Prologo

Comenzaba a amanecer en la ciudad de Puebla de los Ángeles, en este momento nos centramos en una panadería que era llamada "Panadería San Juan".

En la parte de arriba del lugar, que era donde vivían la familia a la que le pertenecía la panadería, estaba despertando un chico de casi 13 años de piel morena, cabello castaño y ojos cafés.

Este muchacho era ni mas ni menos que Leo San Juan, el joven que hasta hace unos meses era el muy famoso cazafantasmas que había liberado a pueblos enteros de entes malignos.

En estos momentos, Leo se estaba empezando a despertar ya que sentía los primeros rayos del sol en su cara, lo cual era suficiente para despertarlo.

Al momento de despertar, el chico comenzó a bostezar y a estirarse.

Una vez que pudo recomponerse, el joven castaño volteo hacia la ventana y al instante, una expresión se adorno en su rostro, y luego suspiro pesadamente y bajo la mirada.

-Ah, ya hoy se cumplen seis meses, seis meses desde que perdí mi don, desde que deje de verlos amigos. -pensó Leo triste mientras en su mente se acordaba de ciertos amigos suyos.

Aun recordaba el día en que el se había encontrado con el Charro Negro, como gracias a que no se terminara volviendo su sucesor, le fue despojado su poder de estar en contacto con los muertos.

Debido a ello, ya no podía ver a sus amigos... ni tampoco a Xóchitl.

Aun recordaba cuando ella lo había besado antes de dejar el inframundo, la verdad era que antes de ese beso, sus sentimientos por Xóchitl estaban confundidos y enredados.

Desde el beso que le dio Valentina después del problema con las momias en Guanajuato, el no estaba muy seguro sobre sus sentimientos.

Pero ahora, ya no tenia duda alguna, en definitiva Xóchitl fue, es y sera, la única chica que realmente esta en su corazón.

Por eso es que en el fondo se sentía así, triste, porque ya no iba a poder ver a la chica que el amaba.

Pero bueno, ahora este no era el momento de pensar en eso, ya que había comenzado un nuevo día, y tenia que estar preparado para lo que sea que este día le deparara.

-¡Leo, Nando, ya bajen que es hora de desayunar! -se escucho el grito que salió de la inconfundible voz de su abuela.

-Esta bien abuela, ya vamos! -exclamo Leo recibiendo un "esta bien" de parte de su abuela.

Recordaba que cuando al fin volvió a Puebla después de lo ocurrido con el Charro Negro, vio que habían remodelado la casa, ya que ahora el y su hermano Nando dormían en cuartos separados, eso era algo que en definitiva a el le gustaba ya que por lo menos tenia su propio espacio y no se tenia que preocupar porque su hermano se le acercara y saltara encima de el para despertarlo como lo hacía antes de que el se convirtiera en cazafantasmas.

Pero volviendo a lo que dijo su abuela, el muchacho sabía que no tenia que hacer esperar a su abuela, así que sin mas, se vistió y se arreglo para así, irse a desayunar y comenzar un nuevo día.

Sin embargo, lo que el joven de cabello castaño no se había percatada, era que desde la ventana de su habitación estaba siendo vigilado por un cuervo negro con los ojos rojos que estaban brillando como la misma sangre.

Eran como... los ojos del mismísimo diablo.

...

-Y, ¿que piensan hacer hoy mijitos? -pregunto una mujer de edad algo avanzada con el cabello canoso. Ella es Toñita San Juan, la abuela de Leo y Nando.

-Pues yo voy a salir a pasear con esa chica de la que te he hablado abuela. -dijo un muchacho castaño de 17 años, con un poco de bello facial y un pañuelo en su cabeza. El es Fernando San Juan, el hermano mayor de Leo.

-Me da gusto escuchar eso Nando, ¿y que es lo que harás tu Leo? -pregunto Toñita volteando a ver a su nieto mas joven.

-Pues tenia pensado dar una caminata por el pueblo, es que aun me cuesta sentirme un poco acostumbrarme a volver a Puebla,  considerando el tiempo que estuve fuera. -dijo Leo mientras se rascaba la nuca en señal de nerviosismo.

-Este bien mijo, lo entiendo, pero solo promete que tendrás cuidado y que volverás antes del atardecer. -dijo Toñita con una leve sonrisa.

-Esta bien abuela, dalo por hecho. -dijo Leo para luego terminar de desayunar.

Durante toda la mañana, Leo y Nando estaban ayudando en la panadería junto a su nana Dionisia, la cual hacia el pan,  mientras que Leo y Nando se encargaban de anotar los pedidos y entregarlos.

Y sin darse cuenta, ya había llegado el medio día, y sin mas, ambos hermanos San Juan decidieron salir a su descanso, no sin antes desearse suerte en sus respectivas actividades.

-Ten cuidado en tu caminata cuatro pelos. -dijo Nando en tono burlón haciendo que Leo simplemente soltara un bufido.

-Si si, lo mismo va para ti barbón. -dijo Leo con algo de burla respondiendo a lo que le dijo su hermano.

Y sin mas, los dos hermanos San Juan tomaron caminos separados para hacer lo que iban a hacer.

