El Regreso del Rey 👑🥀
Dedicado a la maravillosa @LuliTan2
creadora original del libro "Por Ti Mi Rey" así que si van a leer ésto primero lean su obra maestra para entender mejor!
PS: se les recomienda poner la música de arriba;)
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NARRA SONIC 💙👑 -
"El viento traía consigo susurros de un mundo que había seguido adelante sin mí. El aroma de la tierra, antes tan familiar, ahora se sentía como un recuerdo lejano-como una canción a medio olvidar, cuya melodía se deslizaba entre mis dedos justo cuando intentaba alcanzarla. Pero estaba aquí. Finalmente, estaba aquí."
Respiré hondo, intentando calmar los latidos frenéticos de mi corazón mientras cruzaba las puertas exteriores del reino. El aire era el mismo, pero al mismo tiempo, diferente-más frío, más pesado. Las calles se extendían ante mí como una pintura antigua cuyos colores se habían apagado con el tiempo. Había luchado, había sufrido, había hecho todo lo posible por regresar a este lugar, y ahora que estaba de vuelta, una inquietud sorda se alojó en mi pecho.
Aun así, seguí avanzando, ignorando la sensación incómoda que se aferraba a los bordes de mi mente. Mis botas resonaban sobre los adoquines, el sonido familiar anclándome a la realidad mientras caminaba por la ciudad. Había imaginado este momento una y otra vez-reencontrándome con amigos, riéndome de mi ausencia, asegurándoles que nunca había sido mi intención desaparecer tanto tiempo.
Pero algo estaba mal.
La gente... me miraba.
Al principio, no lo noté, demasiado atrapado en mis propios pensamientos. Pero entonces, comenzaron los murmullos. Voces bajas, apenas audibles, que se filtraban entre los huecos del bullicioso mercado, deslizándose a mi alrededor como un susurro espectral. Las conversaciones se detenían a la mitad, los comerciantes que un momento antes anunciaban sus productos ahora permanecían inmóviles, con los ojos abiertos de par en par.
No de sorpresa.
De miedo.
Mis pasos se hicieron más lentos.
No me estaban mirando como a un amigo, un rey, una figura familiar que habían anhelado ver de nuevo. No. Me miraban como si fuera algo imposible-algo que no debería estar aquí.
"¿Es realmente él?"
"No... él murió."
"No puede ser... la enfermedad lo mató-"
Apreté la mandíbula, sintiendo la confusión enredarse en mi garganta como un nudo imposible de deshacer. ¿Muerto? ¿De qué demonios estaban hablando? ¡Solo había estado fuera unas semanas! Sí, había tardado más de lo previsto en volver, pero ¿de verdad habían asumido que estaba muerto?
¿Verdad?
El sonido metálico de una armadura me sacó de mis pensamientos. Me giré hacia la entrada del castillo, donde dos caballeros montaban guardia. Uno de ellos, un soldado joven cuyo nombre no lograba recordar, estaba pálido como un fantasma, sus dedos temblaban alrededor de la empuñadura de su espada. Su compañero no estaba mucho mejor, cambiando el peso de un pie a otro mientras apretaba con fuerza su lanza.
Fruncí el ceño.
"¿Bueno? ¿Me van a dejar pasar o qué?" Mi voz sonó más firme de lo que pretendía, pero estaba demasiado inquieto para preocuparme por ello.
Ninguno respondió.
Solté un suspiro, pasando una mano por la cara antes de intentarlo de nuevo, esta vez con un tono más suave aún que con mi desesperación aún notoria en mi tono. "Miren, solo necesito ver Sir Lancelot del Lago y a Galahad. Díganles..." Tomé aire, forzando una pequeña sonrisa. "Díganles que su rey ha regresado por fin..."
Silencio.
El joven caballero retrocedió un paso, aferrando su arma como si acabara de declarar la guerra a todo el reino. Su compañero tragó saliva antes de girarse sobre sus talones y prácticamente salir corriendo hacia las puertas del castillo.
Me quedé ahí, con el peso del momento aplastándome los hombros.
Algo estaba muy, muy mal.
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NARRA EL NARRADOR-
La respiración del guardia llegaba en jadeos entrecortados mientras sus pies golpeaban el mármol con un ritmo frenético. Su armadura resonaba con cada paso, su mente luchando por procesar las palabras que había escuchado salir de los labios de aquel espectro imposible.
El difunto Rey Sonic ha regresado.
Era imposible. Impensable. Y, sin embargo, lo había visto-de pie, vivo, real.
Apenas notó cuando su hombro chocó contra un sirviente que pasaba, haciendo que una bandeja de copas se estrellara contra el suelo. El estridente sonido del metal contra la piedra reverberó en el pasillo, pero él no se detuvo. No podía detenerse. Tenía que decírselo.
Su pulso rugía en sus oídos, su visión borrosa por el pánico mientras giraba en una esquina-solo para chocar de lleno contra otro caballero.
"¡Oye, mira por dónde-!"
Una mano firme lo sujetó por el cuello de su túnica antes de que pudiera recuperar el equilibrio. Gaiwan. Los ojos rojos del equidna ardían con irritación mientras lo sostenía con fuerza, clavándole los dedos en el brazo.
"¿A dónde demonios crees que vas corriendo como un condenado lunático?" exclamó Gaiwan con dureza.
El guardia tragó saliva, su lengua seca mientras buscaba palabras. "Y-yo ruego su perdón, Sir Gaiwan, pero debo-"
"¿Debes qué?" La presión de su agarre aumentó. "Estás haciendo el ridículo. Explica."
El guardia tartamudeó, su garganta cerrándose bajo la mirada implacable de su superior. Pero antes de que pudiera hablar, una voz fría y serena lo interrumpió.
"Gaiwan, suéltalo."
Percival.
La mera presencia de la caballera fue suficiente para sofocar la tensión en el aire. Las piernas del guardia casi cedieron de alivio cuando el equidna resopló y lo soltó con brusquedad. Percival lo observó con sus ojos dorados, exigiendo respuestas sin necesidad de palabras.
No tenía tiempo para dudar.
"El difunto Rey Sonic-" Las palabras se derramaron de sus labios como un torrente incontrolable. "Ha llegado a las puertas principales. ¡Solicita una audiencia inmediata con la Reina Lancelot y el Rey Galahad!"
El silencio que siguió fue absoluto.
La expresión de Gaiwan se ensombreció, su postura endureciéndose como si se preparara para un golpe invisible. Percival, normalmente imperturbable, mostró por un instante la sombra de la incredulidad en su rostro. En algún lugar cercano, un sirviente dejó caer lo que llevaba en las manos, el sonido ahogado por el peso de las palabras que ahora flotaban en el aire como un presagio.
Pero ninguno quedó más afectado que Lancelot.
Había estado cruzando el pasillo, su destino el mismo de siempre-el jardín de rosas del difunto rey. El único lugar que aún le permitía existir, el único rincón del mundo que lo había mantenido de pie cuando ya no quedaba nada dentro de él y el lugar al que se le era permitido estar sin supervisión desde su intento de quitarse la vida.
Al principio, las palabras no tuvieron significado.
Luego, le golpearon como una espada atravesándole el pecho.
Su respiración se quebró. Su visión se nubló. Su cuerpo vaciló como si el suelo bajo sus pies se hubiera vuelto inestable.
Casi cayó de rodillas.
Si no fuera por la costumbre, por la disciplina tallada en su alma durante años, lo habría hecho. Sus dedos enguantados apenas lograron aferrarse a la pared más cercana, apretando con fuerza mientras luchaba por retomar el control sobre sus propios miembros temblorosos.
Su corazón-tanto tiempo en silencio, tanto tiempo marchito-golpeaba ahora contra su pecho con un frenesí casi doloroso. Su rostro pálido, aquel que por años no había mostrado más que vacío, se retorció en una expresión imposible de describir.
Shock. Esperanza. Enojó. Terror.
Demasiado.
Demasiado poco.
Y...
Todo a la vez.
Un suspiro quebrado escapó de sus labios antes de que su cuerpo se lanzara hacia adelante sin más pensamiento.
Corrió.
Más rápido de lo que lo había hecho en años, más rápido de lo que creía aún posible. Su mente gritaba que se detuviera, que pensara, que respirara-
Pero su corazón ya había tomado una decisión.
Lancelot corrió hacia la entrada del castillo, su porte normalmente impecable ahora deshecho, salvaje, desesperado. Por primera vez en cuatro años, no era un caballero, no era un rey, no era un hombre roto esperando el final.
Por primera vez en cuatro años-
Sentía que estaba vivo.
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.
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"No puede ser."
Su pecho subía y bajaba con fuerza, su respiración descontrolada, su corazón golpeando dentro de su caja torácica con una violencia que lo hacía sentir mareado.
Cuatro años. Cuatro años de vacío, de agonía, de noches en vela en las que solo el llanto ahogado de su hijo lo mantenía en pie, obligándolo a seguir cuando todo dentro de él se había marchitado.
Y ahora...
Ahora, cuando finalmente había empezado a moverse hacia adelante, cuando había aprendido-o al menos intentado-vivir para sí mismo y para Galahad...
Ahora regresaba.
