se había ido? Posiblemente, pero la verdad es que no conocía el lugar y además era de noche. Así que siguió caminando hasta que oyó el sonido del metal chocar con otro. Se acercó a los matorrales y vio a su sargento pelear con un hombre mayor.

---¿Y como ves a los nuevos? ---Le pregunto el que suponía era superior de su sargento. ---Me han dicho que no soy muy... Eficaces.

---Es el primer día, solo necesitan un poco de tiempo, estarán listos para el campo de batalla. ---Comentó el castaño, mientras esquivaba la espada del mayor. ---Los comandantes lo saben muy bien.

---Eso espero Santiago. ---Nando dejo de prestar atención a la conversación, pues se concentro más en los movimientos que ambos tenían, de niño con sus amigos solían jugar con espadas de madera, eran movimientos torpes y si se golpeaban con fuerza se ponían a llorar; pero aquellos dos soldados se movían con rapidez, elegancia y sin duda no tenían miedo de las afiladas cuchillas. ---Debes dar el mejor de los ejemplos, los comandantes solo están haciendo su trabajo.

Vio como el castaño estuvo por atacar al mayor, cuando tuvo un espasmo y soltó la espalda, acabo de cuclillas en el piso. El de cabello canoso guardo su espalda y se acercó al muchacho.

---¿Aún te duele? Si sigues con ello, no podré enviarte al frente nuevamente hasta que... ---El castaño dejo salir un jadeo y alzó la mano en busca de que su superior guardara silencio.

---Estoy bien, solo es en ocasiones... Estaré mejor muy pronto. ---Nando siguió observando. Tal ves débil irse desde hace un rato atrás. --- Además...

---Ya te lo dije Santiago. Debes entrenar bien a esos cadetes y, si no te vez en condiciones,, me disculparas, pero tendré que enviar a alguien más. ---Santiago ya no dijo nada, se levantó y se puso en posición de firmes. ---Es por tu bien muchacho, tienes que recupérate por lo de aquella vez. Descansa soldado.

Le dio una palmada en el hombro y dio media vuelta para irse. Santiago suspiro con pesadez, ambos adolescentes solo miraron como se alejaba el mayor, Nando pensó en qué lo mejor era retirarse en silencio, pero apenas lo había pensado y dio un paso atrás, se oyó el crujir de una rama rota.

San Juan se quedó callado y en su lugar, más la mirada sería de su superior se hizo presente.

---Sal de allí. Espiar no es propio de un soldado, cadete. ---Santiago ya suponía que se tratara de uno de los nuevos. Nando miro hacia arriba unos momentos y finalmente salió de su lugar. ---¿Por qué estaba espiando cadete?

---Disculpe señor. ---Dijo Nando en un tono militar. ---No era mi intención, me había perdido y sin querer di aquí.

---¿Y por qué no te acercaste si te perdiste? ---Nando miro al castaño, apenas lograba verlo, una pequeña antorcha los iluminaba.

---Bueno, no quería interrumpir. Además... No pude evitar ver cómo peleaba con el mayor. ¡Eran movimientos tan geniales! ---La emoción de Nando salió a flote. E hizo movimientos con las manos. ---¡Y ver cómo hacían splas! ¡Y Zas! ¡Y... Y... Zas!

Santiago solo miraba a San Juan moverse por el lugar haciendo esos movimientos. Una pequeña sonrisa salió de su rostro mientras volteaba a ver al castaño que había terminado de su lado contrario, el adolescente lo miro momentáneamente y sonrió con nerviosismo.

---Disculpe señor. Es que... Es que... ¿Cree que me pueda enseñar? ---Pregunto animado el menor, Santiago lo miraba con atención, tenía los brazos cruzados, su mirar se suavizó, ya no era ese carácter serio y severo de esos momentos, sino uno más amable, aunque también preguntaba algo de forma silenciosa que el menor entendió rápidamente. ---San Juan... Fernando San Juan señor.

---Bueno, cadete San Juan. ---Comentó este mientras se acercaba a él. ---Antes de siquiera pensar en tocar una espada, debería aprender hacer los ejercicios que se le piden de forma correcta. ¿No lo cree?

Sus ojos ámbar se cruzaron con los castaños del adolescente. En ese momento aún ambos parecían tener la misma estatura, aunque Nando era ligeramente unos centímetros más bajo que su superior.
Las mejillas de San Juan se encendieron de vergüenza, se le había olvidado lo horrible que había estado por la mañana.

---B-bueno... Si ¿verdad? ---Rió con notable nervioso. ---Pero... ¿Pero si logro hacerlo, me enseñará? Por favor señor.

El sargento vio no solo la determinación en los ojos de su cadete, sino que también esa ilusión... ¿Por qué le gustaría aprender tanto la pelea con espada? Bueno, fuese como fuese, se sintió feliz de saber que alguien realmente parecía querer que le enseñará. Eso le subió un poco los ánimos y el dolor de su costado pareció haber disminuído, porque momentos atrás punzaba dolorosamente.

