10. "Mal día"
Este es el dibujo que les debía, espero les guste y también el capítulo uwu
Voten, comenten uwu
Leo seguía en el matorral, no hace mucho había oído galopar al caballo de su amigo. Limpio su rostro, unas cuantas lágrimas habían escapado de sus ojos, cuando salió de dónde estaba, estaba lleno de ramitas y de tierra.
Aún se cuestionaba por el haber besado al hacendado, bajo la mirada. ¿Manuel también habría pasado por ese tipo de cuestiones? Se preguntó el poblano, suspiro con pesadez y empezó a caminar rumbo al pueblo.
No se sentía calmado del todo, pero al menos no se sentía tan nervioso como cuando huyó del azebache.
No se topo con él en ningún momento, ni siquiera cuando volvió a casa. Eso lo alivio, entro en su casa y fue atacado por Nando y cuestiones, de dónde había estado y que le había pasado.
---Me caí cuando venía de regreso. ---Comento Leo, evitando la mirada del mayor, el cual solo frunció el ceño.
---Aja... Haste el menso chisguete. ---Le reprochó Nando con algo de molestia, el nombrado lo miro. ---Ya dime, no me voy a reír.
---¿Por qué te reirías? ---Pregunto extrañado el adolescente, aunque sinceramente no pensaba en contarle lo que pasó hace casi una hora atrás. Nando hizo un gesto que le llegó a ver a Teodora cuando está decía que era algo obvio .
---Dah! Porque el que tu novia te empuje es gracioso. ---Y eso desconsierto más a Leo. ---Haber, dime, ¿que le hiciste a Valentina como para que te empujara y acabarás tan sucio? Porque cuando ella llegó, se notaba que hechaba lumbre, si sabes a lo que me refiero.
Aquello último lo susurro y Leo entendió. La guanajuatense debía estar molesta porque la había dejado en la plaza y nunca volvió.
El menor de los San Juan bajo la mirada. Diría que se sintió vacío o que un golpe le atacó en el estómago por lo que pasó con ella, pero, solo pudo se tirar mal por haberla dejado tanto tiempo.
---Yo... ¿Y a ti que te importa mi vida amorosa? ---Respondió a la defensiva, tal ves era la mejor forma de salir de esa situación, sin contarle que la había dejado sola. ---Ja! Como si fuera a contarte.
Comento el castaño menor y se cruzó de brazos, para después ponerse a caminar hacia su cuarto. Nando solo lo miro con algo de gracia.
Ya en su habitación, Leo empezó a quitarse la ropa sucia, aunque se quedó solo con la camisa y ropa interior, cuando lo ocurrido en la tarde se hizo presente.
Sintió las mejillas arder, llevo su mano a su boca, cuando las yemas de sus dedos tocaron sus labios, volvió a sentir el hormigueo que el beso le causó. Había sentido esas cosquillas antes, la primera ves que Valentina le beso en Guanajuato y la segunda cuando Xóchitl lo hizo a forma de despedida entre ellos.
---Que complicado... ---Susurro para si mismo, pues el pensar en como aquello lo hacía reaccionar solo lo confundía más, se acostó en su cama y abrazo su almohada. ---Tal ves Manuel está molesto conmigo por salir huyendo... Espero que no sea cierto eso...
Volvió hablar para si mismo, mientras su vista se enfocaba en el listón rojo que aún decoraba su brazo izquierdo.
...
A Leo le hubiera encantado decir que al día siguiente fue hablar con el hacendado y disculparse por lo mismo... Pero no pasó, ni siquiera hablo con Valentina. Ni al día posterior a ese sucedió. De hecho, tratada de evitar a Manuel, cosa curiosa, porque parecía siempre aparecer en el momento que Leo menos lo esperaba.
Al tercer día de lo ocurrido, cuando Leo volvía de la escuela, vio al caballo blanco frente a la panadería. Solo dio media vuelta y tomo otro rumbo para no ver a Manuel nuevamente.
Se daba cuenta que no quería ver al mayor, que tal si estaba enojado con él. ¿Por qué Manuel estaría enojado? Leo pensaba por haberlo besado tan repentinamente y después huir de allí.
Leo suspiro con pesadez, extrañaba ver a su amigo. Pues era con quién más se entendía, sus compañeros de clase eran... Molestos si podría llamarlos de alguna forma, algunos agradables, pero la mayoría lo eran.
