Unico

¿Qué era lo más importante para Kogami Kiyoshi, Fujiki Yuri y Homura Takeshi?

Para los tres hombres de su familia, lo más importante eran sus hijos y su nieto respectivamente. Ver a sus pequeños niños crecer y convertirse en hombres y mujeres de bien que serán capaces de ayudar al mundo, era lo que siempre soñaron.

Para Kogami Kiyoshi, ver a su hijo Kogami Ryoken tomar el camino de la medicina porque quería ayudar a las personas, le hacía sentir orgulloso que en la graduación de su único hijo, no pudo evitar llorar mientras grababa ese momento y quizá, le otorgo un poco de vergüenza al mismo pero poco le importaba cuando era un padre de familia orgulloso de él. Para Fujiki Yuri, ver a su única hija Fujiki Yusaku convertirse en una mujer fuerte y hermosa que había seguido su camino y solo en unos cuantos meses estaría al frente de la empresa de tecnología que había pasado en su familia de generación en generación, era más que suficiente para dejarle el camino solo porque sabía que ella es lo demasiado inteligente para poder ingeniárselas aunque estaba más que seguro que si existía un problema, él sería el primero en acudir para ir a su rescate. Mientras que para Homura Takeshi, ver a su nieto con aquella sonrisa de oreja a oreja al alzar uno de esos trofeos o medallas de ganador en los campeonatos de artes marciales, era más que suficiente para sentirse tranquilo de que su único nieto siguió un buen camino, dejo a un lado las peleas para poder concentrarse en lo que ahora es bueno y de lo que ahora, es capaz de presumir a todo el mundo. Saber que se convirtió en un hombre de admirar, le provocaba llorar mientras le comentaba frente a la tumba de su hijo, a los padres de Takeru.

La felicidad de sus hijos como las metas que cada uno ha logrado, era lo más importante para los tres jefes de su familia. Notar aquella gran sonrisa de su rostro, era más que suficiente para saber que la vida con ellos, se encontraba bien.

Pero.

¿Estaban seguros de hacer todo lo posible por seguir manteniendo la sonrisa en sus hijos?

Bueno, ellos eran de ese pensamiento, lo más importante eran sus hijos y ahora que tenían una vida, lo único que les importaba, era rezar por la misma hasta el final de sus días. Claro que nunca llegaron a imaginarse que una noticia como esa quizá sería la causante del final de sus días, sería capaz de provocar que los tres hombres se desmayaran en ese momento mientras las dos únicas mujeres, Fujiki Serena y Homura Ume no pudieron evitar sonrojarse y cubrir sus bocas con su mano ante aquella sorpresa. Provocando que esos tres jóvenes adultos se sonrojaran mientras mantenían sus manos unidas.

¿Qué fue lo que paso?

Que de un momento a otro, Yuku decidiera hacer una reunión en la casa de sus padres sin siquiera avisar sobre sus invitados, el padre de Ryoken como los abuelos de Takeru y que solo esos tres estaban decididos a tomar las cartas en el asunto. Mantener aquel romance que han mantenido oculto desde hace algunos años, pelear por la chica en aquellos momentos de su juventud y que ahora que eran unos adultos independientes, había algo más que era imposible ocultar. Cuando sus sentimientos se involucraban, aquel amor que siempre los ha mantenido juntos estaba en peligro, sabían que era momento de hacer las cosas correctas.

Ya no podían ocultarlo más cuando querían aquella aprobación para dar el siguiente paso.

Claro que todos se sorprendieron al encontrarse. Se abrazaron en forma de saludo y comentaban sobre algunas cosas más, ahora que estaban un poco ocupados, era imposible que se encontraran para hablar. Las mujeres fascinadas por la reunión, no dudaron en preparar un gran festín ante aquella reunión donde probablemente, se escucharían buenas noticias, o eso es lo que les hubiera gustado escuchar desde un principio. Tanto Ryoken como Takeru, no podían evitar sentirse un tanto nerviosos que sentarse al lado de su figura paterna, significaba un gran peligro porque no serían capaces de controlarse y podrían decir algo demás, más sin embargo, la que se encontraba en peor estado, era la única mujer, Yusaku se encontraba más nerviosa que ellos dos pero era fácil de disimular que ellos que la conocían un poco mejor, sabían que ella se moría por dentro.

-¿Hay algún motivo por el que nos encontremos reunidos? -Pregunto Kiyoshi un tanto curioso. Todos notaron como los tres involucrados empezaban a toser por el agua que se atoro en sus gargantas.- Siendo sincero, esto me parece muy sospechoso ¿Acaso volvieron a meterse en algún problema?

