Capítulo 3
VUELVE PRONTO
–¡Vamos, Joel! Tómala ya.—reclamaba Alex desesperado.
–Ya voy, es que no encuentro la pila de la cámara.—buscaba en los cajones.
–Hermano, está mujer se va a ir sin que yo tenga una foto con ella.—Alex no me soltaba la mano.
–Me tienes todos los días ¿Para qué quieres una foto forzosamente ahora?—rodeé los ojos.
–Porque nunca te ves así de elegante.—sonrió burlándose.
–¡Oye!... ¿Insinúas que los demás días me veo en harapos?.— le di un golpe con el codo.
–No lo insinúo, lo afirmo.— se ríe y me sujeta para que no me aparté de él.
–¡Listo!... Tomen sus lugares para tomarles la foto. Pero si recuerdan que el graduado soy yo ¿Verdad?—dice Joel sosteniendo la cámara frente a nosotros.
–Si, señor importante lo sabemos, que nos tomemos una foto sin ti no le quita méritos a tu día.—contesta Alex mientras me toma de la cintura acercándome a él
–Solo tómala ya Joel, tenemos que irnos.—dije soltando un suspiro.
…
–Ven, vuelve a mi Natasha. Te necesito…
Sí, sin duda algo pasa dentro de mi cabeza.
Por qué regresaron esos recuerdos, y por qué siempre que estoy a punto de despertar escucho a Alex llamarme.
Ya casi se acababa el día, ni siquiera me di cuenta de ello. Me la pasé en llamadas, videoconferencias y haciendo ajustes a los planos que Fernando me envió.
–Hoy echaste raíces aquí adentro.—dice Sandy mientras cierra la puerta detrás de ella.
–Ya lo sé, pero creo que ya estoy al corriente.— eché un último vistazo a unos planos.
–Acabo de terminar una llamada con un cliente, creo que te olvidaste de él.
–¿Por qué lo dices?
–Porque llamó su asistente para preguntar si el presupuesto estaba listo. Es el cliente del extranjero que te había mencionado, el que adquirió una casa en la ciudad y quiere adecuarla a su gusto.
–¡Demonios! Olvide volver a intentar, le llamé, pero no sé enlazo la comunicación y lo deje para después, le regresaré la llamada inmediatamente.—me senté en mi silla para tomar el teléfono.
–No te preocupes, ya acordé una videoconferencia para el lunes a las 10.
–¿Videoconferencia? Pensé que ya estaría aquí en la ciudad.
–No, aún no llega.
–Bueno. A larga distancia será.
Sandy se fue temprano así que me tocó cerrar todo sola, en eso estaba cuando vi salir a Fernando de su oficina, no me percate que aún seguía aquí.
–¿Pensé que ya te habías ido?— dije con mis llaves en mano.
–Lo mismo digo— caminó hacia la entrada y se detuvo junto a mí— Si quieres yo cierro no te preocupes, nos vemos mañana.
No me opuse, ya que lo único que quería era llegar a casa y si podía ahorrarme los diez minutos que tardo en cerrar que mejor. Me dirigí al estacionamiento y…
–¡Maldita sea!—resople.
Un neumático bajo. Tomo mi móvil para llamar a la agencia, porque por desgracia no tengo el repuesto, pero como ya es tarde dudo que contesten.
–¿Todo bien?— mientras camina hacia mí.
–No, tengo dañado un neumático y no traigo el repuesto— señalé.
–¿Quién sale sin un repuesto?— se burló.
–Pues al parecer yo— llevándome la mano a la frente.
–Puedo llevarte a tu casa si quieres.
–No quisiera desviarte de tu ruta.
–No importa, no puedo dejar que te vayas sola, ya es tarde.
No sabía qué hacer, era obvio que por la hora la agencia ya no vendría a arreglar mi auto y tendría que esperar hasta la mañana siguiente.
–Está bien, pero tendré que pagarte el combustible por el favor.
–Ya me lo pagarás con la cita de mañana, eso es más que suficiente— sonrió y me abrió la puerta del copiloto de su camioneta.
Subí y no entiendo por qué, pero sentía un nerviosismo horrible, aunque solo me estuviera llevando a casa.
En el camino platicamos un poco sobre los proyectos en puerta mientras le indicaba la ruta hacia mi departamento.
Al llegar nos quedamos un par de minutos en el auto mientras concluíamos el tema y hubo una pausa al terminar.
Lo invitaré a pasar, ya tuvo la molestia de traerme hasta acá podría invitarle siquiera un vaso con agua.
–¿Quieres pasar?... Por algo de tomar— me apresure a agregar, no quiero que piense que me estoy insinuando.
–Me encantaría.— sonrió.
Mientras subíamos por el ascensor recordé que mi departamento está hecho un desastre, aún hay cajas a medio desempacar. Abrí la puerta y encendí la luz.