"¿Por qué?"
Sus manos temblaban. No sabía si de furia, de miedo o de la aterradora chispa de esperanza que amenazaba con encenderse en su pecho.
Se quedó allí, inmóvil, al borde del gran salón que conducía a la entrada principal del castillo, incapaz de dar un paso más.
El guardia debía estar mintiendo.
O peor, esto era una broma enferma, un juego cruel del destino que intentaba burlarse de él.
Porque no podía ser cierto.
Porque si lo era...
Si lo era, entonces todo lo que había construido, todo el esfuerzo por reparar las ruinas de su alma, todo lo que había aprendido a aceptar, se desmoronaría en un instante.
"No puede ser."
Si esto era una mentira... haría rodar la cabeza de quien la hubiese pronunciado.
Pero entonces, lo escuchó.
Esa voz.
Esa maldita voz que lo había perseguido en sueños y pesadillas, que se había grabado en cada rincón de su mente, que nunca había podido-ni querido-olvidar.
Era él.
No era una imitación, ni una artimaña, ni un eco distante de su pasado.
Era él.
Sonic.
El verdadero rey.
Su Rey.
Lancelot sintió que su cuerpo se estremecía, sus piernas fallándole por un breve instante antes de obligarse a mantenerse firme. Dio un paso adelante, vacilante, sintiendo cada fibra de su ser gritarle que se detuviera, que esto era una trampa, un hechizo, una ilusión creada para atormentarlo y sumergirlo aún más en su propia locura.
Sí. Sí, eso debía ser.
Esto no era real.
No podía ser real.
Su mente debía estarle jugando una broma. Quizá la culpa, la añoranza, la locura que lo había acechado durante años finalmente lo había alcanzado.
"No es real."
"No puede ser real."
Pero entonces, Sonic se movió.
Y cuando lo hizo, sus ojos se encontraron.
Todo dejó de existir.
El mundo, el tiempo, el ruido a su alrededor-todo se redujo a ese instante en el que los ojos de ambos se conectaron, atrapados en una red de emociones demasiado profundas, demasiado antiguas, demasiado... devastadoras.
Sonic dejó de hablar.
Lancelot dejó de respirar.
Y por primera vez en cuatro años...
Su corazón se rompió de nuevo.
.
.
.
En ese momento, el mundo dejó de existir.
Solo estaban ellos dos.
Lancelot no podía moverse. No podía respirar. No podía pensar.
Sus ojos seguían fijos en los de Sonic, atrapados en un bucle del que no podía escapar, de donde no quería escapar.
No escuchaba nada. No sentía nada.
Las voces de Percival, Gaiwan y los demás caballeros eran un murmullo lejano, ecos de un mundo que ya no le pertenecía. El sonido del metal de las armaduras chocando, los jadeos sorprendidos, los susurros incrédulos de los presentes... todo se convirtió en ruido de fondo, insignificante ante la presencia de él.
De su Rey
No podía ser real.
Pero lo era.
Porque EL lo estaba mirando.
Porque EL estaba allí.
Y entonces, el erizo azul se movió.
Lancelot sintió que el aire le abandonaba los pulmones cuando vio a Sonic avanzar, dejando atrás a los guardias que, aterrados y confusos, no supieron cómo detenerlo.
Su capa ondeó tras él. Su andar era firme, decidido, con ese toque de arrogancia natural que siempre había tenido, pero en sus ojos...
En sus ojos había algo más.
Algo que Lancelot no supo, o no quiso, descifrar.
"No... no te acerques."
Intento decir, pero no pudo pronunciarlo.
Porque Sonic ya estaba frente a él.
Y en ese instante, su cuerpo lo traicionó.
El impacto, la impresión, la magnitud de lo que estaba ocurriendo fue demasiado.
Sintió cómo sus rodillas fallaban y colapsaban bajo su peso.
Cómo la fuerza que había construido durante años, la barrera que había erigido para protegerse, se desmoronaba en un solo segundo.
Su visión se nubló, su pecho se encogió, y su corazón...
Su corazón simplemente se detuvo.
El mundo giró a su alrededor cuando su cuerpo cayó, la gravedad jalándolo sin piedad.
Pero no golpeó el suelo.
No sintió el frío del mármol contra su piel.
No sintió el impacto de la caída.
Porque unos brazos familiares, cálidos, firmes, lo sostuvieron antes de que su cuerpo tocara el suelo.
Lancelot, entre la bruma de su mente desvaneciéndose, sintió el aroma que había olvidado, el calor que había anhelado, la presencia que había llorado durante noches interminables.
"Sonic..."
Por primera vez en cuatro años, estuvo en sus brazos otra vez.
Y por primera vez en cuatro años...
Se sintió en casa.
Y de repente todo se volvió negro...
.
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NARRA SONIC💙👑 -
"¡Por favor, escúchame! S-solo dame un par de minutos,no, segundos!"
Había estado intentando-suplicando-convencer al guardia de que me dejara pasar, mi voz era urgente, mis manos apretadas en frustración. Pero el pobre hombre, temblando como una hoja al viento, se negaba siquiera a mirarme directamente. Sus nudillos estaban blancos por la fuerza con la que aferraba la empuñadura de su espada, su cuerpo entero rígido de miedo.
No tenía sentido. Nada de esto tenía sentido.
¿Por qué estaban reaccionando así? ¿Por qué me miraban como si fuera un espectro, un alma en pena que había regresado de la tumba? Era absurdo. Solo había estado fuera unas semanas-perdido, luchando, tratando desesperadamente de encontrar el camino de vuelta a casa.
Seguramente lo entendían, ¿verdad?
Y, sin embargo, sus ojos...
No eran los ojos de quienes han esperado.
Eran los ojos de quienes han visto una pérdida.
"¿Qué demonios ha pasado mientras yo no estaba...?"
Y entonces-
Lo vi.
Lancelot.
Mi esposo.
El único y verdadero dueño de mi corazón.
El mundo entero pareció detenerse.
Nuestras miradas se cruzaron y, por un instante, olvidé cómo respirar.
Él era... diferente.
Había cambiado tanto. Su porte orgulloso, su mirada afilada, la esencia misma de su ser... todo se había transformado en algo que no podía definir. Su rostro estaba pálido, su cuerpo más delgado de lo que recordaba, y sus ojos...
Dioses... sus ojos.
Eran los ojos de un hombre que había sufrido. Los ojos de un hombre que había soportado demasiado.
Solo pude quedarme ahí, sintiendo mi corazón latir con fuerza desbocada mientras la verdad me atravesaba como una daga en las costillas.
¿Qué le había pasado?
¿Qué le había sucedido a mi Lancelot en el tiempo que estuve ausente?
Pero esas preguntas podían esperar. Tenían que esperar.
Porque en ese momento, nada más importaba.
Sin darme cuenta, mi cuerpo se movió solo, mis pasos me llevaron hacia él, acortando la insoportable distancia entre nosotros.
Parecía aterrorizado.
Como si en verdad fuera un fantasma.
Quería hablar. Decirle cuánto lo había extrañado, cuánto lo lamentaba, cuánto nunca quise irme. Quería explicarle todo, arrodillarme si era necesario, solo para que entendiera que nunca lo abandoné.
En su lugar, mi mano se alzó, desesperada por tocarlo, por sentirlo, por probar que era real-
Y entonces, de repente, sus rodillas cedieron.
Su cuerpo colapsó.
Apenas tuve tiempo de reaccionar antes de que su forma se desplomara frente a mí.
"¡LANCE!"
Lo atrapé antes de que pudiera tocar el suelo, su peso hundiéndose en mis brazos. Mi corazón latía con una violencia insoportable, mi respiración corta y entrecortada mientras lo sostenía con firmeza.
Estaba inconsciente.
Demasiado pálido.
Demasiado frágil.
Y por primera vez desde mi regreso, me di cuenta de que no estábamos solos.
El silencio que nos rodeaba era ensordecedor.
Una multitud se había reunido-caballeros, sirvientes, ciudadanos-todos mirándome con incredulidad absoluta.
Gawain estaba allí, sus puños tan apretados que sus guanteletes rechinaban bajo la presión. Percival permanecía a su lado, su expresión indescifrable, pero la furia en sus ojos dorados era innegable.
Y entonces, otra figura dio un paso adelante.
Nimue.
La Dama del Lago.
Me miraba como si estuviera presenciando algo imposible, sus rasgos delicados deformados por el asombro y... ¿pena?
Nadie habló al principio, como si ellos mismos no pudieran creer lo que estaban viendo.
Hasta que, al fin, fue Percival quien rompió el silencio.
"¿Cómo te atreves...?"
Su voz era baja, pero temblaba con una emoción contenida.
Apenas tuve tiempo de procesar sus palabras antes de que Gawain avanzara, sus movimientos bruscos y llenos de tormenta.
"¿Por qué?" Su voz estaba rota, quebrada por la emoción. "¿Por qué ahora? ¿Por qué regresar después de todos estos años, después de dejarnos sufrir tu pérdida?!"
Parpadeé.
Mi mente se detuvo en seco.
"¿Años?"
No. No, eso no podía ser correcto.