Las miradas curiosas se pasearon por esos tres que al final, tuvieron que compartir una mirada mientras soltaban todo el aire que guardaban en sus pechos mientras les indicaban que se podían sentar. Las mujeres se sentaron en el sillón mientras que las tres figuras paternas se mantenían de pie con los brazos cruzados, provocando un poco más de nerviosismo en los jóvenes que solo tragaron duro mientras rascaban su nuca para poder encontrar las palabras apropiadas. Fue un suspiro de la chica en medio de ellos que llamo la atención de todos los presentes.

-Lo que diré a continuación, es la peor de las cosas que lograran escuchar en sus vidas -Fue directa, se inclino un poco para poder pedir disculpas.- Primero que nada, quiero que me perdonen por lo que hice, supongo que traerá unas cuantas desgracias y vergüenzas en nuestras familias

-Pero que dices cariño -Comento Serena.- No has hecho nada malo

-Si, hice algo malo pero quiero que sepan que no me arrepiento -Tomo un poco de aire para poder alzar el rostro, aquellos ojos esmeraldas que se encontraban un poco húmedos, fue aquello lo que alerto un poco a Yuri.- Lo que hice, no es algo bien visto por las personas y mucho menos, en la relación de familia que todos tenemos en este momento que ahora presiento que todo se romperá por mis acciones pero es algo que no se puede evitar -Subió su mano a su pecho.- Amor fue lo que sentí en ese momento y lo que sigo sintiendo en el momento que miro sus ojos, en el momento que noto aquellas sonrisas y la manera tan tierna en la que tomo sus manos, mamá, papá -Volvió a tomar un poco de aire para evitar sentir como su voz empezaba a romperse en ese momento.- Tío Kiyoshi, abuelo Takeshi, no he sido sincera con ustedes desde hace mucho tiempo y es momento de que sepan la verdad

-No lo entiendo -Comento la abuela de Takeru.- ¿Qué fue lo que hiciste? ¿Qué es aquello malo de lo que hablas? –Miro a su nieto que simplemente se encogió de su lugar, al hombre de cabellos blancos y volvió a mirar a la que se encontraba en medio de ellos dos.- ¿Realmente se metieron en malos pasos?

-Desde hace algunos años –Se tomo su tiempo para poder pensar en las palabras apropiadas.- Yo he salido con Ryoken...

-¡Lo sabia! -Comento Kiyoshi feliz, provocando que todas las miradas se dirigieran a él. Aquel sonrojo que tenía en sus mejillas se le fue para poder recobrar la compostura después de aquella interrupción. Tosió un poco y le volvía a dar la palabra a la que ahora es su nuera.- Prosigue

-Pero no ha sido el único con él que he salido -Dio un pequeño vistazo al hombre que se encontraba a su lado derecho.- Al mismo tiempo que salía con Ryoken, también salía con Takeru, yo tengo una relación con ellos dos, una relación donde involucra nuestros sentimientos como el gran amor que hemos conservado todo este tiempo

Un silencio incomodo se formo en ese momento. Los adultos miraban a sus hijos que solo asentían ante aquella silenciosa pregunta que tenían ese momento en sus rostros. Yuri dejo de cruzar los brazos para mirar a su hija, mirar a los dos hombres que se mantenían a su lado y que al mismo tiempo, tomaban la mano de la misma. Miro con mucha atención a todos los presentes, podría decir que cada uno se mantenía en su propio mundo, procesando la información con gran seriedad que ese silencio que se formo, era incomodo que se pudiera cortar el aire en ese momento.

-¿Acaso es una broma? -Comento Yuri.- Digo, ustedes tres siempre se han metido en travesuras y problemas que si me dicen que me están haciendo una broma de mal gusto, no me enojare

-No es una broma tio Yuri -Comento Takeru, los adultos volvieron a quedarse paralizados ante aquella confianza que inspiraban los dos.- Lo que dice Yuku, tiene razón, tanto Ryoken como yo, hemos mantenido una relación con ella, fue algo raro desde el principio pero puedo decir por los dos que ya nos acostumbramos, amamos a Yuku, de eso no hay arrepentimientos, la amamos demasiado que simplemente, nos sentimos tranquilos cuando estamos con ella

-¿Eran conscientes de que estaba saliendo con los dos? -Pregunto sorprendido el abuelo Takeshi.

-Desde el principio -Comento Ryoken.- Takeru y yo estuvimos de acuerdo y no nos incomodo, los dos amamos a Yusaku, nuestro amor por ella es demasiado grande como el amor que ella nos ha brindado todo este tiempo -Alzo los hombros desinteresado.- Supongo que este amor es el que nos ha mantenido unidos y que ha provocado que esto funcione

-¿Por qué comentarlo ahora? -Pregunto Serena una vez que analizo aquella información.- Si todos estos años no nos hemos dado cuenta del romance que han tenido ¿Por qué hablan de esto ahora?

