Capítulo 6

Allí en esa enorme alcoba se encontraban todos, mirándose unos a otros, Anthea estudiaba todo desde el portón enorme en el que aún se encontraba de pie, su mirada viajó por el rostro de todos los presentes posandose en Carlos.

-Sus alas han desaparecido- pensó- Lo que significa que aún el sello que oculta sus recuerdos sigue fuerte, sin duda su subconciente se niega a recordar lo que le ocurrió.

Steph aun permanecía quieta esperando alguna explicación razonable para todo esto, en Venus no había vida, era imposible. Venus era el planeta mas caliente del sistema solar, no podia haber vida, debían estar mintiendo; ya sin poder resistir más todo el estrés que estaba sintiendo, finalmente explotó:

-¡Exigo una explicación razonable! ¡Es imposible que estemos en Venus! ¡Venus es el planeta más caliente del sistema solar, cualquier forma de vida que surga alli morirá instantáneamente pues su ambiente es poco favorable para la vida! ¡No! Es imposible- las lágrimas corrían por su rostro desde sus ojos.

-Stephanie, tu sabes tan bien como yo que esto es real, lo sabes mejor que tus amigos Carlos o Mark pero te niegas a aceptarlo- dijo Anthea con animos de apaciguar las cosas- Deja de temer y abre tu corazón.

-¡No, no lo hare! Me reuso a ser engañada, por ustedes no- dicho esto echó a correr, necesitaba alejarse de ese lugar, necesitaba volver a casa.

-¡Stephanie!- Gritó Anthea.
Mark y Carlos aún se encontraban paralizados incapaces de hablar, la noticia de que estaban en Venus los había dejado en Shock, no estaban pensando, no estaban escuchando, simplemente estaban ahí, congelados en sus cuerpos sin moverse.

-¡Chicos reaccionen!- La voz de Anthea los sacó de ese trance en el que se encontraban y al mirar a su alrededor se percataron de lo que pasó.

-¿Cómo es posible que podamos estar en Venus?- dijo Carlos rompiendo el silencio- ¿Es cierto?

-Sí, es cierto- dijo una voz femenina que se encontraba en el otro extremo de la habitación, estaba junto a la ventana y hasta ese momento no había hecho notar su presencia.

-¡Calíope!- exclamó Antahea.

-¡¿Calíope?!- exclamaron atonitos Carlos y Mark al unísono.

-Sí, soy Calíope, la musa de la elocuencia y la poesía épica, la principal de las nueve musas de las bellas artes. Encantada de teneros aquí, sentios como en casa.

El tono elocuente y amable de la musa hizo que los chicos se sintieran más tranquilos, los hizo sentirse a salvo.

-Calíope necesito que me ayudes- pidió Anthea muy nerviosa- Ella se negó a creerme, se cerró en banda y ha salido corriendo. Tienes que encontrarla y traerla de vuelta por favor.

-No te preocupes, Anthea, Euterpe se hará cargo de todo, ambas sabemos a dónde se dirige.

Anthea asintió con preocupación, todo esto estaba siendo muy brusco sin embargo no había tenido otra opción ya que el sello de sus recuerdos estaba debilitandose cada vez más y pronto se rompería liberando todos los recuerdos de su vida pasada y para cuando eso ocurriera ella no debería estar en la tierra o las consecuencias serían catastroficas.

Mientras tanto Steph seguía corriendo por los pasillos de ese resplandeciente castillo, sabía donde estaba la salida, ya había estado allí en sus sueños, sabía como salir: enfiló un pasillo amplio y luminoso, al final había un enorme portón, lo abrió y al atravesarlo se encontró fuera del castillo.

Una vez fuera lo que presenció la dejó sin habla, toda la extencion de tierras parecía un interminable desierto rocoso: habían rocas por todas partes, el suelo era duro, amarillo, el cielo también era amarilloso y estaba lleno de nubes, la temperaturas eran super que altas también, pero; por alguna razón; no parecía molestarle.

Una ráfaga de viento recorrió el lugar acariciandole la cara y mientras miraba a su alrededor pudo divisar una edificación al horizonte, no muy lejos de su ubicación; y sin pensarlo dos veces se dirigió en su dirección.

