El Charro esta al Acecho
En Puebla de los Ángeles, reinaba la oscuridad de la noche, todos estaban en sus casas durmiendo tranquilamente teniendo sueños felices.
Bueno, no todos.
Ya que por las calles, se podía que un hombre estaba corriendo como alma que lleva el mismo diablo, en su cara se podía notar un gesto que reflejaba puro miedo genuino.
El hombre en cuestión, logró entrar a una especie de choza que se encontraba en las cercanías de un río ubicado en el lado sur del pueblo.
Una vez dentro de la choza, el hombre se veía que era de mediana edad y aspecto humilde, vestía una camisa blanca de botones con las mangas arremangas, con pantalones café claros y un par de huaraches que eran de un tono de café mas oscuro.
Se iba dirigiendo hacia la cocina de la cual agarro un vaso de agua el cual se lo tomo con algo de rapidez para luego soltar un suspiro una vez terminando de beber el contenido.
Sin embargo, una vez que se termino de beber el vaso de agua, pudo escuchar el inconfundible galopar de un caballo.
Escuchar eso hizo que al hombre le recorriera un fuerte escalofrío alrededor de la espalda, y antes de que siquiera pudiera mover sus piernas, escuchó el sonido de unas espuelas cuando se camina.
-Vaya vaya Alfredo, ¿en serio creíste que te ibas a librar de pagar tu deuda? -pregunto una voz masculina tenebrosa que hizo que al pobre hombre se le pusiera la piel de gallina.
En ese momento el hombre ahora conocido como Alfredo voltea hacia donde se había escuchado la tenebrosa, y en ese momento sus ojos adquirieron una mirada total y pura de horror.
Pues frente a el se encontraba ni mas ni menos que el Charro Negro quien en ese momento tenia la cara cubierta por lo ancho de su sombrero, para luego alzarla y así ver al hombre directamente con sus ojos rojos y brillantes como un par de diamantes totalmente cubiertos de sangre, a la vez que en su rostro se veía una sonrisa la cual estaba llena de pura maldad.
-O-Oye, n-no tienes que hacer esto. -dijo Alfredo con las manos arriba en señal de que no quería problemas.
-No creas que te vas a salvar idiota, hoy termino el plazo que tenia tu trato. -dijo el Charro con mirada y tono de voz amenazante.
Al escuchar las palabras del jinete, el hombre no pudo hacer nada mas que tragar duro, era claro que no importaba lo que llegara intentar hacer, escapar de su destino era inútil, y mas si quien quiere tu alma es el propio Charro Negro en persona.
-Sabes, la última vez que quise cobrar un trato el muy sin vergüenza junto con la ayuda de un mocoso fue capaz de salvarse a el y a su hija. -dijo el Charro con tono de voz sombrío en todo momento a la vez que poco a poco se iba acercando al asustado hombre. -Pero esta vez eso no ocurrirá. -dijo nuevamente a la vez que terminaba de caminar quedando frente a frente con el pobre sujeto.
En ese momento y tras escuchar lo dicho por el jinete, Alfredo no pudo evitar que de su boca saliera un suspiro pesado, para luego bajar su mirada hacia el piso a la vez que en su rostro se comenzaba a formar una sonrisa triste, pues aunque quisiera creer que había esperanza, bien sabía en el fondo que no iba a servir nada escapar de esto.
-A pesar de que ya estoy en mis últimas, siento muchísima lastima por los pobres ilusos que terminarán cayendo ante tus engaños. -dijo Alfredo a la vez que negaba con la cabeza sintiendo pena por quien fuera el sujeto que llegara a hacer un trato con el demonio frente a el.
Escuchar lo dicho por el hombre hizo que el Charro Negro se quedara en silencio por varios segundos, para luego soltar una leve carcajada que si bien no era tan fuerte en cuanto a sonido, si tenia un toque bastante siniestro y tétrico haciendo que el pobre hombre tragara en seco.
