Capítulo 8

Todos permanecían muy quietos, la tensión era evidente, Anthea y Calíope estaban ansiosas por saber la verdad, mientras qué Carlos y Mark se sentían muy curiosos.

-Sí, yo conozco a esa mujer- volvió a decir Steph.

-¿De dónde?- preguntó Calíope, su ansiedad era incontenible.

-En mis sueños, fue hace ya tiempo, el año en el que me convertí en super estrella.

Mark, que había sido su mayor fan desde sus inicios, observó el cuadro con detenimiento y tras haberlo observado durante unos momentos, calló en la cuenta de dónde lo había visto, pues a él también le resultaba muy familiar.

-Esperen- dijo Mark- Creo que lo reconozco. Stephanie, ¿no usaste ese atuendo en tu primer vídeo?

-Pues sí, ese sueño me impactó tanto que quise rendirle homenaje vistiéndome como esa mujer. Admito que era demasiado extravagante y estrambótico pero la industria musical es muy dura y una a veces tiene que hacer algo que de mucho de que hablar y que impacte.

<<Además, la industria está dominada por hombres que quieren siempre que las mujeres los obedescan y las obligan a seguir la normativa, si te pones un poco rebelde te dicen que no eres nada sin ellos. Pues no conmigo, precisamente por eso desde que me dí a conocer me he caracterizado por hacer algo completamente loco y fuera de lo convencional, que me haga sentir que yo tengo el control.>>

<<Por ejemplo, todos esperan que sea muy sexy y muy pop, pues lo hago mientras me desangro y me cuelgo por el aire simulando estar ahorcada, ésa soy yo, eso es lo que me caracteriza y es lo que me saca de esos esquemas fetichistas que los hombres han impuesto en las mujeres haciendome sentir la reina de todo. Y no me ha ido nada mal, a pesar de la cantidad de personas que me odian pero no tengo quejas.

Mark estaba con la boca abierta, no daba crédito a lo que acababa de escuchar. La mujer más extravagante de la historia acababa de confesarle su secreto, es que lo repetía a camara lenta en su mente y ni así se lo podía creer.

-Sí, sí, todo eso muy lindo y muy innovador- dijo Anthea- Pero eso no nos resolverá el problema, lo que realmente necesitamos saber es cómo fue ese sueño.

Steph se acercó al cuadro, pasó su mano por el lienzo, cerró sus ojos evocando el recuerdo de ese sueño, suspiró profundo y abriendo los ojos nuevamente empezó a hablar.

-Yo me encontraba parada en ese planeta enano, sobre el cuál flota el trono de la Madre Monster, y al mirar sobre mi cabeza pude divisarla a ella, sentada sobre el.

<<Al parecer, se había percatado de mi presencia porque el trono comenzó a descender hasta que tocó suelo. Una vez en tierra, ella se dedicó a observarme para ver que yo le decía sin embargo no me atrevía a hablar.

*Rara vez vienes a visitarme* me dijo ella *Sólo has estado aquí dos veces: una cuando pronuncié mi manifiesto y la otra cuándo empecé a dar a luz a las formas de vida que habitan la galaxia. Te fuiste abrumada y en mucho tiempo te negaste a venir, así que si estás aquí es porque realmente necesitas de mí, así que adelante, te escucho.

*Tú me conoces mejor que nadie, Madre Monter. Si vine es porque estoy desesperada y no se a quién mas recurrir.

*¿Qué ha pasado?

*Que lo que temías está sucediendo, la catastrofe se ha desatado en la galaxia y no hallo cómo salvar a la gente que amo* las lágrimas comenzaron a rodar por mí cara* Tú eres el ser más poderoso de la galaxia, sólo tu me puedes ayudar. Por favor Madre, ayúdame te lo suplico, eres lo único que me queda, si no me ayudas toda mi gente morirá.

<<Recuerdo que lágrimas de compasión rodaron por su rostro, y bajandose de su silla fué a abrazarme y en pleno acto me dijo:

*Mientras yo exista jamás te dejaré sóla, te ayudaré y protegeré a costa de mi propia vida.

