Capítulo 12
Mientras tanto Afrodita estaba en el palacio buscando las palabras y el valor para encarar a Mark, ya Hermes le había dicho que aún seguía en su habitación y que no había salido de ahí.
Sentada en su trono no paraba de pensar en su vida terrestre, cuando se reencontró con su hijo y como después este se reencontró con su amor. Si de algo estaba segura, era de que el destino había hecho que se reencontraran para poder arreglar las cosas, esa parte le tocaba a ella pues fue la que más daño causó.
-Majestad no temais- la voz de Anthea la trajo de vuelta a la realidad- El jóven Psique la perdonará.
-¿Cómo puedes estar tan segura?
-Porque yo os observava, no hacía poco que estaba en la tierra buscandoos, yo llevava varios meses allí, y en todo ese tiempo pude ver cómo os ganabais el cariño de ambos chicos, a pesar de que estuvierais mal, siempre les regalabais vuestra mejor sonrisa. No tengáis miedo, id, encarad al chico y decidle que lo sentís.
Afrodita asintió mientras se ponía de pie para dirigirse a la habitación de Mark, ya no podía seguir restrasando lo inevitable, si quería que su hijo la perdonara, debía empezar por Psique.
A medida que se acercaba a la puerta de la alcoba del chico sentía mas miedo, de pronto una melodía empezó a escucharse en el interior de la habitación, ella pudo reconocerla porque cuándo vivió en la tierra solía ser una de sus canciones especiales: When I Look At You de Miley Cyrus.
-Seguro es su spiker, debió haberlo llevado consigo cuándo fuimos traídos aquí- pensó Afrodita mientras seguía escuchando en la puerta.
De pronto esta se abrió y, del otro lado, estaba Mark quién se había percatado de su presencia. Durante algunos segundos permanecieron, uno frente al otro, mirándose hasta que Mark fue el que rompió el incómodo silencio.
-Sabía que estabas ahí, la verdad has superado mis expectativas porque no creí que vinieras.
-¿Tan mal criterio tienes de mí?- la voz de Afrodita se quebró por la tristeza y la culpa.
-¿Me dejaste otra opción?
-Supongo que no.
Mark se hizo a un lado para que Afrodita pasara y, una vez dentro, cerró la puerta. La canción seguía sonando y la tensión se podía notar.
-¿Esa canción...- empezó a decir Afrodita- ...es por er... quiero decir por Carlos verdad?
-¿Por qué te corrijes? Es por Eros por quién me preguntas, ¿no? Deja de medirte.
-¡¿Has recobrado la memoria?!
-Sip, he recordado nuestro turbulento pasado y no, esta canción no es para Eros, es para ti.
-¿A qué te refieres?
-Afrodita yo recuperé la memoria desde que puse los pies aquí, la noche que cantaste en el Super Bowl un brillo cegador nos redeo a ti, a mí y a Eros, revelandole a las musas nuestras identidades. Eso les permitió actuar trayendonos aquí.
<<Yo perdí el conocimiento en el mismo momento que eso pasó e inconciente comencé a soñar, esos sueños eran mis recuerdos, al abrir los ojos ya sabía quién era y por que estaba aquí.
-Eso explica por qué estabas tan distante conmigo y me mirabas con temor, como si te fuera a hacer daño.
-Sí- Psique tenía la mirada perdida en algún lugar de la habitación.
La canción seguía sonando, pues él la había puesto en repetición continua. Esa canción hacía a Afrodita pensar en Ares, también en su hijo Eros y en Psique; de pronto las lágrimas amenazaban con salir. Sabía que si quería que Psique la perdonara debía hablar, era la única oportunidad que tenía.
-Psique- comenzó Afrodita- si ya has recobrado la memoria desde mucho antes que Eros y yo, deberás saber que estoy aquí para pedirte perdón.
-¡¿Qué?!- el chico no daba crédito a lo que estaba escuchando, ni en sus sueños más salvajes imaginaria a Afrodita pidiendole perdón, eso sí lo tomó por sorpresa.
-Sí, estoy aquí para pedirte perdón, fui demasiado cruel contigo. Te hice sufrir y te obligué a hacer cosas que no tenías que hacer, sin tener el derecho- ya las lágrimas estaban saliendoseles y su voz estaba quebrada pero no se detuvo- Creí que le harías daño a mi hijo pero estaba equivocada, fui tan estúpida que no fuí capaz de ver lo mucho que ustedes se amaban, me dejé cegar por mi orgullo y te causé mucho dolor de verdad espero que algun día puedas...
Afrodita no tuvo tiempo de terminar sus palabras pues Psique la estaba abrazando en ese mismo momento, ya los dos lloraban y el tiempo parecía haberse detenido.
-Yo ya te perdoné- le susurró Psique al oído- No te sientas más culpable ni te reproches nada, no es necesario.
-¿Pero cómo puedes perdonarme así tan fácil?
-Porque desde que recuperé la memoria no he dejado de pensar en nuestra vida terrestre, en cómo me apoyaste a mí y a Carlos cuándo nos conocimos. Quizá, si no hubiesemos vivido como terrestres sin memoria, ahora yo te odiaría pero no, no te odio porque se que has cambiado, te pude conocer sin tener recuerdos y en vez de despreciarme me diste amor cómo si fuera otro de tus hijos.
-Es que tú eres mi otro hijo- el abrazo se prolongaba pero no les importaba, se sentían tan a gusto abrazados, por fin se sentía bien, ligera, como si se hubiera quitado un peso de encima.
Eros irrumpió en la habitación en ese mismo instante y la vision de su madre y su chico abrazados lo dejó sin palabras; estaba tan consternado que salió corriendo y los abrazó a ambos.
-¡Eros!- exclamaron al unísono.
-Callaos- les pidió Eros con emoción- este es el momento mas felíz de toda mi vida y no quiero que lo arruineis y mamá, quiero que sepas que nunca estuve enfadado contigo. Yo te amo y jamás podría sentir otra cosa por ti.
Anthea y Erato miraban desde la puerta felices, finalmente la familia real se había reunido y todos los viejos rencores habían muerto.
-Eris ya no podrá aparecer- murmuró Erato satisfecha.
Pero en ese momento una ráfaga de aire helado comenzo a correr, el cielo se oscureció y una risa burlona empezó a sentirse.
-Oh no- dijo Anthea- ella no.
Afrodita abrió los ojos y, rompiendo el abrazo, se puso alerta.
-¿Que sucede madre?
-No se separen de mí.
-¿Por qué Afrodita? ¿Qué es lo que pasa?- preguntó Psique confundido.
-Nada bueno.- respondió ella en voz queda.
Afrodita sabía de quién se trataba y, si ella era la que venía, sería para buscar problemas, después de todo, era lo único que sabía hacer.
Una silueta femenina apareció en la habitación en ese mismo momento, su cabello era negro como la noche, su piel era como la de un vampiro de los cuentos y el maquillaje de su cara era gótico, sus ojos era el mismísimo reflejo de la crueldad y los miraba de una manera excrutadora.
-Eris- dijo Afrodita destilando odio en su voz- ¿Qué haces aquí?
-¿Esa es tu manera de saludar a una vieja amiga? Que gran decepción.
-¡Deja tus ironías y dime a que has venido!
-Nada, solo a visitar a Eros, después de todo yo soy su tía.
-¡¡¡Tía!!!- exclamó Eros, su asombro era indescriptible.
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