Ya casi había cumplido una semana sin verlo, miró su libreta y los problemas gramaticales que no entendía del todo. Antes de poder pensar en algo o de guardar sus cosas oyó como uno de sus compañeros le hablaba.
---¡Ey San Juan! ---Llamo el más alto de todos ellos, Leo lo miro y respondió con un "¿Que pasa?" ---¿No quieres venir con nosotros a ver a las chicas del pueblo? Oí que van a ir a lavar al río y bueno, ya sabes que más podríamos ver.
El grupo de tal ves 5 chicos rieron, Leo aunque medio entendió, solo negó con la cabeza.
---No tengo mucho tiempo ahorita. Tal ves después. ---Mintió el castaño. El más robusto dio una risa burlona.
---¿Acaso te pega tu novia Leo? ---Pregunto en ese tono que al nombrado comenzaba a molestarle, trato de ser paciente.
---¿Novia dices? ---Comento con esa voz calma que tenía el más alto se había acercado a él y le dio una fuerte palmada en la espalda, San Juan evitó quejarse por ello.
---No nos vayas a decir que la chica con la que te besaste en la plaza no es tu novia. Porque está reguapa la canija. ---Leo solo sintió molestia por sus palabras. ---Pero si no es tu novia y te dejo besarla... Ufff, que más no nos dejaría hacerle.
"Dudo mucho que puedas acercarte a ella idiota" Pensó Leo con molestia. Pues sabía que Valentina podría golpear a cualquiera que quisiera propasarse con ella.
---No nos vayas a decir que saliste igual de pinche raro que el maricon de la hacienda. ---Hablo con burla el más bajo de ese grupo, que era unos centímetros mas bajo que Leo. El cual se mordió la lengua para evitar de ir algo más.
---No. No lo soy. ¿Además, como saben que él es... Eso? ---Pregunto en tono serio. El bajo respondió.
---¡Todo el mundo lo sabe! Lo cacharon en plena movía detrás de la tienda de doña Concha. El maricon no sabía ni donde meter la cabeza. ---Todos los que estaban allí, rieron con fuerza, Leo sintió su molestia crecer. ---¡Y luego el que estaba con él le hecho toda la culpa! El dueño de la hacienda le metió una paliza por eso, se lo merece, para que anda de pinche raro con los del pueblo. Aunque siendo sinceros Leo, una ves te vieron con el joto ese.
Los ojos castaños de San Juan miraron al más bajo. Sentía la sangre arder y quería golpear al más bajo por sus palabras, pero era un grupo de cinco personas, él acabaría peor si golpeaba a alguno de esos tipos.
---¿Así? Normalmente paso mi tiempo en mi casa. Y con la chica con la que me vieron en la plaza. ---Mintió. ---Tal ves era parecido a mi.
Se sintío mal por negar al hacendado, perro ahora comprendía las palabras de su abuela y hermano. Y lo mejor ante ese grupo era hacerse el desentendido. El más alto que estaba a un lado suyo lo miro por varios segundos.
---¿Entonces, es o no tu novia? ---Leo movió su cabeza para mirarlo.
---Disculpa, pero ella si lo es. ---Volvió a mentir el castaño, mientras guardaba su libreta finalmente.
---Pues más te vale cuidarla San Juan, porque podría quitarte la en cualquier momento. ---Le dijo como si lo desafiara, el nombrado asintió con una sonrisa.
---Lo tendré en cuenta. Bueno, disculpen, debo llegar a mi casa. ---Se despidió mientras se levantaba. Salió de su salón y suspiro. Debería advertir a la guanajuatense de sus compañeros de clase. Empezó a caminar hacia su casa, el sol de las tres de la tarde era lo bastante fuerte en esos momentos.
Leo se cubrió con su morral del sol, apresuró el paso para llegar, si se detenía posiblemente se encontraría al hacendado y aún no estaba listo para hablar con él, quería pensar en algún escenario y poder pensar en las palabras que le diría.
"Disculpa Manuel, es que me ganaron las ansias y te bese, pero me sentí mal por hacerlo y por eso salí corriendo. No te enojes conmigo por eso, por favor". Fue la primera cosa que pensó, pero la descarto rápidamente. Sentía que debía decirlo de otra forma o pensar en otras palabras que decirle a su amigo.
Tardó casi treinta minutos en llegar, por suerte no se topo con ninguna pareja de hormonas calientes besándose en los callejones, lo que le facilito el no estar teniendo que buscar otra ruta.
