Capítulo 10
*DE VUELTA EN EL PRESENTE*
Finalmente todo estaba claro, ya no había duda, tampoco nada a lo que culpar, ella era Afrodita, la diosa del amor y la gobernante legítima de Venus. La música aún sonaba, Calíope seguía cantando y la canción llegaba a su final; Steph abrió sus ojos, y caminando hacia el frente, se posicionó justo en el centro de la habitación, en medio de las nueve cabinas que llevan a los planetas.
Ella conocía bien la canción, recordaba hasta la vez que la escribió: le hizo una señal a Calíope para que guardara silencio, miró a las musas con una mirada profunda, inspiró aire y empezó a cantar el último estribillo de la canción.
Me tocaste y sentí
que podría morir.
Me pregunto si esto es amor,
si esto es amor.
Tú vienes de lejos,
Otro espacio-tiempo.
Me pregunto si esto es amor,
Si esto es amoooooooooor.
Diosa de Amoooooooor.
Venus.
En ese momento un brillo sorprendente comenzó a emanar de Stephanie, el santuario también empezó a emitir luz, la cuál fue recorriendo todo el lugar hasta concentrarse en el planeta que se encontraba sobre el techo del torreón principal.
La luz iluminó con un resplandor deslumbrante que cubrió todo el planeta y, poco a poco, fue restaurandose: los jardines del palacio que estaban secos volvieron a florecer, la fuente que permanecía sin agua volvió a llenarse, en las tribus había un río; que dividía ambos terrenos pero permanecía seco hasta que el brillo hizo que las aguas volvieran a su cauce, los jardines afrodisíaco que también se hallaban en el patio del santuario volvieron a florecer y el lago volvió a llenarse de agua, la superficie amarilla del planeta tambien fue cambiando hasta adquirir un tono más claro y el cielo amarillo adquirió un tono blanquecino volviendolo más resplandeciente y el Santuario también adquirió un tono más blanco en sus paredes, convirtiéndose en el lugar más luminoso de todo el planeta.
El verdadero poder del Santuario de los Planetas finalmente había sido liberado y por ende, el planeta había sido salvado, pués este gigantesco poder lo había restaurado.
El brillo del santuario empezó a disminuir hasta finalemente desparecer, mientras que en su interior el brillo proveniente de Stephanie aún no cesaba pero su aspecto comenzaba a cambiar: sus cabellos rubios se ensortijaron y adquirieron un tono más castaño, su camiseta rosa despareció, su sostén de tela se transformó en un sostén de conchas, sus baqueros también desaparecieron, junto con sus pantis y sus zapatos, sus bragas también se transformaron y en su lugar aparecieron unas bragas que parecían hechas de conchas y flores, además de aparecer unas franjas de colores en su rostro.
Después de este cambio de aspecto el resplandor que la rodeaba empezó a amainar hasta que, poco a poco, desparecio y devolvió el salón a normalidad y quietud que tenía en sus inicios, pero el aspecto de Steph había cambiado, haciéndola ver completamente distinta a cómo todos en la tierra la habían conocido.
-Finalmente ha renacido- dijo Anthea.
-Sí, justo cómo había pensado- dijo Calíope- Escuchar la canción, que le escribió a su amante, hizo que sus recuerdos finalmente despertaran.
-No sólo eso- dijo Euterpe espectante- Al unirse a nosotras tomando el lugar cómo la cantante principal liberó todo el poder que estaba sellado aquí.
Steph, sin embargo, se sentó en el suelo y, abrazandose a sus pies, comenzó a llorar desconsoladamente.
-Majestad- dijo Erato de manera sútil- ¿Habéis recobrado la memoria?
-Sí- dijo ella entre sollozos- Ya lo recordé todo: Ares, nuestro amor, Cronos, la catástrofe, mi hermana, mi discusión con...- su llanto se intensificó, la culpa, el dolor y la trsiteza estaban recomiendo sus entrañas- ...con mi hijo- logró decir entre tanto llanto.
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Mientras tanto Carlos y Mark permanecían dormidos con sus cuerpos desnudos, habían hecho el amor y estaban abrazados: Carlos se encontraba acostado boca arriba en la cama y Mark estaba acurrucado en su pecho con su cabeza apollada en él.
En ese momento Carlos comenzó a despertarse, abrió sus ojos y al contemplar la escena que estaba protagonizando con Mark no pudo evitar sonreirse, todo era justo cómo lo había soñado desde aquel momento en que él y Mark se besaron en los baños de la iglesia, se sentía tan felíz pues al fín tenía todo lo que deseaba pero, extrañamente, aún sentía que le faltaba algo, cómo si hubiera olvidado algo.