Yusaku miro a Ryoken, Ryoken miro a Takeru y Takeru volvió a regresar su mirada a la mujer que se mantenía en medio de ellos dos.

-Porque me quiero casar -Yusaku volvió hablar, siendo franca y directa, provocando aquel gran suspenso en la sala.- No quiero su bendición si es que no me la brindan, no me pidan que escoja por qué no sería capaz de decidir sobre la felicidad de uno y la tristeza del otro, no les estoy pidiendo permiso, simplemente, les estoy avisando de los planes que los tres tenemos, somos independientes, cada quien ya tiene su trabajo, su carrera, podemos lidiar con esto y si nos separamos de la familia, supongo que estará bien para nosotros para no otorgarles más vergüenza de la que ya cargamos

-¿Qué pasa si alguno de nosotros dice que no? -Opino Yuri con aquella lengua venenosa que heredo a su hija.- ¿Aun así serian capaces de desobedecer las reglas de sus padres?

-Porque estoy embarazada

Fue aquella última frase la que rompió todo a su alrededor. Provocando que los tres jefes de familia en ese momento, se sintieran tan mareados que simplemente se desvanecieron y cayeron como peso muerto en el piso y que todos los presentes, prácticamente corrieran en su auxilio ante aquella fuerte noticia. Que los tres hijos decidieran gritar el nombre de sus padres para hacerlos regresar a tierra.

Fueron algunas horas cuando recobraron la consciencia. Después de ser revisados por Ryoken y darles el visto bueno, los tres hombres miraron a sus hijos. Las miradas cabizbajas de los dos hombres como las lagrimas que era capaz de sacar la mujer mientras su madre como la abuela Ume le recomendaban que no se alterara demasiado o iba a dañar al bebé. Yuri fue el primero en levantarse del sillón, caminar a paso tranquilo a donde se encontraba su única hija, sintió como la misma se encogía pero al mismo tiempo, fue aquel abrazo protector que recibió de su padre lo que la tranquilizo.

-Nunca me interpondría en tus sueños, en lo que realmente deseas y amas, nunca le diría que no a mi pequeña niña -Fueron aquellas palabras que sorprendieron a todos y de las que Yusaku abrazo con un poco más de fuerza la camisa de su padre.- Eres mi única hija y lo más importante para un padre, siempre será la felicidad de su hijo, si amas a Homura o si amas a Kogami, si amas a los dos, está bien para mí -Se separo de ella para quitarle aquellas traviesas lagrimas que empezaban a caer por sus mejillas.- Y si los demás opinan algo, solo déjalos, solo encárgate de ser feliz con los que amas que papá se encargara de silenciar a todos ellos que hablen a tus espaldas, porque es lo que un padre haría por su hija

-Gracias papá -Soltó una risita Yusaku, tan cómoda en los brazos de papá que cuando volteo, se encontró envuelta en los brazos de mamá mientras le daba la razón a su esposo.- Gracias mamá

Kiyoshi y Takeshi que observaron en silencio aquella escena, solo se miraron, después miraron a sus respectivos muchachos que miraban un tanto tranquilos como al final, habían sido aceptados por Fujiki Yuri. Comprendieron en ese momento que la felicidad de sus hijos era demasiado importante, siempre estaba por encima de los deseos de un padre o de un abuelo porque en el momento que estos crecen, simplemente hay que dejarlos ir.

-Ryoken

-Takeru

Los nombrados, voltearon en el momento que escucharon sus nombres, se encogieron en ese momento por la posible discusión que se formaría en ese momento. Más sin embargo, no fue así. Sentir aquella mano en su hombro mientras una sonrisa aparecía en sus rostros, fue más que suficiente para sentirse como niños pequeños y abrazar a sus padres.

-Escúchame Ryoken, quiero que cuides a Yusaku, quiero que hagas las cosas bien -Comento Kiyoshi con una sonrisa en su rostro.- Esta chica, ahora mujer es la indicada que quieres a tú lado ¿No es así? Demuestra cuanto la amas, la felicidad de un hijo siempre será la de un padre, no permitas que las palabras de las personas a tus espaldas te afecten, simplemente ignóralas y haz feliz a la mujer con la que compartirás tu vida, un padre siempre estará aquí para apoyar a su hijo

-Creo que todos ya han dicho las palabras que este viejo ha querido decir -Comento Takeshi para darle un golpe amistoso en las costillas de Takeru.- Adelante Takeru, se feliz con la mujer que amas, se que podrás encargarte de esto porque sé que tampoco estarás solo, tendrás a un mejor amigo con el que te apoyaras cuando Yuku-chan decida sacar a ambos de la casa a patadas -Todos soltaron una carcajada.- Pero sé que saldrá todo bien, tu felicidad es la mía y aunque tus padres no se encuentran con nosotros, quiero que sepas que tu abuela y yo estaremos siempre contigo, estemos o no a tu lado, siempre estaremos aquí

Claro, en ese momento, nunca llegaron a imaginarse que el artista marcial que representaba a Japón, empezara a llorar como un niño pequeño ante el abrazo protector de su abuelo como las caricias a su espalda y su cabello de su abuela.

