Capítulo 15

Afrodita sin pensarlo corrió a los brazos de Atenea y la abrazó mientras lloraba, de alguna manera, se sentía feliz de que ella estuviera allí y no sólo eso, el abrazo de Atenea hacía que Afrodita se sintiera un poco más consolada.

-Ya, ya, todo estará bien, no te preocupes, todo pronto mejorará- le dijo Atenea con animos de consolarla, la verdad era que, aunque no se hibieran visto en siglos, seguía sin soportar verla llorar.

-¿Por qué tenía que pasarme esto? ¿Por que Afrodita tenía que renacer en mí? Yo no pedí ser Afrodita, no quiero serlo- la desesperación que sentía Stephanie era tal que no podía parar de llorar.

-Es verdad- dijo mientras acariciaba su cabeza.- Tú no eres ella, jamás serás cómo ella y ¿sabes por qué? Porque tú eres mucho mejor, en todos los sentidos. Sin embargo, hay una razón por la cuál Afrodita renació en tí y la debes descubrir.

-¿Pero cómo lo hago? ¿Tú sabes algo?
-Sí, sé algo pero no me corresponde a mí decírtelo.
-¿Por qué? ¡¿Yo lo quiero saber?!
-Porque no lo entenderías, sólo la Madre Monster Galáctica, nuestra hermana, puede responderte esa pregunta por eso debes ir a ver a Hades y a Perséfone y averiguar que fue de su paradero.

-Pero Eris es la Diosa de la Discordia, no podemos confiar en ella, mentir y destruir es parte de su naturaleza.
-Cierto, mentir es parte de su naturaleza, pero ten presente que también es la Diosa del Caos, el inframundo es su hogar y este asunto de la Madre Monster perdida también le concierne a ellos ya que la necesitan para que su reino, al igual que el nuestro y el sistema solar entero, recuperen el equilibrio. Soy la Diosa de la Sabiduría y se cuándo alguien miente por muy bien que lo haga.

Afrodita asintió y continuaron su conversación, mientras tanto, Euterpe y Hermes se encontraban aún en la puerta esperando a que Atenea y Afrodita tuvieran su conversación, la cuál, parecía no acabar nunca. Cada segundo que pasaba se hacía más insoportable esperar, necesitaban que su reina se sintiera mejor, si esa crisis no pasaba estarían arruinados.

-Tened calma, no dejeis que el desasociego os afecte- dijo una dulce voz femenina, sacandolos de su trance.

Al Hermes y Euterpe mirar de dónde provenía la voz pudieron ver a Polimnia, la musa de los cantos sagrados, la poesía sacra, el arte de la escritura, el silencio y la discreción.

Ella se encontraba recostada a un pilar, al otro extremo del salón de la planta alta en el que se encontraban los aposentos relaes y los miraba de manera muy dulce, mientras llevava un pergamino en sus manos.

-¡¿Polimnia, tú dijiste eso?!- el asombro que expresó Euterpe era tan grande que Polimnia no pudo evitar reírse.

-Sí, ya se que son las primeras palabras que digo desde que nuestra reina regresó, pero sólo estaba siendo discreta, ella necesitaba pasar por todo esto sin nuestra influencia.

-Pero ahora esta pasando por una crisis y todo está muy mal para ella- dijo Hermes con preocupación.
-Correcto- respondió Polimnia.- Sin embargo, era necesario, esto sería muy traumático para cualquiera.

-¿Que podemos hacer? Llevan ella y Atenea mucho rato solas y esta espera es realmente insoportable- dijo Euterpe ansiosa.
-No te preocupes querida hermana, yo entraré. El mochuelo de Atenea me visitó mientras ellas conversaban, me trajo un mensaje de la propia Atenea pidiéndome que me reuna con ellas.

Euterpe y Hermes asintieron y entonces Polimnia avanzó hasta el portón de los aposentos de Afrodita: abrió las puertas grandes, lo suficiente para poder pasar sólo ella y que los demás no pudieran ver su interior, y luego, cerró las puertas tras sí.

