Siendo Ella

Sofía bajo a la cocina de su casa. Esa mañana la mesa estaba repleta de comida y de alcohol. No había tenido una noche muy tranquila, ya que prácticamente estaba tratando de desahogarse. Sofía sentía que ya nunca regresaría a su vieja vida, ya que tenía ya algo de tiempo desde su último contacto con Mr. Zuzu. Simplemente le resultaba deprimente el pensar que nunca encontraría a Gabriela. Por más que investigaba, no podía lograrlo. Gabriela parecía haberse desvanecido junto a esta dimensión. Era como si ella sólo fuera quien controlaba todo, pero que si presencia de cierta forma resultaba omnipresente. Tal vez el verdadero castigo era volver a Gabriela Dios. Era un pensamiento estúpido que solía cruzar en los pensamientos de Sofía cada cierto tiempo, pero que de cierta forma trataba de olvidar cuando era necesario.

Las cosas habían cambiado radicalmente, pero Sofía simplemente no lo notaba. Sin darse cuenta la Sofía de esta dimensión había logrado tener más control en Sofía del que ella creía. Sofía se notaba un poco más gorda que cuando había despertado en este cuerpo, así como poco a poco había dejado de interesarle el regresar a su dimensión. Solía pasar que en las mañanas tenía esos fuertes pensamientos de nostalgia y de extrañar su antigua vida y su antiguo cuerpo, pero simultaneo a ello parecía que comenzaba a disfrutar esta vida. Estaba consciente que muchos de los mejores momentos de su vida estaban ocurriendo en este cuerpo, así como había comenzado a valorar casi obsesivamente la relación que llevaba con su hermana. Tenía una vida que de cierta forma podría resultarle envidiable a cualquier otra persona en el mundo. A pesar de este control, eso no impedía que Sofía tuviera el pensamiento de escapar todo el tiempo. Era sólo que su tortura actual resultaba menos mala de lo que creía. De cierta manera sentía que si regresaba a su cuerpo, vería toda esta situación como una lección.

Sofía comió un poco de pizza que sobraba, y se sirvió un plato hondo completo lleno de frituras. En la sala estaba su hermana menor, observando una serie de televisión. Parecía muy emocionada, por lo que Sofía procuro no distraerla y sacó su laptop para revisar algunas cosas mientras comía y trataba de despejarse. Le resultaba difícil despejar su mente al levantarse, ya que esa era la hora en la que usualmente se detenía más a cuestionar lo que le rodeaba y todo lo que le llevaba pasando desde ya hace cinco meses. Cualquiera bajo esta situación podría entender lo que ella sentía y lo que le pasaba por la cabeza. Llevaba ya mucho tiempo viviendo así, tarde o temprano ella sabía que estos sentimientos crecerían aún más. Es sólo que no se sentía preparada. Aún se martirizaba cada que pensaba en su situación. Nadie sabía sobre ello. Ella era la única... por eso debía encontrar a Gabriela. Quería aclarar todo lo que había pasado, y tratar de solucionarlo de alguna manera.

- Al rato va a venir Mario - dijo Karla. Sofía sacaba su laptop de un cajón al lado de la mesa, y le brindo una sonrisa a su hermana como confirmación de que le había escuchado lo que decía. Le agradaba que Mario estuviera cerca de Karla, le parecía una linda influencia. No tenía mucho que ella ya había terminado su relación con el chico que Sofía había visto en la plaza aquella vez que creyó haberse encontrado con Gabriela, y esta vez salía con un chico delgado, rico y bastante atractivo. Le resultaba algo gracioso que un chico como este estuviera dentro del extraño fetiche al que se dedicaban, pero no decía nada al respeto ya que notaba que su hermana estaba verdaderamente perdida en este chico.

- No te preocupes, gordis - contesto Sofía - pero que vaya directo a tú cuarto - sabía que probablemente sólo vendría para tener sexo con su hermana, pero no le preocupaba. Sabía que su hermana lo invitaba con el mismo propósito. Al fin y al cabo Karla veía eso como sexo gratis y bueno, por lo que Sofía no tenía problemas para entender ese tipo de dinámica. Ella misma solía tener sexo todo el tiempo, incluso en este universo. Cada cierto tiempo llamaba a algún depravado con el que tuvo sexo alguna otra vez simplemente para encontrarse y follar. La mayoría de estos hombres resultaban raros, pero esto excitaba un poco a Sofía. Le gustaba sentirse sucia cuando practicaba sexo en este cuerpo. A veces las fantasías sexuales de la Sofía de este universo también le hacían ponerse más caliente de lo normal, pero se masturbaba al menos cuatro veces al día. Esa era la forma en la cuál controlar a la otra Sofía, ya que una vez que lo hacía esta parecía aparecerse de una manera menos frecuente.