Mientras caminaba contemplaba todo el paisaje que la rodeaba, había un silencio aterrador, el sol estaba en el oeste pero parecía cómo si estuviera amaneciendo, ella no era una ignorante, sabía que en Venus el Sol salía del oeste y se ocultaba en el este porque su rotación era en sentido contrario a la de la tierra. A pesar de ser casi de mañana el cielo aun seguía siendo amarillo y descolorido.

-Claro- dijo Steph- después de todo estoy en Venus, la superficie aquí es rocosa: no hay océanos, ni mares, ni ríos, solo tierra amarilla y rocas. Este paisaje me produce tanta desolación.
Mientras caminaba comenzó a llorar, se sentía tan desolada, deseaba tanto estar en la tierra: el hermoso planeta azul dónde el sol resplandece con color, dónde el agua esta rebosante, dónde el cielo es azul y las noches están llenas de estrellas e iluminadas por la luna, ese planeta del cuál la habían arrebatado.

-Esto es tan injusto- seguía llorando sin consuelo.

Al fin llegó a la edificación que había divisado desde la entrada del castillo y una vez cerca de ella pudo distinguir que se trataba de un templo griego; el techo tenía forma triaungular y los pilares que lo sostenían parecían perfectamente tallados, como si hubiera sido construido por muchos albañiles siguiendo las órdenes de un único ingeniero super dotado.

Contempló aquel hermoso templo, que se alzaba solitario en esas tierras tan desoladas y subiendo la escalinata se quedó contemplando la entrada: era enorme y desde dónde estaba podía ver algo del interior del lugar, el cuál parecía bastante grande.
Una hermosa melodía de flauta empezó a escucharse y parecía provenir de dentro, esa música la hacía sentirse tan atraída que sin pensárselo dos veces se adentró en el templo.

El interior realmente era bastante grande, habían dibujos tallados en las paredes que parecían damas haciendo labores diferentes.

Al frente había un enorme plataforma de piedra en la cuál se encontraba un pedestal con nueve tronos posicionados alrededor de una estatua de una mujer con el pelo ensortijado y un bikini de conchas, la imagen le hacía pensar en la diosa Afrodita, tal vez eso se debiera a que esa estatua era realmente de ella y quizás las deidades que pudieran existir en ese templo la veneraran a ella.

-Veo que no le quitas los ojos de encima a nuestra reina- dijo una dulce voz femenina.

En el momento en que escucho esas palabras se dió cuenta que la melodía había dejado de sonar y en uno de los tronos que rodeaban a la estatua se encontraba una hermosa mujer sentada con una flauta en la mano.

-Hola- la saludó esta misteriosa dama- Al parecer has llegado al templo de las nueve musas de las Bellas Artes. Yo soy Euterpe, una de ellas. Soy la musa de la música, un placer conocerte.
Steph estaba paralizada, no podía creer ni a sus ojos ni a sus oídos, estaba helada e incapaz de hablar mientras la otra chica la estudiaba con detenimiento.

-No temas.- le dijo- No te haré daño, confía en mí. Te lo prometo, yo estoy de tu lado.

-¿Y por qué debería creerte?- Logró decir Steph

-Porque ya me conoces y sabes que yo jamás te haría daño- dicho esto, tomó asiento y empezó a tocar su flauta nuevamente.

Steph se puso a escuchar la música de la flauta y mientras se concentraba en la melodía finalmente el estrés la abandonó y logró sentirse mejor.

-Tocas tan bonito- dijo Steph con un atisbo de admiración mezclada con nostalgia- Tú música es tan hermosa, tan buena. Me resulta tan familiar y me gustaría saber por qué.

Euterpe, sin embargo, no se detuvo, siguió tocando su flauta y mientras lo hacía cerraba sus ojos, eso hacía que todo el lugar se llenara de un místico aire de paz y tranquilidad.

-¿Dónde están las otras musas?- preguntó Steph después de un tiempo.

Euterpe entonces dejo de tocar su flauta y dirigiendo su mirada a Steph, le respondió.

-En las tribus.

-¿Tribus? No sabía que hubiera más vida aquí.

-Pues sí la hay. Verás, Venus es un planeta seco y cálido pero no carece de vida; nuestro planeta esta divido por tres regiones: Los valles afroditicos o las tierras sagradas, que son estas en dónde estamos tú y yo ahora, La tribu de Libra y La tribu de Tauro. Esas son las aldeas que conforman nuestro pueblo, por el cuál tanto hemos luchado y aun defendemos.