En la habitación se encontró a Afrodita sentada en la cabezera de la enorme cama y a Atenea sentada a los pies tejiendo algo, la reina vestia un vestido tejido muy sencillo de color rosa y su cabello estaba recojido en una coleta.

La verdad esto impresionó a Polimnia pero, como era natural en ella, se mantuvo discreta y no hizo ningún comentario. Afrodita, a su vez, parecía estar perdida en sus pensamientos, por lo que no se percató de la presencia de la musa hasta que esta se arrodilló frente a ella y le dijo con mucho respeto:

-¿Me mandó a llamar señora?
-Así es- le respondió la diosa con mucha amabilidad.- ¿Trajiste lo que te mandé a pedir con Minerva?
-Sí exelencia- dijo mostrándole el perganino que llevaba en sus manos.- Aquí está.
-Perfecto, lo vamos a necesitar mas adelante.

Stephanie pensaba en Ares ahora, llevava ya un rato con él en su cabeza, era extraño que a pesar de recordar la historia de ellos le era imposible recordar su rostro o su voz, tampoco recordaba los sentimientos que una vez tuvo por él y eso la aterraba mucho, ¿sería posible que nunca lo halla amado? Estaba empezando a ponerse mal otra vez.

-Hermana- la voz de Atenea la hizo volver a la realidad- tú no recuerdas el rostro de Ares porque esa parte de tus recuerdos aún está cellada, solo la Madre Monster Galáctica puede romper ese sello.
-¡¿Cómo sabías que yo...!?- la sorpresa ante la manera en la que Atenea había intuido sus pensamientos la tenía de una pieza.

-Tú y yo estamos conectadas.- una sonrisa de suficiencia se dibujó en el rostro de la diosa- Puedo sentir cada emoción tuya, por eso pude intuir en tus pensamientos. En cuanto a la incertidumbre de no sentir nada por Ares, se debe a que tus emociones también están celladas y, por eso, Polimnia está aquí. El pergamino que trae es un diario que escribiste en la epoca en la que solíais veros Ares y tú, leerlo puede ayudarte.

Stephanie miró el pergamino en las manos de la musa dudosa, sin embargo decidió tomarlo en sus manos y, con algo de miedo, empezó a leer sus líenas.

A medida que avanzaba en la lectura las lágrimas seguían corriendole, para cuando terminó de leer, ya todo le había quedado muy claro.

-Por dios como pude olvidarlo- se secaba las lágrimas rapidamente- Ares era el hombre que yo más amé, el más especial. Lo que me revienta es que a pesar de recordarlo todo, aún no puedo recordar su rostro o su voz.

-Porque La Madre Monster Galáctica selló esa parte de tu memoria junto con otros recuerdos que también están sellados en tu mente, recuerdos que no podrás recobrar hasta que la encuentres y ella los libere

-Majestad si me permitís hablar- intervino Polimnia por vez primera en la conversación- Creo que deberíais ir al Castillo del Inframundo en Plutón como Eris os solicitó, Hades y Perséfone saben de su paradero.

-Tienes razón, se acabó la espera- Stephanie se puso en pié y se dirigió a las puertas dónde se encontró con Hermes y Euterpe del otro lado, ansiosos- Escuchen amigos, lamento mi comportamiento, fuí muy descortes, les prometo que no se repetirá.

-No majestad, descuide- le dijo Hermes- sabíamos que estabais bajo mucha presión, no hay problema.

Hermes estaba impresionado ante el aspecto de la reina, había dejado de verse como Afrodita para verse más cómo la chica que solía ser cuándo vivía en la tierra, a pesar de que esto lo desconcertaba prefirió no decir nada y guardó silencio.

-Bien, me alegra escucharlo- dijo la reina agradecida- El sol ya se ha puesto por lo que el plazo de Eris se ha cumplido. Quiero que ustedes permanezcan alerta y cuiden el castillo, Atenea y yo iremos a Plutón para ver a Hades y Perséfone en el Castillo del Inframundo.

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