Capítulo 8


LA CENA

Fue una semana muy ocupada, cada vez tenemos más trabajo y no es suficiente que únicamente Fer y yo nos hagamos cargo; creo que es hora de ampliar la plantilla. 

Fernando se había estado encargando de todos los demás proyectos y yo me ocupé de la casa Hoffmann, era hasta ahora nuestra prioridad, ya que además de ser un proyecto grande sería nuestra carta de presentación internacional.


Nunca había estado tan nerviosa en mi vida. Espero que todo salga bien en la cena de hoy.

Después de un largo paseo por los pasillos del supermercado, llegué a casa para bañarme, cambiarme y hacer la cena.

Espero que la pasta que tanto le gusta a Joel y el cheesecake favorito de Fer aminore la tensión de la cena.

El primero en llegar es Fernando, llegó muy temprano y yo aún no terminaba la comida.

–Huele delicioso, ¿Qué es?— mientras entraba y dejaba sus cosas sobre el sofá.

–Filete mignon, pasta y ensalada.— dije orgullosa.

–Solo espero que sea comestible– río

–Ja ja muy gracioso, mira quién lo dice. El señor waffles— reí

–Ese fue un golpe bajo.— dando un beso en mi mejilla.— Mejor dime en qué te ayudo.

Mientras terminábamos los últimos detalles de la comida suena el timbre y corro a abrir. Es la hora de la verdad. Por todos los cielos que todo salga bien, pienso. 

Suspiró y abro la puerta, recibo a Joel con un fuerte abrazo y él me entrega una botella de vino que va perfectamente con la comida que estoy preparando.

–Pasa. La comida casi está lista.— caminando hacia la sala donde estaba Fernando.

–Buenas noches— serio miró hacia el sofá.

–Buenas noches— incorporándose y estirando la mano para estrechar la de Joel.

–Mi amor él es Joel. Y hermanito él es Fernando, mi novio.

Sentía que sudaba por todos los poros de mi piel. De verdad espero que se lleven bien, se notaba tensión y molestia en sus ojos. Espero que solo sea mi percepción.

Los dejé un momento a solas y al parecer no hablaron de nada, solo se miraron fijamente. Me daba escalofríos verlos.

–Listo chicos, la cena está servida 

Trate de ignorar que ambos no dejaban de verse, parecía que se comían con la mirada. No quiero tener que ser réferi de estos dos.

–Esto se ve delicioso mi amor— sonriendo y acomodando una silla para que yo tome asiento.

–El postre te gustará aún más.— sonreí.

–Me encanta como cocinas, tu comida siempre es exquisita.— sonriendo maliciosamente.

Joel sabía perfectamente que no le había cocinado a Fer tantas veces como a él  y era obvio que su comentario era para molestarlo.

Fernando solo lo miró molesto y tomó asiento.

Ninguno de los dos hablaba y solo se limitaron a comer y arrojarse una que otra mirada matadora ocasionalmente.

–Joel me contaba que vio unos paisajes muy bonitos durante su viaje— dirijiéndome a Fernando tratando de romper la tensión.

–¿Si? ¿Y por qué no se quedó allá?— veía a Joel fijamente. 

–¡Fer!— dije sobresaltada.

–Déjalo.—haciéndome un gesto con su mano para que lo dejara hablar.— Tenía que regresar porque lo que más me importa en la vida está aquí— señalándome con su mano.

Yo no sabía qué hacer, nunca me han gustado las peleas y tener a este par tan cerca de mí queriendo golpearse me hacía no poder reaccionar.

–¿Qué pretendes?— sin quitarle la mirada de encima a Joel.

–¿Qué pretendes tú?. Tú eres el nuevo aquí.— tampoco dejaba de verlo.

–Es mi novia.

–Para mí no eres más que un intruso.

–Joel por favor.—suplique, no supe qué más hacer.

–¿Te gusta?—dice Fernando.

–Fernando no empieces.—le dije.

–Es mi familia.—contesta Joel alzando la voz.

–Pues nunca había visto un familiar tan apegado.—dijo sarcásticamente

–Chicos por favor vamos a calmarnos.—traté de conservar la calma.

Ambos se pusieron de pie y la tensión en el ambiente era horrible, si esto seguía así en cualquier momento iban a golpearse.

–Yo creo que es hora de que decidas cariño— dice Fernando dirigiéndose a mí.

–¿Qué? ¿Qué quieres decir?—contesté confundida.

–¿Él o yo?

–Fernando no hagas esto.—empecé a molestarme.

–¿Qué te hace pensar que te va a elegir a ti?. Tú eres nuevo en su vida, no eres nadie.—dice Joel

—No voy a hacer esto—parándome entre los dos.

–Te recuerdo que soy su novio. La persona que ella ama.—acercándose un poco más a Joel.

–¡Ja! No me hagas reír, ella no te ama. Solo estas de paso, llenando un hueco que nadie más que mi hermano pudiera llenar.—camina hacia Fernando.

–¡Pues él está muerto!—gritó Fernando.

–¡Basta! ¡Ya basta!... ¡Largo!... ¡Largo los dos de mi casa!— estaba molesta.

–Nath— tratando de tocarme.

–Ahora no Joel, vete por favor.— dije sin mirarlo.

–¿No estás oyendo que te vayas?—con voz de victoria.

–Tú también Fernando.

–Pero yo…

–¡Que se vayan los dos! No quiero verlos… No por ahora.— caminé hacia mi habitación y cerré la puerta detrás.

Joel fue el primero en irse, él me conoce perfecto y sabía que debía darme mi espacio antes de que habláramos, pero Fernando esperó unos minutos y llamó a la puerta...

–¿Mi amor? ¿Estás bien?

–Solo quiero que me dejes sola. ¿Entiendes?.—le contesté sin abrir la puerta.

–¿Acaso estás rechazándome por culpa de ese imbécil?— sonaba molesto.

–Ambos arruinaron todo Fernando, no solo él.

–No puedo creer que lo prefieras a él más que a mí, yo soy tu novio es a mí a quien tienes que preferir por sobre todos. ¿Quieres quedarte sola? Pues bien, quédate sola. Al rato no vengas suplicando que te perdone— gritó.

Estaba molesta con ambos, pero Fernando acaba de hacer que explote mi bomba de paciencia. Abrí la puerta...

–¿Qué carajos te pasa? — grité.— ¿Qué me perdones? ¿Por qué?

–A mí no me hables así— parándose muy cerca de mí y con una mirada que nunca había visto.

–Fernando cálmate, me estás asustando.— retrocedí un paso, pero tope con la pared.

–¿Lo vas a preferir a él?—molesto y acorralándome contra el muro.

–Yo no estoy prefiriendo a nadie. Solo quería que se llevarán bien. Fer tienes que entender, él es lo único que tengo. — dije temerosa.

—¡No!— golpeando la pared— Lo único que tienes ahora soy yo ¿Entiendes?.

Comencé a llorar, no sabía si Fernando sería capaz de golpearme, pero en ese momento me sentía tan insegura.

–No, no, no, perdóname. Solo me sobresalté un momento, perdóname cariño.— inclinándose y recargando su frente en la mía.

–Quiero estar sola, Fernando por favor. Déjame sola.— sollozando.

Por fin salió del departamento y no pude más que desplomarme aliviada sobre el suelo y dejar que las lágrimas salieran sin más ni más.

Ambos habían dicho cosas que movieron mucho en mí y la actitud de Fernando me ha hecho dudar.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top