Capítulo 8: Ocultando su Verdadera Naturaleza


El sol se alzaba en el cielo, iluminando la ciudad humana con sus cálidos rayos mientras Seraphina se preparaba para enfrentar un nuevo día de desafíos y descubrimientos.

Con su forma humana cuidadosamente diseñada, Seraphina se adentró en la bulliciosa ciudad. Su primera parada fue en un pequeño café, donde consiguió un delicioso desayuno que la ayudaría a mantener su energía durante el resto del día. Aunque se esforzaba por comportarse como una humana común, no podía evitar sentirse fascinada por la diversidad y la actividad de la ciudad.

Mientras disfrutaba de su desayuno, notó a un niño pequeño que la miraba con curiosidad desde una mesa cercana. El corazón de Seraphina se aceleró momentáneamente, preocupada de que el niño pudiera ver más allá de su disfraz, pero intento descartar aquella idea. Rápidamente, desvió la mirada y se concentró en su comida, esperando que el niño se distrajera con algo más.

Después de terminar su desayuno, decidió dar un paseo por el parque cercano. Mientras caminaba entre los árboles y las flores, se encontró con una madre y su hijo que estaban alimentando a las palomas. Seraphina sintió el impulso de unirse a ellos y experimentar la cotidianidad de la vida humana, ya que a pesar de haber sido una humana en su vida anterior había comenzado a olvidar algunas sensaciones.

-¿Quieres intentarlo? -preguntó la madre al verla acercarse.

Seraphina asintió con una sonrisa y tomó un poco de pan para alimentar a las palomas. Se maravilló al ver cómo las aves se acercaban y se llevaban el pan de sus manos. Era una experiencia sencilla pero mágica que la hizo sentir conectada con el mundo humano una vez más.

Sin embargo no todo salió como lo esperado el pequeño niño dijo algo que puso en alerta a nuestra prota.

"¡Wow! ¡Eres como un personaje de cuento de hadas!", exclamó el niño con entusiasmo, señalando las escamas azules en las manos de Seraphina que asomaban por debajo de sus mangas, si bien su habilidad cambiaba la apariencia de sus escamas para que se vieran como ropa, Seraphina aun estaba en proceso de controlarla así que era normal que tuviera sus  fallos.

Seraphina sintió un escalofrío de nerviosismo recorrer su espalda. No podía permitir que el niño descubriera su verdadera naturaleza. Rápidamente, se agachó a la altura del niño y le sonrió amablemente.

-¿Te gusta mi disfraz? -preguntó Seraphina con voz suave-, soy un personaje de cuento de hadas que está aquí para proteger la ciudad y a todos sus habitantes.

El niño asintió emocionado, aceptando la explicación de nuestra prota. Sin embargo, Seraphina sabía que había sido una situación peligrosa y que debía tener más cuidado en el futuro, un adulto no hubiera caído tan fácilmente.

Después de su paseo por el parque, Seraphina se aventuró en el mercado de la ciudad. Allí, se encontró con una amable vendedora que la ayudó a elegir algunas frutas y verduras frescas. Agradecida por la amabilidad de la mujer, nuestra prota decidió ofrecer su ayuda en la tienda a cambio de una habitación para quedarse durante la noche.

La vendedora aceptó con gusto y Seraphina se sintió aliviada de haber encontrado un lugar seguro donde pasar la noche. Aunque seguía ocultando su verdadera identidad, la vendedora de nombre Amelia la acogió como una más en su pequeño hogar.

Nuestra prota decidió que lo mejor sería inspeccionar el lugar donde se quedaría. Al llegar se encontró con una casa de tamaño medio la cual contaba con tres habitaciones, una cocina, un comedor y un patio trasero. Seraphina se dirigió al patio trasero el cual era un pequeño pero acogedor jardín. Mientras se relaja en el pequeño jardín trasero de su lugar de estadía, un gato negro y esbelto de ojos verdes que irradiaban curiosidad se acercó a ella con paso sigiloso.

El felino, intrigado por la presencia de Seraphina, empieza a rodearla, maullando y restregándose cariñosamente contra sus piernas. Aunque Seraphina no puede evitar sentirse encantada por la dulzura del gato, también está preocupada de que este encuentro pueda revelar su verdadera naturaleza.

El gato, sin darse cuenta de la extrañeza de la situación, se muestra particularmente interesado en la cola de Seraphina, la cual yacía cubierta por una capa oscura que llevaba nuestra prota. Con sus ojos curiosos, el gato sigue con atención cada movimiento de la larga y fina extremidad.

Seraphina se muerde el labio, tratando de ocultar su nerviosismo. No quiere que la dueña del lugar la descubra, ya que sabe que su identidad de dragón podría poner en peligro la armonía de la comunidad humana y su pellejo en juego. Además, no desea que el gato descubra la verdad.

Rápidamente, se le ocurre una solución. Observa que en el jardín hay una rama larga y flexible que ha caído de un árbol cercano. Con un movimiento sigiloso, recoge la rama y comienza a agitarla frente al gato, simulando que está jugando con él.

El gato, entusiasmado por el movimiento, se aleja de la cola de Seraphina y se concentra en el juego improvisado. Ambos se divierten mientras el felino persigue la rama y ella la hace girar en círculos y lo lanza al aire. La adrenalina de la situación mezclada con su alivio por haber desviado la atención del gato, hace que Seraphina ría con alegría genuina.

Con el juego, logra distraer al gato lo suficiente como para que este olvide su interés por su inusual cola. Después de un rato, el gato parece satisfecho y se acurruca junto a Seraphina, ronroneando como si fuera su amiga de toda la vida.

Seraphina acaricia al gato con ternura, agradecida por el preciado momento compartido y, sobre todo, por haber salvaguardado su secreto. Sin embargo, también se siente un poco triste, pues la presencia del gato ha despertado en ella una nostalgia de su vida anterior en la cual ella solía asistir a refugios de animales para jugar con los gatos y perros sin hogar.

El desafío de ocultar su verdadera naturaleza seguía presente en cada momento de su vida entre humanos. Seraphina sabía que su identidad como dragona debía permanecer en las sombras para protegerse a sí misma y a los demás. Sin embargo, también sabía que cada día era una oportunidad para aprender, crecer y encontrar su lugar en este nuevo mundo.


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