Karla sonrío y volvió a lo que hacía. Sofía observaba y escribía en su laptop. Había escrito un pequeño artículo acercá del fetichismo y del sexo como herramientas algo terapeuticas. Obvio su enfoque principal se había ido hacía el feederism y el bdsm -ambos fetiches que parecían encantarle en este universo- no trato de ser enteramente científica. Ya se había terminado el bowl de frituras, por lo que se comió las tres rebanadas de chocolate que quedaban de hace un par de días. Solían celebrar de manera frecuente su aumento de peso con pasteles que usualmente no se terminaban. Esto debido a que comían muchas cosas más antés de llegar al paste, pero les servía como comida de emergencia cuando se encontraban sin nada. Sofía se había convertido en lo que más le aterraba. Era una verdadera adicta a la comida, y no hacía ello para adaptarse a este cuerpo, era simplemente una reacción que venía del shock de vivir en esta vida. Solía pensar en ello. y en como esto podría engordarla una vez que regresara a su cuerpo... pero prefería desviarse de esta idea. No le resultaba cómodo ver su realidad psicológica, así que se ocultaba pensando "De todas maneras este cuerpo ya esta echado a perder". Sin darse cuenta estaba adoptando la mentalidad de alguien gordo. Ya era la clásica mujer gorda, la verdadera Sofía ya sólo residía en detalles de memoria.

Tras publicar la entrada, se decidió ir a bañar. Ese día tenía que tener una reunión con unos ejecutivos. Una compañía pornográfica algo grande trataba de hacerla que se interese en trabajar con ellos. Ella no era el tipo de chica que le gustaba tener jefes o algo así, pero estaba considerándolo. Si se iba de ese lugar, no dejaría a esta Sofía en ruina. De cierta manera la importaba y la apreciaba, por lo que quería llegarle a formar una vida. Obvio dentro de ella también existía como plan, por si en cierto punto no podía regresar jamás a su vida anterior. Ese temor existía, pero usualmente lo descartaba a pesar de saber que este tenía una gigantesca probabilidad.

Sofía se levantó y camino hacía su habitación. Dentró de la habitación comenzó a desnudarse. Le costó trabajo quitarse el pantalón, ya que este era más chico de lo que ella recordaba. Lo quito con problema, pero logró hacerlo. Al botarlo al suelo alzo la mirada. Se volvió a mirar al espejo. Era una gorda. Su cuerpo se notaba peor de cuando lo había recibido, no se sentía orgullosa de ello. Tal vez su destino siempre habria sido fracasar incluso como gorda. Era gigantesca y esa idea le confundía y le torturaba de demasiadas maneras. Cualquier otra persona probablemente se hubiera quitado la vida si esto les pasaba, pero ella estaba preparada. No quería ser gorda, quería cambiar. No quería hacerlo en este cuerpo, ya que de cierta manera eso era lo que la mantenía con empleo, pero quería simplemente regresar a casa y celebrar su atlético y lindo cuerpo. A pesar de esto ya podía apreciar un poco la belleza interna, y el propio cuerpo gordo. Había algunos detalles de su peso y su apariencia que le parecían algo lindos e incluso excitantes. Le gustaba que su vagina tuviera algo de gordura a su alrededor, ya que le hacía sentir un poco más "acojinada". Su rostro gordo también le parecía lindo, así cómo los gordos y gigantes senos le hacían sentirse más mujer de lo que se sentía en lo que llamaba "vida anterior". No era su orgullo, pero definitivamente había encontrado algunos pros que nunca imagino en esta "vida gorda" que comenzaba a llevar.

Ya desnuda, entro a la regadera de su baño y comenzó a bañarse. La bañera era grande, y estaba al lado de una tina. Ambos eran gigantescos debido a la apariencia de Sofía. La regadera era casi del tamaño de su cama, así como la tina parecía un bowl gigante donde unas cinco versiones de ella delgada podrían caber. Desafortunadamente incluso eso le parecía algo pequeño a su cuerpo, el cual debido a que cada vez se extendía más, notaba más lo que le estorbaba y lo que debía de ampliar. No estaba segura si en este universo ella deseaba la obesidad a un tal punto de querer estar inmobil, pero trataba de no pensar en ello. Su gorda interna simplemente parecía engordar, sin importar a que extremos podría llegar. Esto le resultaba alarmante, y era uno de los motivos por los cuales ella trataba de escapar de este cuerpo. Su convicción no era lo suficientemente grande cómo para simplemente bajar de peso. Sabía que no sería tan fácil cómo cuando en su antiguo cuerpo subió uno o dos kilos. Si quería bajar esto ya debía de atender con un nutriologo e incluso ir a una clínica, ya que claramente tenía una peligrosa y fuerte adicción a la comida. No quería hacer eso. Tenia mucho conflicto dentro de si.