---Es una promesa cadete. ---Le dijo con esa voz amable pero firme. Los ojos de San Juan brillaron y la sonrisa de De la rosa se ensanchó un poco más. ---Ahora vamos. Debe ir a descansar o no rendirá por la mañana.

---En realidad estaba haciendo guardia señor. ---Confeso el castaño que había comenzado a seguir a su sargento que había tomado la antorcha para iluminar el camino. ---Me puse a caminar porque me estaba quedando dormido.

---Si que le hace falta entrenar San Juan. ---Comentó en un ligero tono de burla el mayor. Nando solo rió por nervios esperando no ser regañado después.






...








*Inserte "Hombres de acción" de Mulán (?)*

Decir que después de eso Nando tuvo una gran mejora sería mentir, aunque no del todo, Nado realmente se estaba esforzando, logrando de poco a poco lo que iba haciendo, su sargento luego le daba pequeñas palmadas en el hombro a forma de apoyo.
Incluso iba tomando ritmo con los demás soldados.
Chema y Hugo solían ayudarle en ocasiones y luego en sus descansos reían por lo que no habían podido hacer.

Incluso Vicente había logrado felicitarle en una ocasión, el señor había sido en qué más había sorprendido a todos por el simple y sencillo hecho de que destacó bastante en las clases teóricas sobre las armas y aunque no era bueno en el deporte, cuando les tocó probar un arma de verdad, el hombre había dado un tiro limpio y acertado en donde se le había pedido.
San Juan ya era otro caso.
En ocasiones su mirar se encontraba con los ojos ámbar, Nando debía admitir para si mismo, que los ojos de su sargento le recordaban al caluroso pero cálido sol de verano o al oro de los detalles de la iglesia en puebla. Eran bastante llamativos a decir verdad; cuando sus miradas chocaban, Santiago le regalaba una pequeña pero sutil sonrisa, aunque eso no significará que dejara de ser estricto con él.

San Juan a veces se preguntaba si aquel joven con aquel puesto tan alto tendría amigos o alguien con quién charlar, solía verlo muy seguido con lo que se podía denominar, su mano derecha, Rafael, (el hombre con el que había llegado el primer día del entrenamiento) y otros soldados y superiores, verdaderamente lo veía solo.
Dejo de pensar en ello y preparo su arma, aún debía afinar su puntería.

---Recuerden cadetes, si van a usar el rifle, que no sea como San Juan o podrían acabar causando un accidente. ---Comentó Rafael mientras señalaba al mencionando, Nado por su porte solo frunció el entrecejo y empezó de nuevo... Ya ni si sargento lo exponía de esa forma.

¿A qué se debía que la mano derecha de De la Rosa estuviera dando órdenes y no su sargento? Bueno, Santiago había estado varios días en su tienda, por lo que se tenía entendido se encontraba haciendo reportes que los altos mandos les habían pedido, pero no había salido desde hace ya cuatro días... Y si salía salía por las noches, lo sabía porque era quien de su grupo más hacia  guardia y lo veía ir y venir en ocasiones.

Realmente ese día tampoco lo vieron. Y no parecía que fuese a salir pronto...
O eso pensaron porque a la hora del desayuno se abrió la entrada de la carpa de su sargento. Tenía cara de pocos amigos y en su brazo derecho tenía varios papeles acomodados de forma cuidadosa.
Todos al verlo se levantaron y se pusieron en posición de firmes para después saludarlos... Santiago les hijo un saludo rápido y les pasó de largo, lo vieron irse directo a las oficinas de los altos mandos del ejército.

El entrenamiento de ese día fue menos peor que el de los primeros días, al menos ya podía correr cincuenta metros si fatigarse tanto y ya sabía cómo armar y desarmar la propia, ya eran casi tres semanas que habían hecho desde su llegada y al menos ya tenía acceso a las cocinas, su zona de confort hasta entonces y bueno, al parecer después de un buena comida ya no lo quisieron apartar de allí. Pero era obvio que no se podía quedar en las cocinas todo el tiempo.
Para cuando llegó la hora de la cena todos disfrutaban de un atole de vainilla con pan de dulce.

----¡Ahg! ---Oyeron el gruñido de alguien joven. ---¡Osea que les pasa! ¡Todavía que hice todos los informes que me pidieron y con sus ridículas correcciones...!

Cómo buenos amantes de los chismes, los cadetes se asomaron para ver qué era lo que ocurría ya no habían logrado huir por el simple hecho de que la persona se alejo de dónde estaban. Cuando miraron solo vieron a su sargento entrar en su tienda y si algo tenía la "oficina" de su superior era que no se oía nada dentro.
Todos se miraron unos a otros, pero nadie supo darse una explicación válida... Aunque si trataban de unir los puntos que tenían la respuesta podría ser bastante obvia.
Nando que estaba en su lugar le dio otro sorbo a su atole, no es que no quisiera saber el chisme, pero al menos asi se agarraba otro pan sin que se dieran cuenta.
Lo guardo entre sus ropas y actuó con normalidad cuando vio a todos correr hacia sus lugares tratando de fingir que no quisieron oír ni ver nada.

---San Juan. ---Llamó con autoridad Rafaél, este se levantó mientras le saludaba.  ---Llevale la cena al sargento De la Rosa.