Al llegar, en la panadería (la cual a pesar de estar abierta se encontraba vacía) se topo con Valentina, la azebache lo miro unos segundos y desvió la mirada... Leo tampoco había hablado con ella. Se acercó y se sentó en el primer banco que encontró, la guanajuatense le dio la espalda.
---Val... ---Llamo el poblano a la fémina la cual no le miró. ---Val... Se que estás enojada conmigo.
Volvió a decir, ahora la menor si volteo a verlo.
---¿No debería estarlo? ---Pregunto, a lo que San Juan desvió levemente la mirada. ---Pensé que volverías en poco tiempo, pero estuve allí como por más de tres horas y tú, ni tus luces.
---Lo se, lo siento mucho Val, es que.. debía ir a pensar lo que había pasado entre nosotros.
---Leo, fue un beso... Bueno, dos. ---La chica que sostenía la escoba porque momentos atrás estaba barriendo, apretó con un poco de fuerza el palo. ---¿Por qué tenías que ir a pensarlo? Pensé que... Te gustaba.
El castaño levanto la mirada para verla, tenía las mejillas algo rojas, el mayor solo puso sentirse algo mal por eso.
---Yo también lo pensé. Pero, por eso fui a pensar. ---Contesto, tratando de desviar el tema.
---¿Te encontraste con él? ---Pregunto ella, Leo noto la molestia en su voz. Así que se quedó callado unos largos segundos. ---Me lo imagino, siempre aparece cuando andas por allí.
---Val, Manuel es solo mi amigo. ---Explicó, pero ella solo negó con la cabeza.
---No lo se Leo, ya te dije que él me parece muy raro cuando anda contigo. Sabes... Creo que empezaste a dudar, después de conocerlo.
---¿Disculpa? ---Pregunto extrañado San Juan, Valentina dejo salir un pesado y largo suspiro.
---Si Leo, mira, no se si soy yo si mal intérprete tus sentimientos o si él te hizo cambiar de opinión. ---La voz de ella se estaba volviendo sería y Leo se empezaba a sentir molesto. ---Yo creo que el juntarte mucho con él, te está afectando Leo y si sigues así se te va a pegar lo... Rarito.
---¿Pegar? ---Pregunto molesto San Juan mientras se levantaba del banco en en que había estado sentado. ---Valentina, no es ninguna especie de gripe como para que eso suceda. Además, no entiendo que tendría de malo.
---¡¿Que tiene de malo?! ¡Leo eso no es normal, es totalmente antinatural! ¡Joder! ---Exclamó ella. El nombrado frunció el seño.
---¡¿Por qué es antinatural Valentina?! Él solo quiere lo mismo que tú o que yo, el tener una relación bonita sin que la gente diga algo sobre ello. ---Exclamó también él.
---¡Por qué bien sabes que Dios creo al hombre y la mujer para ser pareja y estar juntos! ¡Además él no quiere una relación con cualquiera, la quieres contigo! ¡Se le nota a kilómetros que te quiere de novio! ---Leo estuvo apunto de sentir las mejillas arder, pero su molestia solo se hizo mayor.
---¡Y que tendría de malo que él pudiera cortejarme! ¡Y mira, no metamos a Dios en esto, porque e leído ese libro cientos de veces en la escuela y no dice nada de querer o amar a alguien de tu mismo sexo, tal ves solo habla que está mal la lujuria entre personas así, pero no dice nada del amor! ---Valentina hecho un paso para atrás.
Ambos se miraron por primera ves con recelo. Se oyeron pasos apresurados por la casa, Nando apareció por la entrada que daba a la casa y a la panadería.
---¡Oigan! ¿Que rayos les pasa a ustedes dos? ¡Sus gritos se oyen hasta allá! ---Exclamó el mayor de los San Juan, Leo se si tío nervioso y Valentina se veía molesta.
---Lo que pasa es que al parecer a Leo se le pego lo rarito. ---Dijo Valentina en ese tono de molestia. El mayor volteo a ver a su hermano.
---¿Qué? Valentina no estés jugando con esas cosas. ---Le dijo Nando con un tono serio. Leo bajo la mirada. ---Leo es un buen chico.
El nombrado solo empezó a sentirse mal por las palabras de su hermano. Claro, era una buena persona, pero si aceptaba que sentía algo por el hacendado ¿dejaría de serlo?
Antes de que la guanajuatense pudiera decir algo, Nando le dijo que guardara silencio y se acercó al menor. Tomándole del hombro para llamar su atención.
---¿Leo? ¿Estás bien, verdad? ---El castaño menor no supo si se refería a su estado de ánimo o si le estaba preguntando sobre su orientación. Bajo la mirada mientras apretaba la correa de su morral.
