La vida en la ciudad humana había comenzado a sentirse más cómoda para Seraphina. Había encontrado refugio en la tienda de aquella amable vendedora y había aprendido a desenvolverse en las calles y ejercer las costumbres de los humanos de aquella época. Sin embargo, la tranquilidad que había tardado en encontrar pronto se vio amenazada por un inesperado giro de los acontecimientos.

En una soleada tarde, mientras paseaba por el mercado con su forma humana, sintió una mirada penetrante que la seguía desde la distancia. Giró cautelosamente y se encontró con los ojos de un hombre alto y sombrío, cuyo rostro le resultaba extrañamente familiar. Un escalofrío recorrió su espalda mientras la memoria comenzaba a tomar forma. Era él, alguien de su vida anterior, alguien con quien había compartido un pasado turbio y oscuro.

La sorpresa y el reconocimiento se cruzaron en la mirada de Seraphina mientras luchaba por comprender y asimilar lo que sus ojos le estaban mostrando. El hombre se acercó a ella con una sonrisa siniestra, como si el tiempo no hubiera pasado desde la última vez que se habían visto.

-Hola, Lisa. ¿Me recuerdas? -dijo él con una voz que resonaba en su mente como un eco distante.

El nombre la golpeó como un puñetazo en el estómago. Era como si hubiera sido transportada brevemente de nuevo a su vida pasada, cuando era una chica con un nombre diferente. Este hombre frente a ella había sido alguien en su vida anterior, alguien que había ejercido control y manipulación sobre ella, alguien que la había marcado...

-¿Qué estás haciendo aquí? -preguntó Seraphina, con voz temblorosa y tratando de mantener la calma mientras el pasado chocaba con el presente.

El hombre soltó una risa oscura y llena de desdén para poco después hablar. -Oh, dulce Lisa, he estado siguiendo tu rastro. No es fácil ocultarse cuando uno es tan especial como tú.

La confusión y el miedo se entrelazaron en el corazón de Seraphina. Aquel hombre era alguien que había estado en su vida pasada, alguien que la había abandonado y dejado a merced de una madre que la despreciaba y odiaba más que a nada del mundo. Era su padre, el mismo que había sido su verdugo en su vida pasada.

-¿Qué diablos quieres? -exclamó Seraphina, su voz temblorosa por la mezcla de emociones de ira, miedo y odio.

El hombre se acercó a ella, con su mirada llena de oscuridad y una tétrica sonrisa. -Quiero lo que me pertenece. Tu poder, tu esencia. No descansaré hasta que vuelva a tenerlo.-

El pasado y el presente colisionaron en la mente de Seraphina. Recordó las lágrimas derramadas por un padre ausente y un hogar lleno de amargura y desprecio. Este hombre ante ella era aquel que la había abandonado, aquel que había dejado cicatrices en su corazón y alma.

-¡No permitiré que me lastimes de nuevo! ¡No permitiré que nadie lo haga nunca más!-gritó Seraphina, su voz retumbando con determinación y furia.

En un momento de urgencia, Seraphina activó su habilidad innata de "Resplandor Protector". Una luz azul deslumbrante se extendió a su alrededor, creando una barrera defensiva que los separó. El hombre retrocedió, momentáneamente cegado por la intensidad del resplandor.

-¡Esto no ha terminado, Lisa! ¡Te encontrare otra vez y cuando lo haga no habrá escapatoria, lo entiendes! -rugió el hombre con rabia y frustración.

Con esas palabras amenazadoras, el hombre se desvaneció entre la multitud, dejando a Seraphina con el corazón latiendo desbocado y una sensación de inminente peligro. Había encontrado a un enemigo de su vida pasada, alguien que había regresado para atormentarla en su nueva vida y que no descansaría hasta hacerla un infierno.

Nuestra protagonista sabía que las cosas habían cambiado. Ahora debía enfrentarse a esta nueva amenaza que había surgido del pasado, mientras luchaba por mantener su doble vida en la ciudad humana. Sus pensamientos se agitaron mientras la realidad de su situación se hundía más profundamente en su mente.