El ambiente se puso un poco más tranquilo a partir de ese momento que empezaron a comentar cosas sobre la boda hasta que Serena pregunto algo más. Una duda que tenía.

-Entonces -Hablo la mujer para llamar la atención de todos.- Si te vas a casar con Ryoken y Takeru ¿Qué apellido vas a llevar?

-Llevare ambos, fue una larga discusión que tuve con los dos pero al final llegamos a un acuerdo de que así sería -Yusaku alzo los hombros desinteresada.- Además -Bajo su mano a su vientre plano para sonreír.- Los pequeños estarán felices y en su futuro podrán decidir sobre que apellido utilizar

-¿Pequeños? -Pregunto Kiyoshi un tanto asustado, Yuri y Takeshi escupieron la bebida en ese momento.- ¿Acabas de decir, pequeños?

-¿No se los había dicho? Creo que se me olvido -Comento Yusaku con inocencia, alzando los hombros sin interés alguno.- Serán gemelos

Y una vez más, las sillas cayeron hacia atrás por el peso muerto que en ese momento se sentía tanto Kogami Kiyoshi, Fujiki Yuri y Homura Takeshi, mientras la familia entera que serían a partir de ese momento, volvían a correr a su auxilio.

Unos meses después y antes de que se notara aquella tierna pancita en el cuerpo de la mujer, una hermosa boda se presencio en ese momento, los pétalos de las flores danzaban con el mismo aire de aquella boda al aire libre que se presenciaba en ese momento. Los rayos de sol que se encargaban de iluminar todo a su alrededor, el tranquilo y refrescante aroma de la primavera sería el que daría el inicio de una nueva etapa en la vida. Las miradas curiosas de las familias como la mirada amenazadora de los tres jefes de familia de que no opinaran nada malo al respecto, es que Fujiki Yusaku caminaba hacia al altar con aquella bella sonrisa en el rostro levemente maquillado y su cabello recogido en una adorable coleta alta. Un vestido blanco que hacia resaltar su nívea piel y un velo que los dos novios que se encontraban frente a ella, esperaban quitar en su momento para poder otorgarle un beso a la misma. Un ramo de tupidas y coloridas flores que adornaban sus manos en su paso al altar.

Al momento de tomar las manos de sus dos esposos, los tres no pudieron evitar sentirse un poco más nerviosos de lo que ya se sentían que simplemente, dejaron todo tipo de nerviosismo en el momento que se sonrieron para dar paso a lo que seguía.

Con el permiso de que los novios podían besar a su esposa. Es que levantaron con cuidado el velo para poder besar las mejillas de la misma y escuchar el vitoreo de las personas. Las lágrimas de Serena no se hicieron esperar y más cuando sintió el abrazo protector de Yuri, Ume sonrió de felicidad al recargarse un poco en el hombro de su esposo y sentir como besaba su frente, mientras que Kiyoshi, sonreía mientras deseaba, no solo por él, sino también por su fallecida esposa, que fueran felices como ellos lo fueron.

Era de esta manera en la que empezaba esta travesía.

.o.

Fueron meses de sufrimiento para Ryoken y Takeru que realmente deseaban que aquella y apasionados días que tuvieron en un principio, no se terminaran jamás.

Claro, la noche de bodas fue espectacular con aquel bello espectáculo que su linda esposa les brindo con aquella lencería, con aquel encaje que le hacía resaltar aun más sus atributos como aquella traviesa sonrisa que aparecía en su rostro que era imposible el querer controlar sus impulsos y decirle que no a su tierna esposa que simplemente cedieron para atraparla entre sus brazos y aquel mar de caricias que provocaba que quisieran un poco más, entre los dos la trataron como esa tierna muñequita que siempre se comporta cuando están los tres, para hacerla enloquecer una y otra y otra vez, para hacerla sentir amada como su amada esposa necesita serlo. Sintiendo la suavidad de su interior, sintiendo aquellos labios hinchados que se dedicaban a besar pasando de uno a otro, como escuchar aquellos sonidos que los hacía enloquecer aun más. Amaban a su linda y adorada esposa que ahora, oficialmente era suya, podían disfrutarla, podían hacerla disfrutar porque era suya, solo de ellos dos y de nadie más. Aquellos encuentros entre los tres, era la parte especial y esencial de su vida como pareja, que verse entregados ante tanta fantasía que era capaz de tener la misma, era imposible negarse.