-¡Espera un momento!- exclamó Steph maravillada- ¿Tribu de Tauro? ¿Tribu de Libra? Esos son signos del zodíaco.

-Exactamente, como notarás los venusianos no sómos muy diferentes a los terrestres, sólo que las cosas en la galaxia y espacio sideral son diferentes a la tierra.

<<En la tierra- comenzó su explicación- a cada mes del año le corresponde un signo zodiacal y a cada signo zodiacal, le corresponde un planeta, el cuál es su hogar, aquí no es muy distinto. Cada individuo que nace en la galaxia le corresponde un símbolo del zodíaco y por ende la gran Madre Monster de la galaxia los envía al planeta hogar de cada símbolo, así fue como nacieron los primeros venusianos.

-Espera un momento que creo que me perdí. ¿Estás diciendo que una Madre Monster galactica fue la que poblo este planeta?

-Así es, ella daba a luz cada año durante medio día Venusiano, eso en la tierra es varios meses porque como descubrirás muy pronto, el tiempo aquí en Venus es muy diferente al tiempo Terrestre. Los días duran más que los años pues la rotación del planeta es mucho más lenta que su traslación, es algo realmente curioso pero ha sido así siempre, desde los arbores del tiempo.

Steph estaba maravillada con todo lo que Euterpe le había contado, jamás pensó que un mecanismo de vida tan complejo pudiera habitar en Venus, sin embargo aún tenía dudas que necesitaba evacuar, así que por eso, volvió a preguntar.

-¿Y ya la Madre Monster no da a luz todos los años?

-No- respondió Euterpe con un atisbo de tisteza.

-¿Por qué? ¿Qué le pasó?

-Murió hace mucho tiempo. En una catástrofe ocurrida en el sistema solar, dónde perdió la vida nuestra reina también.

-Lamento escucharlo. ¿Y los otros planetas están habitados también o es solo este?

-Sólo este, los demás quedaron vacíos producto a esa catastrofe, nadie sobrevivió. Sólo este planeta y a costa de la vida de nuestra reina que lo sacrificó todo para que nos salvaramos.

-¿Y quién era su reina?

-Afrodita, La Diosa del Amor. Ella murió para que nosotros nos salvaramos y la Gran Madre Monster de la galaxia murió dictando su último manifiesto para detener la destrucción y lo logró, pero a que precio.

-¿Y cómo han podido subsistir sin la Madre Monster dando a luz?

-Pues los venusianos se enamoran, se casan y tienen hijos como los terrestres, sólo que todos los niños que nacen son Tauros y Libras también ya que sus padres pertenecen a este planeta, pertenecen a un linaje irrompible.

-Entiendo.

Steph se sintió conmovida con lo que acababa de oir y al mirar el bello rostro de Euterpe pudo divisar lágrimas y sin pensárselo dos veces fue hasta ella y la abrazó, no soportaba verla así, le producía un sentimiento de vacío, amaba su sonrisa.

-Lo siento mucho, Euterpe- le dijo mientras la abrazaba y Euterpe le devolvía el abrazo.

-No te preocupes Stephanie, yo estoy bien, el que tú y tus amigos esten aquí ya es una gran esperanza para nosotros- dijo Euterpe rompiendo el abrazo.

-¿Qué quieres decir con eso?

-Tú y tus amigos fueron traídos aquí para encontrar a nuestra reina y ayudarla a Renacer junto con su hijo y su amante perdido.

-¿Pero yo de que forma podría ayudar? No me creo capaz.

-Tranquila, amiga. Solo tienes que cantar en el momento preciso y a la hora correcta.

-¿Y cuándo será ese momento?

-Tu sabrás cuando ese momento sea y te aseguro que estarás lista. Recuerda que yo siempre estaré aquí para tí cuándo me necesites, para eso soy tu amiga.

Esas palabras de Euterpe conmovieron el corazón de Stephanie, quién comenzó a llorar de la alegría.

De pronto dejó de sentirse sola y perdida en un planeta desconocido, sintió una cálida sensacion de familiaridad que le resultó tan conocida que la abrumó, aunque no le prestó atención, pues lo único que de verdad le importaba, era que al fín había hallado a una amiga que de verdad parecía entender cómo se sentía y que la apoyaba en medio de todo.

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