"¿De qué estás hablando?" Mi voz apenas sonaba como la mía. "Solo estuve fuera unas semanas-"
"¡CUATRO AÑOS!"
El grito de Gawain rasgó el aire como una espada desenvainada.
Las palabras me golpearon con más fuerza que cualquier herida física.
Cuatro... años.
No.
No era posible.
¡No podía ser posible!
Pero sus ojos-los ojos de Lancelot-me dijeron la verdad.
Y de repente, sentí que el aire se me escapaba de los pulmones.
Percival apretó los puños a sus costados, su figura entera temblando. "Nos abandonaste... abandonaste a él y a tu hijo para volver a tu mundo, y ahora esperas que simplemente aceptemos tu regreso como si nada?!"
Sentí que me sumergían en hielo.
"No... No, yo nunca..."
Quise defenderme, decirles que estaban equivocados, que jamás-jamás-habría elegido dejarlos así. Pero las palabras murieron en mi garganta.
Había tiempo para eso más tarde.
Porque ahora-
Ahora, sostenía el cuerpo inconsciente de mi esposo entre mis brazos.
Y eso era lo único que importaba.
Respiré hondo, tragando mis emociones por el momento.
"Basta." Mi voz, aunque baja, llevó consigo todo el peso de un Rey. "Lo explicaré todo después, pero Lancelot necesita descansar."
Giré mi mirada hacia Percival y Gawain, mi expresión dejando en claro que no había lugar para discusiones. "Acompañadme a nuestras cámaras. Hablaremos por el camino."
Dudaron, pero obedecieron, caminando a mi lado mientras yo cargaba a Lancelot por los pasillos del castillo. Susurros nos siguieron en cada paso, sirvientes y caballeros congelados en sus sitios, observando cómo su Rey caído regresaba con su Reina rota en brazos.
La puerta de la cámara se abrió con un crujido cuando la empujé con el hombro, adentrándome en la habitación que una vez fue nuestra.
Todo estaba igual.
Y, sin embargo, todo se sentía diferente.
Me acerqué a la gran cama y deposité con cuidado el cuerpo de Lancelot, apartando sus cabellos de su rostro mientras me arrodillaba junto a él. Se veía tan pacífico en su sueño, y aun así, sabía el tormento que yacía debajo.
Mis dedos trazaron su mejilla con suavidad.
"Lo siento tanto, Lance..." susurré, con la voz rota. "Nunca quise irme. Nunca quise hacerte daño."
Mi pulgar rozó su piel, y mi corazón dolió al verlo así.
"¿Qué he hecho...?"
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NARRA EL NARRADOR-
Sonic exhaló un profundo suspiro, su mano aún reposando sobre la mejilla de Lancelot por un instante más antes de obligarse a apartarse.
Se veía en paz así-demasiado en paz, demasiado inmóvil. Le inquietaba. Lancelot nunca había sido alguien que permaneciera tan quieto, ni siquiera en el sueño. Siempre había una tensión en él, una conciencia subconsciente del mundo a su alrededor. Pero ahora...
-¿Qué te ha pasado, Lance?
Sacudió la cabeza. No era momento para pensar en ello. Tenía demasiado que explicar.
A regañadientes, Sonic se puso de pie, echando una última mirada a su esposo antes de girarse y salir de la habitación, cerrando la puerta con cuidado tras de sí.
El momento en que lo hizo, el aire se tornó pesado, sofocante. Una notable tensión en el ambiente,muy pesada para ignorar.
Gawain estaba a su derecha, brazos cruzados, su mirada escarlata ardiendo con una furia apenas contenida. Percival estaba junto a él, su expresión impenetrable, aunque el sutil apretón de su mandíbula traicionaba la tormenta de emociones dentro de ella. Y un poco más allá, como una sombra observando desde la penumbra del pasillo, se hallaba la dama del lago Nimue-silenciosa, compuesta, pero analizándolo con una mirada que parecía atravesarlo.
Pero no fue su presencia lo que hizo que su estómago se hundiera.
Fue el peso repentino que apareció en su mano-la sutil vibración mágica que recorrió su palma.
Caliburn.
No había notado la presencia de la espada hasta ahora, no la había oído desde su regreso. Pero en ese instante, mientras sujetaba la empuñadura, lo sintió.
Y entonces-
"¡Insensato, arrogante e irresponsable mocoso!"
Sonic hizo una mueca cuando la voz del arma sagrada retumbó en su mente, colérica y cargada de algo aún más pesado.
"¿Tienes idea de lo que has hecho? ¿Comprendes el peso de tu ausencia? Desapareciste sin una palabra, sin una advertencia. Un rey no abandona su reino ni a su gente-y sin embargo, te marchaste sin siquiera una despedida, solo para regresar como si nada hubiera ocurrido. ¿No tienes vergüenza, ni sentido del deber, ni-"
"¡Está bien, entiendo, Caliburn!" espetó Sonic, perdiendo la paciencia. "¡No me fui a propósito! Yo-"
"Y, sin embargo, te fuiste."
Sonic contuvo el aliento.
La voz de la espada había cambiado, perdiendo su filo cortante y volviéndose algo mucho peor.
Decepción.
"Durante cuatro años, este reino te lloró. Durante cuatro años, sobrevivieron sin ti gracias al esfuerzo de tu esposo La reina Lancelot y su hijo. Y ahora regresas, ¿esperando perdón? ¿Esperando que todo simplemente se reponga?"
Sonic apretó los dientes, cerrando los puños. "¡Eso no es lo que-"
"Entonces, ¿qué esperabas?"
Silencio.
Y entonces-
"Tiene razón."
La voz de Gawain era baja, pero ardía con rabia contenida.
"Te fuiste, Sonic. Nos dejaste a todos. Sin aviso, sin razón. ¿Sabes lo que eso le hizo a él?" Señaló la puerta cerrada. "¿Tienes idea de lo que Lancelot ha pasado? De lo que se convirtió después de que-" Se interrumpió bruscamente, exhalando con fuerza, sus manos temblando mientras las cerraba en puños. "Lo abandonaste. Nos abandonaste."
Sonic avanzó un paso, sus instintos gritándole que se defendiera, que explicara. Pero antes de que pudiera hacerlo, Percival habló.
"Basta, Gawain."
Gawain la miró con fiereza, pero ella levantó una mano.
"No me malinterpretes-también estoy molesta." Sus ojos dorados se fijaron en Sonic, estudiándolo detenidamente. "No solo eras nuestro rey, Sonic. Eras un líder... eras un amigo. Confiaba en ti. Todos lo hacíamos."
Su voz era serena, pero con un peso que se asentó con fuerza en el pecho de Sonic.
"Y, sin embargo, desapareciste, dejando solo preguntas y dolor."
Sonic sintió la culpa retorcerse dentro de él. Nunca quiso esto. Nunca quiso que sufrieran por su culpa. Abrió la boca, listo para intentar explicarse-
Pero entonces, la mirada de Percival se endureció.
"Y no solo nos heriste a nosotros. Lo heriste a él."
Sonic se quedó inmóvil.
No necesitaba preguntar a quién se refería.
"Lancelot."
Su estómago cayó.
"El...estaba destrozado." Su voz era más afilada ahora, teñida de algo que rozaba el resentimiento. "Más que ninguno de nosotros, él creyó en ti. Te confío su amor y te entregó su corazón. Confiaba en ti, luchó a tu lado, permaneció a tu lado sin importar que a veces tu y el discutían. Y cuando desapareciste, cuando todos creíamos que habías decidido dejarlo todo atrás para regresar a tu hogar,a tu mundo-" Se detuvo, respiró hondo y negó con la cabeza. "¿Tienes idea de lo que eso le hizo?"
Sonic sintió como si le hubieran arrancado el aire de los pulmones.
"Yo..." Tragó con dificultad. "No lo sabía."
Percival cerró los ojos por un momento, respirando hondo antes de exhalar con lentitud.
"No. No lo sabías."
El silencio cayó de nuevo, espeso y sofocante.
Fue Nimue quien finalmente habló, su voz suave pero firme.
"Dice la verdad."
Todos giraron hacia ella.
Su mirada era imperturbable, sabia.
"Ese día...Nunca quiso irse. Su corazón no miente."
Percival frunció el ceño. "Y, sin embargo, eso no cambia lo que ha sucedido."
"No. No lo cambia." Nimue miró a Sonic con una expresión indescifrable. "Pero sigue siendo la verdad."
Otro pesado silencio.
Entonces, Sonic exhaló bruscamente, pasándose una mano por los mechones.
"Miren, sé que arruiné todo. Sé que están enojados-por el amor de Dios, yo también lo estaría. Y estoy arrepentido. Más de lo que pueden imaginar." Su mirada se endureció apenas. "Pero ahora mismo, mi prioridad es Lancelot. Lo que haya pasado, lo que tenga que hacer para arreglar esto, lo haré. Pero primero, necesito asegurarme de que esté bien."
Gawain chasqueó la lengua, apartando la mirada, pero no discutió.
Percival lo observó largamente antes de asentir. "Muy bien."
Caliburn emitió un leve zumbido de desaprobación, pero no dijo más. Aunque las ganas no le faltaban.
Y Nimue... simplemente lo observo.