---Debo ir hacer tarea. ---Dijo el menor de los hermanos. No sabía cómo responderle a su hermano, porque nisiquiera estaba seguro. ---Compermiso.
Quitó la mano de su hermano y empezó a caminar, pero no hacia dentro de su casa sino hacia afuera de está. Solo oía cómo Nando lo llamaba, pero Leo lo ignoro, el mayor al parecer dejo que se fuera y no lo siguió.
Se sintió aliviado por eso. Así que solo siguió caminando sin un rumbo fijo.
Pensó en su discusión con la azebache, había dicho que no le molestaría l vería mal si Manuel le empezará a cortejar. ¿En que había pensado? Ni siquiera estaba seguro si Manuel lo veía como su tipo.
Ella le había dicho que el juntarse con el hacendado es lo que lo había afectado. Leo no creía eso... Del todo, porque, ¿entonces como es que había despertado esa curiosidad en él sino hubiera pasado tiempo con el mayor? Suspiro, tal ves si estaba "contagiado" como decía ella.
Cuando levanto la mirada se encontró en la plaza, había algo de gente, se sentó en la primera banca libre que encontró, saco su libreta y miró los problemas que no había entendido. Pero no les estaba prestando atención, sino que seguía pensando en lo ocurrido con la fémina.
---¿Necesitas ayuda? ---Leo levanto la mirada y dio un pequeño brinco. Los ojos cobre de Manuel estaban frente a él.
---¡M-Manuel! ---Exclamó, aunque el azebache le hizo una señal para que hablara más bajo. Leo solo sintió como los nervios lo invadían... ¡Aún no pensaba en lo que le iba a decir! Vio como el mayor le rodea a y se sentaba en la parte libre de la banca, mirando a la gente que pasaba. ---¿Qué... Cómo...?
---Me alegra verte... Te busque toda la semana, pero... Al parecer la tierra te había tragado o algo así, porque no estabas. ---Leo solo sintió la cara arder. ¿Cómo le iba a decir que lo estuvo evitando porque no sabía si estaba enojado o no? ---Ni siquiera cuando baje el monte te vi. Me preocupe por ti Leo
Manuel seguía vistiendo con su sarape y su sombrero, los mismos que había tenido el día que lo beso. Leo seguía sin contestar.
---¿Estás enojado? ---Pregunto Manuel nuevamente, Leo lo miro. ---Mira Leo... Yo solo actúe por instinto, pero, si te molesto el que..
---No, no... ---Interrumpio el castaño. ---Lo que pasa es...
---¡Sabía que se trataba de ti, maldito Maricon! ---Exclamó la voz gruesa de un hombre mientras le quitaba el sombrero a Manuel. El cual se paró rápidamente de dónde estaba Leo volteo a ver al hombre, era aquel que vendía carne en el mercado. ---¡Acaso tú no aprendes idiota!
Manuel se veía molesto y a la defensiva. Leo se iba a parar cuando el mayor le hizo una señal con la mano para evitar que se levantará. La gente comenzaba a rodearlos.
Una mujer que no podría ser más que la esposa del carnicero se acerca al castaño.
---¡El maldito sodomita quiere hacer nuevamente de las suyas con aquel que nos libero de la nahuala! ---Todos exclamaron como si hubieran oído la salvajes más grande del mundo. Manuel no se había movido ni un milímetro más que cuando le había hecho la seña a Leo. El cual se levantó, la mujer del carnicero le tomo del brazo. ---¿Acaso tú padre no te dijo que no te queríamos ver por aquí?
Manuel no contesto, más bien parecía que no quería hacer ningún movimiento.
Leo trato de avanzar a él, pero el que la mujer le tuviera agarrado se lo impedía.
Leo miró a un lado y luego al otro, cuando empezó a oír murmuros sobre el azebache.
---¡Estúpido maricon! ¡Pervertido! ¡Cabron! ---Leo empezó a oír varias cosas y las palabras que la gente iba soltando se iban poniendo peor. ---¡Enseñe le que no se debe acercar a nuestros muchachos ni niños! ¡Si, denle su merecido!
Leo vio como tres o cuatro hombres ya rodeaban a su amigo. Empezó a sentir pánico por eso. El carnicero se acercó al mayor y le tomo de la ropa, a lo que Manuel respondió con un golpe en la cara del hombre.
