Gabriela

...abrió los ojos. Frente a ella estaba una puerta de lo que parecía ser un baño público. A su alrededor se encontraban las paredes azul marino. Podía reconocer ese baño, pero trataba de recordarlo. Tenía recuerdos haciendo cosas dentro de un cubículo de baño similar. Su confusión era ya muy grande, ya que se preguntaba en donde demonios estaba. Escuchó pronto voces de personas entrando al baño. Escuchó los pasos de unas cuatro chicas en zapatillas. Las cuatro entraron al baño y comenzaron a charlar.

- ¿Cómo dices que pasó? - dijo una de las voces. Sofía trató de guardar silencio y trato de prestar atención a lo que estas chicas parecían tratar de decir. Lentamente se arrimó hacía la puerta y puso su oreja junto a ella. Había un espacio muy limitado, así que no le fue necesario ni siquiera levantarse de la taza del baño. No sabía que carajo pasaba ni cómo había despertado aquí, pero estaba consciente de que ya no se sería en la otra dimensión. Era cómo si se tratará de una especie de recuerdo - ¿Entonces Diana va a cojerse al bajista? - las otras chicas comenzaron a reír - Estoy segura que esa pendeja es virgen - las risas no paraban.

Sofía agacho su mirada. Su cuerpo era gordo aún, pero podía notar que su ropa era diferente. Notó que el color de sus piernas... era moreno. Para este punto los cambios de este tipo ya no le estaban impactando tanto, pero seguían confundiendola. Vió sus manos y sus brazos. Por alguna razón era morena. Tal vez estaba en otra maldita dimensión. Tal vez había sido enviada por error a otra dimensión... o esto era parte del plan de Gabriela. Al agachar su mirada también noto que antes de despertarse parecía haber estado sentada en el baño orinando. Estaba muy confundida, pero al mismo tiempo no estaba tan asustada. Ya no estaba en la dimensión anterior. Eso era un avance. O eso creía.

- No creó que lo haga - dijo una voz familiar. Sintió cómo esa voz perforaba dentro de ella. Era una voz muy característica. Algo que había parecido haber escuchado miles de veces, pero algo que tampoco sabía de donde venía - Yo voy a tenerlo antes que ella - Sofía se limpió el coño, y luego se levantó lentamente. Debía averiguar quien carajo estaba hablando.

Sintió que era más baja de lo que originalmente era. Pero lo evito. La curiosidad de saber quien estaba al otro lado la comía, así como también verse al espejo le llamaba. Trató de encontrar su celular, pero descubrió que sólo tenía un feo blackberry dentro de su bolsillo. Tenía ya bastante rato que no veía un celular cómo este. Su ropa también lucía algo anticuada, cómo si se hubiera vestido pensando en las modas que le rodeaban cuando era una adolescente.

- Somos jóvenes - dijo la voz que le parecía familiar - podemos hacer lo que queramos, ¿No creen? - Sofía entonces suspiró y abrió la puerta.

Frente a ella yacían cuatro chicas conversando. Su rostro cambió por completo cuando vio que una de estas chicas se trataba de una versión adolescente de ella. Con su belleza y su esbelto físico. Ligeramente giró el rostro y vio el espejo. Saliendo de una taza del baño, con el rostro impresionado se encontraba... Gabriela gorda. La Gabriela que Sofía había humillado en el pasado. Estaba en su cuerpo.

- No. No. No - pensó alarmada para si. Esto resultaba peor de lo que había vivido antes. Estaba en la vida y en el cuerpo de alguien que ya conocía. 

Las chicas y su versión jovén la mirarón. Sofía se quedó paralizada. Conocía a todas esaschicas, y se conocía a si misma... sabía que no era bueno. Gabriela no era el tipo de chica a la que le convenía salir de la taza del baño cuando ella andaba cercá. Era una perdedora. Su preocupación pasó de estar en el cuerpo equivocado, a haberse encontrado consigo misma en una de sus peores versiones.

- Oh, pero si es el elefante - dijo la Sofía joven - ¿Que haces por aqui?... Cerda - Sofía se miró a si misma y luego comenzó a caminar hacia la puerta del baño. Una de sus amigas se paró frente a la puerta para no dejarla salir. Miró a las chicas con un rostro de compasión. Acababa de despertar aquí, no era buena idea haber aparecido en un momento así - ¿Tienes hambre? - Sofía trató de mover a la chica frente a la puerta pero luego sintió cómo una patada en la rodilla la tiraba al suelo.

Tirada en el suelo observo cómo las chicas se le abalanzaron para tomarle brazos y piernas. Cuando no podía moverse, su versión joven se acercó. Pudo notar el odio y el enojo de su versión joven. Era el rostro de una chica rencorosa, cuyo único objetivo era hacer que el resto del mundo sintiera el mismo dolor que ella. Lentamente alzó la camisa de Gabriela -o Sofía en el cuerpo de Gabriela- y comenzó a golpearla con la palma de su mano. No eran simples golpes. Eran verdaderos golpes, que le dejaban gigantescas marcas rojas cuando se retiraba. Sofía gritaba desesperada, y lloraba.

