Capítulo 16

Las despedidas ya estaban terminando y Atenea estaba recojiendo sus cosas cuando Stephanie pensó que tal vez deberían ir ellas dos solas al tártaro.

-No hermana, Eros y Psique tienen que ir también.
-Pero ¿por qué?
-Porque los tres estáis conectados a la Madre Monster, si mal no recuerdo, ella pronunció su manifiesto sobre vosotros, lo que significa debéis hallarla juntos.

-Pero tía Atenea- interrumpió Eros, el cual observava todo desde una esquina oscura de la recamara- Si es así ¿por qué tu vienes también?
-Porque es mi hermana, nací de su cabeza y es mi deber encontrarla también.- las siguientes palabras que dijo no salieron de su boca, solo se quedaron en su pensamiento- Además ella misma me pidió que los guiara en en esta aventura justo antes de desaparecer.

Cuando todos finalmente estuvieron listos, partieron sin más dilación rumbo al Santuario de los Planetas, el sol se había puesto y todo estaba oscuro, pero aún se podía ver el camino gracias al brillo de las estrellas.

-Ya hace dos años que estoy aquí- murmuró Stephanie para sí misma, pero lo suficientemente alto para que la escucharan los demás- Sin embargo en la tierra solo hace meses que me fuí.

-Sí, es cierto- le dijo Psique- ¿Crees que se habrán olvidado de nosotros allá?
-Lo mas probable- le respondió Eros- Los humanos son tan adaptables a las situaciones, que logran olvidar todo con facilidad. Podrán tardar un tiempo pero, al final, siempre lo hacen.

-No creáis que todo es así tan fácil- la diosa de la sabiduría se entrometió en la charla también- Los humanos son una raza muy complicada y fascinante, su origen se remonta a los comienzos del universo, fueron creados por el supremo soberano del reino que está más allá de la Galaxia, El Tercer Cielo, así lo llaman ellos.

-¡¿Estás hablando del Dios de los hebreos y los cristianos?!- exclamó su hermana sorprendida.
-Así es, el fue quién creó el universo entero y todo lo que hay en él, incluso la Madre Monster Galáctica y sus hermanos primordiales.- Atenea no necesitaba mirar a su hermana para leer la interrogante en sus ojos, por lo que intuyendo en sus pensamientos, agregó- Nosotros no somos dioses, sólo somos sere longevos del sistema solar.

<<Se nos concedió ese don cuándo el supremo se apiadó de nosotros y los planetas del mismo.
-Si es así, ¿por qué no intervino cuando Cronos quiso aniquilarnos o cuando violé el tabú de unirme al guardián del silencio?

-Porque esas fueron las leyes estipuladas por nosotros mismos, así como las leyes terrestres, cuando estas se violan, es nuestro deber resolverlas. El sólo ha intervenido en el planeta Tierra pues es el más preocupante.

La conversación finalmente cesó cuando llegaron al Santuario, entraron a su interior, se dirigieron al salón de los Rockets y tomaron el # 1 que iba rumbo a Plutón, el Castillo del Inframundo estaba aguardando a la visita de ellos.

En el trayecto de ida nadie dijo una palabra, todo estaba en silencio total, aparentemente la ida al tártaro tenía a todos estresados. Psique, que ya había estado con anterioridad allí, era el más calmo.

-Imagino que se les ocurrió una idea para pasar a Cerbero, ¿no?- pregunto Eros con evidente tensión.
-Tranquilo amor- le consoló Psique- Yo he traído un pastel de cebada, se lo encargué a Hermes horas antes de partir, al parecer fue hecho por la mismísa Erato.

-Tú siempre pensado en todo mi rayo de sol- Eros sujetó su barbilla y depositó un bello beso en los labios del chico, esto hizo que Psique se sonrojara todo y mirara hacia otro lado.

-¿Saben?- la voz de Stephanie los hizo mirar en su dirección- De lo que más me avergüenzo es de haberlos intentado separar en mi vida pasada, ustedes se ven tan lindos juntos, están hechos el uno para el otro.

Los ojos de Psique brillaban con agradecimiento, se sentía tan feliz de que la Diosa del Amor los apoyara, puede que esta maravillosa chica fuera Afrodita reencarnada, pero definitivamente no es la misma Afrodita del pasado, es otra, es Stephanie, la cantante que siempre admiró cuando vivían en la tierra.

-Hemos llegado,- dijo Antenea muy seria- tras esas rocas está el Castillo del Inframundo, estad alertas.
Todos asintieron y enfilaron los peldaños que tenían las rocas para llegar al destino esperado.