Sonic exhaló una vez más, con los hombros caídos.
"Un paso a la vez, supongo..."
Y con eso, se giró hacia la habitación donde su esposo descansaba, sin embargo la voz de Nimue a sus espaldas hicieron que parará su andar momentáriamente.
"Hablaremos de esto luego. Se que esto fue duro para ti también, pero tú ausencia causó grandes grietas en el Reino, pues al perderte a ti también lo perdimos a él."
Y con éso, la puerta se cerró.
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NARRA LANCELOT🥀👑-
La torre era diferente.
Era la misma en estructura, las mismas piedras antiguas y el mismo balcón con vistas al reino. Pero se sentía... fría. Vacía. El viento helado aullaba entre las grietas de las paredes, y donde antes había sido un lugar cálido, ahora se enredaban espinas y rosas marchitas, sus pétalos pálidos flotando en la brisa.
Mis manos estaban enguantadas, pero aún así podía sentir el escalofrío que me recorría la piel mientras caminaba hacia el borde.
Este lugar...
Había sido nuestro.
La primera vez que sus labios tocaron los míos, fue aquí. Había sido un beso torpe, robado en un momento de pura emoción. Él se había reído después-Dioses, incluso ahora podía escuchar ese sonido tan claro como si estuviera de pie a mi lado.
Mi pecho dolió.
Todo se sentía tan real.
Parpadeé y de repente lo vi.
Sonic.
Su figura estaba de pie justo en el centro de la habitación, apenas iluminada por la luz de la luna. Pero no era él. No realmente. Era una sombra, un eco de quien había sido. Su silueta se desdibujaba, como si el viento pudiera llevárselo en cualquier momento.
Y entonces, lo vi moverse.
Vi su sonrisa.
Vi su risa.
Vi todo lo que éramos antes.
Cada momento que compartimos pasó frente a mis ojos-las risas, los susurros bajo las estrellas, las noches en las que simplemente nos mirábamos sin necesidad de palabras. Cada vez que me prometió que yo era suficiente, que no necesitaba ser más que lo que ya era.
Pero luego... vinieron los recuerdos oscuros.
Las dudas.
Las miradas que no me pertenecían.
Los suspiros cuando pensaba que no lo notaba.
El nombre que nunca pude borrar de su mente.
"Shadow."
Mi mandíbula se tensó.
Ese nombre.
Ese maldito nombre había sido mi perdición.
Desde el día en que lo escuché de sus labios, lo supe. Supe que yo era solo un sustituto. Que por mucho que lo intentara, por mucho que me esforzara en hacerle feliz, en amarle con cada fragmento de mi alma... jamás podría ser él.
Y sin embargo...
Yo fui el que se quedó.
Yo fui el que Sonic eligió ante los ojos del reino, aquel a quien juró amor eterno. Fui yo quien estuvo a su lado en la batalla contra los bambuinos y en su lecho de muerte en aquella visión yá hace muchos años.
Entonces, ¿por qué no puedo tenerlo? ¿Por qué no puedo ser egoísta por una vez?
La respuesta era cruel en su sencillez.
Porque nunca había sido mío para empezar.
Cerré los ojos, respirando entrecortadamente.
Y cuando los abrí...
No estaba solo.
Frente a mí, en el reflejo opaco de un espejo roto en la pared, había una figura alta y oscura, púas negras con destellos de rojo y unos ojos escarlata que resaltaban tanto como los míos. Su postura, idéntica a la mía.
Pero no era yo.
Era él.
El que nunca conocí.
El que le robó su corazón antes de que yo tuviera siquiera la oportunidad de tocarlo.
"Shadow."
Mi cuerpo entero se tensó al ver esa figura espectral reflejada en el espejo.
Mi mente sabía que no era real. Que no podía ser real.
Pero eso no detuvo el odio que hirvió en mi pecho.
No detuvo la forma en que mi mano se cerró en el mango de la espada en mi cinto, deseando atravesarlo, deseando hacerle pagar por el dolor que sin saberlo me había causado.
Y entonces...
Una voz.
Lejana.
Cálida.
"Lance..."
Mi corazón dio un vuelco.
Era familiar, pero al mismo tiempo, imposible.
"Lance... despierta."
Mi pecho se contrajo. La voz parecía estar acercándose, tirando de mí, guiándome a través de la oscuridad.
No quería soltarla.
No quería perderla.
No otra vez.
"¡Lance!"
Abrí los ojos de golpe.
Mi respiración era irregular, mi cuerpo cubierto de un leve sudor frío mientras mi mente luchaba por separarse del sueño.
Pero lo primero que vi...
Fueron sus ojos.
Esmeraldas puras, brillando con preocupación.
Mi mundo se detuvo.
Por un momento, pensé que todavía estaba soñando. Que mi mente me estaba jugando otra cruel broma, mostrándome su rostro cuando más vulnerable me encontraba.
Pero no.
Él estaba ahí.
En carné y hueso.
Sonic estaba sentado a mi lado, observándome con el ceño ligeramente fruncido, su cuerpo inclinado hacia mí.
Supe en ese instante que debía lucir terrible, pero poco me importó.
Porque él estaba ahí.
Él estaba devuelta.
Mis labios se entreabrieron, pero no salió ningún sonido.
Mi corazón latía con tal fuerza que pensé que explotaría en mi pecho.
¿Cómo?
¿Cómo podía seguir teniéndolo tanto poder sobre mí, incluso después de todo?
¿Cómo podía mirarlo y seguir sintiendo lo mismo, aún después de todo el dolor?
Lo odiaba.
Odiaba cuánto lo amaba.
Odiaba cómo incluso ahora, después de cuatro años de soledad, mi corazón todavía latía solo para él.
Odiaba cómo, incluso sabiendo que nunca fui el primero en su corazón, seguía deseando ser el último.
Y lo que más odiaba...
Era que mi propio corazón me había traicionado.
Porque aún después de todo...
Él seguía siendo su dueño.
.
.
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Silencio.
Sus ojos y los míos seguían atrapados en un
duelo invisible, una guerra de emociones
contenidas y palabras nunca dichas. Todo en él
era tan familiar, y a la vez, tan extraño. Ese aZul
vibrante, esos ojos esmeralda que alguna vez
fueron mi refugio... y ahora, una daga clavada en
mi pecho.
Entonces, movió la mano.
Fue apenas un gesto, sus dedos acercándose con cautela hacia mi rostro, como si temiera que
desaparecería si me tocaba.
Como si realmente le importara.
Mi cuerpo reaccionó antes que mi mente.
"No me toques!" -Mi voz Sonó más rota de lo
que quise admitir, y con un movimiento seco,
golpeé su mano lejos de mí.
Sonic se quedó inmóvil, sorprendido, pero no
retrocedió.
Yo, en cambio, me estremecí.
No por miedo.
Sino porque mis propias manos...estaban
temblando.
-"Lance..."-Sonic comenzó, con esa voz suya
que siempre parecía contener el eco del viento
mismo, pero yo no lo dejé hablar.
No esta vez.
-No-espeté, mi voz quebrada, pero firme-
No tienes derecho a decir mi nombre así. No
después de lo que hiciste.
Mis puños se cerraron con tal fuerza que sentí
mis propias uñas marcando la piel debajo de los
guanteletes.
-Cuatro años... -susurré, apenas creyendo en mis
propias palabras. Cuatro. Malditos. Años.
Sonic bajó la mirada por un momento, como si
las palabras le pesaran más de lo que esperaba.
Pero no me bastaba.
Nada bastaría para llenar el abismo que había
dejado.
-¿Sabes lo que has hecho?-solté, sintiendo
un nudo en mi garganta. -¿Tienes idea de
cuánto.. Cuánto sufrí creyendo que habías decidido marcharte como un cobarde?
Los recuerdos me golpearon como dagas.
Los días en que me arrastraba fuera de la cama
solo porque Galahad me necesitaba.
Las noches en que el frío era insoportable
porque la mitad de mi alma se había ido con él.
Las veces en que... en que pensé en simplemente
terminar con todo.
-Yo...-mi voz se rompió, y odié lo débil que
sonaba. -no tienes idea de lo que e pasado todos estos años,cuántas vez pensé en terminar con la vida que me dejaste -
Sus ojos se abrieron con horror. Su boca se
entreabrió, buscando palabras que no
encontraba.
-Pero no pude -seguí, mi respiración irregular
-. Porque tenía un hijo. Nuestro hijo. Porque él
aún me necesitaba. Y por él, viví. Solo por él.
Lo miré fijamente, con todo el dolor que había
guardado en mi pecho por tantos años.
-¿Y sabes qué es lo peor de todo?-Mi voz
tembló con rabia contenida- Que incluso en mi
peor momento.. en mi dolor más profundo..
seguía amándote.
Las lágrimas finalmente escaparon de mis ojos, y
no hice nada por detenerlas.
-Pero tú... tú nunca me amaste, ¿verdad?
Silencio.
Sonic apretó la mandíbula, pero en sus ojos vi la
verdad.
Pero entonces, con una firmeza que no esperaba, habló.
-Al principio... -Su Voz era apenas un murmullo
- No.
Mi pecho se hundió.