Las chicas la soltaron y luego la Sofía joven le escupió en el rostro. No se levantó hasta que todas se fueron. En el suelo miraba al techo. Se limpio la saliva que le habían escupido y lentamente se levantó. Notó que dentro de la taza en la que se encontraba había una mochila, por lo que la tomó. Se miró en el espejo, Era el rostro de Gabriela. Lentamente se alzó la camisa y vio el tamaño de su panza. Puso la mano debajo de esta y vió que era un gran peso. Posiblemente pesaba unos 100Kg. Bajo su camisa, y luego vio su rostro. Gabriela era una chica hermosa, sin importar su peso. Toco su papada y luego sus piernas. La gordura de una chica joven siempre resultaba más linda y adorable que la de las adultas, por lo que suspiró. Se acomodo el cabello, se limpió un poco de la sangre que sin querer le habían ocasionado cuando la tiraron al suelo, y con temor miró la puerta de salida.

Saldría a su preparatoria. El lugar que ella en su juventud había amado, pero que ahora detestaba. Sabía que no sería fácil ser Gabriela, pero tenía que hacerlo. No estaba tranquila, pero recordaba que había sido citada en la biblioteca central. Tal vez esto se trataba de algo más. Tal vez de este modo podría encontrar el escape. Ya tenía una cita, así que sabía no pasaría otro medio año atrapada en el cuerpo de alguien que no es ella, sólo que esta vez de manera literal.

Abrió la puerta y observó, frente a esta se encontraba un chico delgado y feo. Pudo reconocerlo por ser aquél al que también le había jodido la vida con al filmación y las fotografías comprometedoras. El chico con algo de preocupación se le acercó y la observó el rostro;

- ¿Estas bien, Gaby? - Sofía le observó. Sabía que tenía el rostro golpeado y que había marcas de que acababa de llorar. Los sentimientos se mezclaron, y poco a poco Sofía sintió todo. Pudo ver la vida de Gabriela. Vió a Gabriela despertarse todas las mañanas y versé al espejo. Sintió el odio que Gabriela sentía hacía si misma, así cómo logro identificar que en este cuerpo igual le perseguía el feederism. Se soltó en lagrimas y el chico dejó que recargará su cabeza en su pecho - Todo estará bien, amor - dijo el chico - Ellas tendrán su merecido. Sofía siguió llorando.

Lentamente se compuso, el chico parecía esperar por un beso y ella se lo dio. Sofía se dio cuenta que esta chico en realidad amaba a Gabriela. Su mirada. Su tacto. Estaba perdidamente enamorado de ella. Sofía le besó y pronto le tomó de la mano y comenzaron a caminar. La humillación del baño había hecho a Sofía pensar más. Era raro, pero estaba sintiendo una extrema compasión hacía Gabriela, así como estaba manejando toda esta situación de una mejor manera.

El chico y ella llegaron a la cafetería, en donde Gabriela fue llamada por una de las cocineras de la escuela, que le indico que se pusiera el uniforme. Sofía sabía que Gabriela era una chica becada y que trabajaba en la escuela mientras trataba de pagar sus estudios. No era una chica rica, y en aquella época le hacían burla por ello. Se acercó a la cocina y le dieron un delantal;

- Tu madre esta en las salsas, ve con ella - le dijo quien parecía ser la cocinera en jefe. Sofía se sintió confundida, ya que no creía que la madre de Gabriela trabajará en la escuela.

Lentamente caminó, y se acercó en donde sabía que se hacían las salsas. En una silla deruedas, preparando lo que parecía ser ketchup, vio a una mujer sin piernas. Lentamentese acercó y esta mujer alzo la mirada.

- Oh, mi pequeñita, ¿Donde estabas? - era la madre de Gabriela. Sofía nunca la había visto, y no tenía idea de que la madre de Gabriela era minusválida. Lentamente le asintió y le dijo que estaba en clase. La madre le miraba con compasión, parecía notar algo en ella - ¿Fueron esas chicas de nuevo? - dijo la madre. Sofía alzó los ojos y la vio - Esa Sofá Kuri es un maldito dolor en las bolas... pero, sabes que somos mejores que ella - la mujer miró sus piernas - hablaré con su madre, tal vez así deje de joderte - Sofía no tenia idea de que su madre conocía a la de Gabriela, así que sólo asintió - Ve a comer, cariño, tienes clases en un rato - Sofía se fue y dejo el delantal colgado de donde se lo habían dado.

Con miedo se recargó en una pared. Se puso a pensar. Tal vez podría regresar a su cuerpo en esta dimensión y cambiar las cosas... tal vez esta era una oportunidad para limpiar su vida. Frente a ella pasó su versión joven, conversando y sumida dentro de su propio mundo. La vio. Debía ganarse su confianza.

Sabía que el ritual volvería a ser celebrado, y que debía encontrar una forma para capturarse a si misma. Vió el reloj de Gabriela y pudo notar que ya era hora. No faltaba mucho para que todos se fueran de la escuela, y ella tenía planeado ir a la biblioteca central. Tenia una cita con el hombre misterioso de la mascara. 


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