-Si bueno, digamos que ya tengo a alguien en la mira y ya estoy planeando como hacer que venga hacia mi, pero por ahora... -decía el jinete vestido de negro para que luego sus ojos rojos volvieran a brillar a la vez que veía directamente al señor.
En ese momento, todo lo que podía escuchar ante la luz de la luna, eran los gritos de aquel pobre hombre, quien al igual que todos los que alguna vez hicieron un trato con el Charro Negro, eso fue lo que al final recibió.
El peor de los castigos.
...
Mientras tanto en la Vieja Casona, Fray Godofredo y el viejo equipo cazafantasmas estaban en la sala en total silencio, ya que desde que se enteraron de que el Charro Negro había regresado para ir por Leo, han estado despiertos pensando en como ayudar a su amigo puesto a que ahora ellos eran literalmente invisibles para el.
Sin embargo en ese momento, el Fray pudo sentir como una especie de escalofrío le recorrió toda la espalda, para luego recomponerse a la vez que apretaba los puños así como también los dientes.
-Maldito charro... volviste a hacerlo. -dijo Fray Godofredo con ira, atrayendo la atención de los presentes.
-Fray Godofredo, ¿que pasa? -pregunto Xóchitl que estaba preocupada puesto a que la expresión del difunto fray no le daba un buen augurio.
Al notar las miradas de los presentes sobre el, el antiguo sacérdote de Puebla se relajo un poco y soltó un suspiro medio pesado.
-Es el Charro Negro, ha cobrado uno de sus tratos. -dijo Fray Godofredo con tono de seriedad haciendo que mas de uno de los presentes adquiriera una expresión de preocupación en el rostro.
-¿De que esta hablando mi Fray? -pregunto Evaristo algo asustado por lo que acababa de escuchar.
-Al parecer ese maldito demonio ha cobrado una deuda con una persona, por suerte no es Leo ni nadie de la familia San Juan. -dijo Fray haciendo que el antiguo equipo cazafantasmas soltaran un suspiro de alivio.
Pero aun así, aun se sentían algo inquietos, ya que si de algo estaban seguros, era que fuera lo que fuera que estuviera haciendo el Charro Negro...
Era apenas el comienzo.
...
A la mañana siguiente en la panadería San Juan, Leo estaba terminando de despertarse.
En el rostro del joven ex-cazafantasmas se notaba una mirada que reflejaba preocupación.
El reencuentro con el Charro Negro realmente lo tenia sumamente inquieto, pero a la vez fastidiado. Realmente nunca se hubiera imaginado que ese endemoniado ser todavía tenia todavía intenciones de acecharlo.
Y lo que menos podía entender era la razón. Porque el ya no era cazafantasmas, ya no podía ver a los muertos.
Así que, ¿que es lo que el Charro Negro quería de el?
Esa era la pregunta que en ese momento recorría por su mente una y otra vez, voltea a ver hacia su cama y ve que en el mueble que estaba al lado de su cama se encontraba la moneda que el Charro le había dejado.
Ver aquel objeto dorado y brillante lo hizo soltar un suspiro, pues significaba que la pesadilla de cierto modo se hizo realidad, y ese endemoniado jinete todavía va tras el.
Y eso lo estaba llevando a pensar en su familia, ante esto que estaba pasando era seguro que ellos iban a hacer hasta lo imposible para protegerlo, y el no estaba dispuesto a que ellos sufrieran las consecuencias.
Pero era seguro que si no se los decía, en definitiva las cosas podrían llegar a ser peores, fuera como fuera, esta situación lo estaba poniendo bastante inquieto y siendo honesto no sabía bien que pensar al respecto.
-¿Leo? -se escucho una voz que sacó a Leo de sus pensamientos, en ese momento el mencionado volteo y vio que quien había hablado era Nando el cual lo estaba mirando con una ceja alzada.
-¿Que pasa Nando? -pregunto Leo mientras se estiraba un poco.
-Eso es lo que yo te iba a preguntar a ti, ahorita estabas medio dormido como momia, ¿no pudiste dormir bien anoche o que paso? -pregunto Nando viendo a su hermano con intriga.