En ese momento recordó que Stephanie estaba en la habitación contigua y, por alguna razón que no entendió, deseaba verla más que nunca, así que levantandose con cuidado para no despertar a Mark buscó que ponerse, pues la ropa que traía ya estaba muy sucia.
En la esquina de la habitación, junto a la ventana, había un viejo baúl, lo abrió despacio y buscó en su interior que, para su suerte, estaba lleno de ropa masculina; se puso unas pantaletas que encontró y después, por encima, se puso unos pantalones blacos ajustados que le daban un toque muy sensual, pero, cómo no encontró camisetas, salió de la habitación con su torso desnudo.
En el pasillo se encontró con Hermes, el cuál parecía aguardar algo.
-Hola Hermes, ¿Stephanie esta despierta?- preguntó Carlos muy cortesmente.
-Sí, la señorita está despierta desde hace horas pero no está en sus aposentos.
-¿A no? ¿Y dónde está?
-En el Santuario de los Planetas, mi señor.
-¿Qué es eso y dónde está?
-El Santuario de los Planetas es un templo, por el cuál se puede acceder a los demás planetas, es la fuente de poder de nuestro reino y está detrás de palacio. Id hasta la puerta que da a los jardines, atravesadlos hasta que salgais a la parte de atrás del castillo y allí, justo al frente, se encuentra en todo su esplendor el Santuario de los Planetas.
-Prefecto, gracias Hermes.
-Para serviros.
Dicho esto enfiló en la dirección que Hermes le había indicado y atravesó la puerta que daba hasta los jardines del castillo y la visión de su aspecto lo había dejado sin habla.
¿Cómo era posible que se viera de esa manera tan viva y esplendorosa si el mismo lo había visto con Steph cuando llegaron a Venus? Parecía un desierto y ahora lucía como un paraíso verde, sin duda algo raro estaba pasando, en ese momento tuvo un extraño presentimiento que lo hacía sentir triste y abrumado.
Necesitaba ver a Stephanie, debía verla, no podía esperar más; así que ignorando el bello aspecto del jardín corrió hasta la puerta trasera que salía del palacio y mirando El Santuario de los Planetas, se dirigió hacia allá.
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Afrodita permanecía en el suelo, abrazada a sus pies, incapaz de detener sus lágrimas, se sentía tan desdichada y culpable. Euterpe, apiadada de ella, se sentó a su lado e intentó consolarla.
-Vamos Af, no llores por favor, tu sólo querías proteger al jóven Eros.
-¿Protegerlo?- dijo Afrodita llena de odio hacia sí misma- Le hice daño, me deshice del chico que amaba, soy horrible.
-No tenías modo de saber que el oráculo de Urania se refería a ti y no al él.
-Pero...
-¡¿Qué está pasando aquí?!- dijo Carlos, irrumpiendo de pronto en el salón y percatandose del nuevo aspecto que tenía su mejor amiga- ¿Stephanie? ¿Qué te pasó? ¿Por qué luces así?- en ese momento ella lo miró a los ojos y, al meterse en ellos, Carlos pudo ver que ella lloraba- ¿Steph? ¿Qué... Qué te pasa? ¿Por qué lloras?
Los ojos de Carlos también se inundaron de lágrimas, no soportaba verla llorar o triste, eso acaba con él, era como si le enterraran un puñal en el pecho.
Sin dudarlo se acercó a ella hasta estar muy cerca, y arrodillandose frente a Afrodita, extendió su mano y secó con su pulgar la lágrima que asomaba en su ojo derecho.
-Por favor no llores, te lo ruego- dijo él luchando con sus propias lágrimas para no ponerse a llorar.
-¡Hijo mío!- exclamó Afrodita desesperada y, lanzandose a él, lo abrazó muy fuertemente mientras le suplicaba- ¡Perdóname! ¡Por favor perdóname! ¡Yo creí que te protegía pero me equivoqué! ¡Por favor, por favor, perdóname!- su desesperación era tan desgarradora que todos los presentes en la sala también lloraban.
Carlos estaba atónito con todo lo que estaba pasando, por qué razón ella lo abrazaba así, por que lo llamó "hijo mío", por qué le pedía que la perdonara, no podía entenderlo. Apretandola fuerte él le devolvió el abrazo y empezó a decirle:
-Pero Stephanie, ¿de que hablas? Tú no me has...- en ese momento sus ojos se abrieron a la verdad y los recuerdos impactaron en su mente causando un shock grande en él, lo recordó todo.
RECUERDO DE CARLOS.
-¡Eros!- exclamó Afrodita algo exasperada- ¡Eros, ven aquí de inmediato!
-¿Sí madre?- dijo Eros entrando en la sala.
-Tengo un trabajo para tí.
-¿Sí? ¿De qué se trata?
-Necesito que vallas a la tribu de Libra y busques Psique.
-Espera, ¿Psique? ¿Ese no es el príncipe de esa tribu?
