1. El anhelado día

Gota, gota, gota, gota... «¿Acaso no pensaste Mishla?». Gota. Gota. Gota. «¡Te gusta que te golpeen?». Gota. Gota. Gota de sangre... «¿Cuándo será el día en el que aprendas?». Sangre. Sangre. Sangre. Mírame... Sangre. Sangre. Sangre. «No sabes cómo me duele verte así». San... «Por favor no sigas... No vale la pena».

Valer la pena... ¿Arriesgarlo todo por nada? ¿Ni siquiera un pequeño reconocimiento? Nada. Solo humillación y desprecio; eso no es lo que he cosechado todo este tiempo. Pronto tendré que dar cara, pero aun no sé cómo lo haré sin sentirme ofuscada antes las miradas acusativas. Necesito crecer lo más rápido que pueda para dejar de pensar de esta forma, necesito concentrarme y fortalecerme, dejar de lado las dudas y aceptar el pago de mis nefastas acciones.

»Si sigues así, morirás». No me interesa. «Como si él lo notara». Un día lo hará. «Y ese día será demasiado tarde».

—Dame tiempo. —Me dolían los ojos, y las divagaciones se arrinconaban fuera de mí—. Confió en que lo lograré. —Inhale el aire polveado.

No... Tenía algo el "no" que me exasperaba. «Mishla, déjalo».

Embelesada... Lo estaba, lo sabía, me hallo en ese infierno y no lo deseo vivir más, necesito superar y dejar de ver. Hay cosas más importantes a las cuales necesito enfocarme. Si tan sólo comprendiera mi interior y dejará de persuadirme.

Alzo la frente en alto a sabiendas que las fuerzas para ejercer movimientos son innecesarias y, que poco la sangre subiera hasta ahogarme, en un intento de callarme, a lo cual se lo agradecería. Estaba consiente, este era el mismo lugar donde pase dos semanas encerrada junto con el sermón de mi negligencia, junto con las amenazas de ser desterrada. No podía, no ahora tan cerca de las finales para salir en busca del pergamino y así respirar un aire más puro. Sería mi oportunidad poner en práctica mis métodos de ataque, acercándome a la posible posibilidad de matar para así sacar mi frustración con alguien fuera de mi cercanía social, saciando mi curiosidad.

Hay algo más allá de los confines de la arena, hay vida que debe ser más razonable. A veces quisiera apresurar todo y salir en busca de la razón tan rápido que jamás me alcance los míos. Escapar.

Suspiro y dejo que mi cuello repose en el aire, sin tocar nada, al tiempo que con los ojos cerrados mis manos juguetean con el aire con toques metálicos. Las cuerdas de alambre eclud estrujan con mayor insistencia por cada movimiento que hago sin cesar. Es como si me cortara las manos con cada respiración y con ella mi peso aumentará... Duele. Se supone que por ser enemigos de los Ltios no deberíamos mostrar dolor, pero con más de tres horas es difícil no expresar la aflicción. Resoplar y mirar el techo sin mirar no ayuda. Ya brota sangre nuevamente, se percibe en el olor en este ambiente pesado y enjaulado.

Recuerdo que hubo un tiempo donde podíamos tener padres, a los no escogidos son los que... Tienen libertad, siempre rebosantes de gozo. Como los odio, mas no los culpo. Pero los odio, sé que internamente es lo que deseo vivir. No quisiera verme en este instante y denotar como estoy, seguro estaba mejor hace unas horas... Pronto pasará todo, ya se convierte en rutina ser la que siempre rompe las reglas. Sin embargo no quería que cayera en la espalda del chico los tormentos del fracaso. Tenía a su madre mirándolo con esperanzas de que pasará y yo a nadie que me importase. Debo creérmelo, al final la madre sufre más con perder un hijo, y uno tan joven no es la excepción.

No quiero pensar en lo que hice así, aunque conscientemente sigo repitiendo las mismas escenas, reencarnando el instante y felicitándomelo. De una u otra forma no me gusta seguir el rumbo de otros, ya que necesito encontrarme a mí misma y ser mi propio jurado. Quiero recordar todo, hasta el más mínimo detalle con valor, empezar el mediodía mientras la puesta del sol se presentaba sobre las cabezas de todos, expectantes al acto. Mas yo no lo contaré.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top