Esa noche de luna de miel, los tres pudieron disfrutar de aquellas tiernas y traviesas caricias como de aquella satisfacción marcada en sus rostros por tanta actividad sexual que siendo sinceros, ninguno tenía ganas de levantarse de la cama, aunque las travesuras en el baño fueron un poco más emocionantes de lo que llegaron a imaginar.

Aquellos primeros meses de su vida como casados, fue tan satisfactorio que parecía un sueño hecho realidad en el momento que regresaban a casa completamente agotados de su respectivo trabajo y entrenamiento que al momento de ver a Yusaku en aquel adorable mandil mientras terminaba de preparar la cena mientras les sugería comer o bañarse primero, era aquello lo que les otorgaba aun más energías y disfrutar de aquella maravillosa vida de casados que todo hombre sería capaz de envidiar con la mujer que tanto aman y que son capaces de compartir solo porque quieren ver a la misma feliz.

Todo iba viento en popa hasta que llegaron aquellos malestares del embarazo se multiplicaron que su pobre esposa se encontraba tan cansada que había veces en las que no se quería levantar de la cama que Yuri comprendió lo difícil que era y en lo que su hija estaba descansando, él estaría enfrente de la compañía mientras era acompañada por Serena y la abuela Ume para que no se sintiera solitaria en lo que sus esposos regresaran a casa. Fue curioso saber que en los primeros meses no había sufrido de los mismos, quizá porque no se había dado cuenta pero cuando le dieron el diagnostico antes de casarse, es cuando empezaron poco a poco hasta quizá, empeorar un poco más de lo esperado conforme avanzaba el tiempo que no podían evitar preocuparse un poco de más y querer estar a su lado en todo momento para evitar que algo saliera mal.

Apreciar como aquella barriga empezaba a crecer un poco más y que por consecuencia, Yusaku tuviera que subir aun más de peso para poder mantenerse bien ante lo difícil que era tener a dos pequeños seres en su vientre. Verla llorar de forma dramática por las hormonas o quejarse porque tenía sus antojos, quizá fue lo más hermoso de su vida de casados hasta que llegaron aquellas quejas sobre su propio cuerpo. Aquellos llantos de que no se veía linda y que ahora era un pez gordo, las innecesarias peleas que era capaz de ganar con aquel tierno puchero en sus labios. Los pies hinchados, el mal humor que podía llegar a tener que era capaz de mandar a dormir a los dos hombres al sillón si es que encontraba algo fuera de su lugar.

Y ni mencionar sobre la actividad sexual que de vez en cuando tenían y que los dejaba agotados, casi exprimidos sin llegar a saber cómo es que su adorable esposa se podía mantener tan llena de energías y fresca como una lechuga cuando era toda la semana que se sentía tan cansada que ni siquiera tenía ganas de levantarse de la cama. Así fueron los meses, en algunos días era capaz de mejorar como para querer salir hacer las compras para la habitación de los próximos inquilinos o ir de vez en cuando a revisar como iba la compañía con la mirada amenazadora de su padre para evitar que alguien decidiera meterse en su camino y provocar un accidente del que él, personalmente, se haría cargo de esos idiotas que intenten lastimar a su única hija. Como que en otros días, era capaz de caer completamente cansada en el sillón, con un poco de comida a su lado, con el control de la pantalla del otro lado mientras veía su programa favorito en la misma mientras agradecía a sus amados esposos por aquellas atenciones que le brindaban.

Unos meses completamente cansados donde varias veces se la pasaban en vela al sentir a sus pequeñas niñas, porque si, se enteraron que aquellos gemelitos, en realidad serían dos niñas que provoco que estos mismos enloquecieran un poco y no quisieran separarse de la prominente pansa porque les gustaba sentir aquellos pequeños movimientos que sentían que todo cansancio realmente valía la pena. Para Yusaku, ver a los dos tocar su pansa y escuchar cómo les hablaban a sus niñas, era lo más bonito que podía sentir que en algunas ocasiones, unas lagrimas traicioneras eran capaces de resbalar de sus mejillas porque realmente se sentía feliz y podía dormir con aquella sonrisa en su rostro al lado de Ryoken y Takeru.

Hasta que llego el temible día.