-Así es, quiero que lo encuentres y lo abduscas para que valla a la tribu de Tauro, una vez allí, haz que se encuentre con el tauriano más feo y ruin de la tribu y lo fleches para que se enamore de él y, así, se convierta en un infeliz desdichado por su amor.
-¡Pero Madre!- exclamó Eros ante tal petición- ¿Por qué hacéis esto? Ese joven no se ha metido con vos. ¿No será que estas celosa porque la belleza de ese chico es comparable con la tuya?
-¡No seas tan insolente!- exclamó Afrodita airada- ¿Desde cuando me has conocido por vanidosa? Te estoy ordenando esto porque ese chico es una amenaza para nosotros, así que deja de cuestionar mis órdenes y cumplelas.
Eros no planteó más oposición y, agarrando sus flechas del amor y su arco de la atracción, partió con el objetivo de cumplir las órdenes de su madre. De pronto él extendió sus enormes alas y vatiendolas emprendió el vuelo rumbo a la tribu de libra.
Cuándo llegó allí usó su habilidad para hacerse invisible y se puso a buscar al príncipe, con el objetivo de abducirle y llevarle con el jóven más feo de Tauro y flecharle.
Después de un tiempo, logró encontrarlo junto a un lago que estaba detrás de la capilla dónde vivían los reyes, parecía jugar con el agua muy distraído. Cuándo Eros se preparaba para ejecutar las ordenes de su madre, pudo notar el rostro del chico e incapaz de moverse sólo podía admirar tal belleza que lo había dejado embelezado.
En ese momento se olvidó de su misión y lo único que deseaba era observarlo: su cabello era negro como la noche, sus ojos eran finos dándole aire oriental, sus labios eran perfectos y era delgado.
Durante horas Eros observava a Psique sin siquiera moverse para que su presencia no fuera notada, aunque el sabía mejor que nadie que, aunque lo notaran, no podrían verlo pues se había hecho invisible a ojos humanos.
Tras rato de observarlo sintió una tentación muy grande de acercarse más, el sabía que no debía hacerlo pero sentía una necesidad insoportable de hablarle, así que sin pensarlo más comenzó a caminar por la llerva sintiendose sus pasos.
Psique al sentir el movimiento tras de él se volteó asustado para ver de quién se trataba pero no había nadie ahí.
-¿Quién esta ahí?- pregunto con cierto tono de pánico en su voz- Os exigo que deis la cara, mi... mis guardias andan cerca.
-No temais jóven príncipe- dijo Eros aún invisible- No os haré daño.
-¿Dónde estáis? No os puedo ver.
-Estoy parado justo en frente de vos, lo que no me podeis ver, de hecho nadie puede. Sólo quién yo desee podrá hacerlo.
-¿Y por qué no os revelais a mi ya que me percaté de vuestra presencia?
-Porque soy un dios, Eros, primogénito de Afrodita. Soy dios de la atracción a primera vista y el amor también, sin embargo, el tipo de amor que rijo yo no es el mismo que mi madre: el amor de ella es físico y se basa en la pasión y alegría, pero el mío no, el mío se basa en sentimientos y en enamorase desde el corazón. Por eso no permito que me veáis, es necesario que me conozcáis primero por dentro y luego todo lo demás vendrá.
En ese momento Psique se incó de rodillas y dijo:
-Oh mi señor, sois el príncipe heredero de Venus. Los venusianos han hablado mucho de vos pero nadie ha podido veros nunca. Me honra estar en vuestra presencia, soy vuestro humilde servidor- en ese momento sintió un toque super cálido y suabe que lo sujetaba por ambos brazos, al parecer Eros lo había sujetado y quería que se pusiera en pie.
-De pie mi bello príncipe, no vine aquí para que me adoreis, sólo vine para conoceros mejor.
-¿Y por qué yo? No soy nada especial, además de esa singular belleza comparable a la de la mismísima Afrodita que todos dicen que tengo, no soy nada especial- dijo algo triste.
-¿De veras? Porque tengo la sensación de que eres más especial de lo que te imaginas, solo tienes que mirar dentro de ti.
En ese momento Psique comenzó a reír, era la primera vez que aliguien le hablaba de esa manera tan cariñosa y lo llamaba especial, no por su belleza, si no por su personalidad.
Él era un ser humano también, tenía sentimientos y emociones, también tenía anelos y sueños; el más grande era encontrar al chico de sus sueños que lo amara tal como era y no por su posición ni otras vanidades.
-Por favor no te subestimes así- dijo Eros regresandolo a la realidad- Tienes un gran valor.