Dolía...me ardía el saber que todas mis sospechas eran ciertas...
Pero no fue todo.
-Al principio, sí te vi como un reemplazo, no quería estar solo en un mundo desconocido y-y tu te veías idéntico a El qué...no pude evitar compararlos, ser egoísta.-
confesó, su voz llena de culpa -Y-y fui un idiota.
Porque cuando finalmente vi quién eras
realmente, ya era demasiado tarde.-
Mis lágrimas ardían en mi piel.
-Ese día nunca fue mi plan marcharme, Lancelot. Nunca. Creeme.- me imploro su voz temblando con emociones profundas en lo que sus manos enguantadas temblaban.
Lo miré, entre la rabia y el dolor.
-si tanto quieres que te crea entonces, dime por qué lo hiciste!-
Sonic respiró hondo, y cuando habló, su voz fue
firme.
-Shadow me llevo.-
-Ese día... tenía planeado regresar contigo a nuestra habitación-Después de ir a arropar a Galahad para dormir y darte tiempo para que te calmaras. Sin embargo, la esmeralda verde fue activada desde mi mundo y por consecuencia de ello, fuí absorbido por un portal ,lo cual causó mi repentina desaparición aquel día.-
Explico Sonic viéndose arrepentido.
Mi corazón se detuvo.
-Me arrancó de tú mundo sin darme opción...Y me tomó semanas convencerlo de que me dejara volver.-
Mi mente se tambaleó ante la revelación.
-¿S-Semanas?-Mi voz tembló.
Sonic asintió, sus ojos llenos de una tristeza profunda que nunca antes le había visto.
-Para mí... solo han pasado unas semanas. Pero
para ustedes... cuatro años.
Mi estómago se revolvió.
Cuatro años de dolor.
Cuatro años de luto.
Y él...
Él nunca supo.
No sabía cómo sentirme, tanto años....y el...
El...
Ha.
Que broma. Que cruel y desgarradora broma me estaba contando.
Aún con todo este dolor no pude evitar reír,tanta amargura y dolor creado por un simple malentendido.
Pero aun no podía perdonarlo, No no podía.
No después de todo lo que me había hecho sufrir.
-Lance....- menciono Sonic en voz baja mientras daba un paso adelante,solo que está vez no lo detuve.-Sé que no puedo arreglar lo
que hice. Sé que te fallé... pero no quiero seguir
fallándote.-
Lo vi dudar por un momento, pero luego, con una determinación inesperada, me tomó de los
hombros y me abrazó.
Fue como si el suelo desapareciera bajo mis pies.
El calor de su cuerpo, el latido de su corazón
contra mi pecho...Era demasiado.
Mis manos se cerraron en puños sobre su pecho,
mis nudillos se tornaron blancos por la presión.
-Te odio -susurré con la voz rota.
-Lo sé-susurró de vuelta, sin soltarme.
Mis puños golpearon su pecho con furia.
-Te odio, Sonic!-
-Lo sé.- volvió a suspirar
-Nos abandonaste! ¡Nos dejaste solos! ¡Nos
dejaste pensar que habías muerto!-
-Lo sé.-
Seguí golpeándolo, mi fuerza fallando con cada
puñetazo.
-Eres un bastardo egoísta! ¡Siempre lo has
sido!
Me derrumbé.
El peso de cuatro años, la agonía que había tragado entera, las noches pasadas ahogándome en mi propio dolor... todo se estrelló contra mí, y me rompí en sus brazos.
Con mis puños aún débilmente presionados contra su pecho, mi cuerpo temblaba, mi respiración era irregular, mi corazón libraba una guerra contra sí mismo.
-No entiendes, -susurré, mi voz hecha añicos, mi alma desnuda- No entiendes lo que dejaste atrás.
Sonic me sostuvo con más fuerza, pero lo empujé, apartándolo, necesitando espacio, necesitando aire, necesitando cualquier cosa excepto el calor que amenazaba con desmoronarme por completo.
-Casi lo logré, Mi Rey.
Él se quedó helado más no se alejó en ningún instante.
-¿Lograr qué...?-pregunto en un susurró,casi temiendo mi respuesta.
Reí. Un sonido hueco, amargo.
-Casi lo conseguí.-
La confusión destelló en sus ojos esmeralda, pero fue rápidamente devorada por algo más oscuro. Un horror creciente que se extendió por su rostro cuando la comprensión arañó su mente, apoderándose de él como un espectro.
-No...
-¡Sí! -mi voz se quebró bajo el peso de la verdad, y di un paso atrás, apenas capaz de sostenerme en pie- No estabas aquí para verlo, ¿verdad? Las incontables noches en las que apenas podía respirar, en las que mis propios pensamientos se convirtieron en mi peor enemigo.
Él negó con la cabeza, su boca se abrió, pero no salió palabra alguna.
-Lo intenté, Sonic. Intenté vivir sin ti, pero fracasé. Una y otra vez, fracasé. Y cuando ya no pude soportarlo más... intenté terminar con todo.
Un sonido sofocado escapó de él.
Apreté los puños, mi cuerpo entero temblaba.
-Pero no pude. Desgraciadamente no pude-¿Sabes por qué?
Su respiración era desigual ahora, sus manos apretadas en puños a sus costados.
-Galahad.
El nombre salió de mis labios como una súplica y una condena a la vez.
-Nuestro hijo me mantuvo atado a esta maldita vida. Él es la única razón por la que sigo aquí de pie frente a ti. No tú. No tu amor. No la estúpida esperanza de que algún día regresarías.
Exhalé bruscamente, sintiendo mi visión nublarse con lágrimas que aún no se atrevían a caer.
-Y ahora, después de todos estos años, ¿vuelves? ¿Así, sin más? ¿Como si nada hubiera pasado?
Sonic dio un paso hacia adelante, intentando alcanzarme de nuevo, pero me aparté como si me hubiera quemado.
-¡No tienes derecho! -grité, la presa dentro de mí estallando- ¡No tienes derecho a aparecer de la nada y pretender que todo está bien!
Las lágrimas cayeron por mi rostro, pero no me importó. Que las viera. Que viera la ruina que dejó atrás.
-¿Cómo te atreves? ¿Cómo te atreves a volver ahora, después de que pasé años tratando de enterrarte? Después de que pasé años arrastrándome fuera del abismo en el que me dejaste?
El rostro de Sonic se torció en agonía.
-Lance...
-No. -Mi voz descendió a algo mucho más peligroso, mucho más roto- No tienes derecho a llamarme así. No más.
Sus labios se separaron, como si las palabras que quería decir hubieran muerto antes de alcanzarme.
-Te amé. -Mi voz apenas escapó de mi garganta, pero estaba cruda, sin filtros, una verdad que aún tenía demasiado poder sobre mí- Te amé más que a nada en este mundo, y me destruyó.
Lo miré, mi respiración errática, mi cuerpo temblando.
-Y tú permitiste que me destruyera.
El silencio que siguió fue insoportable.
Y entonces, Sonic se movió.
Con una rapidez de la que no pude escapar, sus brazos me envolvieron otra vez, firme pero con cuidado, como si supiera que pelearía. Y lo hice.
Lo golpeé. Mis puños chocaron contra su pecho, débiles y descoordinados, pero lo golpeé.
-¡Te odio! -solté entrecortado, mi voz hecha pedazos- ¡Te odio, Sonic!
-Lo sé.
-¡Me arruinaste!
-Lo sé.
-¡Pasé cuatro años en agonía por tu culpa!
-Lo sé.
Mi fuerza me abandonó. Mis puños vacilaron. Y finalmente, me desplomé contra él, mi cuerpo traicionándome, mi corazón traicionándome.
Lloré contra su hombro, y me odié por ello.
Odié cuánto lo había extrañado.
Odié cuánto aún necesitaba esto.
Lo odiaba.
Lo odiaba.
Y sin embargo...
Nunca había dejado de amarlo....
Y eso era imperdonable.
.
.
.
NARRA SONIC 💙👑-
Lancelot temblaba en mis brazos, su agarre desesperado, casi doloroso, aferrándose a mí como si soltarme significara perderse de nuevo en el abismo.
Sus palabras aún resonaban en mi mente.
"Casi lo logré, Sonic."
El solo recuerdo me hizo apretar los dientes, un escalofrío recorriendo mi columna.
Caos...
Había causado tanto daño.
Mis manos recorrieron su espalda con lentitud, subiendo hasta sus quills, masajeándolos suavemente, intentando calmarlo. Su respiración era errática, pero poco a poco, su llanto comenzó a suavizarse, volviéndose un susurro ahogado contra mi hombro.
Aún decía que me odiaba.
Pero no me soltaba.
Y eso era lo que dolía más que cualquier otra cosa.
Mi culpa era un peso insoportable sobre mi pecho. Pensé en Galahad, en los caballeros, en todos aquellos que había dejado atrás... en el reino que se había visto obligado a avanzar sin su rey. Sin mí.
No podía cambiar el pasado. No podía borrar la agonía que había causado.
Pero podía enmendarlo.
Porque lo había visto en sus ojos... A pesar de todo el dolor, Lancelot aún me amaba.
Y yo jamás había dejado de amarlo.
