Capitulo 7

Sukuna, envuelto en la oscuridad de su modesto apartamento, luchaba contra su propia debilidad. La energía maldita seguía inestable, y su cuerpo no estaba listo para soportar su poder completo. ¿Cuánto tiempo más tendría que esperar antes de alcanzar su antigua supremacía?

En la penumbra de su habitación, Sukuna cerró los ojos. Itadori Yuuji, el mocoso molesto que había compartido su cuerpo, seguía presente en su mente. Aunque Sukuna había recuperado su individualidad, algo persistía. ¿Era la conexión con el alma de Itadori? ¿O simplemente la nostalgia por la compañía?

Sukuna se preguntó si existía alguna forma de regresar a su antiguo mundo. Quizás algún antiguo pergamino o un ritual prohibido podría proporcionar respuestas. Sin embargo, incluso si encontrara una solución, ¿valdría la pena? Este nuevo mundo tenía sus propias intrigas y desafíos. Además, Itadori seguía siendo parte de él, y el hecho de que su alma fuera una parte de la suya y su cuerpo estuviera hecho de uno de sus dedos complicaba aún más las cosas. Claro está, el mocoso no debía saber ese detalle; Kenjaku era realmente inteligente

Sukuna se sumió en los recuerdos más oscuros de su existencia. Las sombras danzaban en su mente, revelando fragmentos de memoria que desea olvidar. un plan que se habia estado gestando en las sombras durante siglos: Itadori Yuuji no era solo un huésped, sino una extensión de su propio cuerpo y alma.

Todavia puede recordar perfectamente como aquella revelación lo golpeó como un rayo en el momento en que Kenjaku, el astuto manipulador, le había revelado la verdad.

"Oye, Sukuna, ¿sabías que tu poder no reside solo en tus otros dedos? es más que un simple huésped. Su alma es parte de la tuya, y su cuerpo está hecho de uno de tus propios dedos. He estado buscando durante siglos la forma de crear un ser perfecto. Hubo muchas fallas, pero Yuuji fue mí experimento perfecto, digno de ser mí hijo."

Sukuna apretó los puños. No podía permitirse la debilidad. Aunque anhelaba su antigua supremacía como maldición en la era Heian, en lo más profundo de su ser, admitió que tenía una debilidad: Itadori. Ese mocoso había dejado una marca en su corazón, y Sukuna no podía ignorarla.

Ignoro los susurros del pasado, las sombras que me llaman hacia atrás. No puedo permitirme la debilidad. ¿Qué puede ser más importante que recuperar mi glorioso poder? Nada.

La cena es cutre, apenas un intento de alimentar este cuerpo. Pero algo falta. Extraño la cocina de Uraume, donde la carne humana era un manjar exquisito. Nada se compara a su sabor.

La noche avanza sin más importunios. Pero algo se agita en la aldea. La tensión entre los ninjas es palpable. No sé qué está sucediendo, pero mi instinto me dice que algo grande se avecina.

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No sería hasta tres años después que todo

La luna llena iluminaba las calles silenciosas de Konoha. Itachi, con los ojos Sharingan encendidos, avanzaba sin piedad. Cada movimiento era calculado, cada golpe mortal. Los cuerpos de los Uchiha yacían en el suelo, sus vidas extinguidas por la mano de su propio heredero.

Sasuke, el hermano menor, observaba desde las sombras. El horror y la confusión se reflejaban en sus ojos. ¿Por qué Itachi había hecho esto?

Itachi se detuvo frente al cuerpo de su padre. El anciano Uchiha, una vez orgulloso y poderoso, ahora yacía sin vida. Itachi susurró palabras incomprensibles mientras su katana atravesaba el corazón de su progenitor. La sangre manchó la tierra.

Sasuke, temblando, salió de su escondite. “¿Por qué, Itachi?”, preguntó con voz entrecortada.

Itachi se volvió hacia él, sus ojos rojos brillando con una mezcla de tristeza y determinación. “Es por el bien de Konoha, Sasuke. Por nuestro clan. Por el futuro.”

La verdad detrás de la masacre era más compleja de lo que Sasuke podía imaginar.

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