En ese momento Psique volvió a reír y Eros pensó que era la sonrisa mas hermosa que había visto en su vida, desde entonces, Eros solía ir con psique a todas partes, cuando estaban solos hablaban sobre sí mismos, sus vidas y lo que desearían. Eros le contó a Psique la historia de su infancia y cómo creció:
-Te diré que mi padre es desconocido para todos los venusianos, nadie sabe quién es, sin embargo, yo sí le conozco. Cuando era niño mamá solía llevarme durante las tardes, pasado el medio día, lo cuál sería cada un año venusiano y allá con él permanecía por un mes de su planeta, ya que los días son más cortos y los años más largos, que aquí no es más que medio día.- le contó Eros.
-Interesante- dijo Psique maravillado- pero ¿quién es vuestro padre?
-Tengo prohibido revelar su identidad pero aunque no lo tuviera tampoco te lo diría, ya que posiblemente me juszgarias mal.
-Eso me confirma que sois hijo del Guardián del Silencio, Ares.- dijo Psique de forma cautelosa.
-¡¿Cómo lo...?!- preguntó Eros horrorizado, la inteligencia del chico lo había dejado sin habla.
-Siempre tuve esa sospecha- comenzó a decir Psique- En mi família siempre escuché hablar de un guardián que habitaba en Saturno y que nadie conocía, unirse a él es el más grande de los tabúes y su castigo es la muerte. Durante siglos y siglos nadie había sido capaz de verlo y los que lo hicieron, no vivieron para contarlo. Se decía qué era digno de su nombre pues su silencio era aterrador, el silencio de la muerte, imagínalo.
<<Pero un día se presentó en la reunión de guardianes en nuestro Santuario de los Planetas, todo el sistema solar tembló de miedo pues, si él estaba presente, significaba desgracia, sin embargo dicen algnos criados, que estaban esa vez prestando servicio a los guardianes, que lo que hizo fue alabar la belleza de nuestra reina. Después de eso nunca más se le volvió a ver y desde entonces he pensado que a lo mejor vos seriais su hijo, luego te conocí y tu habilidad para desaparecer de la vista de todos, tu silencio a la hora de actuar y las reservas a la hora de decir quién es tu padre me sacaron de dudas.
-Muy persectivo- dijo de forma condecendiente- ¿Y por qué no me gritas abominación y sales corriendo o me delatas?
-Porque yo creo que el amor es algo puro y hermoso que no debe ser juzgado, uno no escoje a quién amar, simplemente ama. ¿Qué importa si es a Ares? El amor a veces suele jugarnos malas pasadas- se podía notar una lijera tristeza en su voz- El amor no es una aberración, puede que sea prohibido sí, pero no carece de pureza. Vos sois el fruto de un gran amor que fue capaz de romper barreras y sobrepasar murallas sólo para poder estar juntos. Yo se lo qué es amar así.- Cómo no podía ver a Eros no se molestó en voltearse para ocultar sus lágrimas, ya que no sabía a ciencia cierta si él estaba en frente o de espaladas.
-No me digas que hubo un desalmado que se atrevió a romprer tu corazón.
-No importa ya-dijo secándose las lágrimas- Lo he superado es sólo que ver tu historia me hizo recordar lo lindo que es amar.
Ojalá y alguien me amara así- pensó.
Eros estaba tan conmovido por la pureza e ingenuidad que residían en el alma de este chico que no pudo resistir más y lo abrazó por la espalda apoyando su mentón en el hombro de este, el cuál era casi de su tamaño.
Psique podía sentir como si alguien lo abrazara y apoyara su mentón en su hombro derecho, se sintió tan seguro que un calor familiar recorrió su pecho y mariposas volaron en su estómago, en ese momento lo supo, Eros estaba detrás de él, así que con su mano derecha comenzó a acariciar su rostro, aunque no podía verlo, sí podía sentirlo.
Su piel era suave al tacto, en ese momento Psique se volteó para quedar en frente de Eros, colocando su mano izquierda dónde habia estado su derecha, luego con la derecha sostuvo el otro lado de su rostro y cerrando sus ojos comenzó a imaginarselo en su mente mientras lo tocaba; con su pulgar acarició los labios de Eros y al sentirlos se dió cuenta de que eran suaves y ya no pudo soportarlo más, en pleno impulso se lanzó e intentó besarlo, usando sus manos cómo guía para encontrar sus labios.
Eros, por su parte, no lo rechazó y lo besó con ternura, estaba disfrutando cada segundo de ese momento y tras concluir el beso se dieron cuenta de que se habían enamorado el uno del otro.
Eros sabía que tendría que enfrentar la ira de su madre tarde o temprano por haberla desobedecido, deliberadamente, y no solo eso, por haberse enamorado de él en su lugar.
-Mi madre me castigará por esto- dijo Eros- Ella me prohibió hablarte, imagina como se pondrá cuando sepa que lejos de hablarte, me he enamorado de tí.