-Lo siento... -murmuré contra su cabello, mi voz temblando de emoción contenida- Por todo.
Sus dedos se apretaron contra mi capa.
No importaba cuánto me maldijera. No importaba cuántas veces me dijera que me odiaba.
Él aún se aferraba a mí.
Y no iba a soltarlo.
.
.
.
FLASHBACK-
El rugido de la Esmeralda Maestra iluminó el santuario con un destello cegador.
Y, de pronto, estaba de vuelta.
Mi mundo.
Mi hogar.
O al menos... el que una vez lo fue.
Fui recibido por gritos de sorpresa y alivio. Amy, Tails, Knuckles, incluso Rouge... Todos se precipitaron hacia mí, sus rostros reflejando una mezcla de incredulidad y alegría.
Había pasado un año en este mundo desde mi desaparición.
Para ellos, yo había desaparecido sin dejar rastro. Habían buscado, esperado, temido lo peor. Y ahora, sin previo aviso, regresaba de la nada, como si nunca me hubiera ido.
Pero para mí...
Habían pasado diez años.
Mi cuerpo aún llevaba las cicatrices de la guerra, mis manos habían empuñado una espada más veces de las que podía contar, mi mente aún estaba atrapada en un mundo donde el lenguaje, las costumbres y hasta mi propio nombre eran diferentes.
Era su Sonic, sí... pero al mismo tiempo, no lo era.
Mis amigos notaron los cambios.
Mis modales eran distintos.
A veces los llamaba milord o milady sin darme cuenta.
A veces hablaba con una formalidad extraña, como si aún estuviera sentado en un trono en Camelot.
Y lo peor...
A pesar de estar feliz de verlos...
Mi corazón no estaba aquí.
Mi hogar ya no era este mundo.
Mi hogar era él.
Lancelot.
No podía quedarme.
No después de lo que había dejado atrás.
Pasé dos semanas buscando a Shadow.
Sabía que él tenía la Esmeralda del Caos que necesitaba para regresar.
Pero me evitaba.
Se esfumaba antes de que pudiera alcanzarlo. Me ignoraba, me esquivaba, como si supiera exactamente lo que quería pedirle.
Hasta que finalmente, lo encontré.
.
.
.
El viento silbaba entre los edificios de la ciudad, sombras alargadas cubrían el asfalto.
Shadow estaba allí, apoyado contra una farola, los brazos cruzados, su semblante frío y distante.
-Finalmente me encontraste, Faker. -musitó con desdén- ¿Y qué? ¿Viniste a darme las gracias por salvarte de ese mundo primitivo?
-Déjate de juegos, Shadow. -respondí, mi tono firme- Necesito la Esmeralda.
Su ceja se arqueó con diversión burlona.
-¿Ah, sí? ¿Para qué?
-Para volver.
Su mirada se afiló de inmediato.
-¿Volver? -se separó de la farola, su voz baja pero amenazante- ¿De qué demonios hablas?
Di un paso adelante.
-Ese mundo... ya no es solo un reino en una historia. Es mi hogar ahora.
Shadow soltó una carcajada vacía.
-No digas estupideces.
-No lo hago. Necesito volver.
Sus ojos rojos brillaron con algo que no pude descifrar.
-Estás en tu hogar. Aquí. Con nosotros.
Negué con la cabeza.
-No, Shadow.
Mis manos se cerraron en puños.
-No puedo quedarme.
Su semblante se endureció.
-¿Por qué?
Mi garganta se secó.
Porque allá me esperaban.
Porque allá tenía un hijo.
Porque allá tenía un esposo al que había abandonado por accidente, al que había dejado desmoronarse en mi ausencia.
Porque allá estaba el amor de mi vida.
Pero no podía decirle eso.
No podía mostrar debilidad frente a él.
-No necesito darte explicaciones. Solo dame la Esmeralda y ya.
Shadow me estudió con intensidad.
Y entonces, su expresión cambió.
Algo oscuro, algo casi peligroso cruzó por su rostro.
-Dijiste que me amabas.
Mi respiración se detuvo.
-¿Qué?
Su sonrisa fue cruel.
-Eso dijiste. Que me amabas.
Su mirada se oscureció, su voz más baja, más tensa.
-¿Por qué quieres dejarme entonces?
Lo miré con incredulidad.
-Shadow...
-Dime. -su tono se volvió más mordaz- ¿Quién diablos es más importante que yo?
Inspiré profundamente.
Y lo miré a los ojos con firmeza.
-Sí. Te amé una vez.
Vi cómo se tensaba.
-Pero ya no.
Silencio.
-Mi corazón pertenece a otra persona.
Sus ojos se abrieron apenas, la sorpresa cruzando su rostro por una fracción de segundo antes de ser reemplazada por furia.
-¿A quién?
No respondí.
-¡¿A QUIÉN, SONIC?!
-Eso no importa.
-¡Sí importa!
Se lanzó hacia mí.
Me esquivé por instinto.
-¡¿Quién te lavó el cerebro?! ¡¿Quién logró lo que yo nunca pude?!
Lo miré directamente.
-Tú mismo.
Su respiración se volvió errática.
-Tú lo arruinaste, Shadow. Tú destruiste cualquier sentimiento que pude haber tenido por ti.
Un silencio mortal se apoderó de la escena.
La rabia en sus ojos era palpable.
Nos lanzamos el uno contra el otro, el choque de nuestros puños resonando en la noche.
Iba a recuperar la Esmeralda.
Iba a regresar.
No importaba cuánto intentara detenerme.
Yo volvería a mi hogar.
.
.
.
NARRA EL NARRADOR-
La batalla rugió desde el amanecer hasta el anochecer.
Puños chocaban con fuerza implacable, patadas cortaban el aire y la intensidad cruda de su poder hacía retumbar la tierra bajo ellos. Ninguno cedía, sus cuerpos se movían con precisión, cada ataque contrarrestado con la misma ferocidad. El mundo a su alrededor se desdibujaba, reducido a un solo ritmo de lucha-esquivar, golpear, contraatacar, repetir.
Las horas pasaron. El sol ascendió en lo alto y luego comenzó su descenso.
Para cuando el agotamiento los venció, ambos estaban magullados y jadeantes, desplomados sobre la hierba, sus extremidades pesadas, mirando fijamente el cielo ahora teñido de ámbar.
Y aun en su fatiga, ninguno había claudicado. Su determinación seguía inquebrantable.
Un denso silencio cayó entre ellos, roto solo por el sonido de sus respiraciones irregulares.
Entonces, tras lo que pareció una eternidad, Shadow habló.
"¿Por qué?"
Su voz fue baja, casi vacilante-tan ajena a él.
"¿Por qué quieres... irte?"
Su mirada carmesí permanecía fija en el cielo, observando cómo el sol se deslizaba tras el horizonte, su luz dorada extendiéndose por los cielos.
Sonic, aún intentando recuperar el aliento, lentamente se incorporó sobre un codo. No respondió de inmediato. En su lugar, sus ojos siguieron la luz menguante, su expresión distante, pensativa.
"Porque..." -exhaló, su voz más suave de lo normal- "aunque este es mi hogar, y siempre lo será, con las personas que me importan... el tiempo que estuve fuera significó más para mí que para ustedes. Cambié. Ahora tengo una familia... y debo regresar con ellos."
Su mirada nunca abandonó el horizonte, perdido en la reminiscencia.
Pero la mirada de Shadow nunca lo abandonó a él.
Lo estudió con una intensidad ardiente. La manera en que hablaba, el peso en su voz, la certeza en sus palabras... era innegable.
Y entonces, tan quedamente que casi se perdió en la brisa, Shadow suspiró.
"¿Realmente lo amas?"
La pregunta sonó extraña en su voz-demasiado suave, demasiado desprotegida. Casi... temerosa de la respuesta.
Sonic giró para mirarlo entonces, sin su típica sonrisa engreída. En su lugar, cerró los ojos y sonrió, una expresión cálida e inquebrantable que resplandecía tanto como el sol poniente.
"Sí."
Abrió los ojos, encontrándose con la mirada de Shadow sin titubeos.
"Más que a nada en el mundo."
Shadow no se movió.
No respiró.
Ahí estaba.
La respuesta que ya conocía, pero que se había negado a aceptar.
Había perdido.
Y quienquiera que él fuera-el dueño del corazón de Sonic-era un hombre afortunado.
Demonios... muy afortunado.
Shadow exhaló bruscamente, obligándose a sentarse. Su expresión permaneció inescrutable mientras cruzaba los brazos y desviaba la mirada.
"Hmph. Bien."
Sonic parpadeó sorprendido.
"¿Bien?"
Shadow cerró los ojos, su voz impregnada de resignación.
"Te lo daré. Pero primero-" sacó la resplandeciente Esmeralda del Caos de entre sus púas, girándola perezosamente entre sus dedos, "-quiero que tengas el valor de despedirte de todos como corresponde. No ibas a huir sin más, ¿verdad?"
Los ojos de Sonic se abrieron de par en par.
"¿¡En serio?! O sea-sí, ¡sí! ¡Por supuesto que iba a despedirme! ¡Totalmente!"