Cuando subieron los peñascos se detuvieron unos instantes para contemplar el imponente castillo que se alzaba frente a sus ojos, tenía un aspecto siniestro y la atmosfera era oscura, la verdad, la visión de este intimidaría hasta los más valientes.

-No temais- dijo Atenea- eso es solo la fachada, por dentro es más acojedor.
-¿De verdad?- el sarcasmo era evidente en la voz de Psique- Pues sería en el ala de los dioses porque yo estuve aquí y de todas las partes que ví, lo único que resultaba un poco hogareño era el salón del trono dónde estaban Hades y Perséfone, lo otro es horrible.

-Créeme Psique, ese castillo es más bello de lo que la mayoría de los venusianos se imagina.- dijo Stephanie- Recuerdo perfectamente haber estado aquí una vez, fue cuándo el banquete de bodas para Hades y Perséfone, fue una de las reuniones más memorables de la historia del sistema solar externo e interno, todos vinimos a esa fiesta, incluso Eris, cuando aquello no era tan destructiva como lo es ahora.

-Eris tiene un pasado doloroso, querida hermana, pero este no es el momento ni el lugar para arrojar luz sobre el, concentremonos en pasar a Cerbero.

Con estas palabras todo el mundo dejó de hablar y se concentró sólo en entrar al castillo, pues justo en ese momento el enorme perro de tres cabezas se atravesó en su camino con un aspecto feroz y dispuesto a atacar en cualquier momento.

Psique, como la vez pasada tomó tres porciones del pastel de cebada y se las arrojó a Cerbero, el cual los devoró sin tardar para después hacerse a un lado y hecharse a dormir.

-Valla, valla estoy sorprendida- se escuchó una sombría voz tras ellos, era Eris que los había observado desde la distancia- Al parecer habéis descubierto una manera de pasar al guardián, dudo que halla sido Afrodita la de la idea, después de todo ella sólo tiene medio cerebro.

-También me da gusto volver a verte Eris- una sonrisa irónica y falsa se habia dibujado en los labios de la diosa- Ahora, ¿serías tan amable de llevarnos ante Hades y Persefone?
-Oh pero claro y de paso les haré un Tour de camino al salón del trono.

-¿Es emoción lo que noto en tu voz, mi querida?- pregunto Atenea divertida.
-¡Callate estúpida! No es emoción, es hipocresía.
-Oh sigues sabiendo mentir Eris- una pequeña risa se le escapó a la diosa- Pero no te olvides que a mí es a la única que tú no puedes engañar.

Eris no volvió a hablar y, resignada, comenzó a guiarlos hacia el interior del palacio. Despues de caminar unos metros se encontraron con el río de las almas perdidas y en sus orillas se encontraba Caronte esperando ansioso para llevarlos al otro lado y cobrar su peaje.

-No Caronte, hoy no viajaremos en tu bote- le dijo Eris mientras les hacía una seña a los demás para que la siguieran.
Bordearon todo el río de las almas perdidas hasta llegar a un muro que había en su costado derecho: en el había una puerta y tras esa puerta se encontraba otro río pero con aspecto más bello y luminoso que el de Caronte en la cámara anterior.

Eris los condujo hasta un pasillo que había al lado del río y al otro lado de ese pasillo se podía apreciar otro río. Ellos enfilaron el pasillo guiados por Eris, la cuál les decía.

-Seguro que Atenea y Afrodita conocen este lugar pero para mi querido sobrino y su prometido, que están aquí por primera ves, será un gusto decirles que el río que ven a su derecha es el río de la memoria, cuidado por Mnemosine, la diosa de los Recuerdos y a su izquiera el Río del Olvido, resguardado por Lete, la Diosa del Olvido. Al final del pasillo hay una puerta, tras ella esta el lugar hacia el que nos dirigimos.

El lugar era precioso a pesar de lo peligrosos que podían llegar a ser los ríos que lo llenaban, al menos el río de Lete. Silenciosamente atraversaron el pasillo hasta llegar a la puerta que debian cruzar para llegar a su destino final.

Tras la puerta había un hermoso jardín muy verde y frondoso, con un ambiente tan tranquilizador que daban deseos de quedarse a vivir en el. Habia un río muy cristalino y justo en la orilla había una edificación de marmol muy clásica con una escultura de Perséfone en su interior.

-Estos son los jardines del castillo que dan a los campos alicios dónde descansan las almas de las personas de bien, este es el río de la invulnerabilidad. Todo el que se baña en sus aguas se vuelve invulnerable y si la bebes, inmortal, lo que eso es un tabú muy sagrado- explicó Eris- Lo que ven en la orilla es un monumento de Perséfone, ella nos esta esperando en una mesa que hay detrás.

Todos guardaron silencio cuando por fin llegaron a su destino, la mesa en la que estaba sentada Perséfone era para 12 personas y estaba llena de comida y bebidas.