-¿En serio?- los ojos de Psique comenzaron a aguarse.
-Sí, por eso no volveré a ella, me iré contigo a mi castillo en La Luna, el satélite solitario. Nadie va ese lugar, sólo los que desean estar sólos, pero para eso deberas estar dispuesto a dejarlo todo y seguirme.
-Estoy dispuesto- dijo Psique rapidamente- Lo único que en este momento deseo es estar contigo.
-¿Estás seguro de que eso es lo que quieres? Porque si dices qué sí nos iremos en este preciso momento, no te podrás despedir de tu madre o tus parientes.
-Seguro estoy- dijo convencido.
Sin más dilación Eros lo tomó y se lo llevó a su palacio en la luna, él solía ir mucho a ese lugar cuando era más joven, pues le encantaba estar sólo de vez en cuando y al cumplir su mayoría de edad le pidió a su madre que le contruyera su propio castillo allí.
Después de eso Eros llevo a Psique a la luna, dónde vivió con él, cada noche Eros poseía a Psique, aunque este aún no era capaz de verlo. Psique era feliz, por primera vez en su vida sentía que era amado, puede que su amante fuera invisible, pero no le importaba, se había enamorado de su alma, no de su físico.
Un día Eros le dijo mientras cenaban:
-Quiero que seas mío de por vida.
-Pero si ya lo soy.
-Si pero no del todo, para que seas mío yo debo dejar que mi escencia entre en ti cuándo volvamos a tener intimidad.
-Espera, ¿hablas de correrte dentro de mi? ¿Pero que no lo has hecho aún?
-No- dijo Eros algo avergonzado- Es que no estaba seguro de hacerlo, pero ya lo estoy, quiero poseerte por la eternidad.
-Pues yo quiero ser tuyo y quiero que tú también seas mío.
-Sí y lo seré, pero primero debo marcarte yo. Una vez que lo halla hecho, parte de mi escencia entrara en ti y dejarás de ser un ser humano para convertirte en un Dios, así podremos estar juntos para siempre. ¿Estas dispuesto a hacerlo?
-Sí- dijo encimismado por la intensidad y la dulzura que su voz habia adquirido.
En ese instante Psique sintió como Eros lo cargaba y lo llevava a la cama, le quitaba la ropa y le hacía el amor.
Como todas las veces que Eros le hacía el amor, era maravilloso y caliente, pero esta vez fue tan intenso que Psique calló en estado de Éxtasis pues, en el momento que el semen de Eros entró en él fue el más ardiente de toda su vida y provocó que Psique también se corriera de manera brutal.
Cuándo finalmente terminaron, Eros se quedó al lado de Psique aunque aún era invisible.
-Desearía poder verte aunque sólo fuera por una vez- dijo Psique de pronto.
-Lo sé y comprendo que desees verme, después de todo aceptaste unirte a mí y tener una vida de pareja conmigo sin nisiquiera saber cómo soy, pero no me revelo ante ti pues es la unica forma que tengo de saber que me amas por quien soy y no por cómo me veo.
-Sí pero no puedo evitar sentir curiosidad.
-Paciencia querido mío. Mi escencia esta en ti, sólo es cuestión de horas para que seas cómo yo, sin embargo, sólo podrás verme cuando incidas luz sobre mí.
-¿Por eso no hay velas aquí?
-Pues sí.
Psique abrió la boca para protestar pero ya Eros se había marchado a su alcoba, aun así, Psique estaba determinado a ver a Eros, sentía mucha necesidad de verlo y de pronto se le ocurrió tomar una de las lámparas de aceite que habían en el palacio iluminando los salones.
Con la lámpara en manos esperó hasta que fuera bien trade en la noche, pues en la luna el tiempo transcurría a la par del de la tierra, y se dirigió a la habitación de Eros. Entró sigilosamente, se acercó a la cama y sosteniendo la lámpara sobre su lecho, su cuerpo fue revelado a raíz de la luz.
La visión de Eros dejo a Psique deslumbrado e incapaz de moverse, estaba congelado, pues nunca en su vida había visto un ser de semejante belleza: sus cabellos eran rubios, su piel era blanca y brillante, su cuerpo era escultural y aún estaba desnudo, por lo que pudo apreciar sus maravillosos dotes y simplemente se quedó embelesado.
En ese momento un poco de aceite caliente de la lámpara calló sobre el rostro de Eros, despertandolo por el dolor de la quemadura, al abrir los ojos y ver lo que Psique había hecho batió sus alas y en un instante se puso en pié.
Sus ojos azules atravesaban a Psique, quien en ese momento empezaba a arrepentirse de haber traicionado la confianza de Eros así.