Su cuerpo vibró de emoción antes de componerse rápidamente, tratando de mantener la compostura. Le dedicó a Shadow una sonrisa agradecida, aunque en sus ojos todavía brillaba un dejo de incredulidad.
Shadow bufó, aparentando indiferencia, pero había un destello de algo más suave oculto bajo su ceño fruncido habitual.
Y mientras los últimos destellos del día se desvanecían, sus siluetas permanecieron recortadas contra el cielo crepuscular, una silenciosa comprensión estableciéndose entre ellos.
.
.
.
El aire estaba cargado de tensión cuando Sonic se paró frente a sus amigos, todos con la mirada fija en él, mostrando una mezcla de emociones-confusión, tristeza, incredulidad.
Sus manos se apretaron a sus costados mientras inhalaba profundamente.
"Hay algo que necesito contarles."
Silencio.
Lo escucharon atentamente mientras hablaba.
No dio demasiados detalles, solo que el mundo en el que había estado no fue un simple accidente. Que ahora tenía responsabilidades. Que tenía que regresar-a Lance y su reino.
Y lo más importante... que esta era su elección.
La primera en reaccionar fue Amy.
Sus ojos se llenaron de lágrimas antes de lanzarse sobre él, envolviéndolo en un abrazo aplastante.
"Odio esto... pero estoy tan feliz por ti!" sollozó contra su hombro, su voz amortiguada. "Solo prométeme... prométeme que serás feliz, ¿sí?"
Sonic rió suavemente, dándole unas palmaditas en la espalda.
"Amy, ¿me has visto alguna vez no ser feliz?"
Amy soltó una risa temblorosa, abrazándolo aún más fuerte antes de finalmente soltarlo.
El siguiente fue Knuckles.
Intentó hacerse el duro, cruzándose de brazos y resoplando.
"Bah, lo que sea. No es como si te necesitáramos tanto aquí de todas formas."
Rouge rodó los ojos.
"Por favor. Estás a dos segundos de llorar."
"¡Cállate, murciélaga!"
Pero a pesar de su fachada, en cuanto Sonic extendió la mano para un apretón, Knuckles lo jaló en un abrazo apretado, casi partiéndole las costillas.
"¡Dude-! ¡No... puedo... respirar!" Sonic jadeó, dándole palmadas frenéticas en la espalda.
"Será mejor que vuelvas, erizo azul," murmuró Knuckles con voz ronca antes de soltarlo finalmente, limpiándose los ojos disimuladamente.
Uno a uno, sus amigos le dieron sus despedidas-bromeando, burlándose, deseándole lo mejor. Alguien le pasó una bolsa llena de chili dogs, y Sonic casi se desmoronó ahí mismo.
Su voz se quebró cuando susurró, "Gracias, chicos."
Pero entonces, notó que alguien no había dicho nada.
Tails.
Sonic se volvió hacia él, esperando tristeza.
Pero en su lugar, Tails parecía... sereno. No del todo feliz, pero tampoco devastado.
"Tails...?"
El zorro exhaló, con una expresión pensativa.
"Ya lo sospechaba."
Sonic inclinó la cabeza.
"¿Qué?"
Tails ajustó sus gafas.
"Consideré la posibilidad de que no estuvieras perdido, sino en otra dimensión. No tenía pruebas, pero ahora que lo confirmaste, estoy seguro de que esto no es un adiós para siempre."
Sonic sintió que su aliento se detenía.
El peso en su pecho se aligeró un poco.
Volvería a verlos.
Su sonrisa regresó mientras abrazaba a Tails con fuerza.
"Gracias, hermano."
Tails le devolvió el abrazo, su voz apenas un susurro.
"Sí... solo no tardes demasiado, ¿ok?"
Sonic rió.
"Haré lo posible. No me extrañes demasiado."
Tails sonrió con tristeza.
"Lo intentaré. Ah, y toma-" sacó algo de su bolsillo, colocando un pequeño dispositivo en la mano de Sonic.
"Esto nos permitirá mantenernos en contacto entre dimensiones. Como un teléfono, pero más cool."
Sonic sonrió.
"Tails, eres un genio."
Tails rodó los ojos.
"Te tardaste en darte cuenta."
Y con una última sonrisa, Sonic dio un paso atrás.
Shadow alzó la Esmeralda del Caos.
Y en un destello de luz verde, desapareció.
Regresando al mundo que ahora llamaba hogar.
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FIN DEL FLASHBACK.
NARRA EL NARRADOR-
Una Promesa en la Oscuridad
Los recuerdos inundaron su mente como olas rompiendo contra la orilla, implacables e inevitables.
Sonic estaba sentado en la habitación tenuemente iluminada, con el peso de todo asentándose en su pecho. Las últimas horas habían sido un torbellino de emociones, una tras otra, dejándolo agotado pero incapaz de cerrar los ojos.
Revivió el momento en que había regresado a su mundo: la conmoción, la incredulidad, el dolor escrito tan claramente en el rostro de Lancelot. Sabía que sería difícil, pero nada podría haberlo preparado para la devastación pura en aquellos ojos carmesí, para la forma en que su cuerpo había temblado como si apenas pudiera sostenerse en pie.
Y luego, la confrontación.
Las espadas habían chocado. Las palabras se habían intercambiado, algunas más duras de lo que jamás había querido decir. Pero debajo de todo eso, había una verdad innegable: Lancelot lo necesitaba.
Y él se había ido.
El pensamiento hizo que su corazón se retorciera dolorosamente en su pecho.
La habitación estaba en silencio ahora.
Lancelot, aunque todavía tenso, se había calmado, su respiración finalmente estable. No hablaba, pero por primera vez, no lo estaba alejando.
Eso era suficiente.
Lentamente, con cautela, Sonic se acercó antes de abrazarlo por completo, envolviendo sus brazos alrededor del caballero como si lo anclara en su lugar. Su agarre era firme pero tierno, su voz apenas un susurro.
"Lo siento..."
Sintió a Lancelot tensarse levemente, pero no lo soltó.
"Lo siento tanto, Lance... Sé que la arruiné en grande, pero no me voy a ir. Puedes odiarme, maldecirme, gritarme todo lo que quieras, pero no voy a dejarte. No otra vez."
Apretó su abrazo, como si temiera que, si lo aflojaba siquiera un poco, Lancelot se desvanecería entre sus dedos.
"Estoy aquí para quedarme. Y mi corazón te pertenece solo a ti."
Lancelot no respondió. No lo necesitaba. La forma en que finalmente, finalmente se dejó sostener en sus brazos dijo más que cualquier palabra.
Un profundo suspiro dejó los labios del caballero, sus dedos aferrándose casi desesperadamente a la tela de la túnica de Sonic.
Sonic sintió el momento en que su cuerpo cedió por completo, el peso de Lancelot recostándose contra él mientras el agotamiento emocional lo consumía. Su respiración se ralentizó, su agarre se mantuvo firme, pero pronto... se quedó dormido.
Sonic exhaló suavemente, dejando un beso sobre su frente antes de apoyar su barbilla sobre su cabeza.
Por primera vez en mucho, mucho tiempo...
Había paz.
Y mientras su propio cansancio lo vencía, lo sostuvo con la misma intensidad con la que Lancelot lo aferraba, porque incluso en sueños, podía sentir el miedo silencioso en la forma en que el caballero se negaba a soltarlo.
Como si temiera que, en cuanto lo hiciera, Sonic desaparecería otra vez.
No lo haría.
Nunca más.
.
.
.
Los primeros rayos dorados del amanecer se filtraban por los grandes ventanales del salón del trono, iluminando la estancia con un resplandor casi etéreo. El aire estaba cargado de anticipación mientras Sonic se mantenía en pie ante la Mesa Redonda, frente a los caballeros, Nimue y Caliburn.
Lancelot también estaba ahí. Silencioso, pero por primera vez desde su regreso, presente.
Escuchando.
Vivo.
Caliburn, sin embargo, no era precisamente silencioso.
"¡Necio imprudente! ¿Tienes idea del caos que has causado? Desaparecer sin dejar rastro, sumir al reino en la incertidumbre, abandonar tu deber como Rey-"
Sonic suspiró, pasándose una mano por la nuca.
"Sí, sí, lo entiendo. La arruiné en grande, no hace falta que lo sigas repitiendo."
La hoja de Caliburn brilló bajo la luz del sol mientras dejaba escapar un bufido.
"Tch. Tan irresponsable como siempre."
Luego, tras un largo silencio, su tono se suavizó apenas.
"...Y, sin embargo, a pesar de tus fallos, has regresado."
Sonic parpadeó, levantando la vista mientras Caliburn continuaba.
"El trono sigue siendo tuyo, si decides reclamarlo. Sin embargo-" Su voz se endureció de nuevo. "Esta decisión no es solo tuya. El Rey debe recibir la aprobación de la Reina."
Sonic frunció el ceño, confundido.
"¿La... Reina?"
Un breve silencio pasó antes de que la realización lo golpeara.
Giró la mirada hacia Lancelot.
"Espera, ¿tú-?"
"Galahad se fue," Lancelot interrumpió, su voz serena. "Abdicó a su título y dejó el castillo para seguir su propio camino. Como siguiente en la línea, tomé el trono en su lugar."