<<Y después de eso me desperté, me senté en la cama y sentí mi rostro mojado, al pasarme la mano me dí cuenta que eran lágrimas, dormida había estado llorándo de verdad. Debido a lo impactante que fue ese sueño decidí vestirme cómo ella y rendirle tributo en mi primer video, aproveche que era rica y así lo hice realidad.

Anthea y Calíope intercambiaron miradas y luego, tras unos momentos de silencio Anthea rompió el silencio.

-La Madre Monster jamás ha descendido de su trono para hablar con alguien, mucho menos para abrazarla- el tono de sorpesa era notorio- Debiste haber sido alguien muy pero muy importante para ella, es que jamás.

-¿Qué están queriendo decirme?- pregunto Steph algo asustada.

-¡Nada!- Intervino rápidamente Calíope- Es que ella es muy intensa, se toma los sueños de los demás muy a pecho cómo si fueran verdad. Ay Anthea, tienes que cambiar- rió nerviosamente- Por favor, ahora que ya Anthea os enseñó el castillo podéis iros a explorar por dónde queráis, siempre dentro de palacio, ¿vale?

-Está bien- dijeron los tres al unísono.

-Bien ahora podéis iros, yo debo terminar mi poema épico antes de que lleguen las musas. Estan ansiosas por conoceros.

Steph y sus amigos asintieron emocionados y se fueron a explorar los rincones dejandola sola con Anthea.

-¿Te das cuenta que estuviste a punto de arruinarlo todo contándoles la verdad, forzando así al destino, no?- le preguntó Calíope con un evidente tono de disgusto.

-¡Lo siento pero es que no te das cuenta! Ella no es Madre Monster, es nuestra reina, su sueño nos lo confirma, ese es el recuerdo más significativo que tiene de ella.- Anthea estaba impactada aun- No sólo nos confirma que es nuestra reina si no que también nos ayudó a entender el por qué Madre Monster descendió de su trono para defendernos a nosotros. ¡¿No lo vez?! Nuestra reina era importante para ella.

-Lo sé, pero no hay que apresurarse, debemos actuar con calma. Por ahora, enviemos a Hermes a por las musas.

-Sí. ¡Hermes! Ven acá.- Gritó Anthea.
Inmediatamente apareció un joven rubio con un rostro muy hermoso ante ellas, llevaba unas botitas que tenían unas pequeñas alas que le permitían levitar y moverse por el aire, además de un pequeño báculo que tenía dos alas más en la parte de arriba y en el mango tenía dos serpientes envolviendolo y llevava un gorro metálico que también tenía dos alas.

-Vuestro humilde mensajero está aquí a vuestra disposición- dijo el chico un devoción.

-Necesitamos que vallas a las tribus Libra y Tauro y les digas a las musas que yo, Calíope, las está esperando en palacio, tambien pasa por el Templo y díselo a Euterpe, fue la única que, además de mí, no fue para allá.

-A vuestras órdenes musa- dicho esto el joven alzó el vuelo y partió para cumplir con su cometido.
Mientras tanto: Steph, Carlos y Mark se encontraban explorando el castillo.

-No me había fijado cuándo desperté aquí pero este palacio es enorme- dijo Carlos.

-Pues sí, es enorme y muy bello también- afirmó Mark.

-Solía ser más hermoso cuando la reina vivía- dijo Stephanie con aire melancólico- Fueron sus mejores tiempos.

Carlos y Mark se miraron mutuamente, ya que ella había hablado cómo si conociera bien el lugar. La verdad era que desde que habían llegado a Venus las cosas raras no dejaban de ocurrir, también Steph se comportaba de una manera diferente, más madura y más excéntrica.

Ellos también habían cambiado: Mark parecía mas tímido de lo que usualmente solía ser y él se había vuelto más reservado y enfocado; aunque no perdió su sonrisa, podía sentir el cambio.

También actuaba con Stephanie cómo si fuera su hijo en vez de su amigo y ella también estaba empezando a comportarse más maternal con él de lo usual.

-A propósito- dijo Steph sacandolo de su ensimismamiento- ¿Cuánto tiempo llevamos aquí?

-Según mi reloj- dijo Mark- 12 horas.

-¡¿Qué?!- exclamó Carlos- ¡¿12 horas?! ¡Pero si aún esta amaneciendo!