Al escuchar la pregunta hecha por su hermano mayor, Leo se estaba preguntando todavía mas si realmente era buena idea que el, junto con su abuela y su nana supieran del sueño que tuvo anoche, sin embargo sus pensamientos volvieron a ser disipados cuando el y Nando escucharon que alguien abría con brusquedad la puerta de la panadería.
En ese momento los dos hermanos bajaron rápidamente las escalera y ambos vieron que quien había abierto la puerta era ni mas ni menos que Marcela, quien se veía agitada y tomaba sus rodillas mientras jadeaba, señal de que había corrido bastante.
-Marcela, ¿que pasa? -pregunto Leo algo extrañado por la inesperada llegada de su amiga.
-¡Leo, Nando, acaba de ocurrir una tragedia, mataron a un hombre por el río que esta al sur del pueblo, vengan! -exclamo Marcela quien ya había recuperado el aliento.
...
Los tres muchachos iban corriendo hacia el río sur del pueblo, iban con cuidado de no empujar a la gente.
-¿Pues que fue lo que paso? -pregunto Leo a la vez que seguía corriendo.
-No se mucho al respecto, pero al parecer a la media noche asesinaron a un hombre que vivía por ahí. -dijo Marcela quien evitaba chocar con la gente mientras seguía corriendo.
-¿Pero acaso nadie de los que viven por ahí trato de ayudarlo? -pregunto ahora Nando quien tras decir su pregunta por poco y choca con el Cieguito de los Ojos, quien lo volteo a ver de mala cara mientras se iba alejando.
-Al parecer nadie escucho nada, por lo que escuche cuando se enteraron el pobre hombre ya había pasado a mejor vida, o lo he visto pero si he visto a muchos dirigirse hacia allá y uno de los señores que iba pasando me dijo lo que paso. -dijo Marcela a la vez que ella y los hermanos San Juan iban llegando al área del rió.
Una vez que los tres muchachos llegaron, pudieron ver a un grupo de personas que estaban enfrente de una choza, de modo que sigilosamente se colaron entre la multitud hasta llegar hasta la entrada.
Una vez ahí, las miradas de los tres adquirieron un sentimiento de horror, puesto a que frente a ellos estaba una escena que dejaría a cualquiera teniendo pesadillas por días.
Ante ellos estaba tirado en el piso el cuerpo sin vida de Alfredo, solo que ahora estaba calcinado de pies a cabeza, ademas de que en su mirada se notaba un profundo sentimiento de terror.
Era como si durante sus últimos momentos hubiese experimentado algo horroroso, y también en su mirada parecía que... le hubieran quitado el alma.
Leo baja la mirada y abre los ojos a mas no poder al notar que cerca del cádaver del pobre hombre había una moneda de oro que parecía tener grabada la imagen del diablo.
El joven castaño no necesitaba ser un genio para poder conectar los puntos, era claro que esto era obra del Charro Negro.
-Nando, Marcela. -dijo Leo atrayendo la atención de los dos mencionados. -Hay que irnos de aquí, tento que decirles algo pero no es seguto decirlo aquí con tanta gente. -termino de decir el ex-cazafantasmas con seriedad.
Nando y Marcela al ver a Leo de ese modo, notaban que lo que el les quería decir era algo de suma importancia, así que solamente asintieron con la cabeza.
Y sin mas, los tres muchachos se terminaron yendo del lugar directo a la panadería, pero lo que no sabían era que desde las sombras de los árboles se veía a ni mas ni menos que al mismo Charro Negro, el cual solo veía a los tres muchachos alejarse con una sonrisa maligna.
-Ser mejor que te prepares Leo, porque lo mejor esta por venir. -dijo el Charro para luego desaparecer entre las sombras.
...
Y FIN.
Bueno, hasta aquí el capitulo espero que les guste.
Como ven, aquí ya se muestra al Charro Negro hacer uno de sus movimientos, y en el próximo se vera un golpe mas grande.
Por ahora es todo, dejen su opinión sobre el capitulo y su voto si les gusta, nos vemos.
BYE.
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