Pero los demás no tardaron en atacarle, Leo se soltó de la mujer y se acercó para ver podía sacar al hacendado de esa gente, pero fue empujado con brusquedad por el mismo Manuel.
Leo acabo en el piso, sintió dolor en las palmas de las manos y en su trasero, pues el empujón había sido con demasiada fuerza.
Alguien lo ayudo a levantar, se trabaja de Fray Sinfonolo, el franciscano al cual le había tirado un candelabro en plena misa porque Nando lo habia asustado.
Agradeció, pero antes de que Leo tratara de intervenir por Manuel otra ves, este lo sujeto con fuerza, nega do con la cabeza.
---Pero... ---El franciscano negó nuevamente. Y le hizo u a sepa de que guardara silencio.
---Es peligroso Leo. ---Le dijo finalmente. El nombrado volteo a ver a la muchedumbre, trato de avanzar cuando vio que Manuel acabo en el piso por dos de los hombres que lo tiraron. Leo sintió pánico e impotencia al no poder hacer nada y ver cómo estaban pateando al hacendado. La muchedumbre solo exclama a cosas como: ¡Si, mantenlo para que ya no le haga algo a nuestros jóvenes! ¡Eso le pasa por maricon! ¡Maldito joto, morirte es lo mejor! ¡Si pereces ahí mismo nos harías un favor a todos!
Trato de quitar el agarre que el Fray tenía sobre él, pero era imposible. La mujer del carnicero había dicho que mandaran a llamar a Nando.
Leo tenía los ojos llorosos en esos momentos, trato de llamar al hacendado pero la voz no le salía... Entre todo lo que estaba pasando podía oír los quejidos de Manuel.
---¡¿Que rayos está pasando aquí?! ---Exclamó la voz del padre de la iglesia, los hombres se detuvieron. Y la muchedumbre abrió paso. Leo soltó varias lágrimas al ver a Manuel en el piso hecho bolita, pero eso no quita a el hecho de que tenía sangre en la ropa. ---¿Que estáis haciendo con este chaval?
---¡Es el maricon de la hacienda padre, quería volver a Leo San Juan en un sodomita como él! ---Exclamó uno de ellos. Manuel se movió lentamente de dónde estaba, Leo sonrió cuando noto sus casi vagos movimientos.
---Ya veo. ---Dijo el padre, Leo borró su sonrisa y lo miro. ---Debería dejarlos continuar, pero si esto pasa a mayores y su padre se entera les podría ir mal a todos vosotros. Así que dejadlo, creo que ya aprendido la lección y no se acercara a nadie del pueblo. No es así chaval.
Manuel tosió dejando salir algo de sangre al piso, Leo quería que el Fray lo soltara, pero este seguía aferrado a él, para evitar que se acercara al hacendado.
El padre solo tenía el seño fruncido, antes de que este volviera a decirle algo al hacendado, este asintió mientras poco a poco se ponía de pie.
El padre dijo algo más al pueblo y dio media vuelta para marcharse. Leo se sintió ligeramente aliviado al ver qué todo había acabado. El hacendado solo dio media vuelta y empezó a irse de forma lenta.
San Juan ahogo un grito cuando vio una piedra ir hacia el azebache, el cual a pesar de estar débil, comenzó a correr lo más que sus piernas le daban. Pues ahora era una lluvia de piedras la cual atacaba al mayor. Seguido de comentarios de que no quería. Verlo por allí otra vez y de que pronto se muriera.
Cuando el mayor desapareció de vista de todos, se empezaron a dispersar y unos le preguntaban a Leo si se encontraba bien, pero San Juan no les respondía, estaba shokeado.
---Leo, será mejor que vayas a tu casa. ---Le comento el franciscano. La voz de Nando llamándolo con verdadera preocupación lo hizo reaccionar. El menor se acercó a su hermano y le dio su morral.
---Nando avísale a su abuela de Manuel, por favor. ---Y antes de que Nando le pusiera de ir algo, Leo se hecho a correr en dirección contraria a la que se había ido Manuel, pero luego empezó a irse por calles para ir a la salida del pueblo.
Leo había notado hacia donde se había dirigido el mayor. Y corrió sin importar que empezaba a dolerle una parte de su costado dónde estaban las costillas.
¿Como podía ser así la gente? Era la primera ves que había visto algo así... Le había parecido mucho peor que cuando las momias malvadas les atacaron en Guanajuato.
