Capítulo 5

Las luces de los reflectores se encendieron y el espectáculo comenzó, mientras se llevaba a cabo Anthea observaba todo desde el salón de las cámaras de seguridad, parecía estudiar detenidamente cada movimiento que hacía Stephanie en el escenario, cada canción que cantaba, cada palabra que pronunciaba y de que manera lo hacía.

En ese momento aparecieron en la habitación dos bellas doncellas vestidas de blanco y traían una corona de oro cada una que parecían hechas de hojas de laurel y resplandecían como las estrellas: una tenía un arpa en sus manos y la otra tenía una flauta.

-¡Calíope! ¡Euterpe!- Exclamó Anthea- ¿Que haceis aquí?

-Hemos venido a ver tu progreso- respondió Calíope.

-Creo que la he encontrado pero aun estoy analizandola- respondió Antahea.

-Para nosotras es vital que la encuentres- dijo Euterpe- La necesitamos más que nadie.

-Lo sé musas, tranquilas, estoy casi segura de que es ella.

-Bueno, he de admitir que el parecido es asombroso- hizo notar Calíope con una elocuencia que la caracterizaba.

-Sí, se parecen cantidad pero desgraciadamente estoy atada de pies y de manos mientras no muestre sus poderes- expresó Anthea con aire de frustración- Necesito ver su poder para actuar.

-¿Cómo podría mostrarlo?- preguntó Calíope.

-Debe cantar con todo su corazón, desde lo más profundo de su ser, y dejar que sus sentimientos y emociones fluyan en estado puro

-En ese caso quizás deba intervenir- observó Euterpe- Le daré un pequeño empujoncito.

-Yo te ayudaré- convino Calíope.
Y entonces Euterpe comenzó a tocar su flauta en una melodía armoniosa y ángelical. Mientras tocaba, Calíope comenzó a tocar su arpa también y luego empezó a recitar:

"Tú vienes de lejos,
otro espacio - tiempo.
Supongo que eso es amor.
Venus"

En ese momento Steph empezó a sentirse de una manera extraña, sintió una necesidad tan grande de expresar sus verdaderos sentimientos y todo lo que había dentro de ella, así que cuando terminó de cantar esa canción empezó a cantar una balada de amor que había compuesto hacía unos días y que también había incluido en el repertorio con el que cerraría su show.

En el momento en el que empezó a cantar su canción un brillo extraño y maravilloso comenzó a salir de ella iluminando a todo el publico, el cuál, se encontraba en estado de extasis, todos lloraban y se sentían como si todo el dolor, las inseguridades y las penas se hubieran ido.

Steph también empezó a sentirse diferente, sentía como si fuera una diosa, que con su voz podría cambiar lo que deseara, esa sensación la abrumaba pero no la detuvo, siguió cantando, esta vez con más sentimiento y el brillo a su alrededor comenzó a incrementarse iluminando el lugar y no era la única a la que le estaba pasando.

En ese mismo momento Carlos y Mark también conmenzaron a brillar de una manera sorprendente y un par de alas empezaron a aparecer en la espalda de Carlos al tiempo que su cámisa se rompía por la presión ejercida por las alas locas por salir y expandirse; mientras tanto en la cabeza de Mark comenzó a aparecer una corona muy hermosa de hojas de laurel de oro que le otorgaba un estilo de principe griego

Cuando las Musas y Anthea se percataron de lo que ocurria en el Backstage exclamaron al unísono:

-¡Los hemos encontrado a ellos también y ya se conocieron!

-¡Debemos actuar con rapidez!- exclamó Calíope.

-¡Sí!- Reafirmó Euterpe.

-Dadme las manos Musas- pidió Anthea- Debemos combinar nuestras energías para poderlos llevar al planeta Venus.

Siguiendo los consejos de Anthea todas se dieron las manos y combinado sus energías comenzaron a invocar a los seres de Venus para que las ayudaran en su misión:

-Rocket # 9 nosotras te invocamos, ven a la tierra y resguarda a nuestros tres elegidos para que puedan llegar sanos y salvos a Venus- dijeron las tres a la ves.

En ese mismo momento una cabina que parecía como una carroza halada por pegasus apareció andando por los aires y posicionandose encima de Stephanie: Calíope, Euterpe y Anthea ya se habian montado en ella.

El brillo era tan intenso que nadie se percató de su presencia y valiendose de eso Anthea tomó a Stephanie, absorvio al interior de esta a Carlos y a Mark y después desaparecieron en el cielo.

En ese momento Stephanie, Carlos y Mark calleron en un sueño profundo, para cuando despertaron se hallaban en un sitio diferente, no podían reconocer el lugar.

Parecía como la habitación de un enorme palacio, sin embargo, este palacio tenia las paredes de un blanco muy puro y el ambiente era muy luminoso y cálido, eran incapaces de saber en dónde se encontraban.
Steph en ese mismo momento comenzó a sentirse aterrorisada, ella conocía ese lugar, ya había estado allí.

-No esto no puede ser, no puede ser- gritaba desesperada- Debo estar soñando, esto no es posible no puede ser real.

Comenzó a pelliscarse y a golpearse de manera desesperada esperando despertarse del sueño pero no lo hacía, Carlos y Mark al ver lo que le estaba pasando fueron corriendo hasta ella para aguantarla y evitar que se siguiera haciendo daño.

-Stephanie por favor calmate- le suplicó Carlos mientras Mark la sostenía.

-No pierdas la cabeza, por favor, estamos aquí contigo- la consoló Mark.

-Ustedes no lo entienden- dijo Steph con lágrimas en sus ojos- Yo conozco este lugar ya habia estado aquí.

-¡¿Estuviste aquí?!- preguntó Carlos atónito- ¡¿Cuando?!

-En mi sueños

-¿Cómo que en tus sueños?

-Yo desde hacia casi dos meses estaba teniendo sueños con un lugar muy calido y luminoso, en mis primeros sueños todo era confuso pero después se fue aclarando y pude distinguir en detalles el lugar en el que solía encontrarme en cada uno de mis sueños, y esta habitación era uno de esos.

Carlos y Mark no daban crédito a lo que estaban escuchando. ¿Cómo era posible que Stephanie hubiera soñado con ese lugar antes? ¿Cómo es posible que se encontraran en ese sitio cuándo, hacian sólo veinte minutos, estaban en el Super Bowl en pleno expectaculo de medio tiempo? Todo era tan confunso.

-Al parecer ya habéis despertado- dijo una conocida voz femenina.
En ese instante todos miraron hacia el gran porton de oro y en su umbral se encontraba Anthea, traía un vestido blanco de lana con un estilo muy griego y glorioso.

-¡Anthea!- exclamaron los tres al unisono.

-Sí, soy yo, e imagino que habeis de tener muchas preguntas y os aseguro que yo tengo todas las respuestas pero de momento sólo os puedo dar la bienvenida a casa.

-¿De que hablas?- cuestiono Stephanie muy sobresaltada- ¡Esta no es mi casa! No me gusta este lugar.

-Entiendo que no recuerdes este lugar. Tú, al igual que tus amigos no recuerdan nada pero les diré que vosotros estais en El Castillo de la Diosa Afrodita en el planeta Venus y este es vuestro hogar...

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