Capítulo 11
YA EN EL PRESENTE
Carlos estaba congelado, incapaz de moverse, finalmente había recobrado la memoria y frente a él, suplicando su perdón por haberle causado tantos infortunio a su amado Psique, estaba su madre.
El aspecto de Carlos había cambiado, sus alas finalmente habían crecido y su piel había adquirido un tono más brilloso. Su mirada estaba perdida, resulta que la persona que más amaba en el mundo, después de Mark, era su madre en el pasado.
Afrodita lo miraba con los ojos llenos de lágrimas y seguía pidiendole perdón con desesperación, pero él no decía nada, seguía estando en estado de shock.
Eros- se repetía constantemente en su mente, tratando de asimilarlo, sin embargo, lejos de hacerlo entró en pánico y batió sus ansiosas alas para salir volando de allí con toda la velocidad que estas le permitían.
-Se a dónde se dirige- dijo Erato de repente- de pequeño le encantaba esconderse ahí.
-¿Y dónde es eso, Erato?- preguntó Calíope curiosa.
-El pequeño estudio que se encuentra debajo del balcón dónde Urania suele trabajar en las noches, justo detrás de nuestro templo.
-Debo ir tras él- añadió Afrodita poniendose en pie- Necesito hacerle ver que lo siento.
-No majestad- dijo Erato- Conozco al chico muy bien, está asustado, necesita tiempo pues esta bomba que recibió fue impactante para él, dejadmelo a mí. Yo hablaré con él.
-Erato tiene razón- dijo Anthea después de un tiempo callada- Eros siempre fue muy solitario y reservado, sólo con Erato era cuando único se abría, siempre fueron mejores amigos, desde que él era un niño y solía pasar tiempo con las musas.
-¡Pero no puedo quedarme aquí quieta sin más, necesito enmendar mis acciones!
-Pues en ese caso- comenzó a decir Polimnia pensativa- Sería mejor que buscases a Psique, es a él a quién tenés que pedirle perdón, ya que fue el principal afectado. Si lograis hacer que Psique os perdone, el joven Eros no será tan arisco con vos.
Afrodita, definitivamente, sabía que las musas tenían razón pero la cuestión era, ¿de qué forma podría llegar a Psique sin que este la rechazara? Era más que obio que después de todo lo que hizo, el chico le tendría miedo y tal vez hasta rencor; pero por otro lado, debía intentarlo.
-Vale- dijo Afrodita un poco más tranquila- Erato, tú ve buscar a Eros y habla con él, se que te aprecia y te escucha más de lo que una vez me escuchó a mí. Yo iré a buscar a Mark.
Erato asintió y partió para el templo con el objetivo de encontrar a Eros, las demás se fueron a palacio con Afrodita. Debían reestablecer la paz entre la familia real si no Eris vendría y la cosa se pondría peor.
Cuando en un reino hay tanta desunión y discusiones La Diosa de la Discordia aparece, invocada por los conflictos, para complicar las cosas de gran manera. Puede que Ares aniquilara a todos los seres con su guadaña, sin embargo Erato estaba segura de que habían dioses sobrevivientes, que se refugiaron en el Castillo del Inframundo, el único lugar dónde Ares no podía llegar.
Estoy más que segura de que ella sobrevivió- Erato abrazó su arpa más fuerte a su pecho mientras seguía hablando consigo misma- Vive en el Hades desde hace mucho y, aunque nadie la ha visto, tengo la seguridad de que se esconde entre las sombras, esperando el momento más indicado para intervenir.
Erato continuó perdida en sus pensamientos todo el camino al templo, también pensaba en la mejor manera de razonar con el joven Eros, pues lo conocía casi mejor que su propia madre y estaba super asustado, por eso debía hacer todo lo posible por calmarlo.
Cuando finalmente llegó al templo se encontró a Urania recostada a la estatua de Afrodita, por la cara que tenía no hacía falta que dijera lo obio, así que sólo le preguntó:
-¿Aún sigue en el estudio de atrás?
-Sí, entró disparado como una bala y desde entonces no ha salido, no quiere hablar con nosotras tampoco. Clío quiso acercarsele y él ni si quiera la miró.
-Está realmente asustado.- la compasión era notoria en la voz de Earto.
-Pero no lo entiendo, ¿asustado de qué? No hay nadie aquí que valla a lastimarlo.
-Le teme a su pasado, sus recuerdos, no quiere aceptarlos. Entró en pánico y hulló.
-Bueno pues aun sigue allí detrás- dijo señalando la puerta que daba al estudio- Espero que tengas mejor suerte que nosotras, yo me iré para el prado con las demás musas.
Erato asintió y miró la puerta, se encaminó hasta ella e inspiró profundamente antes de atravesarla.
Miró bien el lugar y, junto a la silla de piedra rodeada de plantas, estaba Eros sentado: acurrucado a sus rodillas y la mirada perdida.
Erato sólo lo miró un instante y luego se sentó en la silla de piedra para tocar, con su arpa, una melodía que él pareció reconocer, aún así continuó en silencio.
Erato comenzó a recitar un poema mientras tocaba el arpa, durante un rato lo hizo hasta que se percató de que Eros había dejado de estar perdido en sus pensamientos y se hallaba prestando atención al poema. Asi que, cuando hubo terminado, miró al chico a los ojos y le habló.
-Ha pasado mucho tiempo pero lo recuerdo perfectamente. Solías venir al templo para aprender las bellas artes, nosotras fuimos las responsables de tu educación y, aunque amabas todas las manifestaciones del arte, siempre pasabas mas tiempo conmigo porque la poesía lírica era tu favorita. ¿Lo recuerdas? Una vez dijiste que yo era la única amiga que tenías.