–Disculpa el desorden, aún no termino de instalarme— dije avergonzada dejando las llaves sobre la mesa y caminando hacia la cocina.
–No te preocupes las mudanzas siempre son tardadas— agregó con comprensión mirando a su alrededor y cerrando la puerta detrás de él.
–¿Vino o cerveza?— sujeté ambas botellas con las manos.
–Cerveza está bien—se sentó junto a la barra de la cocina.
Hablamos un poco de cómo conseguí el departamento y la odisea del cambio de domicilio, mientras tomaba un trago de mi cerveza me percate de que me está mirando fijamente, es tan atractivo, cómo es que no lo vi antes.
–Puedo ayudarte a desempacar si quieres, hoy no tengo mucho por hacer en casa.—encogió los hombros.
–No quiero molestarte más.
–No es molestia, así terminarás más rápido. Pero no quisiera incomodarte.
–No, para nada... Está bien, te tomaré la palabra y así me quitaré de solo ver este panorama.— señalé hacia el montículo de cajas.
Ordenamos pizza y comenzamos a desempacar, mientras platicábamos de cosas banales como los colores de los muebles, que estilo nos gustaba más, las alfombras, la pintura de las paredes, etcétera. Me siento tan bien de tener compañía en casa aunque sea por un rato, la presencia de Fernando aquí me gusta, es muy ameno tenerlo a lado y conversar con él.
Casi terminamos de sacar todo de las cajas, estábamos desempacando las cosas de la sala cuando...
–Te ves muy feliz en esta foto, lo conozco a él—dice señalando a Joel—Ha ido un par de veces a la oficina, Joel ¿Cierto? Hace un tiempo que no lo veo.
–Sí, es Joel, tomó una licencia en el hospital por unos meses para irse de vacaciones.—conteste mientras abría una caja.
–Y ¿Quién es el otro chico? ¿También es doctor?
–No, él—bajé la mirada—es Alex hermano menor de Joel. Él murió hace años en un accidente automovilístico.
–Lo siento mucho.— me miró empáticamente— ¿Te parece si lo ponemos aquí?— señaló una parte de la repisa.
–Si, me parece perfecto.— sonreí
Terminamos de desempacar todo y se hizo de noche, Fernando se marchó y quedó de pasar por mí en la mañana para que no tuviera inconvenientes en llegar a la oficina.
Pasar mi noche de jueves de una manera inesperada con alguien que nunca imaginé es muy gratificante.
*Suena el teléfono*
–¿Si?
—¡Hola! Por fin te encuentro en casa. ¿Cómo está mi arquitecta favorita?.
–Hola, Joel— solté una pequeña carcajada— Soy la única arquitecta que conoces, estoy bien. Ya estoy oficialmente instalada en el nuevo departamento. Espero pronto regreses y puedas venir a conocerlo.
–Claro que si preciosa, cómo te dije estoy a la mitad del viaje ya llegué a Madrid, mi móvil está fallando un poco para que no te preocupes si no contesto los mensajes, espero en un par de semanas ya estar de vuelta.
–Te espero con ansias, no sabes cuánto te extraño.— dije mientras abrazaba un cojín.
–No me digas esas cosas porque ahorita mismo agarró un vuelo y voy para allá.
–No, no, no, disfruta tus vacaciones. Puedo esperar.
–Ok, sabes que te extraño ¿Cierto?
–No tanto como yo a ti.—sonreí.
–Ciao. Te quiero, pequeña.
–Yo también te quiero.— mandé un beso por la bocina.
Antes de conocer a la familia de Alex solo éramos mamá y yo, nunca conocí a mi padre y la verdad nunca hizo falta.
Conocí a Alex en el jardín de niños, su mamá y la mía se hicieron buenas amigas y desde ahí su familia fue nuestra familia también. Lamentablemente años más tarde la señora Huxley murió de cáncer y aunque fue un golpe duro para Joel y sobre todo para Alex que aún era muy pequeño, su padre desde ese momento estuvo siempre absorto en su trabajo y nunca estaba para ellos porque prácticamente nunca se le veía, dejando a Joel y Alex a cargo de las niñeras. A raíz de esto nos unimos aún más y crecimos juntos como si fuéramos hermanos, a pesar de estar en casas separadas y ser de familias distintas mi mamá los trataba como si fueran sus hijos.
Cuando Alex murió el señor Huxley rompió lazos definitivamente con Joel y se fue del país, mi madre y yo nunca abandonamos a Joel, los años que siguieron fuimos muy unidos, pero sobre todo Joel y yo fuimos un soporte uno a uno. Casi 7 años más tarde de la pérdida de Alex perdimos a mi madre también, si Matt y Joel no hubieran estado ahí creo que no lo hubiera podido soportar, a partir de ahí Joel y yo siempre hemos sido inseparables aun cuando el tiempo en el hospital lo absorbe bastante él siempre encuentra tiempo para mí.
El tiempo que pasó a su lado me llena tanto el alma.
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