Una noche, cuando todos dormían, ambos esposos pudieron escuchar como esta se quejaba un poco que se despertaron un poco alarmados para apreciarla con atención. Ver aquel sudor que resbalaba por la frente de su esposa y la forma protectora en que abrazaba su vientre, fue un indicativo de que el momento había llegado. La respiración acelerada y la forma en que empezaba a quejarse de que sus gemelas se estaban moviendo demasiado, no dudaron más para ir al hospital.

Mientras Ryoken se cambiaba rápido, tomaba la maleta de ropa, que anteriormente ya habían preparado, como las llaves del carro, Takeru era quien se levantaba y con mucho cuidado, es que levantaba a Yusaku de la cama para poder cargarle entre sus brazos y poder subir al carro para llegar a su destino. Le susurraba palabras cariñosas para hacerle olvidar un poco de aquel dolor, besaba su frente mientras sentía como ella se agarraba con fuerza a sus hombros. La sentía temblar, si Takeru podía decir en ese momento, quizá se encontraba igual o peor que ella pero prefirió guardar silencio y no alterar a la misma.

Lo bueno de la noche, es que no hay transito, aun si se pasaba varias luces rojas, simplemente manejo para poder llegar lo más rápido posible, podía escuchar en la parte trasera del auto los gritos de dolor de Takeru al sentir que apretaba su mano con fuerza cuando con la otra mano, tenía el celular pegado en la oreja para avisar al hospital que iban en camino como avisar a sus familias que las pequeñas niñas al fin estarían en casa. Yusaku tomaba aire y ese mismo se encargaba de sacar en el momento de las contracciones mientras empezaba a maldecir que nunca más volvería a ser seducida por los dos si es que tenía que sufrir de esa manera. Y si ella sufría, se encajaría de hacer sufrir a los dos, bajo aquella amenaza, es que Ryoken solo miro por el retrovisor al otro y siguió manejando como si fuera el diablo quien le advirtió de aquello.

Horas angustiantes fueron las que pasaron al ver como Yusaku ingresaba en silla de ruedas mientras con aquel rostro asustado, se alejaba de sus esposos. Cuando todo el mundo llego para quedarse en la sala de espera, lo único que podían pensar es que todo tenía que salir bien y más cuando era Ryoken quien tenía el único acceso para ir con ella como con sus familiares e informarles sobre el proceso, los presentes solo intentaban de consolar al deportista para evitar que entrara en desesperación. Fueron demasiadas horas donde Takeru realmente ya no quiso dormir y prefería estar tomando vaso tras vaso de café para mantenerse despierto hasta que algo más invadió el silencio del hospital en casi el medio día.

Chillidos de infantes eran capaces de escuchar que no pudieron evitar levantarse completamente emocionados, uno de los padres primerizos, camino a la puerta que se abría en ese momento y se mostraba a Ryoken quitándose su mascarilla para poder tomar un poco de aire y que una gran sonrisa apareciera en ese momento. Se notaba bastante agotado pero aquella satisfacción que se marcaba en su rostro, era la misma que se pudo reflejar en el rostro de Takeru.

-Ya están aquí

Tres simples palabras fueron suficientes para hacer caer al más fuerte. La familia entera festejo por el nacimiento de las gemelitas mientras Ryoken como Takeru se abrazaban realmente aliviados de que todo saliera bien y ahora tuvieran a dos pequeñas y nuevas integrantes en sus vidas. Como padres primerizos, no pudieron evitar caer de rodillas ante tanto nerviosismo que vivieron en ese día. Estaban completamente agotados pero sobre todas las cosas, estaban completamente orgullosos del nuevo cambio que traería a sus vidas.

Unos días después, Yusaku sonreía mientras sentía como besaban su frente y la abrazaban con mucho cuidado. Acomodaban las almohadas que estaban detrás de su espalda como la monitoreaban seguido, al dar a luz a gemelos, era bastante agotador para la madre como algunas repercusiones que traería a su cuerpo, por eso en el momento que ella estuviera lista, sería en el momento que cargaría a sus pequeñas niñas que en el momento que las vio entrar por la puerta y en los brazos de Ryoken, no pudo evitar llorar en ese momento. La emoción, el cariño y el amor en ese momento fue lo que invadió la habitación de hospital. Sentirlas entre sus brazos y pegarlas a su pecho para poder brindarles aquel calor que una madre solo es capaz de brindar.

-Son hermosas -Susurro Yusaku.

-Claro que lo son -Opino Takeru.- Son tus hijas, sacaron lo bello de ti

-Son nuestras hijas, Takeru -Miro tanto a Ryoken como a Takeru, soltó una suave risita.- Ryoken, son nuestras niñas

-Al final, no pudimos pensar en algún nombre para ellas -Hablo un tanto avergonzado Ryoken mientras miraba embobado la tierna escena frente a él.- ¿Tienes algún nombre en mente?