Leo iba caminando por el pueblo y por ahí veía diferentes puestos que ya estaban comenzando a abrir sus puertas.

Mientras seguía caminando, Leo no pudo evitar ver la palma de su mano izquierda, recordando que hace seis meses, tenia una línea oscura, una que significaba lo contagiado por estar involucrado tanto con los vivos como con los muertos.

Aún podía recordar las palabras de la gitana cuando le advirtió de su problema, palabras que hoy en día siguen rondando en su cabeza.

...

-Tanto contacto con la oscuridad, ha terminado por contagiarte, la maldad corre por tus venas, si vuelves a cruzar al inframundo... sera tu fin.

...

Cerró con algo de fuerza su mano al recordar eso, el sabía bien del riesgo que conllevaba el volver a involucrarse con el mundo de los muertos, un riesgo que decidió correr para salvar el alma de Beatriz, una niña inocente que estuvo a nada de pagar el precio por un trato que hizo su padre con tal de poder salvarla.

Si no fuera por sus amigos, en estos momentos, ahora el estaría cabalgando un caballo de color negro como la misma noche y estaría haciendo tratos con la gente a cambio de sus almas.

Ah, en definitiva su vida es toda una repleta de locura, y algo en el le decía que ya siendo cazafantasmas o no, su vida siempre iba a estar destinada a cosas que nadie hubiese llegado a creer en cierto punto.

-Te veo perdido Leo. -se escucho una voz femenina que hizo que el muchacho saliera de sus pensamientos de forma un poco abrupta.

En ese momento, Leo volteo hacia donde había escuchado la voz femenina, y es ahí cuando ve que a su derecha estaba una muchacha de su misma edad, quien tenia el cabello oscuro, piel bronceada y ojos verdosos. Ademas de que vestía de ropa morada con un brazalete azul y aretes circulares morados.

-¿Marcela? -pregunto Leo viendo a la joven ahora conocida como Marcela.

-Me da gusto verte por aquí. -dijo Marcela con una leve sonrisa mientras saludaba.

Leo había conocido a Marcela dos semanas después de que el y Nando regresaran a Puebla, y hasta ahora se había vuelto su mejor amiga y una de sus mejores confidentes.

-A mi también me da gusto verte por aquí. -dijo Leo regresando el saludo a la joven.

-Oye no me puedo quedar a hablar tengo que acabar de hacer unos pendientes que me encargo mi mama, pero si quieres hablamos otro día. -dijo Marcela mientras se frotaba la nuca.

-Claro no te preocupes, pero me dio gusto verte. -dijo Leo con una leve sonrisa.

-Lo mismo digo, nos vemos después Leo. -dijo Marcela a la vez que se despedía agitando la mano y se terminaba alejando.

Básicamente así era ahora la vida de Leo San Juan, una normal y lejos de criaturas demoníacas y fantasmales, una que ya ansiaba disfrutar al lado de su familia.

Aunque, en lo mas profundo de su ser, no podía evitar el sentir una especie de vació.

...

Ya era de noche en la panadería San Juan, por lo que el local ya había cerrado sus puertas, y Leo en estos momentos estaba a punto de irse a dormir.

Sin embargo, el ex-cazafantasmas estaba sentado en su cama mientras tenia la mirada algo perdida mientras acariciaba entre sus manos una pequeña y linda flor blanca.

Era la flor que sus amigos le habían dejado cuando el regreso a Puebla.

Desde que la encontró aquella noche enfrente de la puerta de la panadería, ha cuidado muy bien de ella para que se siguiera manteniendo igual que cuando la encontró.

Alza la mirada para ver el cielo nocturno lleno de estrellas a través de una ventana que tenia enfrente de el, y para su leve sorpresa, vio que apareció una estrella fugaz, así que en su mente solo pudo pensar en una cosa.

-Solo deseo que mis amigos estén bien, donde quiera que estén ahora. -pensó Leo para luego acostarse en la cama y dejar la flor en un mueble que tenia al lado de la cama.

Sin embargo, de lo que el no se había percatado era que en el tejado de su casa se escuchaba un resoplido, proveniente de un caballo, uno negro como la misma noche, y arriba del mismo caballo se encontraba un hombre vestido de negro con un sombrero de ala ancha que no le dejaba ver su rostro.

El jinete soltaba una leve risa siniestra para luego alzar su mirada y dejando ver sus ojos rojos como la sangre que brillaban y teniendo una sonrisa malvada en su rostro.

-No mas espera Leo San Juan, que mi venganza esta por llegar, y en mi sucesor te convertirás. -dijo el Charro para luego soltar una risa malvada y junto con su caballo termina desapareciendo entre las sombras de la noche.

El Charro Negro estaba de regreso, y esta vez no iba a descansar hasta tener a Leo San Juan entre sus garras.

...

Y FIN.

Bueno, aquí tienen una nueva historia.

Se que soy mas de escribir sobre Spider-Man, pero quería intentar un enfoque diferente.

Ademas como es el mes de octubre, pensé que seria bueno publicarla en estos días.

Bueno, esto es todo por ahora, dejen su voto y comentario, si les gusta, nos vemos.

BYE.

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