Capítulo 4: Enfrentando las Amenazas
El sol comenzó a asomarse por el horizonte, tiñendo el cielo de tonos cálidos y anunciando el inicio de un nuevo día en el bosque. Seraphina, la joven y reencarnada dragona de cristal, se adentró en la espesura del bosque, maravillada por la belleza de la naturaleza que la rodeaba. Sus escamas azules brillaban con la luz del amanecer mientras avanzaba con curiosidad y entusiasmo.
Sin embargo, su alegría pronto se vio ensombrecida por un sentimiento de inquietud. Notó movimientos y voces susurrantes en la distancia. Un instinto ancestral se activó en ella, advirtiéndole del peligro cercano. Sus grandes ojos azules se agudizaron, y sus orejas se movieron en busca de cualquier señal de amenaza.
Siguió con cautela los sonidos, escondiéndose entre los matorrales y los árboles. Pronto descubrió la causa de su preocupación: un grupo de cazadores furtivos que estaban decididos a capturarla para su propio beneficio. Habían oído hablar de la existencia de un raro dragón azul joven en el bosque, y no iban a dejar pasar la oportunidad de capturarlo.
El corazón de Seraphina latía con fuerza mientras observaba a los cazadores preparar trampas y redes. Sabía que no podía permitir que la atraparan, pues su vida estaría en grave peligro. Aunque era una dragona joven y vulnerable, también tenía la sabiduría y experiencia de una chica reencarnada.
Decidió que debía actuar con rapidez y astucia. Se movió sigilosamente entre las sombras, aprovechando su pequeño tamaño y agilidad para evitar las trampas que los cazadores habían colocado. Sus escamas brillantes le proporcionaban un camuflaje perfecto entre la vegetación, lo que la ayudaba a mantenerse oculta.
Los cazadores estaban concentrados en sus preparativos, sin sospechar que el objeto de su búsqueda estaba tan cerca. Seraphina sabía que debía aprovechar ese momento de distracción para escapar. Sin embargo, también sabía que debía enfrentar esta amenaza directamente para proteger su vida y la de otros seres mágicos del bosque.
Seraphina se mantuvo oculta entre los matorrales, observando atentamente a los cazadores mientras preparaban sus trampas y redes. Su corazón latía con fuerza, pero su mente estaba clara y concentrada. Sabía que tenía que actuar con astucia y rapidez si quería escapar de aquella amenaza.
Con cada movimiento, Seraphina evaluaba las opciones que tenía para enfrentar a los cazadores. Su instinto cazador y su sabiduría de chica reencarnada se mezclaban, dándole una perspectiva única sobre la situación. No quería hacerles daño, pero tampoco podía permitir que la capturaran.
Un par de cazadores se separaron del grupo y se acercaron a una trampa que habían colocado cerca de un pequeño arroyo. Seraphina aprovechó ese momento para acercarse sigilosamente desde atrás. Sus garras se clavaron con suavidad en el suelo mientras se preparaba para actuar.
Justo cuando los cazadores estaban distraídos, Seraphina desplegó sus grandes alas y saltó sobre ellos con agilidad. Emitió un suave rugido para llamar su atención y se mostró ante ellos en toda su imponente belleza, sus escamas azules brillando bajo los rayos del sol.
Los cazadores se quedaron petrificados, sin poder creer lo que veían. Era un espectáculo que nunca habían imaginado presenciar: un raro dragón azul de una semana de nacida que los enfrentaba con valentía y determinación.
Sin embargo, su sorpresa pronto se convirtió en avaricia y codicia. Los cazadores vieron en Seraphina una oportunidad de oro para obtener fama y riqueza. Se recompusieron y avanzaron hacia ella con determinación, ignorando sus suaves rugidos en manera de súplicas para que la dejaran en paz.
Seraphina se vio obligada a actuar. Sus instintos de chica reencarnada y sus habilidades de dragona se unieron en una mezcla perfecta de magia y sabiduría. Sus ojos brillaron con un resplandor mágico, y una ráfaga de energía cristalina surgió de sus garras.
La magia de Seraphina envolvió a los cazadores en un destello deslumbrante, cegándolos temporalmente y desorientándolos. Aprovechó ese momento de confusión para deshacer las trampas y liberar a los animales que habían sido capturados por los furtivos.
Los cazadores se tambaleaban y gritaban, intentando recuperar la vista y entender lo que estaba sucediendo. Seraphina se mantuvo firme, demostrando su poder y determinación. No estaba dispuesta a dejarse capturar ni a permitir que los cazadores dañaran a otros seres mágicos.
Mientras los cazadores se recuperaban, Seraphina extendió sus grandes alas y se elevó hacia los cielos. Los cazadores intentaron disparar con sus arcos, pero sus flechas solo alcanzaron el aire vacío mientras ella se alejaba.
Desde lo alto, Seraphina observó a los cazadores, quienes la miraban con incredulidad y frustración. Sabía que no podía bajar la guardia, pues ellos seguirían tras ella y otros seres mágicos del bosque.
Con paso ligero y ojos vigilantes, Seraphina continuó su camino por el bosque. Aunque había enfrentado con éxito a los cazadores furtivos, sabía que la amenaza aún persistía.
A medida que se alejaba del peligro, reflexionaba sobre la experiencia. A pesar de su corta vida, había corroborado lo que había aprendido en su vida pasada, que el mundo estaba lleno de desafíos y peligros, pero también de belleza y magia. Sabía que debía estar alerta y valiente para enfrentar lo que le esperaba.
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