-¿Cómo pudiste?- dijo Eros en un tono que demostraba claramente su decepción y tristeza- Te dije que no me sentía listo para revelarme ante tí, ¿cómo fuiste capaz? Creí que te habias enamorado de mi alma, de mi personalidad, pensé que el físico no te importaba pero me equivoqué.
-Mi amor no digas eso- dijo Psique desesperado- Yo te amo, te amo más que nada en este mundo...
-¡El amor no puede vivir dónde no hay confianza!- le atajó Eros.
Psique no tuvo tiempo de nada pues Eros abrió sus alas y emprendió el vuelo y, a una velocidad asombrosa, se fue por la ventana, dejandolo sólo en la habitación. Psique durante horas lloró odiandose a sí mismo por haber hecho lo que hizo, y molesto con Eros por no haberlo dejado explicarse y haber dudado de su amor.
Eros volvió a Venus y cuando llegó al palacio se encerró en sus aposentos sin dar ninguna explicación, aunque Afrodita no necesitaba que su hijo le contara nada para saber lo que le pasaba, ella era su madre y el vínculo que tenían la ayudaba a saber que pasaba y como se estaba sintiendo, sólo por eso un gran odio hacía Psique nació en su alma.
Había herido los sentimientosnde su hijo y por eso debía pagarlo caro.
Eros habia enfermado debido a la quemadura y la tristeza causada por la desconfianza de Psique, se sentía débil y su cabeza estaba llena de dudas. Afrodita, por su parte, odiaba a Psique dos veces más de lo que lo odiaba antes, ella sabía que él pronto vendría al palacio buscando a Eros y allí, ella, le haría pagar.
Tal y cómo había previsto, Psique se presentó ante ella, sólo deseaba ver a Eros, pedirle perdón por no haber confiado en él y perdirle que regrese. Sin embargo esta vez necesitaría la ayuda de Afrodita para esto, necesitaba su bendición y que ella lo ayudase a hablar con Eros, pero la diosa, rencorosa, le ordena realizar tres tareas, casi imposibles para un mortal, antes de recuperar a su amante divino.
Cómo primera tarea, Afrodita le ordenó ir al templo de las musas y ayudarlas a ordenar los montones de grano mezclados en el suelo del sótano, tenía que ordenarlos en montículos organizados, y debía hacerlo sólo, sin ayuda.
-¡Pero eso me llevará demasiado tiempo!- se quejó Psique.
-¡¿Osas cuestionar mi autoridad?!- le dijo en módo de reprimenda- ¿Os tengo que recordar que fuistes vos quién cometió una deslealtad hacía mi hijo? Por ese motivo no desmereces un castigo.
-Lo siento mi reina- dijo postrandose ante ella.
-Por tú insolencia...- ya la ira de Afrodita era notoria- ...Solo tendrás cómo plazo un tercio de día y ni una queja. ¡Desparece de mi vista ahora mismo y ve a hacer lo que te pedí! Eso, si quieres volver a ver a Eros.
Psique bajó la cabeza y, mientras lloraba por la evidente crueldad de Afrodita se retiró.
Desesperanzado y desdichado se dirigió al templo de las musas a cumplir las órdenes que se le habían dado. Cuándo Eros lo supo intervino, pues aún lo amaba, e hizo que unas hormigas ordenaran el grano por él.
Afrodita se enfureció por este éxito de Psique y le dijo que fuese a un campo dónde pastaban unas ovejas doradas y consiguiese lana de oro. Psique fue al campo y vio las ovejas, pero fue detenido por el dios del río que tenía que cruzar para llegar al campo.
Este le dijo que las ovejas eran malas y crueles y podían matarlo, pero que si esperaba hasta mediodía, las ovejas irían a buscar la sombra en el otro lado del campo y se dormirían, y que entonces podría agarrar la lana que quedaba enganchada en las ramas y la corteza de los árboles.
Psique así lo hizo y Afrodita se enfureció todavía más al ver que había sobrevivido y superado su prueba. Por último, Afrodita afirmó que el estrés de cuidar a su hijo, deprimido y enfermo como resultado de la infidelidad de Psique, había provocado que perdiese parte de su belleza.
Psique tenía que ir a Plutón y pedir a Perséfone, la reina del inframundo, un poco de su belleza que Psique guardaría en una caja negra que Afrodita le dio. Dirigiéndose al santuario de los planetas para abordar el Roket # 1 fue interseptado por Erato, la cuál le dijo:
-No temais jóven Psique, escuchadme por favor, se lo que la reina esta haciendo y, aunque me gustaría que fuera distinto, estoy en contra de su comportamiento.