-Si lo tengo -Comento la mujer.- Takako significa chica honorable mientras que Ryoko es buena chica -Soltó una suave risita, para evitar despertar sus pequeñas, al ver a sus esposos con un pequeño sonrojo en sus rostros.- Nuestras pequeñas tendrán un poco más de ustedes que de mí, no me molestara, al contrario, me fascinara, fue por eso que pensé en dos nombres que pudieran combinar a la perfección con mis dos amores

Avergonzados y totalmente conmovidos, lloraron en ese momento, sintiéndose como dos pequeños niños. Más que tristeza, estaban completamente felices que ambos hombres se acercaron a ella para poder besar su rostro, causando pequeñas risitas en ella y que las pequeñas, al sentirse un tanto inquietas, empezaran a removerse para que al final, un pequeño y tierno estornudo se escuchara en ese momento. Observando curiosos como las gemelitas se acomodaban un poco más entre el cuerpo de su madre y volver a dormir.

Era de esta manera en la que empezaba su nueva vida.

.o.

Decir que Ryoken y Takeru tomaban bien la paternidad, era demasiado poco a lo que realmente se podía apreciar en su hogar. Los dos hombres se volvieron locos en el momento que miraban a sus pequeñas niñas, desde el momento en que despertaban por cortos periodos de tiempo, desde el momento en que se alimentaban del seno de su madre, hasta en aquellos tiernos baños como la cariñosa forma en que solían arrullarlas para poder hacerlas dormir sin antes, golpear con suavidad la espalda de las niñas para hacerlas repetir. Escuchar por primera vez aquellas tiernas carcajadas de todo pequeño infante, fue aquello lo que logro cautivar aun más sus corazones y no solo de ellos, también de aquellos jefes de familia, tanto los abuelos Kiyoshi y Yuri, no paraban de comprar cada cosa para sus adorables nietas mientras que Serena era la que se encargaba de detener a ambos adultos de querer comprar más cosas de la que ya les han dado.

Los bisabuelos Takeshi y Ume no paraban de hacer visita a los mismos para poder estar un poco más de tiempo con las pequeñas niñas, que en el momento que una de ella tomo el pulgar de Takeshi, el abuelo no pudo evitar sonreír y acariciar con suavidad aquella delicada piel.

Todo el mundo se encontraba maravillado con las mismas.

Poco importaba que un pañal sucio los esperaba en ese momento, poco les importaba si vomitaban un poco por lo bruscos que solían ser o los llantos un tanto desesperados que eran capaces de escucharse en el momento que las pequeñas se sentían solas en el momento que despertaban. Para los dos hombres, aquellos momentos eran únicos y tiernos que cayeron rendidos en el momento que les enseñaron como cargarlas que las lagrimas en ese momento, no se detuvieron y simplemente hicieron un juramento en silencio.

Protegerían a esas pequeñas aunque les costara la vida, no permitirían que su felicidad se esfumara de sus tiernas caritas. Que pudieron comprender en ese momento los sentimientos de sus padres, con tal de verlos felices, con tal de no quitar aquella gran sonrisa de su rostro, es que estaban ahí para apoyarlos. De eso se trataba el amor de un padre a sus hijos.

-¿Seremos buenos padres? -Preguntaba en silencio Takeru en aquella madrugada que se levantaron para arrullarlas un poco y hacerlas dormir.- Estaremos muy ocupados con nuestros trabajos que a veces, tengo miedo de que algo salga mal

-Estaremos bien -Le confirmo Ryoken.- La tenemos a ella a nuestro lado -Beso con suavidad la frente de su pequeña que se encontraba dormida entre sus brazos.- Además, no estamos solos, somos un matrimonio difícil de tres personas pero sé que saldremos adelante

-Al fin dices algo interesante Ryoken -Se burlo Takeru.- Pero tienes razón -Miro al mismo.- Sé que en el momento que me tocara viajar para mis competiciones, estarás aquí para cuidarlas, podre irme a entrenar tranquilo

-También cuento contigo Homura -Sonrió Ryoken.- El hospital me necesitara así que no confió en otra persona más que en ti, al final en cuenta, somos una familia ¿No es así?

-Una muy extraña familia quisiste decir -Rio bajito Takeru.- Pero, es porque la amamos, es porque ahora, amamos a alguien más -Ambos hombres bajaron la vista para apreciar a sus pequeñas niñas.- A nuestras pequeñas niñas

Sin darse cuenta de aquella silenciosa conversación, es que había alguien más que los escuchaba. La mujer simplemente se fue a paso silencioso con aquella sonrisa de satisfacción en su rostro.