Eros parecía perdido dentro de sí mismo pero escuchó cada palabra que la musa dijo y, inspirando aire, le respondió.
-Sí, lo recuerdo muy bien, de niño solías contarme historias sobre Venus, la tierra y los dioses que habitaban en cada planeta- sus ojos se pusieron vidriosos por las lágrimas, amenazando con salir- Me encantaba visitarte porque ademas de contarme historias me recitabas poemas, los más bellos de la historia que me hacían sentir identificado y después, con el tiempo, te fuiste volviendo muy importante para mi, una amiga con la que podía contar, que sentía que me entendía.
<<No mentí esa vez que te dije que eras la única amiga que tenía. Madre era super especial para mí y, desde que recuerdo, era el ser que más adoraba y que siempre estaba a mi lado, hasta que llego Psique y ella se puso en nuestra contra e hizo todo para...- incapaz de continuar rompió a llorar, sentía un dolor en su alma, estaba realmente lástimado.
El muro de lejanía que había puesto Eros finalmente calló y se abrió a Erato, su mejor amiga en el pasado.
Ella, por su parte, se levantó de la enorme silla de piedra y se sentó en el suelo, junto a él, extendió sus brazos y lo abrazó.
-Er, tu madre hizo lo que hizo porque te amaba,- dijo ella con un tono de ternura en su voz- porque quería lo mejor para tí.
-¿Que clase de amor es ese que intenta separate de la persona que tu más amas?
-Amor de madre- aclaró Erato con mucha calma- Escucha, tu quizás no lo sepas pero, cuándo tú naciste, Urania leyó en las estrellas un presagio que hablaba de ti y sobre tu futuro.
-¿Qué presagio?- preguntó Eros curioso.
-Cuando naciste Urania leyó las estrellas, suele hacerlo cuando nace alguien de gran importancia para el planeta Venus, y lo que había en ellas era desgracia. Urania, asustada, fue a ver tu madre y le informó la situación, Afrodita juró hacer todo lo que estuviera a su alcance para impedir que ello ocurriera. Por eso es que ahora está pasando todo esto.
-¿Qué decía ese presagio?
-Decía que tu primer amor vendría de Libra y, cuando eso ocurriera, una gran desgracia se cerniría sobre nosotros. Eventualmente se refería a que Cronos descubriría lo del romance de nuestra reina con Ares y también el fruto de su amor, entonces vendría sobre nosotros a ajusticiarnos por haber violado el tabú mas sagrado de la historia, pero no teníamos manera de saberlo.
<<Hasta que ocurrió, todos pensabamos que la desgracia la tendrías tú, enamorandote de Psique, luego, cuándo te deprimiste por su falta de confianza, pensamos que el presagio de las estrellas ya se estaba cumpliendo y por eso Afrodita se volvió tan cruel con ese chico inocente.- dijo Erato con pesar.
Eros escuchó atentamente todo lo que su amiga le había contado y, con calma, lo analizó detenidamente.
-Eso no le daba derecho a meterse en mi relación con él- Habló Eros al fin, después de un rato.
-Cierto- respondió Erato con dulzura- Sin embargo, las madres siempre intentan proteger a sus hijos a toda costa porque los aman más que a su propia vida, quizá los métodos que utilicen de vez en cuando no sean los adecuados, pero lo hacen con la intención más pura que puedan tener.
Eros aún continuaba perdido en sus pensamientos sin decir una sola palabra, Erato lo conocía muy bien y sabía que estaba empezando a ceder, aún así decidió añadir:
-Recuerda cuando estudiabas con nosotras en nuestro templo, Calíope solía decirte que el perdón a veces podía ser el camino mas difícil y doloroso, aún así, sólo cuándo había perdón el dolor se iba y podríamos sentirnos libres. Con el perdón podemos seguir adelante, por eso es importante que en tu corazón halla lugar para perdonar, es la regla número uno.
-No lo se yo...- dijo Eros con dudas.
En ese momento comenzó a recordar la época en la que solía vivir en la tierra como ser humano ordinario y todas las veces que el se sintió solo, marginado, que no valía para nada, que sintió que no le hacía falta a nadie. Entonces recordó cuando conoció a Steph: cómo ella fue capaz de devolverle los deseos de vivir, como le trajo alegría a su vida, le enseñó a aceptarse a sí mismo, como le demostró que tenía un gran valor, estuvo ahí para él en los momentos cruciales de su vida humana y lo apoyó cuando se reencontró con Mark, además de que nunca soportó verla llorar.
En ese momento lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos y, luchando contra el llanto, dijo:
-Tienes razón, ¿cómo podría guardarle rencor al ser que más me apoyó en la vida, que me quiso cuando nadie más lo hizo y que siempre me protegió aunque el método que estuviera usando no era el mas apropiado? Afrodita es mi mamá y la amo con todo mi corazón, con sus defectos y sus virtudes.
-Así se habla príncipe, así que adelante, ve, busca a tu madre, abrazala y dile que la quieres, que no le guaradas rencor por lo que hizo y que lo entiendes.
-Sí- afirmó Eros con convicción y, poniendose en pie, alzó el vuelo rumbo al palacio.
Erato se puso de pie segundos después de que Eros se fuera y miró la salida mientras pensaba en lo fuerte que era su pupilo predilecto y en lo orgullosa que estaba de él, definitivamente Eros era el ser más querido que había tenido Erato en su vida.
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