Manuel no debió correr tan rápido en el estado en el que estaba, pero Leo se había quedado un rato en dónde había pasado todo, porque la gente se le acercaba a preguntar y él no podía moverse de dónde estaba. Además de que, el franciscano no le había soltado en todo ese tiempo; cuando llegó a la punta de la colina, sentía que ya no tenía aliento.
Pero al levantar la mirada se encontró con Manuel, el cual le daba la espalda, estaba sentado en una roca que estaba por allí, su caballo no estaba, con todo lo acontecido, el azebache lo había dejado en la plaza.
---Manuel... ---Llamo el menor, el nombrado había dado un pequeño salto, pero no boleto a verlo. ---Manuel...
---N-no deberías estás aquí Leo. No después de lo que pasó. ---La voz del mayor era quebrada y rasposa, el nombrado solo se acercó a él.
---No podía dejarte solo. No después de ver cómo te dejaron. ---Le oyó aspirar por la nariz, el castaño puso la mano en el hombro ajeno. El cual cuando volteo a verlo, San Juan pudo ver cómo tenía dos grandes moretones en la cara, y un par de hilos de sangre recorrían su rostro, uno era de la nariz y otro de un corte en su frente. Leo lo abrazo, aunque Manuel se quejo levemente, correspondió al abrazo.
Después de eso, no dijeron mucho, Leo se dedico a limpiar el rostro del mayor, con un pañuelo que tenía. Manuel se mantuvo callado durante todo ese tiempo. Quién sabe por cuánto tiempo estuvieron ahí, hasta que el azebache decido hablar.
---Leo... Lo mejor es que no nos veamos más. ---Le dijo en un tono serio, el nombrado se detuvo en lo que hacía y lo miro.
---¿Cómo? ---Pregunto extrañado y un poco dolido. ---¿Por qué?
---Leo, ya viste lo que pasó hoy. En esta ocasión solo fui yo... La otra, quién sabe... No quiero exponerte Leo, no me lo perdonaría. ---San Juan lo seguía mirando.
---P-pero Manuel.... ---¿Ya no verse con el hacendado? El cual se levantó de dónde estaba, aunque se sostuvo el estómago, Leo se levantó también.
---¡Entiende Leo! ¡Es un peligro que estés conmigo! ¡No quisiera que a la persona que más aprecio y quiero, le suceda algo horrible! ---Leo solo lo miro con tristeza. ---Ellos no tendrán ningún tipo de piedad... Leo por favor, se que entiendes lo que te digo.
Y lo hacía, pero, no quería perder un amigo por la culpa de los demás. Sentía que se rompía por dentro y un nudo en el estómago comenzaba a sentir.
---Manuel, pero... ¿Ya no vernos... Nunca? ---Los ojos cobres del mayor solo lo observaron de forma triste, llevo su mano a la mejilla del poblano y la acaricio con suavidad.
---Es lo mejor para ambos... Pero sobre todo para ti. ---Manuel se inclino y dio un ligero beso en los labios de San Juan. Al cual le pareció bastante amargo a pesar de sentir esas cosquillas aún. ---Por favor, olvídame... ¿Si?
Y antes de que Leo pusiera decir algo, Manuel dejo su rostro y dio media vuelta, sentándose en la roca nuevamente, mientras le daba la espalda a Leo, el cual tenía los ojos llorosos nuevamente, el dolor en su pecho era fuerte y el nudo en la garganta le dolía del mismo modo.
---Solo vete Leo... ---Volvió a decir Manuel. El nombrado bajo la mirada y dio un paso vacilantes al mayor.
---D-de acuerdo... Entonces creo... Que tengo que... D-devolverte... ---Le ha la tardado un par de segundos, pero se inclino hacia la raíz donde él ha la estado sentado. ---Devolverte... Esto..
Dejo el moño de listo a un lado del mayor y se enderezó nuevamente. No dijo nada más y dio media vuelta para empezar a irse.
Las ganas de llorar lo envolvieron rápidamente y mientras empezaba a bajar de la colina, no pudo evitar no derramar alguna lágrima.
Le dolía, porque al parecer ese día había perdido a sus únicos dos amigos que le quedaban.
Bajaba lento, mientras que él vio nuevamente se iba poniendo oscuro al parecer a cada paso que daba.
Cuando llegó nuevamente a la plaza, la lluvia se había desatado... Leo no busco refujio, se dejó mojar totalmente, si tiendo frío...
Tenía miedo de lo que pudiera venir después.
----Ohayo Pérez
Pd: Disculpen si lo publique varias veces, como lo escribo medio dormida, le tuve que corregir algo jsjsjs
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