<<Cuando vallais a ver a Perséfone en el Castillo del Inframundo, que se encuentra en Plutón, deberás enfrentarte al perro Cerbero de tres cabezas, que vigila la entrada, para poderlo pasar necesitaras esto- en esos momentos Psique se percató de que ella llevaba una cesta en la cuál había un pastel y dos monedas de plata- Dale al perro tres pedazos de este pastel de cebada para ganarte su confianza, cuándo estes adentro te toparás con un río en el cuál hay un barquero llamado Caronte; ofrecele una de estas monedas de plata con los dientes y te llevará hasta la otra orilla, en el regreso repite la misma operación.
<<En el agua verás manos saliendo de ella, esas son las almas perdidas de seres del mal que desean volver a la vida, e intentaran tomarte a ti como medio para lograrlo, debes arrojar otro pedazo del pastel de cebada al agua y las manos desaparecerán, cuando llegues a la puerta dale a Cerbero lo que quede del pastel y podréis volver sano y salvo. ¿Os ha quedado claro?- le preguntó mientras le entregaba la cesta.
-Sí musa de la poesía lírica- respondió mientras la miraba con un brillo de agradecimiento en sus ojos- Gracias, de verdad.
Sin más dilación Psique continuó su camino. Cuando llegó a Plutón encontró que todo estaba en silencio, no se sentía ni un murmullo. Saliendo del Rocket # 1, dió unos pasos hasta llegar a unas enormes rocas que se alzaban en frente, a un lado de ellas se podía distinguir algo muy parecido a los peldaños de una escalera, inspiró profundamente y se dignó a subir por ellos y, al llegar hasta lo alto, pudo ver el Castillo del Inframundo que se encontraba justo detrás, en la puerta se encontraba hechado un enorme perro de tres cabezas, por lo que Psique supo que ese debía ser Cerbero.
Antes de encaminarse hasta la entrada miro una vez más el interior de la cesta, y pudo ver que junto al pastel de cebada había un cuchillo, sacó el pastel y lo picó en rebanadas iguales.
Cuándo llegó a la puerta del castillo, Cerbero le rugió con furia y se puso en posición de ataque, listo para saltar sobre Psique y matarlo, sin embargo Psique, con toda la calma de la que fue capaz, sacó tres rebanadas de pastel y se las ofreció cariñosamente.
El perro, al olfatear el pastel, abandonó la posición de ataque y cambió su expresión de perro feroz a la de un perrito juguetón y cariñoso, Psique acarició cada una de las cabezas mientras les daba un trozo del pastel a cada una y después siguió su camino.
Eros, que aún se encontraba en el castillo de Venus, no estaba indiferente a todo esto; no podía creer que Psique hubiera sido capaz de arriesgar su vida llendo al Inframundo, sólo para recuperarlo a él.
Su corazón, que antes albergaba dolor y dudas, ahora estaba seguro de que Psique lo amaba más que a sí mismo, toda la situación sólo hizo a Eros llorar, deseaba tanto pero tanto que Psique tuviera éxito que él, desde su habitación, contactó a Hades y a Perséfone y les pidió que por favor ayudaran a Psique para que pudiera regresar a casa sano y salvo, ellos accedieron pero antes de cortar la línea Eros les pidió que por favor no le contaran a Psique que él intervino.
Mientras tanto, Psique ya había logrado entrar en el castillo y estaba llegando al río dónde se hallaba Caronte. Al llegar allí, sacó una moneda de plata y, ofreciendosela, el barquero lo invitó a montar en su bote. Psique puso la moneda entre sus dientes, justo como Erato le había dicho, y la colocó en la mano a Caronte.
Una vez que Caronte había aceptado el peaje de Psique, se adentró en el río para llevarlo hasta la otra orilla.
-Espero que estés preparado para el camino- dijo la voz grave y aterradora de Caronte- Este es el Río de las Almas Perdidas y cuando sientan que un mortal vivo esta navegando en el, intentarán tomar tu vida.
-S...sí señor barquero- dijo Psique con un atisbo de miedo- Se a lo que me enfrento, estoy preparado.
Sin embargo las manos no aparecieron, por lo que Psique supuso que de seguro esperarían a su regreso para atacar.
Cuando llegaron a la otra orilla, Psique descendió del bote y enfiló un largo pasillo que se alzaba justo adelante, este conducía a un enorme salón donde habían dos enormes tronos y, en ellos, estaban sentados Hades, el dios de la Muerte y Perséfone, la reina del inframundo.
Psique los saludó con una reverencia y en un tono, que reflejaba humildad pura, comenzó a hablar.
-Oh reina Perséfone. Me ha enviado Afrodita desde el planeta Venus, afirma que el estrés de cuidar a su enfermo hijo, Eros, la ha hecho perder belleza y quería que vos le enviases un poco en esta cajita negra- dijo sacando la cajita de la cesta.
-Con que por eso Afrodita os ha obligado a vos, jóven principe de la tribu venusiana de libra, a venir aquí- dijo en tono condescendiente.