Los ojos de Sonic se abrieron con sorpresa.
¿Galahad se había ido?
Pero antes de que pudiera preguntar, Lancelot habló de nuevo, su expresión indescifrable.
"Te doy mi permiso."
Sonic parpadeó.
"¿Así de fácil?"
"Con una condición." Los ojos carmesí se encontraron con los suyos, afilados pero firmes.
"No debes volver a irte jamás."
Las palabras pesaron en el aire como una sentencia.
"Debes jurar proteger a Camelot y quedarte con tu gente al menos mientras YO viva. ¿Entendido?"
El corazón de Sonic titubeó ante el peso de esa promesa.
Pero en vez de dudar, en vez de retractarse, sorprendió a todos.
Asintió.
"Entendido, lo prometo."
Lancelot parpadeó, un atisbo de sorpresa destellando en su rostro por una fracción de segundo antes de que volviera a enmascararlo.
Caliburn dejó escapar un profundo suspiro.
"Entonces está decidido. Ahora, explica todo desde el principio."
Sonic tensó levemente los hombros. Sabía que este momento llegaría.
Pero primero...
"Quiero que Galahad esté aquí."
Un murmullo recorrió a los caballeros. Lancelot se irguió.
"¿Por qué?"
La voz de Sonic fue firme.
"Porque es mi hijo, y el merece escuchar esto también."
Por primera vez desde su reencuentro, algo en la rígida postura de Lancelot se suavizó.
Fue sutil: una leve separación de sus labios, un destello de calidez en su mirada.
Una silenciosa confirmación de que Sonic realmente se preocupaba.
Por un instante, casi pareció sonreír. Pero desapareció tan rápido como había llegado.
"Galahad dejó el castillo hace unos días," informó. "Eligió seguir sus propios sueños. No quería seguir siendo Rey."
Sonic frunció el ceño.
"Ah ¿Así que fue Rey?"
Lancelot asintió, su voz serena, pero orgullosa.
"Lo fue. Y fue un buen Rey. Pero respeto su decisión."
Sonic asimiló la información, su admiración por Galahad creciendo aún más.
"Es un gran chico," murmuró con una sonrisa.
Caliburn aclaró su garganta.
"Entonces así será. En una semana, revelarás la verdad al pueblo. Después, serás proclamado públicamente como el Rey de Camelot una vez más."
Sonic exhaló, pasando una mano por sus púas.
"Bien entonces." Sonrió, pero esta vez, con determinación.
"Hagámoslo."
.
.
.
NARRA SONIC 💙👑-
Un mes.
Treinta días llenos de cambios, de retos y de momentos que, honestamente, nunca pensé que viviría.
Si me hubieran dicho hace un año que estaría sentado en un trono otra vez, que estaría asumiendo la responsabilidad de un reino, que estaría esforzándome por reconquistar el corazón de Lancelot... probablemente me habría reído en su cara.
Pero aquí estaba.
En el último mes, mi vida había dado un giro que ni siquiera mis pies más rápidos pudieron seguir al principio.
Lo primero fue contar la verdad.
Una semana después de mi regreso, tal como se acordó, me paré frente al pueblo de Camelot y les revelé todo. Bueno, no todo, pero lo suficiente. Les dije que mi muerte había sido una ilusión provocada por brujería, que nunca estuve realmente muerto y que, tras mucho esfuerzo, había logrado regresar a ellos. No podía decirles la verdad absoluta sobre lo que pasó-el cómo y el por qué desaparecí-pero lo que importaba era que ahora estaba aquí.
Y luego, cuando el peso de la incertidumbre empezó a asentarse en sus corazones, les hice una promesa: Esta vez, me quedaría.
El pueblo me aceptó de vuelta. No inmediatamente, claro, pero con el tiempo.
Después, fue Galahad.
Su regreso fue una sorpresa para todos. Justo cuando había empezado a acostumbrarme a la idea de que estaba siguiendo su propio camino, apareció de nuevo, más fuerte y maduro de lo que recordaba.
Su primera reacción fue... complicada.
Me miró con una mezcla de asombro y resentimiento, como si no supiera si correr a abrazarme o exigir respuestas. Y se las di.
Le conté todo. Desde mi desaparición hasta mi regreso, desde mis errores hasta mis arrepentimientos. Al principio, sus ojos brillaban con furia contenida, con la traición de un hijo que había perdido a su padre y luego lo había visto regresar como si nada.
Pero cuando terminé, cuando se dio cuenta de que cada palabra salía directamente de mi corazón, sus hombros se relajaron.
Y entonces, en el silencio que se formó entre nosotros, él dio el primer paso.
"Te extrañé."
Su voz fue suave, pero no había ni una pizca de duda en ella.
Mi garganta se cerró, pero logré sonreír antes de abrir los brazos.
"Yo también, campeón."
Él se quedó quieto por un momento, pero luego se movió rápido, abrazándome con fuerza.
Galahad me perdonó.
Y con eso, un peso enorme se desvaneció de mis hombros.
Pero el desafío más grande de todos no era recuperar el trono.
Era recuperar a Lancelot.
Desde mi regreso, él había hecho todo lo posible por mantener la distancia. No con odio, ni siquiera con enojo... más bien con miedo.
No lo culpaba.
Había desaparecido una vez, ¿qué le aseguraba que no lo haría de nuevo?
Así que tomé una decisión.
Cada momento libre que tenía, lo usaba para conquistarlo.
Le llevaba flores a su estudio, le dejaba notas en su escritorio, lo acompañaba en sus rondas diarias como caballero. Lo desafiaba a duelos solo para poder robarle una sonrisa, aunque fuera una pequeña.
Al principio, lo soportaba con estoicismo.
Pero con el tiempo... sus muros empezaron a caer.
Sus miradas ya no eran frías. Su voz ya no era indiferente. Y una noche, cuando estábamos caminando por los jardines después de una reunión con los caballeros, lo escuché susurrar en voz baja.
"Eres insoportable."
Pero había algo en su tono, algo suave, algo cariñoso.
Sabía que estaba ganando terreno.
Pero lo que realmente terminó de sellar todo fue cuando lo presenté con mis amigos.
Gracias a Tails, que inventó una especie de dispositivo de comunicación interdimensional, podía hacer llamadas diarias a mi mundo original. No pasó mucho tiempo antes de que decidiera presentarles a Lancelot.
Tails casi se cae de la silla cuando lo vio.
"¡Es... es Shadow! ¡Pero con una armadura medieval!"
"No soy Shadow," respondió Lancelot, con su tono seco habitual.
Rouge, que estaba escuchando, se rió.
"Oh, sí, definitivamente es un Lancelot."
La presentación fue incómoda al principio, pero luego, para mi sorpresa, Tails y Lancelot comenzaron a llevarse bien. Mi pequeño genio tenía demasiadas preguntas sobre la historia de Camelot, y Lancelot, aunque con su actitud reservada, parecía disfrutar enseñándole sobre su mundo.
Todo iba mejor de lo que jamás habría esperado.
Y luego, finalmente, llegó el día en que fui oficialmente coronado como Rey de Camelot.
Esta vez, sin dudas.
Sin temores.
Esta vez, con la certeza de que estaba exactamente donde debía estar.
.
.
.
Tiempo después...
"¿Y qué pasó después, mi Rey?"
Sonreí, cerrando el libro en mis manos mientras los niños frente a mí me miraban con expectación, sus ojos llenos de emoción.
"Bueno..." me incliné un poco, bajando la voz en un susurro dramático, "después de muchas aventuras y muchos desafíos, el Rey finalmente encontró su hogar."
Los niños vitorearon, y yo solté una carcajada.
Un suave suspiro a mi lado me hizo girar la cabeza, encontrándome con la imagen de Lancelot descansando contra mi hombro, sus ojos cerrados pero con una expresión de paz en su rostro.
Sus puaz se derramaba sobre su armadura ligera(la cuál prefería usar mil veces más que su traje de "Reina") sus manos cruzadas sobre su regazo.
Me quedé en silencio por un momento, permitiéndome simplemente sentir.
No había ninguna espada en mis manos.
No había ninguna batalla que pelear.
Solo estaba aquí, contando historias, rodeado de la gente que amaba.
Respiré hondo, cerrando los ojos por un instante.
"Sí... finalmente encontró su hogar."
.
.
.
FIN.
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Gracias por leer "El Regreso del Rey" Un final alternativo con todo mi corazón.
A todos los que llegaron hasta aquí, de verdad, gracias. Espero haber cumplido con sus expectativas y haberles brindado el consuelo que necesitaban tras leer la obra maestra que es Por Ti, Mi Rey.
Hice todo lo posible para capturar la esencia de la historia original y darle un cierre distinto, uno donde el amor, la redención y la esperanza triunfan. Esta historia fue escrita para ustedes, para todos aquellos que sintieron ese vacío en el pecho después del gran final de @LuliTan2 y que necesitaban algo más, una luz después de la tormenta.
Gracias por acompañarme en este viaje, por darle una oportunidad a esta versión, y sobre todo, gracias a LuliTan2 por crear una historia tan hermosa e inspiradora que nos ha marcado a todos.
Con todo mi cariño y respeto,
-Su escritora ❤️
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