El sol brillaba en lo alto mientras Seraphina continuaba su travesía por el bosque. Aún tenía presente el encuentro con los cazadores furtivos, pero eso no la detenía en su exploración. Pero aún tenía una incógnita la cual la atormentaba y esta era lo que le había ocurrido a sus padres dragones.

Mientras avanzaba entre los árboles, un destello azul en la distancia captó su atención. Intrigada, voló hacia el resplandor y encontró una cueva oculta detrás de una cascada de cristal. La curiosidad la llevó a adentrarse en su interior.

Allí, encontró antiguas inscripciones y pinturas en las paredes de la cueva. Las imágenes representaban a dragones majestuosos y poderosos, junto con un humano de aspecto noble. A medida que observaba las pinturas, una extraña sensación la invadió, como si esos seres le fueran familiares de alguna manera.

Un escalofrío recorrió su espalda cuando notó un dibujo particular en una esquina de la cueva. Era una figura femenina con un halo de luz azul a su alrededor, y Seraphina sintió una conexión inmediata con esa imagen. Se preguntaba si esa figura podría ser su madre, aun que no era posible, ella era humana y Seraphina una dragona de cristal lo cual lo hacía imposible ¿verdad?.

Mientras continuaba examinando la cueva, encontró un antiguo pergamino cuidadosamente enrollado. Con sus garras temblorosas, lo abrió y comenzó a leer su contenido.

El pergamino contaba una historia sorprendente y trágica sobre sus padres. Ellos eran dragones guardianes del bosque, protectores de la magia cristalina que fluía a través de la tierra. Su madre, en particular, poseía la habilidad de manipular la energía del cristal y curar a las criaturas heridas.

Sin embargo, la codicia y la ambición de ciertos humanos los llevaron a la desgracia. Un grupo de cazadores furtivos había descubierto la existencia de los poderosos dragones y estaba decidido a capturarlos para utilizar su magia con fines egoístas.

Los cazadores atacaron a los padres de Seraphina con traición y malicia. A pesar de su valiente lucha, los dragones guardianes fueron superados en número y cayeron ante la crueldad de los humanos.

La impactante revelación dejó a Seraphina sin aliento. Los cazadores furtivos que la habían perseguido no solo querían atraparla por su rareza, sino porque ella era la última descendiente de unos dragones guardianes poderosos y mágicos.

Lágrimas brillantes se formaron en sus ojos mientras se aferraba al pergamino. Sentía una mezcla de dolor y rabia por lo que le habían hecho a sus padres, y la necesidad de honrar su legado ardió en su interior.

Decidida a enfrentar su destino y proteger el legado de sus padres, Seraphina salió de la cueva con un corazón lleno de determinación. Sabía que tenía que seguir adelante y enfrentar a los cazadores que acechaban en las sombras.

Sin embargo el pergamino continuaba y ella no dudo en seguir leyendo.

El pergamino también reveló un antiguo secreto familiar: la habilidad de su familia para adoptar forma humana. Seraphina quedó sorprendida al leer sobre esta capacidad que solo los dragones guardianes poseían. La magia cristalina que fluía en su linaje les permitía cambiar su apariencia y caminar entre los humanos como uno de ellos.

Esta habilidad, transmitida de generación en generación, les permitía proteger su identidad y llevar a cabo misiones secretas para proteger el bosque y su magia. Sin embargo, con el paso del tiempo, habían decidido mantener su forma de dragón en la mayoría de los casos, ya que la presencia de dragones en el mundo humano era cada vez más peligrosa.

Seraphina se sintió abrumada por la responsabilidad que ahora recaía sobre sus hombros. Además de descubrir qué le había sucedido a sus padres, también debía aprender a dominar esta habilidad que había sido heredada por su sangre.

Decidió que era hora de comenzar a explorar y entender el alcance completo de su magia. En un claro del bosque, Seraphina se concentró en su interior y, con una mezcla de emoción y nerviosismo, canalizó la energía cristalina que la había acompañado desde su nacimiento.

Poco a poco, su cuerpo comenzó a transformarse. Sus escamas brillantes se desvanecieron, sus alas se redujeron y sus garras se convirtieron en manos humanas. Cuando abrió los ojos, se encontró mirando sus propias manos humanas con asombro. Había adoptado la forma humana con éxito.

La sensación de estar en un cuerpo humano era extraña y nueva para ella, pero también se sentía poderosa y libre. Ahora tenía la capacidad de mezclarse con los humanos y explorar el mundo sin levantar sospechas.

La magia cristalina que fluía dentro de ella le otorgaba una sensación de calma y confianza. Sabía que podía usar esta habilidad con prudencia y sabiduría, al igual que sus padres lo habían hecho en el pasado.

Con su nueva forma humana, Seraphina se aventuró fuera del bosque y entró en una pequeña aldea cercana. Los aldeanos la miraron con curiosidad y asombro al ver a una joven desconocida con cabello azul y ojos brillantes. Sin embargo, su apariencia humana les ocultaba su verdadera identidad. Con su ahora forma humana se dispuso a asalir de la cueva y adentrarse en el frondoso bosque una vez más.

Mientras el bosque se sumía en la oscuridad de la noche, Seraphina se preparó para lo que el futuro le tenía reservado. Aunque la verdad sobre sus padres era dolorosa, se sentía fortalecida por el conocimiento y la conexión con su legado.