-Afrodita siempre ha sido alguien impredecible- dijo Hades, que se encontraba sentado al lado de su reina- Pero esta vez ha superado mis expectativas.
-Ya basta Hades- le reprendió Perséfone para después dirigirse a Psique- Con gusto te daré un poco de belleza para Afrodita.- descendió de su trono para tomar la cajita que poseía Psique.
Perséfone se dirigió a las aguas de la invulnerabilidad, que se encontraban detrás del salón del trono en algo que parecía un enorme lago, recogió un poco de esa agua en la cajita y murmuró un hechizo que hizo que el agua se transformara en una especie de humo brillante, luego regresó con Psique y le entregó la cajita.
-Aquí tenés- dijo ella- Solo os haré una advertencia, mientras estéis de camino al castillo de Afrodita no se os ocurra abirir la caja, bajo ningún concepto debéis hacerlo, ¿entendido?
-Sí diosa, gracias por todo.
-Que tengáis un buen viaje- le deseó Hades y sin más Psique emprendió el camino de regreso.
Una vez más pagó a Caronte el peaje, de camino las manos comenzaron a emerjer del agua y ahí fue cuando Psique supo que debía arrojar otro trozo del pastel de cebada, al hacerlo las manos desaparecieron y llegó sano y salvo a la otra orilla; luego, en la entrada, le dio los trozos restantes del pastel a Cerbero para volver.
Psique abandonó el Castillo del Inframundo y se encaminó hasta el Roket # 1, sin embargo, no entró en el para volver, si no que se sentó en el primer peldaño de la enorme escalera en el peñasco y decidió abrir la caja para tomar un poco de la belleza para sí mismo, pensando que si hacía esto Eros lo amaría con toda segurida, sin pensar en las consecuencias que le podría acarrear el ignorar la advertencia de Perséfone. Dentro estaba un "sueño estigio" que lo sorprendió y lo hizo sumirse en él.
Mientras tanto en Venus, Afrodita miraba satisfecha el cuerpo de Psique tirado en el suelo, finalmente se había desecho de esa molestia, su hijo Eros al fin estaría a salvo de él. Aunque deseaba disfrutar su triunfo por más tiempo debía salir a ver a Madre Monster, su hermana, pues Venus entero estaba en peligro de muerte a causa de su relación con Ares y el nacimiento de Eros, Cronos quería ajusticiarlos y necesitaba de su hermana mayor si quería salir de ese problema.
Eros, que también había estado observando a Psique, lloraba desconsolado y sintiendose culpable por haber sido tan cruel con Psique, lo había perdonado por su desconfianza y estaba determinado a reunirse con él y despertarlo del sueño, pero la enfermedad que padecía lo había debilitado y no podía volar.
Puesto a que no podía volar decidió ir hasta el salón del trono y encarar a su madre para exijirle su bendición y, así, casarse con ese hombre que él tanto amó.
Si se niega- pensó Eros- Me escaparé hasta el santuario de los planetas y, en una de las cabinas, iré hasta Plutón y lo despertaré para despues llevarmelo para mi Castillo en la Luna, dónde ella no podrá interferir.
Cuándo llegó al salón vio que su madre no estaba, la buscó por los alrededores y no la halló, así que se dedicó a esperarla tras el gran portón del salón del trono, que permanecía abierto.
Después de un tiempo de espera por fin su madre estaba de regreso y, para su sopresa, venía acompañada por nada más ni nada menos que la Madre Monster Galáctica, sin duda algo serio debía estar pasando pero no le importaba, aun así la enfrentaría; esperó aque se sentara en su trono para hacerse notar.
-Dime que es lo que quieres y retirate- dijo Afrodita estresada- estamos en serios aprietos y si es para hablar del chico con el que, obviamente, tienes prohibido estar, ahorramelo.
-¡Madre ya os lo he dicho! Amo a Psique y me cansaré con él, os guste o no- reclamó Eros- Lo amo y vos no podréis impedirme que estemos juntos.
-Jamás permitiré que cometas el error de casarte con ese libra- le gritó su madre con autoridad- Te dí una sencilla misión, solo tenías que flecharlo para que se enamorara del jovencito más feo y ruin que tuviera la tribu de Tauro para que se volviera un pobre infeliz prisionero de su amor pero no, en su lugar te has enamorado de él y hasta tal punto que desafias a tu propia madre sólo para estar a su lado.
-Mi decisión esta tomada, por vuestra culpa él ahora calló en un sueño eterno y yo lo despertare y me largaré de aquí muy lejos de vos, jamás me volvereis a ver, os lo prometo.
-Nooooo- gritó Afrodita desperada, todo a su alrededor se desmoroba.
Se puso en pié y lo persiguió pero cuando casi lo alcanzaba una bola de fuego calló sobre él incinerandolo del todo.
FIN DE LOS RECUERDOS.
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