El agua recorría su gordo y grande cuerpo. Sofía limpiaba su panza, sus senos, su culo y sus axilas. Había notado que tenía ya tiempo que no se rasuraba la vagina, pero lo dejo salir. "No es lo más asqueroso de mí" pensó para sí. En el baño le gustaba a veces ponerse en poses que le hacían sentir linda cuando era delgada. A veces cerraba los ojos y le gustaba fantasear con esa idea. Tal vez todo era un sueño y estaría en casa. Las imágenes del ritual, de su cuerpo, de una Gabriela delgada torturándola... todo parecía tan real. El jabón pasaba por su gigante panza y ella lo frotaba con pena. Sentir la suavidad y la grasa de su gran vientre no le hacía bien. Bañarse también la deprimía, pero al final de todo era el único lugar en el cual podía desahogarse. Ya había tratado algunas veces explicarle a personas en el internet lo que vivía. Había tratado de manera anónima, pero lo había hecho. Había descubierto que de cierta forma no era la única persona en el mundo que había sufrido algo así. La mayoría de los casos eran de parejas que se maldecían y embrujaban entre ellas, así que el caso de Sofía era raro y estremecedoramente vengativo. La gente suponía lo peor de Sofía, ya que -de acuerdo a la victimas- su caso era probablemente uno de los más fuertes. Había conocido ya un par de personas de estos foros, y usualmente terminaban solos, con papiloma o gordos. Al menos no era la única nueva gorda de otra dimensión, eso la llego a reconfortar un poco más.

Escuchó como la puerta de la casa se abría, y escucho a su hermana hablar más alto de lo normal. Había llegado su novio. Supo que estaría prácticamente sola por el resto del día, y no tenía mucho que hacer. Salió de bañarse, se observó un rato en el espejo -donde notó que en sus pantorrillas comenzaba a desarrollarse una celulitis- y luego se cambió. Sus outfits eran de mujer gorda, y parecían ser a propósito. Todos ellos eran camisas de flores que le hacían relucir sus lonjas o su panza, por lo que se guiaba más por los colores -y cómo se sentía- que por lo que realmente quería. Aquel día estuvo dentro de su cuarto casi todo el tiempo. Viendo películas, bajando ocasionalmente para subirse comida y masturbándose. No fue un día muy productivo, y estaba consciente de que ya tenía muchos días haciendo ese tipo de cosas. Ese día no le habían pedido ningún vídeo, así que estaba tranquila y completamente libre.

Escuchaba un poco de música mientras podía escuchar un poco de los gemidos de su hermana. Riendo se puso los audífonos y comenzó a explorar el internet. Estaba en 4Chan, hablando sobre temas sin sentido. La política de este universo era rara, por lo que trataba de explorar cosas más musicales y artísticas dentro de los foros. Algo le dijo que en el foro de cosas paranormales podría escribir algo y tal vez recibir ayuda. Algo que hizo. Publico acerca de su situación, tratando de encontrar alguna respuesta. Tardaron en contestarle unos cuarenta minutos, pero pronto unas diez personas comenzaron a contestar. Algunas bromeaban, pero había unas dos en especifico. Se hacían llamar R y 64. Ambos parecían tratar de entender un poco de lo que sucedía, y en cierta manera Sofía sentía que podía hablar con ellos.

- "He escuchado mucho de ese ritual" - dijo 64. Era la primera vez que Sofía escuchaba esto de alguien que parecía no ser una victima - "Escuche que son llevados a cabo en ciertos bosques".

- "Le llaman el ritual de Urushdaur, o de Venus" - escribió R - "Es muy común entre cultos satanicós. No creí que funcionara, pero parece que tu fuiste de sus victimas".

Sofía sentía que por primera vez podría haber una solución. Estos tipos parecían conocer un poco más respecto al tema que ella, algo que simplemente parecía caerle del cielo. Bromeando agradeció a su hermana, ya que si tuviera algo que hacer afuera de su cuarto probablemente no estuviera teniendo una conversación de este calibre. Sofía escribía apresurada. Debía aprovechar esta oportunidad. No creía que volvería a tener contacto de este tipo con gente que supiera acerca del tema que ella trataba.

- "Según tengo entendido, existen varios modos para regresar a donde estabas... si es que dices la verdad - escribio R - "Pero todos involucran encontrar a la persona". - Sofía se detuvo. No quería escuchar eso. Eso era lo que le estaba impidiendo avanzar. No podía encontrar a Gabriela en ningún lado. Sofía se alejo de la computadora y se recargo en su cama. Su gorda panza quedaba encima de sus piernas, y miró al vacío desconsolada. Agacho su mirada y vio su cuerpo. Era una cerda. Era un inútil. No era capaz de nada.

Un grito se escuchó en el otro lado de la casa. Era Karla, algo le había pasado. Sofía se levantó con adrenalina y extrema preocupación. Tal vez el pervertido de Carlos le había hecho algo. Era demasiado bueno para ser verdad. Apresurada caminó hacía el cuarto de su hermana. La computadora reposaba. La pantalla brillaba, y entre la conversación sobresalió uno de los mensajes.

- "Te veó mañana, Sofía" - escribió 64.

La lúz de la casa se fue.

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