---Si señor. ---Dijo con voz segura aunque si era sincero, aquel hombre le caía mal. Algunos comenzaron a silbar y otros dijeron que tuviera cuidado, claro, respetaban a su sargento, pero molestar a Nando también era divertido.

Minutos después, Nando ya salía con la bandeja de comida a la tienda de su sargento. Pregunto si podía entrar, pero si le contestaron o no, fue algo que no pudo saber ¿qué clase de tela era esa? Porque las de sus tiendas no eran así.
Suspiro y con cuidado entro en el interior, se asombro logrando que era por dentro, la cama, el escritorio y una mesa con dos sillas. Había más cosas pero no captaron su atención.
Volvió su vista al escritorio y vio al castaño de pie, recargado en el con sus brazos, murmuraban cosas, hasta que volteo a verlo.

---L-le traje la cena Sargento. ---Anuncio Nando levantando la bandeja. La mirada severa que envia el mayor le intimidó rápidamente, aunque posiblemente no fuera dedicada a él. Santiago  asintió y le señaló la mesa para que la dejara allí.

---Señor, carta. ---Nando dio un pequeño salto en su lugar por la repentina aparición de Rafael. El castaño dio zancadas para llegar a su mano derecha y le quitó la carta. ---Señor, si usted necesita...

---No estoy de humor. Retirate por favor. ---Anuncio el joven superior. A lo que Rafael asintió, Nando dejo de poner las cosas dispuesto a irse de igual forma, oyendo como abrían el sobre y luego de segundos de silencio y él voltear para marchar, tiro su bandeja por el casi agudo "¡¿QUE?!" del mayor. ---¡Osea que les pasa... Hello! Everything is good at home?... Ahg! Ellos no están viendo lo importante! Deberás que me están tratado como la prole... Ash!

Nando seguía en su lugar sin tratar de hacer ruido alguno. Tan quieto como cuando lo mandaban al rincón en la escuela por no poderse quedar quieto.
Santiago empezó a caminar mientras murmuraban cosas o mejor dicho maldiciones y rompía la carta que le habían mandado.
Nando estuvo apunto de lograr su cometido, cuando  Santiago lo volteo a ver.

---¡¿Puedes creerlo?! Neta ¿Qué tienen en el cerebro? They are not located or what? ---Nando no entendió lo último, pero miraba a su sargento. ---"Is Qui ni pidimis inviirti tus grupos pirqui los filti inteinimiinti" ¡AHG!

Arremedo y se quejo. Nando miro hacia el techo en busca de pensar en algo, ¿y si trataba de calmarlo? Tal ves asi no se vería tan alterado. Dio pequeños pasos hasta la cama de su superior y tomo la almohada más cercana. Cuando Santiago paso por enfrente de él, Nando le extendió la almohada, lo que provocó que el amor se detuviera y le mirada como en busca de una respuesta.

---Cjando era niño y mi abuela quería que dejara de hacer algún berrinche, no digo que sea su caso, pero se ve alterado. Me daba una almohada para que pegará mi cara en ella y gritara con fuerza hasta que me sintiera mejor. ---Comentó, los ojos ámbar del contrario lo miraron unos momentos y luego tomo la almohada, Nando volteo unos segundos tomando la otra y le enseño como... Una suave fragancia dulce fue lo que su nariz captó cuando puso su rostro en la almohada. ---Asi... ¿Ve? Aunque puede abrazarla y sentarse o tirarse en la cama, como guste.

Santiago le miro y luego la almohada, Nando volvió a enseñarle como. Unos segundos después el sargento estaba de cuclillas con la cara enterrada en el cojín, gritando a todo pulmón.
Nando realmente no pensó que si sargento lo haría, pero se acercó a la mesa u sirvió un poco de agua, se sentó a un lado de él, esperando a que dejara de gritar. Pasaron unos segundos, cuando con la cara roja Santiago despegó el rostro de la almohada.

---¿Mejor? ---Pregunto mientras extendía el vaso con agua. El castaño rojizo asintió mientras tomaba el vaso y bebí con ganas, si había gristo.oor bastantes segundos. Nando le daba una pequeña sonrisa, levantó nuevamente la mirada pensando que debería hacer ahora. ---¿Quiere un abrazo?

Pregunto, pues nuevamente había sido su abuela quien le sugirió por medio de recuerdos lo más conveniente. Santiago dejo el vaso en el piso y lo miro con atención.
Nando volvía a dudar, era algo tan infantil lo que había sugerido. Pero se quedó callado cuando Santiago acepto el abrazo, tenía su cabeza en el pecho de San Juan; Nando correspondió de una forma algo lenta, pero lo hizo, estuvieron así por varios minutos.

Cuando ambos se separaron, Santiago mostraba un pequeña sonrisa.

---Gracias Fernando. ---Agradecio el mayor. Nando le devolvió la sonrisa. Quién diría que ese era el inicio de su amistad.

















-----Ohayo Pérez.







Pd: Disculpen lo último, me estaba cayendo de sueño xd

Pero quería tenerlo justo a tiempo xd






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