-Eso es porque el tiempo aquí es diferente- dijo Steph- Los días son más largos que los años porque la rotación del planeta es más lenta que su traslación, cuándo llega medio día ya aquí pasó un año, además de que este planeta gira en sentido contrario a la tierra.

-Sí, eso sí lo sabía.

-A mí lo que me tiene con intriga- expuso Mark- es que las temperaturas en este planeta son execivamente altas y sin embargo estamos cómo si nada, cómo si no nos molestara.

-Yo lo que creo- dijo Steph de pronto- es que sí existe la reencarnación y eso de otras vidas, definitívamente debimos haber vivído aquí.

Las palabras de Steph dejaron a los chicos helados, no podían creerse lo que ella estaba hablando, era más que evidente que la atmósfera venusiana ya la estaba empezando a afectar.

Carlos estaba a punto de decirle algo cuándo Hermes los interrumpió.

-Disculpadme excelencias- dijo muy cortezmente- pero se solicita vuestra presencia en la sala del trono.

-¿Quién eres tú?- preguntó Steph- Te ves adorable y gracioso.

-Mi nombre es Hermes, soy el mensajero del castillo y en los tiempos de la Reina y la Madre Monster solía encargarme de las finanzas y las negociaciones del mismo.- dijo con mucho orgullo- Para lo que gusten estoy aquí.

-Gracias Hermes- le dijo Steph con un evidente tono de admiración y acercandose a él le dio un beso en la mejilla, lo cuál hizo que Hermes se sonrojara.

-Pu...pues sí- respondió super nervioso- para lo que necesiteis.
Sin nada más que añadir se dirigieron todos al salón del trono, al llegar allí se encontraron el lugar lleno. Habían diez damas alrededor del trono con un aspecto muy glorioso, tres ellas eran Anthea, Euterpe y Calíope; así que Steph asumió que las demás debían ser las otras musas y sin pensarlo se acercó a ellas.

-¿Ustedes son las musas?- preguntó maravillada.

-¡Oh Stephanie!- Exclamó Anthea percatandose de su presencia- pues sí, deja que te las presente por orden:

<<La primera es Calíope, musa de la elocuencia y la poesía lírica que ya conoces; la dama que usa un manto rojo por encima de su ropa y lleva una trompetilla en su mano es Clío, musa de la historia; la que tiene alas y lleva un gran arpa es Erato, musa de la poesía lírica.>>

<<La que le sigue es Euterpe, musa de la música que también conoces; la que lleva el vestido plateado y usa plumas en su corona es Melpómene, la musa de la tragedia; la que esta vestida de dorado, lleva un manto morado claro por encima y tiene un pergamino en sus manos se trata de Polimnia, la musa de los cantos sagrados, la poesía sacra, el arte, la discreción y el silencio.>>

<<La que esta sentada junto al trono sosteniendo su zapato es Terpsícore, la musa de la danza y la poesía corporal; la que lleva la máscara de teatro es Talía, la musa de la comedia y la poesía bucólica y finalmente la que lleva estrellas en su peinado, Urania, es la musa de la astronomía, la poesía didáctica y las ciencias extactas.

Al fín todas las musas estaban reunidas, finalmente las tenía en frente suyo, sin embargo Steph tenía la sensación de que ya las conocía y no sólo eso, el tenerlas cerca la hacía sentir tan bien, tan felíz que no podía creérselo ni ella misma.

-Estamos muy felices de conocerla al fin exelencia, es para nosotras un honor- dijeron todas al unísono.

Lágrimas comenzaron a brotar de los ojos de Steph sin explicación, pero ver a todas las musas juntas le había despertado una sensación de añoranza y alivio tan grandes que no pudo contenerse y corrió hasta ellas, posicionándose entre ellas las intentó abrazar y ellas intuyendo lo que haría le correspondieron en un tierno abrazo grupal.

-No sé por qué me siento así, pero necesitaba abrazarlas, no sabía que era capaz de sentir añoranza por personas que ni siquiera conocía, aún así, me alegro tanto, pero tanto de verlas.

-Nosotras también- dijo Erato.

-Sí, nosotras también- Reafirmó Urania.

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