-Buena Tarde mis queridos visitantes,- saludó cordialmente la diosa- por favor sed bienvenidos a mi humilde morada. ¿Os apetece algo de comer? Debeis tener hambre.

Si eramos sinceros, nadie sentía una pizca de hambre, estaban un poco tensos y algo nerviosos, pues lo único que deseaban era saber de la Madre Monster pero decidieron aceptar el ofrecimiento de Perséfone y sentarse a la mesa a comer.

-Por favor os ruego que disculpeis a mi esposo Hades- volvió a hablar la diosa- Es que fue a darle de comer a Cerbero, adora a ese animal, se preocupa más por el que por mí, pero no importa, si le hace felíz, por mí está bien. Estará aquí en un momento y entonces podremos hablar del asunto por el os mandamos a llamar, mientras tanto coman por favor.

Todos asintieron al unísono y se pusieron a comer como podían, la verdad era que la ansiedad ya estaba apoderandose de ellos y estaban a punto de volverse locos, sin embargo en el momento que probaron el primer bocado se empezaron a sentir mas relajados y hambrientos, hasta finalmente comenzaron a comer con apetito y tranquilidad.

Cuándo todos terminaron de comer, Hades llegó y, saludando de manera muy cordial, se sentó a la mesa.

-Me alegra ver que estáis todos aquí relajados y de buen humor- dijo el dios mientras entrelazaba sus manos con las de Perséfone- La verdad es que el Banquete Encantado funcionó de maravilla.

-Sabía que este era el banquete- interrumpió Atenea a Hades- ¿Por qué, si no, Eris nos habría traído aquí? Aunque necesitabamos relajarnos, felicidades tío, esta vez te has lucido, ¿seguro que se te ocurrió a ti solito o te ayudó Perséfone?

-Me ofendes querdia sobrina, tal parece que no me creyeras capaz ni de pensar.
-Capaz de pensar si eres, lo que nunca piensas cosas coherentes.
-¡Por favor parad!- Eros exclamó algo incómodo- Centremonos en el objetivo que nos trae aquí.

Hades y Atenea se disculparon por su conducta, luego Perséfone chasqueo sus dedos y una bella mujer le trajo una copa de oro bien fino decoradas con diamantes.

-Gracias Mnemosine- La diosa hizo una reverencia al entregarle la copa, se retiró y Perséfone entonces se dirigió a Atenea- Escucha, esta copa contienen agua del río de la memoria, cuando La Madre Monster fue a pronunciar su último manifiesto te reveló el sitio dónde iría a descansar pero cuando caíste en ese profundo sueño parte de tu memoria se borró, cómo ella tenía previsto que eso pasaría, nos pidió a Hades y a mí que te ayudaramos a recobrarla, sólo debes beber de esta copa y tus recuerdos fluirán.

Atenea tomó la copa y miró su contenido por unos minutos, sabía que el agua del río de la memoria era capaz de hacerte recordar hasta los sucesos más lejanos de tu vida, los recuerdos más olvidados en los confines de tu memoria. Sabía que su hermana Afrodita necesitaba beber de estas aguas para recordar a Ares completamente, sin embargo, aún no era el momento, necesita reencontrarse con la Madre Monster y eso era exactamente lo que pasaría.

Finalmente miró a todos en la mesa y sin darle más vueltas bebió el agua. En ese instante los recuerdos comenzaron a fluir, uno por uno, cada detalle de la conversación con la Madre Monster y también su paradero tras su último manifiesto. Atónita se puso en pié y exclamó.

-¡Sagitario A*, pero claro como no se me pudo ocurrir antes, obviamente, no podía estar en otro sitio, no debía estar en más ningún sitio!
-Espera Atenea ¿de que estás hablando?- expresó Stephanie confundida.
-El paradero de la Madre Monster, el lugar dónde fué a dormir tras pronunciar su último manifiesto, Sagitario A*.

-¿Estás segura de ello tía?- Eros también se puso de pie ante la noticia.
Atenea asintió una sola vez y luego Afrodita volvió a preguntar algo frustrada.
-¡¿Soy la unica que no tiene la más remota idea de lo que están hablando aquí?! ¿Que demonios es Sagitario A*?

-Sagitario A* no es otro que el mismísimo punto dónde se concentran todas las estrellas y los astros en el centro de la Vía Láctea- respondio Psique muy tímidamente- Ese es el lugar de su nacimiento, después se riegan por toda la galaxia, es ahí dónde está la cuna de la Madre Monster.

El silencio se hizo en todo el lugar, pues estaban siendo presas de la sorpresa y el estupor, el paradero de la Madre Monster finalmente había sido revelado.

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