Yusaku que los observaba en silencio, simplemente sonreía y cuando tenía oportunidad de tomarlos desprevenidos, simplemente tomaba una foto para guardarla celosamente en su celular. Al sentir aquellos tiernos besos en su cabeza como en sus mejillas, no podía evitar soltar pequeñas risitas mientras miraba con atención a los dos. Ambos son sus dos mejores amigos, ambos, fueron en su momento, aquellos dos escandalosos novios que de un momento a otro, se aceptaron solo por su felicidad y ahora, simplemente eran aquellos dos esposos que amaba con locura y que no paraba de decir lo lindos que se veían con solo cargar a sus pequeñas criaturas.

Dicho y hecho, algo de lo que todos tenían envidia, era aquel instinto maternal. En el momento que las pequeñas abrieron sus ojitos, se maravillaron por el hermoso color esmeralda que se podían apreciar de los mismos, siendo herencia de su madre, más sin embargo, en el momento que aquella pelusa de cabello, empezaba a crecer, se dio cuenta de algo más. Ryoko, siendo la mayor, tenía aquellos curiosos cabellos plateados con mechas azules mientras que Takako tenía cabellos blancos con mechas rojas. Lo único que compartían las dos pequeñas, era un travieso mechón de color rosa que las hacia lucir más coquetas cuando este coloreaba a la perfección aquel pequeño flequillo de sus cabecitas.

Decir que los padres primerizos amaban a sus gemelitas por igual, quizá era una pequeña mentira que serian capaces de decir al mundo entero porque Yusaku sabia la verdad, como que Ryoken amaba un poco más a Takako y como que Takeru amaba un poco más a Ryoko. Quizá, la mujer no comprendía él porque pero al final, se dio cuenta que cada una de sus gemelitas tomo un poco de la personalidad de su padre que al final, era esa misma razón por la que los dos hombres querían a una de las niñas un poco más.

Más sin embargo, había algo de lo que ambos esposos no podían competir y que eran capaces de caer completamente rendidos.

-¡Ryoko! ¡Takako!

Y era el amor de mamá. En el momento que la mujer regresaba a casa, gritaba el nombre de sus pequeñas para que estas empezaran a inquietarse, aplaudir y emocionarse con solo ver a su figura materna, entrar a la sala, con los brazos abiertos y abrazarlas únicamente a ellas. Las dos pequeñas niñas soltaban grandes carcajadas mientras tomaban con fuerza la ropa de la misma al igual que le ofrecían tiernos besitos en las mejillas de la misma.

Al momento que Yusaku alzaba la vista, no paraba de sonreír al ver a sus dos esposos que simplemente negaban divertidos mientras dejaban caer sus hombros completamente derrotados, podían ser el centro de atención de las pequeñas pero cuando mamá llegaba, olvidaban inmediatamente que ellos existían para irse a los brazos de ella. Una vez que se encargaba de ofrecerles el cariño necesario a sus hijas, inmediatamente se sentaba en medio de los dos para sentir su respectivo beso en sus mejillas como aquel gran apapacho que ellos son capaces de darle para hacerle sentir bienvenida en casa. Ella les compartía un tierno beso en sus labios mientras se dejaba querer por ambos. Mientras dejaba que los escalofríos empezaran a escalar en su espalda como aquella mirada lujuriosa de ambos la devoraban en ese momento.

-Cuando ellas se encuentren dormidas -Susurro para mirar a ambos con cierta coquetería.- Seré suya

-Ya lo eres cariño -Murmuro Ryoken con voz ronca.

-Pero aceptamos tu invitación -Sonrió Takeru.

Si, puede que su vida sea muy diferente de lo que normalmente es. Puede que su vida sea un completo desorden a las palabras de las personas que la veían caminar al lado de sus esposos mientras cada uno se encargaba de llevar el carrito que transportaba a las gemelas. Pero nunca cambiaria su amor por Ryoken y Takeru. Nunca cambiaria que decidió pensar en la felicidad y el amor que los dos le brindaban en lugar de la tristeza y el desamor de los dos.

Yusaku los amaba a ambos por igual, los amaba tanto que el tener a sus dos gemelitas entre sus brazos, era lo mejor que le podía pasar, porque tenía un pedazo de cada uno, reflejado en ellas. Las amaba tal y cuando le dijeron que estaba en espera de ellas, las amaría para toda la vida, ese, ese era el amor de una madre y de una esposa.

El resultado de su amor compartido, era más hermoso de lo que se imaginan. Es algo tan único y maravilloso que no cambiaría su pasado. Lo dejaría tal y como es. Porque así es capaz de amar, de sentir, de enamorarse, una y otra y otra vez de ellos dos. Sus dos esposos.

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